Capítulo 9

En otro momento, juro que me hubiese quedado callada y con la cabeza gacha, pero no ahora. Estoy sacando fuerzas desde lo más profundo de mi corazón. No me dejaré pisotear, porque si lo hago, ¿Qué clase de ejemplo le daré a mi bebé?

Solo falta la presencia del abogado de Adán, que espero también llegue pronto, pues también ha sido notificado con mi decisión ayer.

—Eva, ¿Qué pasa? Tú no eres así. —preguntó mirándome detenidamente, queriendo hacerlo pasar por preocupación, pero es algo que ella no es capaz de sentir por mí.

—¿En serio no lo sabes? —dije riendo—. ¡Nadie lo sabe!

Adán me miró con desdén y todos los demás como si hubiese perdido la cabeza, ya es habitual su mirada juzgadora, pero esta, dios, esta se sintió maravillosa.

—Tú. —dije directamente a Adán—. Investigaste donde estuve, pero no los motivos de porque estuve allí, ¿Verdad? —me jacté.

—No hace falta que seas tan cruel, Eva. Adán estuvo preocupado por ti todo el fin de semana

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