Eva Davies
A pesar de escuchar las palabras del abuelo y saber la razón que tiene, no puedo evitar imaginar que todo mi esfuerzo habrá sido en vano si renuncio a Adán, pensar en todo lo que he hecho por él hasta ahora…
Las madrugadas que me esmeré por tener sus trajes impecables, todas las tardes que cociné para que cenara y degustara mis platillos, tres años de una relación en que intenté formar cualquier vínculo más que el sexual.
—No intentes cambiar el tema de esta visita, abuelo. Sé muy bien que el médico te ha realizado diferentes exámenes y quiero saber de qué se trata.
La mirada del abuelo se centró en mis ojos y sonrió, aquella sonrisa que gritaba que no debía preocuparme por él.
—Ya sabes cómo es, Eva, siempre molestando y poniendo sobre alerta a todos. —indicó—. A este viejo le queda recorrido. —agregó provocando que sonriera con gracia y él también lo hizo.
—¿Estás seguro? —pregunté.
El abuelo asintió y en eso escuché ruidos de llantas en el patio delantero de la propiedad. Enseguida las puertas se abren dando paso a mi hermano, quien apenas se molesta en saludarme, también mis padres vienen con él.
—¿Cómo estás, papá? —preguntó mi padre, saludando al abuelo y luego posando su mirada en mí por algunos pequeños segundos—. Eva.
—Hola, papá. —saludé.
Mi madre solo asintió al verme, Brandon respiró molesto, como si mi sola presencia bastase para arruinarle la vida a todos y como si no me bastase con lo agobiada que me siento ahora mismo, Adán ingresa llenando con su presencia todo el lugar. Me observa con esa sombría mirada y luego saluda a mis padres y hermano, a este último, como lo que son, amigos de toda la vida.
—Bueno, estamos todos presentes. —comienza el abuelo—. Sé que muchos se preguntarán el motivo de citarlos en mi casa y también que muchos esperan que les confiese algo, sin embargo, simplemente los convoqué para que celebremos el cumpleaños de Eva.
Brandon fue el primero en beber uno de los vasos que sirven de alcohol.
—La celebración sería mucho mejor si toda la familia se encontrase, abuelo. —comentó—. Victoria dejó un vacío en nuestros corazones al marcharse y no creo que Eva deba celebrar sin su presencia.
Observé como el semblante de Adán cambia de uno serio a uno molesto, seguramente se quejará luego, cuando estemos a solas.
—Ella decidió irse por su cuenta, querido nieto. En lo que a mí respecta, ella siempre será bienvenida si decide regresar, si no lo quiere, no la obligaremos. —espetó.
—No era necesario que hicieras esto, abuelo. —siseé en su oído.
—¡Claro que lo es, Eva! —dijo mirándome y tomando mis manos en las suyas—. ¿Crees que compartir un pastel con tus empleados y un triste té con tu viejo abuelo es lo único que mereces en tu día especial? —indicó nuevamente.
La mirada de enojo de Adán puedo sentirla incluso si me encontrase en el otro lado de la habitación, me estremecí de pensar en los problemas que esto me ocasionará con mi esposo, pero ya no hay nada que hacer, solo aceptar y resignarme.
Algunos de los amigos del abuelo llegaron y me dieron sus regalos, dejando en evidencia que todo esto había sido premeditado por el abuelo y pusieron en jaque a mi familia.
—Seguramente tu esposo te ha sorprendido con una hermosa joya, con un vestido de diseñador o con un gran viaje, ¿Verdad? —preguntaron algunas de las hijas de uno de los mayores inversores de la empresa familiar.
—No, no me gusta demasiado lo ostentoso. —respondí sonriendo y encogiéndome de hombros.
Las chicas se separaron un poco de mí y comenzaron a susurrar entre ellas.
—Escuché que él ni siquiera está interesado en su matrimonio, solo aceptó porque los encontraron en la cama cuando ella era más joven.
—Dicen que le quitó el novio a su hermana y que él sigue perdidamente enamorado de ella. —menciona otra.
—¿Qué tanto debes odiar a alguien para quitarle el novio? —menciona la última.
