Un nuevo día y nuevas historias llegaron, Marie habló con el abuelo a solas y entonces me di cuenta, ella siempre sintió un gran amor por él, uno de esos amores incapaces de ser olvidados aún si sabes que jamás serán correspondidos.
El abuelo le pidió perdón por nunca haberle correspondido, pero ella no tenía nada que perdonar, al contrario, siguió amándolo por la fidelidad que le guardó a la abuela aún después de tantos años de fallecida.
—Estoy seguro de que, si en algún momento hubiese querido rehacer mi vida, hubiese sido contigo, Marie. —planteó el abuelo provocando las lágrimas en la mujer—. No te quedes solo con mi muerte, ¿Sí? Renuncia a esa casa y busca tu felicidad, incluso, capaz que esté más cerca de lo que imaginas.
—Si me voy, ¿Quién cuidará de Eva? —preguntó ella en medio de lágrimas—. No dejaré a mi niña sola.
Marie junto a mis abuelos fueron las personas que me criaron y estoy segura de que ella jamás pensó mal de mi abuela, al contrario, la admiró y siempre que la recuerda lo hace con gran cariño. Seguro sentía hasta culpa por haberse enamorado del abuelo.
Marie me abrazó.
Su cálido abrazo se coló por mi sistema y lloré, lloré más que en toda la noche, porque ahora mi razonamiento comprendió que no podría recuperar al abuelo, que se iba a ir y que nada de lo que haga podrá retenerlo conmigo.
—No me dejes, abuelo. —lloré a su lado como si fuese pequeña, recordando el día en que mis padres me llevaron con ellos.
—No te dejaré sola, Eva, jamás lo haría. —dijo sonriendo—. Lo dije ayer y sigo diciéndolo ahora.
Las horas siguen pasando y el abuelo siente cada vez más dolor, quiere que no me dé cuenta, pero hace tiempo los medicamentos que Héctor le suministra perdieron el efecto. Comenzó a reír.
Me acerqué a él para asegurarme de que se encontrase bien y que no tenga fiebre.
—Selena, cariño, te he extrañado tanto. —dijo tomando mi mano, él… él me está confundiendo con la abuela.
Tomé su mano fuerte y lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
—No llores, amor, he añorado este momento por tanto tiempo que se siente irreal ahora, Te he amado tanto, Selena, durante toda nuestra vida. Desde que te conocí… estabas tan hermosa, justo como ahora. —indicó mirándome y sonriendo—. Eva es tan hermosa como tú y lo único que quiero para ella es un amor puro y leal, que deje de castigarse con un matrimonio sin amor, sí, cometió un error, pero el precio por ese error jamás debió ser tan alto.
Lágrimas se asomaron en la mirada del abuelo.
—Falle en protegerla, Selena. Nuestra alegría, nuestra pequeña niña está sufriendo… —llora—. Fallé tanto cómo lo hice con nuestro hijo Jonas.
—No lo estoy, no estoy sufriendo abuelo. —repetí sujetando fuerte su mano, llorando junto a él.
Pero entonces, tal como su ilusión me tomó desprevenida, su rayo de racionalidad me observó y volvió a sonreír con todo ese amor que siempre me brindaba y contenía.
—Eva, los abogados vendrán y te harán firmar un documento que te protegerá, ¿Comprendes? —preguntó el abuelo y yo asentí—. No dejaré que mi nieta adorada sufra en manos de Adán y menos en las manos de tus padres. Te dejaré un gran porcentaje de mis acciones en la empresa, lo que te convertirá en una de las principales socias.
Lo miré absorta y estoy segura de que él reconoció mi asombro.
—Es mi manera de hacerlos pagar por todo el daño que te causaron a lo largo de los años. No hay una persona mejor para que guie mi legado que tú, Eva. —mencionó—. No solo serán las acciones, sino también esta casa y dinero que te ayudará para que empieces de nuevo, lejos de aquí, todo lo que alguna vez fue de Jonas, será tuyo.
—No dejo de pensar en cómo manejaré todo esto, abuelo, mis padres me odian, con esto, lo harán aún más. —dije sintiendo como las emociones se me atoran en el cuello.
