Rubén se acomodó de nuevo entre sus piernas, puso una almohada debajo de su cadera para que estuviera más cómoda y volvió a besarla. El remolino de pensamientos extraños no se callaba y se mezclaba con su deseo desbocado. No había manera de echarse para atrás, no cuando los dos estaban tan excitados y tan cerca de terminar. Su pene le dolía, ya debería llevar varios minutos de alivio y él continuaba prolongando la tortura, ya no podía más.También estaba muy mojado, el líquido preseminal brillaba en su glande hinchado y lo aprovechó para tentar a Rosanna, lo esparció con su dedo por toda la cabeza fijándose en la manera en la que su esposa seguía el movimiento de su dedo como si fuera la primera vez que observaba algo semejante, parecía hipnotizada y cuando ella se relamió los labios, su miembro se sacudió. Mierda, quería hacerle tantas cosas, pero justo ahora, necesitaba estar dentro de ella tanto como necesitaba respirar.No se contuvo más, acomodó su glande en la entrada, lo movió
A Rubén le dio risa imaginar a Rosanna haciendo algo como eso, no, era una exageración. Su esposa no tenía ningún motivo para algo así, ella ni siquiera conocía su verdadero trabajo ni el entorno en el que se movían. Él estaba perdiendo la razón, esa era la explicación más realista. Rubén no quiso pensar más, no había nada que fuera a descubrir por sí mismo esa noche, así que bebió una copa llena de champaña y se metió a la cama.Cuando abrazó a la chica, acarició su piel cálida y se apretó a su cuerpo. Fuera o no fuera su esposa, esa mujer le hacía sentir cosas a las que no estaba dispuesto a renunciar. Quería olvidar todas sus dudas, sepultarlas en lo más profundo de su mente bajo miles de candados y solo dedicarse a disfrutar de su nueva vida y nada más.La mañana solo le trajo más confusión y nuevos temores. Su esposa se despertó muy mimosa, ya no rehusaba sus toques como lo hacía antes, pero estaba adolorida, se quejó cuando intentó sentarse y él quiso convencerse de que se debía
Rubén hizo una tregua consigo mismo, le prometió a su parte inquisidora que llegaría hasta el fondo de ese asunto y que no iba a descansar hasta encontrar la verdad. Sin embargo, no podía ni quería llenarse de malos pensamientos o de dudas con respecto a su esposa, la que tenía a su lado, la que despertaba entre sus brazos cada día con sonrisas perezosas y le decía un: “buenos días, cielo” lleno de amor.Ya la había llevado al hospital exigiéndole a Azucena que le practicara nuevos exámenes, él necesitaba la seguridad de que ella no estaba mintiendo y no fue difícil comprobarlo. Un electroencefalograma mostró que ninguna zona de su cerebro se encendía ante la mención de eventos de su pasado o de personas conocidas, ella únicamente reaccionaba a Rubén y a Violeta en las fotos viejas. Los dos parecían aliviados con esa noticia.Azucena hizo que el neurólogo en jefe del hospital le explicara todo a Rubén, incluyendo la conclusión a la que habían llegado luego de revisar una y otra vez lo
Narcisa permanecía en silencio, sonreía a lo que su nieta y nuera decían y nada más, pero sus ojos se desviaban constantemente hacia Jazmín, quien no conseguía ocultar su terrible inseguridad al estar sentada a la mesa con los señores de la casa, algo que la señora Salazar no hubiera permitido en su casa, donde los padres de la chica habían servido toda su vida. Margarita también estaba con ellos, pero su presencia era más habitual por ser la compañía constante de la niña.Ella también estaba demasiado nerviosa y Narcisa sabía que no era por ninguno de ellos porque la chica siempre se había visto obligada a acompañarlos en eventos importantes donde Violeta debiera estar presente, así que solo le quedaba sospechar del señor Molina, quien, para su sorpresa y desconcierto, no dejaba de mirar a la tutora con demasiada lujuria para ser aceptable en la mesa, o en general en algún lugar con más personas.Sergio era otro punto de inquietud para ella, los pequeños detalles que había tenido con
