Capítulo 33

A Rubén le dio risa imaginar a Rosanna haciendo algo como eso, no, era una exageración. Su esposa no tenía ningún motivo para algo así, ella ni siquiera conocía su verdadero trabajo ni el entorno en el que se movían. Él estaba perdiendo la razón, esa era la explicación más realista. Rubén no quiso pensar más, no había nada que fuera a descubrir por sí mismo esa noche, así que bebió una copa llena de champaña y se metió a la cama.

Cuando abrazó a la chica, acarició su piel cálida y se apretó a su cuerpo. Fuera o no fuera su esposa, esa mujer le hacía sentir cosas a las que no estaba dispuesto a renunciar. Quería olvidar todas sus dudas, sepultarlas en lo más profundo de su mente bajo miles de candados y solo dedicarse a disfrutar de su nueva vida y nada más.

La mañana solo le trajo más confusión y nuevos temores. Su esposa se despertó muy mimosa, ya no rehusaba sus toques como lo hacía antes, pero estaba adolorida, se quejó cuando intentó sentarse y él quiso convencerse de que se debía
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