Salgo de la sala con el corazón encogido al escucharlas, necesito aire fresco, siento que mi corazón se detiene y que el aire me falta.
Muy pocas personas conocen sobre mi matrimonio con Adán porque a él siempre se le ve solo a donde vaya. Viajes, reuniones sociales, de trabajo, etc.
Pero las cinco personas que conforman mi familia conocen los motivos sobre nuestro matrimonio y eso, eso implica que Brandon, Victoria o mis padres han abierto su boca y confesado esa cruda verdad, dejando en evidencia lo que muchos o todos sospechan, que mi matrimonio no tiene una pizca de amor.
—Lo hiciste, Eva. —dijo Brandon acercándose por mi espalda, sorprendiéndome.
Limpié mis lágrimas para enfrentarlo.
—¿Perdón? —pregunté respirando hondo.
A veces solo me gustaría tener un hermano que me proteja de todas las personas que me desean mal, pero eso solo pasa en mis sueños, porque para Brandon, jamás fui una persona a la que valiera la pena defender.
Para él siempre fue Victoria.
—No solo avergonzaste a la familia con esto, sino también a ti misma. —indicó riéndose—. ¿En qué cabeza cabe hacer una fiesta e invitar personas que ni siquiera quieren estar contigo?
—No tuve nada que ver con esto, Brandon. —respondí sintiendo las lágrimas al borde de mis ojos—. Fue obra del abuelo.
—Sí, sí, todos sabemos que siempre te has escudado en el viejo, ¿No fue suficiente con opacar la felicidad de nuestra hermana? ¿No han sido suficiente para ti estos tres años en los que a nadie le ha importado si cumples años o si estás en un maldito hospital?
—Brandon…
—Nada, Eva, para algunos habría sido mejor que nunca hubieses existido. —dijo de pronto—. Ha nadie le hace falta tu presencia.
—Es mentira. —respondí temblando y sintiendo que las emociones llegan a un punto en que no soy capaz de controlarlas—. Lo dices desde el enojo, si algo… si algo me pasara tú… —las palabras no salen, en cambio, las lágrimas me evidencian.
—Sí algo te sucediese, créeme, sería feliz, porque mi hermana volvería con nosotros, incluso Adán, tu esposo, te sacrificaría con tal de que Victoria vuelva. —dijo y yo no pude seguir escuchando sus hirientes palabras.
Salí corriendo de allí, chocando con todos los que se me ponían por el frente.
Adán estaba plácidamente conversando con un par de mujeres de mi edad y ni siquiera me molesté en parecer una digna señora de García, simplemente corrí por la entrada principal, chocando torpemente con un hombre de hierro, o eso pareció cuando casi caigo de espaldas.
—¿Estás bien? —dijo con un acento extraño, pero yo no respondí, ni siquiera pedí disculpas.
Corrí al auto dónde me espera Scott, un fiel trabajador y amigo que me tendió su pañuelo cuando vio el desastre en el que me he transformado. Me llevó a una heladería y compró un helado de menta con chocolate, siempre recurro a él en estos momentos donde las emociones me agobian tanto que no puedo pensar en nada más.
Escuchar a mi propio hermano decir que me sacrificaría si con eso recupera a Victoria, duele. Duele porque también soy su hermana, porque también quiero recibir su amor.
Luego de varias horas dando vueltas por ahí, finalmente le dije a Scott que me lleve a casa, los pensamientos nocivos para mi salud mental siguen allí y no se irán, pero debía afrontar mi vida, es lo que hago desde hace tres años.
Para mi desgracia, o suerte, Adán todavía no ha llegado.
Sin embargo, recibí un mensaje de Catalina de Ruiz, una de mis amigas de la universidad y muy buena publicista, deseándome un feliz cumpleaños y también indicándome que Victoria había confesado su emoción por volver al país.