El guapo hombre acortó la distancia y la encerró contra la mesada atrapándola en un beso brutal que dejó a la pobre Margarita sin aliento. Antes de retirarse le lamio los labios y le dedicó una de esas sonrisas maliciosas que prometían torturas impensables y que hicieron a su entrada contraerse ansiosa.Alexander salió de la cocina dejándola con la respiración agitada y la mano en el pecho en un vano intento de calmar su corazón. Maldición. Esto era lo peor que le podía pasar en la vida, ella sabía perfectamente quién era ese hombre cuando se metió con él la primera vez, unos meses atrás, pero nunca estuvo en sus planes que él descubriera su verdadera identidad y su vida secreta.Nadie, a excepción de su hermana sabía lo que le gustaba hacer, sus oscuros deseos de ser dominada y castigada hasta llegar al clímax. Ella era una desviada y lo sabía, le encantaban esos juegos de rol y de poder, ser atada y azotada, su intimidad se mojaba con las ordenes firmes de Alexander, con las demanda
—Cielo, no… Espera… No, aquí no… Rubén, no, déjame… Nos van a ver… Rosie luchaba por alejar el enorme cuerpo de su esposo mientras él insistía en pegarla más contra la pared y seguir besando su cuello. Estaban en la cava buscando un vino para continuar la celebración, pero Rubén tenía mejores planes para ellos dos. —Nadie va a venir, hermosa, estamos solos y no te vas a salvar. Rosie reía divertida y caliente, los toques de su esposo la encendían como pólvora que iba quemando poco a poco por su piel. Desde el momento en el que había estado con Rubén por primera vez, al menos en sus recuerdos, no habían parado, su esposo realmente parecía hambriento de ella y cada día la devoraba sin falta como si fuera un pecado mortal el no hacerlo. Podía caerse el mundo a pedazos y Rubén seguiría haciéndole el amor. —Esto es muy morboso, cielo, este no es un lugar para hacer el amor. —¿Y cómo sabes eso? Cualquier lugar en el que estemos tú y yo solos es perfecto para hacer el amor. Un fuerte g
Margarita sonrió, aunque sus ojos continuaban anegados; ella quería salir corriendo, si Alexander no la iba a obligar a hacer algo extraño y terrible esa noche para guardar su secreto, prefería volver a la casa y dormir abrazada a su hermanita.—No creo que pueda ayudarme, señor Molina… A menos que… —Margarita se detuvo considerando una opción que recién se le estaba ocurriendo.—Dilo.—No me pida explicaciones, pero Jazmín necesita irse de Leiva por un tiempo largo. Ella tiene algunos ahorros y yo también voy a darle los míos, podrá pagar un lugar cómodo para vivir. Pero… Ella va a estar sola y es tan vulnerable… Si usted pudiera ayudarme a conseguir un lugar en su territorio donde esté segura, donde nadie la vaya a lastimar y pueda vivir tranquila…—¿Jazmín va a dejar el Venture permanentemente?—Sí.—¿Rubén lo sabe?—No. Ni él ni Sergio pueden saberlo.—¿Por qué? ¿Qué esconde Jazmín? Margarita, sabes que si ella traicionó a Rubén de alguna manera yo no puedo encubrirla, sería una f
A Rubén no le importó en lo más mínimo que su madre y Sergio se quedaran hablando en la sala. Su niña ya estaba dormida y Molina se había marchado, así que tomó a Rosanna en sus brazos, la apretó cuando quiso escaparse y como un buen cavernícola se dirigió a su cueva con la presa de la noche. Rosie reía entre divertida y avergonzada, ya se estaba acostumbrando a perder el pudor porque todos a su alrededor parecían demasiado relajados con el tema sexual, como si fuera tan normal como respirar. Tampoco tenía ganas de negarse, solo la voz de Rubén susurrando en su oído era suficiente para encenderla y permitir que su esposo hiciera lo que quisiese con ella. —¡No conoces la vergüenza, Rubén Salazar! —No, no sé qué es eso… Yo solo sé que te quiero desnuda. Ahora. —¿No me vas a desnudar? —preguntó la chica con fingida inocencia mordiendo su labio inferior. —¿Debería? —No. Espérame aquí, Jaz me obligó a comprar algo y prometió que te gustaría. —Recuérdame darle un aumento a Jazmín por