—He pensado en todo, cariño, no se les revelará la identidad de la socia mayoritaria hasta que termines tus estudios y recuperes toda la confianza y fiereza que tanto te caracterizaba, confío en que serás capaz de defenderte de todos esos idiotas que te menospreciaron. —indicó el abuelo sacándome una sonrisa.
—Adán se valdrá del regreso de Victoria para pedirme el divorcio, abuelo. —dije recordando mis sentimientos por el hombre que me ha destruido la vida y el autoestima.
—Será mucho más fácil aceptar, cariño. —indicó el abuelo—. Algo mucho mejor te espera, Eva, sé que es así. —dijo sonriendo con travesura. Aún en este momento, él se las ingenió para hacer una de sus orquestas locas, quién sabe que habrá hecho ahora.
Mis manos comenzaron a sudar, nerviosa.
—¿Recuerdas al alemán que te presenté el año pasado? —intervino y asentí, no le recordaba del todo, pero el abuelo siempre lo hacía y se hicieron buenos amigos y socios—. Un hombre así es lo que mereces, Eva. Un hombre que honre su palabra y juramento a su matrimonio y familia.
—Por dios, abuelo, ¿Qué has hecho? —pregunté mirándolo con cierto tono de advertencia. Ya en este punto, puedo esperar cualquier cosa de él.
—Quería que hablasen el día de tu cumpleaños, que lo conocieras un poco mejor, pero saliste mucho antes de su llegada. Él se asegurará de que tus derechos en la empresa y sobre toda tu herencia se hagan valer, Eva. Somos buenos amigos y le he confiado proteger a mi nieta ahora que no estaré para hacerlo.
Los abogados ingresan a la habitación y me indican dónde firmar. En un abrir y cerrar de ojos la habitación se llenó de hombres de negro que me dan sus condolencias a la par de que hablan de los bienes y del dinero del abuelo. Hice exactamente lo que Ethan quiso y firmé las actas, quedé como la dueña del treinta y cinco por ciento de las acciones de Empresa Davies, aún mayor que mi padre, que solo cuenta con el veinte por ciento, pero junto a mi hermano, lograban reunir el treinta por ciento.
El alemán del que tanto se esmera en hablar el abuelo, también es un socio bastante grande, con un veinticinco por ciento, el restante es dividido entre los accionistas minoritarios.
—Estás protegida legalmente, Eva. Nada de lo que esos idiotas digan te debe importar, ni siquiera serán capaces de alzarte una mano. Solo te queda divorciarte de Adán y reconocer a la hermosa mujer en la que te transformaste.
—Lo haré, abuelo, y espero que tu amigo esté para mí, porque necesitaré de alguien que esté dispuesto a sacarme de la tormenta cada vez que me lance a ella. —sonreí besando su mano y su frente.
—Claro que estaré para ti, Eva. —dijo una voz varonil y con un acento extraño a mi espalda, pero que ya había escuchado antes…
¡Con él choqué para mi cumpleaños! ¡Dios!
Mis mejillas se tiñen de rojo por la vergüenza. Nikolaus Hoffman, el amigo del abuelo, es todo menos como lo imaginé. Alto, de ojos claros como el agua y cabello negro, inusual, creo, para ser alemán. Ni siquiera es mayor, si a lo más me lleva cuatro años.
—Oh… estás aquí. —dije fingiendo demencia.
—Claro que lo está, Eva. Solo las personas que realmente me estiman fueron citadas a mi casa y están presentes. Es por lo que Nikolaus está aquí y está al tanto de todo lo que te he comentado.
Nikolaus Hoffman, el alemán amigo del abuelo y ahora, también, mi ángel de la guardia.
—Entiendo. —susurré.