Adán no llegó hasta altas horas de la madrugada, completamente tomado y despotricando como suele hacerlo estando sobrio.¿Sabrá él del inminente regreso de Victoria?Negué inmediatamente, si ese fuese el caso, no estaría ebrio, estaría pidiéndome el divorcio. Por una parte, mi corazón sintió alivio. No me encuentro preparada para ese día, de hecho, ni siquiera sé si podré aceptar irme tan fácil.—¿Por qué nos lastimaste tanto, Eva? —dijo el hombre apenas me vio.Sus ojos demuestran tantas emociones, más que de costumbre. En los momentos cuando bebe es cuando más tenemos esa conexión que perdimos hace tres años, volvemos a ser cómplices y amigos, incluso levantó una empresa vinícola porque se lo pedí.Claro, no lo recuerda y jamás aceptará que fue mi idea, pero sí. Al principio, cuando recién nos casamos, mis sueños de ir a la mejor universidad y estudiar negocios con la ferviente ilusión de montar mi propia empresa encargada de elaborar, vender y distribuir vinos me llevó a pasar no
Antes de reunir la fuerza necesaria para preguntarle a Adán sobre nuestro futuro, Marie apareció con el teléfono de la casa entre sus manos y con lágrimas en sus ojos.—Señora, es su abuelo. —dijo ella con voz temblorosa.Tomé el teléfono en mis manos y lo primero que escuché fue la voz del doctor, Héctor Casillas, él era un gran amigo del abuelo y de la familia.—Lo siento, Eva, pero es el final. —dijo él con pesar en sus palabras. No lo dudé un segundo más y preparé una pequeña maleta para irme a casa del abuelo.Cuando llegué, Héctor estaba parado en la puerta principal para recibirme. Rompí en llanto al verlo. Su rostro indica frustración.—¿Cómo, Héctor? Él me dijo que estaba bien. —mencioné abrazándolo y sollozando en su hombro.—Cáncer de páncreas, etapa cuatro e hizo metástasis a los pulmones, no hay nada que podamos hacer ahora, solo estar con él en sus momentos finales. —dijo el doctor.—¿Mis padres saben? —pregunté recomponiéndome y mirando directamente al doctor, pero este
Un nuevo día y nuevas historias llegaron, Marie habló con el abuelo a solas y entonces me di cuenta, ella siempre sintió un gran amor por él, uno de esos amores incapaces de ser olvidados aún si sabes que jamás serán correspondidos.El abuelo le pidió perdón por nunca haberle correspondido, pero ella no tenía nada que perdonar, al contrario, siguió amándolo por la fidelidad que le guardó a la abuela aún después de tantos años de fallecida.—Estoy seguro de que, si en algún momento hubiese querido rehacer mi vida, hubiese sido contigo, Marie. —planteó el abuelo provocando las lágrimas en la mujer—. No te quedes solo con mi muerte, ¿Sí? Renuncia a esa casa y busca tu felicidad, incluso, capaz que esté más cerca de lo que imaginas.—Si me voy, ¿Quién cuidará de Eva? —preguntó ella en medio de lágrimas—. No dejaré a mi niña sola.Marie junto a mis abuelos fueron las personas que me criaron y estoy segura de que ella jamás pensó mal de mi abuela, al contrario, la admiró y siempre que la re
Mientras aún sujeto la mano del abuelo, él se las ingenió para alzar la otra y llamar a Nikolaus para que se acerque a nosotros.El alemán lo hizo de inmediato.—Nik, mi niña necesitará de alguien que la proteja cuando ya no esté aquí, confío en que la cuidarás por mí, ¿Verdad? —preguntó con anhelo en su voz y el alemán asintió, sus ojos también brillan, como si quisiese llorar.¿Será que le está afectando tanto la partida del abuelo como a mí o es producto de mi imaginación?Marie y Scott ingresan a la habitación, lo mismo hace Héctor, como si todos supiesen algo que yo ignoro.—Claro que sí, Opa, no tienes que preocuparte por tu niña, la dejas en buenas manos. —mencionó Nikolaus mirándome con dulzura, o eso creí.El abuelo asintió y cerró sus ojos, aún sin soltar nuestras manos. La respiración de Ethan cada vez fue más pausada y profunda, hasta que finalmente su cuerpo cedió ante el dolor.Tal como lo dijo, solo las personas que lo estimaron realmente se quedaron en casa en sus últi
