Capítulo 40

De la manera más rápida que pudo se desabrochó el pantalón y lo dejó caer, liberó su pene del apretado bóxer y con su mano lo masajeó para humedecerlo todo, él también estaba escurriendo. Rosie se inclinó hacia adelante, apoyando las manos en la superficie del tocador y sin romper el contacto visual a través del espejo. Gritó al ser penetrada de una sola embestida, la humedad acumulada y el semen sirvieron de lubricante y no sintió más que placer.

Rubén agarró sus caderas con firmeza y comenzó a bombearla con potencia, el obsceno sonido de chapoteo y de sus bolas chocando contra ese trasero parecía combustible sobre la hoguera. Por primera vez, Rosie no contuvo sus gemidos, ese momento le resultaba demasiado erótico, ella misma se excitaba más al ver sus pechos balancearse por el fuerte movimiento y escuchar la musiquita del cascabel, era mucho mejor de lo que había imaginado.

Cada vez que Rubén le hacía el amor, él mordía sus labios para no gritar o se tapaba la boca con la mano, mor
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