Mientras aún sujeto la mano del abuelo, él se las ingenió para alzar la otra y llamar a Nikolaus para que se acerque a nosotros.El alemán lo hizo de inmediato.—Nik, mi niña necesitará de alguien que la proteja cuando ya no esté aquí, confío en que la cuidarás por mí, ¿Verdad? —preguntó con anhelo en su voz y el alemán asintió, sus ojos también brillan, como si quisiese llorar.¿Será que le está afectando tanto la partida del abuelo como a mí o es producto de mi imaginación?Marie y Scott ingresan a la habitación, lo mismo hace Héctor, como si todos supiesen algo que yo ignoro.—Claro que sí, Opa, no tienes que preocuparte por tu niña, la dejas en buenas manos. —mencionó Nikolaus mirándome con dulzura, o eso creí.El abuelo asintió y cerró sus ojos, aún sin soltar nuestras manos. La respiración de Ethan cada vez fue más pausada y profunda, hasta que finalmente su cuerpo cedió ante el dolor.Tal como lo dijo, solo las personas que lo estimaron realmente se quedaron en casa en sus últi
No puedo decir lo que experimento cada que está cerca de mí. Se siente extraño.En parte, creo que se debe a que ni siquiera mi hermano, que es mi sangre, me defiende de todo el daño que me han causado.Por suerte en mi vida, tengo a Marie, a Scott y ahora también a Nikolaus.—Sin ánimo de entrometerme más de la cuenta, Eva, creo que sabes perfectamente que hacer con tu vida. —dijo mirándome directamente. Su acento aún es extraño para mí.—¿Qué dices? —respondí—. No entiendo.—He notado tu comportamiento desde que llegué aquí, en el fondo sabes cómo debes actuar, ahora mucho más, ya que sabes que serás madre. —respondió Nikolaus sorprendiéndome con su asertividad.En el fondo, creo que sí tengo la respuesta. Quiero a mi hijo y si lo quiero mantener a salvo debo alejarme lo más que pueda de su padre.—El divorcio no será un problema, Adán también lo quiere. —dije buscando la confirmación en el alemán y este asintió—. Mi hijo crecerá sin su padre, pero también con todo mi amor. —volvió
Dormí un par de horas, hasta que las cortinas blancas dejaron ingresar toda la luz del sol.Siento como si un camión me ha pasado por encima, normal, considerando que pasé toda una noche de rodillas y otras dos sin poder dormir, llorando y lamentando todo lo malo que pasó en tan poco tiempo.Me armé de valor y tomé mi maleta de viaje y la dejé sobre la cama para ordenar las pocas prendas que hay en mi armario, junto con un par de zapatos. Abrí la puerta para buscar la ayuda de Marie, sin recordar que ella no está en casa.La imagen de Adán me sorprendió, tanto que casi me voy de espaldas, pero recuperé rápidamente la compostura.—¿Qué quieres? —pregunté con indiferencia.Lo mejor para ambos es guardar distancia, qué digo para ambos, lo mejor para mí es mantenerme lo más alejada posible de él.Cuento con que Nikolaus cumpla su palabra y envíe a sus abogados a primera hora de la mañana, así que aprovecharé de irme con ellos.—¿Me explic
En otro momento, juro que me hubiese quedado callada y con la cabeza gacha, pero no ahora. Estoy sacando fuerzas desde lo más profundo de mi corazón. No me dejaré pisotear, porque si lo hago, ¿Qué clase de ejemplo le daré a mi bebé?Solo falta la presencia del abogado de Adán, que espero también llegue pronto, pues también ha sido notificado con mi decisión ayer.—Eva, ¿Qué pasa? Tú no eres así. —preguntó mirándome detenidamente, queriendo hacerlo pasar por preocupación, pero es algo que ella no es capaz de sentir por mí.—¿En serio no lo sabes? —dije riendo—. ¡Nadie lo sabe!Adán me miró con desdén y todos los demás como si hubiese perdido la cabeza, ya es habitual su mirada juzgadora, pero esta, dios, esta se sintió maravillosa.—Tú. —dije directamente a Adán—. Investigaste donde estuve, pero no los motivos de porque estuve allí, ¿Verdad? —me jacté.—No hace falta que seas tan cruel, Eva. Adán estuvo preocupado por ti todo el fin de semana
