Capítulo 32

Rubén se acomodó de nuevo entre sus piernas, puso una almohada debajo de su cadera para que estuviera más cómoda y volvió a besarla. El remolino de pensamientos extraños no se callaba y se mezclaba con su deseo desbocado. No había manera de echarse para atrás, no cuando los dos estaban tan excitados y tan cerca de terminar. Su pene le dolía, ya debería llevar varios minutos de alivio y él continuaba prolongando la tortura, ya no podía más.

También estaba muy mojado, el líquido preseminal brillaba en su glande hinchado y lo aprovechó para tentar a Rosanna, lo esparció con su dedo por toda la cabeza fijándose en la manera en la que su esposa seguía el movimiento de su dedo como si fuera la primera vez que observaba algo semejante, parecía hipnotizada y cuando ella se relamió los labios, su miembro se sacudió. Mierda, quería hacerle tantas cosas, pero justo ahora, necesitaba estar dentro de ella tanto como necesitaba respirar.

No se contuvo más, acomodó su glande en la entrada, lo movió
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