Capítulo 8

Dormí un par de horas, hasta que las cortinas blancas dejaron ingresar toda la luz del sol.

Siento como si un camión me ha pasado por encima, normal, considerando que pasé toda una noche de rodillas y otras dos sin poder dormir, llorando y lamentando todo lo malo que pasó en tan poco tiempo.

Me armé de valor y tomé mi maleta de viaje y la dejé sobre la cama para ordenar las pocas prendas que hay en mi armario, junto con un par de zapatos. Abrí la puerta para buscar la ayuda de Marie, sin recordar que ella no está en casa.

La imagen de Adán me sorprendió, tanto que casi me voy de espaldas, pero recuperé rápidamente la compostura.

—¿Qué quieres? —pregunté con indiferencia.

Lo mejor para ambos es guardar distancia, qué digo para ambos, lo mejor para mí es mantenerme lo más alejada posible de él.

Cuento con que Nikolaus cumpla su palabra y envíe a sus abogados a primera hora de la mañana, así que aprovecharé de irme con ellos.

—¿Me explic

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