Scott me está esperando en el viejo carro del abuelo. Sonrió al verme y caminó hasta mí para llevar mi maleta.Todos esperaron verme salir por la puerta trasera, pero sus planes se truncaron, quedaron destrozados y sin comprender todavía mi comportamiento.Nos fuimos a la casa del abuelo.Nikolaus está esperando allí con Marie, quien, al verme, no dudó en lanzarse a mis brazos para abrazarme. Seguí fuerte. El siguiente paso el día de hoy fue llamar a Héctor.Necesito saber si realmente estoy embarazada y planear mi vida desde eso. No puedo permanecer aquí, sino Adán se percatará de la existencia de mi hijo y, ahora que tengo la casa en Paris, todo irá mejor.—Estás pálida. —dijo Nikolaus mirándome a la distancia—. ¿Quieres comer algo? —preguntó y asentí.—Muero de hambre y sería agradable comer en una mesa donde compartamos recuerdos del abuelo y no se forme un ambiente hostil. —mencioné sonriendo.Estamos todos en la mesa, Scott, Mar
Abrí con alegría esperando la noticia que me daría Nikolaus, sin embargo, la cara de mis padres, hermanos y Adán fue lo único que vi.Ellos entraron sin siquiera pedir permiso, no creo que esto sea real o sí, ¡Ni siquiera me he marchado por veinticuatro horas y ya los tengo aquí a todos!—¿Hola? —pregunté.—¿No te alegras de vernos, cariño? —preguntó mamá—. Hemos venido a ver como estabas.—Todo bien, gracias. —respondí.Me acerqué un poco a Marie y le indiqué que llamase a Nikolaus, que le informe lo que está pasando y que también traiga a su abogado y a los del abuelo. Las cosas deben quedar claras hoy mismo o tendré que seguir soportando esta clase de idioteces.No pasó mucho tiempo luego de eso para que Marie bajase las escaleras y me informase que Hoffman viene en camino. También indicó que cerró mi habitación y la del abuelo con llave, pues Victoria estuvo merodeando el segundo piso.—¿Puedo saber el verdadero motivo de su visit
Adán se plantó frente a mí, sus ojos fijos a los míos, sin perdernos de vista ni un segundo. Su ceño está fruncido, como si siguiese sin darse cuenta de que realmente está hablando conmigo.—¿Seguirás mirándome o dirás lo que querías? —pregunté dejando el silencio a un lado.—¿Qué te sucedió, Eva? —preguntó tratando de poner su mano en mi mejilla.Una acción que jamás intentó llevar a cabo, instintivamente me alejé pensando que quería golpearme, él vio el deje de miedo en mis ojos y se abstuvo de volver a intentarlo.—No volverás a ponerme una mano encima, Adán. —indiqué apuntándole con el dedo—. Ya no soy tu esposa, gracias a dios me libré de ti.—No es lo que creías, Eva, siéntate, hablemos. —mencionó, pero me negué y solo obtuvo una sonrisa llena de ironía de mi parte.—¿Dónde tienes las cámaras, Adán? —pregunté graciosa—. Supongo que ahora que sabes que mi abuelo me dejó parte de su fortuna, querrás retrasar el divorcio, ¿Verdad? Querrás
Han pasado dos semanas en las que mantengo en la habitación, estudiando, salgo al jardín y tomo sol, Nikolaus ha estado al pendiente de mí por videollamada y mensajes, pero tuvo que volver a Alemania con su familia.No sin antes poner seguridad en casa.Scott y Marie siguen conmigo, por suerte, su compañía ha sido de mucha ayuda en esta casa. El aire que respiro se volvió más tranquilo, sin embargo, a veces, aún despierto con el miedo de que Adán eventualmente descubra mi embarazo.—¿Cuándo tienes cita con el doctor? —pregunta Nikolaus mientras hablamos por videollamada y aprovecha de enviarme más material de estudio.—Mañana por la tarde. —respondo mientras reviso las páginas de los documentos que me envía. Muchos de los datos son reales, de su empresa, o de la misma del abuelo.—¿Irás con Scott? —preguntó captando mi atención.—Y con Marie. —hablé—. Tengo miedo. —dije