No puedo decir lo que experimento cada que está cerca de mí. Se siente extraño.En parte, creo que se debe a que ni siquiera mi hermano, que es mi sangre, me defiende de todo el daño que me han causado.Por suerte en mi vida, tengo a Marie, a Scott y ahora también a Nikolaus.—Sin ánimo de entrometerme más de la cuenta, Eva, creo que sabes perfectamente que hacer con tu vida. —dijo mirándome directamente. Su acento aún es extraño para mí.—¿Qué dices? —respondí—. No entiendo.—He notado tu comportamiento desde que llegué aquí, en el fondo sabes cómo debes actuar, ahora mucho más, ya que sabes que serás madre. —respondió Nikolaus sorprendiéndome con su asertividad.En el fondo, creo que sí tengo la respuesta. Quiero a mi hijo y si lo quiero mantener a salvo debo alejarme lo más que pueda de su padre.—El divorcio no será un problema, Adán también lo quiere. —dije buscando la confirmación en el alemán y este asintió—. Mi hijo crecerá sin su padre, pero también con todo mi amor. —volvió
Dormí un par de horas, hasta que las cortinas blancas dejaron ingresar toda la luz del sol.Siento como si un camión me ha pasado por encima, normal, considerando que pasé toda una noche de rodillas y otras dos sin poder dormir, llorando y lamentando todo lo malo que pasó en tan poco tiempo.Me armé de valor y tomé mi maleta de viaje y la dejé sobre la cama para ordenar las pocas prendas que hay en mi armario, junto con un par de zapatos. Abrí la puerta para buscar la ayuda de Marie, sin recordar que ella no está en casa.La imagen de Adán me sorprendió, tanto que casi me voy de espaldas, pero recuperé rápidamente la compostura.—¿Qué quieres? —pregunté con indiferencia.Lo mejor para ambos es guardar distancia, qué digo para ambos, lo mejor para mí es mantenerme lo más alejada posible de él.Cuento con que Nikolaus cumpla su palabra y envíe a sus abogados a primera hora de la mañana, así que aprovecharé de irme con ellos.—¿Me explic
En otro momento, juro que me hubiese quedado callada y con la cabeza gacha, pero no ahora. Estoy sacando fuerzas desde lo más profundo de mi corazón. No me dejaré pisotear, porque si lo hago, ¿Qué clase de ejemplo le daré a mi bebé?Solo falta la presencia del abogado de Adán, que espero también llegue pronto, pues también ha sido notificado con mi decisión ayer.—Eva, ¿Qué pasa? Tú no eres así. —preguntó mirándome detenidamente, queriendo hacerlo pasar por preocupación, pero es algo que ella no es capaz de sentir por mí.—¿En serio no lo sabes? —dije riendo—. ¡Nadie lo sabe!Adán me miró con desdén y todos los demás como si hubiese perdido la cabeza, ya es habitual su mirada juzgadora, pero esta, dios, esta se sintió maravillosa.—Tú. —dije directamente a Adán—. Investigaste donde estuve, pero no los motivos de porque estuve allí, ¿Verdad? —me jacté.—No hace falta que seas tan cruel, Eva. Adán estuvo preocupado por ti todo el fin de semana
Scott me está esperando en el viejo carro del abuelo. Sonrió al verme y caminó hasta mí para llevar mi maleta.Todos esperaron verme salir por la puerta trasera, pero sus planes se truncaron, quedaron destrozados y sin comprender todavía mi comportamiento.Nos fuimos a la casa del abuelo.Nikolaus está esperando allí con Marie, quien, al verme, no dudó en lanzarse a mis brazos para abrazarme. Seguí fuerte. El siguiente paso el día de hoy fue llamar a Héctor.Necesito saber si realmente estoy embarazada y planear mi vida desde eso. No puedo permanecer aquí, sino Adán se percatará de la existencia de mi hijo y, ahora que tengo la casa en Paris, todo irá mejor.—Estás pálida. —dijo Nikolaus mirándome a la distancia—. ¿Quieres comer algo? —preguntó y asentí.—Muero de hambre y sería agradable comer en una mesa donde compartamos recuerdos del abuelo y no se forme un ambiente hostil. —mencioné sonriendo.Estamos todos en la mesa, Scott, Mar