O la vista le estaba fallando, o simplemente estaba viendo un espejismo. Rouse se detuvo para luego amusgar los ojos, aquello no parecía un espejismo. Realmente lo que estaba viendo era un maldito pueblo, su salvación, o posiblemente su perdición.
Sea lo que fuese, necesitaba llegar a él… Pero al dar un paso al frente, sus rodillas fallaron y de pronto el cuerpo de la rubia cae de bruces en la tierra. A raíz del impacto del golpe, Rouse golpea su cabeza con algunas rocas. La chica se queja al instante, entreabre los ojos y observa el pueblo a la distancia.
Parecía tan cercano, pero tan lejano a la vez… el contraste del vapor caliente de la tierra lo hacía ver como si estuviera a punto de arder en llamas. Rouse supo que era muy posible que ese fuese su fin, ya no tenía fuerzas para ponerse en pie y caminar hasta allá.
Y por lo lejos que se encontraba, dudaba que alguien la encontrase en ese lugar. Sin poder evitarlo, cierra los ojos para luego soltar el aliento. Tal vez, lo mejor era esperar la muerte. Total, su vida ya estaba condenada.
Era irónico, después de caminar tanto, para morir tan cerca de la salvación… y con ese pensamiento se sume en la oscuridad.
[…]
—¡Señorita! ¡Señorita!
Un chiquillo intentaba despertar a una mujer que encontró cuando iba de regreso a casa, pero la señorita no le respondía. El muchacho regresaba de sus labores cuidando algunas reses, cuando se topó con el cuerpo de una desconocida tendida en la tierra.
El chico miró sus ropas y sintió algo de vergüenza, ella estaba casi desnuda, solo con las enaguas y la camisa. Sin embargo, lo que más le preocupo al joven era que la ropa de la mujer se encontraba manchada de sangre por un costado. Y a juzgar por el pequeño charco de sangre que yacía bajo la tela de su prenda íntima, asumió que estaba muy lastimada.
Fuera de eso, el ardiente sol estaba quemando severamente su rostro y el resto del cuerpo que estaba descubierto. El chico sabía que necesitaba ayuda, era una forastera, pero también era una dama.
—No despierta, voy a tener que ir por el sheriff.
Y dicho aquello, el muchacho sale corriendo hacia el pueblo. No podía hacer otra cosa, no tenía la fuerza para cargar a la mujer, su única opción era ir por ayuda…
Al pisar el primer escalón de la comisaria, Tom Wesley escucha que alguien grita su nombre a todo pulmón. Inmediatamente, gira el cuerpo para ver a un pequeñajo correr hacia él, lo conocía, era el hijo del herrero, el chico trabajaba cuidando de algunas reses en el rancho de Joy.
Tom se imaginó que algo había sucedido en la casa del anciano… cuando no era un problema, era otro.
—¡Sheriff! ¡Sheriff! Necesito que venga a ver algo.
—¿Qué pasa, muchacho? Ahorita estoy algo ocupado, ¿paso algo con Joy?
—No, sheriff, es que he encontrado a una señorita muy lastimada.
—¡¿Qué dices?! ¡Una mujer! ¿Dónde?
—Por allá, señor —Señala en dirección al risco —. Está tirada en el piso, y está sangrado mucho. Yo la he visto, la llamé, pero la señorita no me responde.
—Llévame de inmediato.
El sheriff introduce al prisionero en la comisaria dejándolo a cargo de su mano derecha, luego sale de la misma y sigue al muchacho… sentía curiosidad por esa mujer, nadie le había dicho sobre la desaparición de alguien del pueblo. Era extraño que apareciera una mujer de la nada, y menos malherida.
No quiso preguntarle más al muchacho, prefirió ver por su propia cuenta a esa mujer…
Para cuando ambos llegaron al sitio donde se encontraba ella, Tom se quedó un momento perplejo. Esa muchacha no pertenecía al pueblo, era una forastera.
—Es extranjera, sheriff. ¿Qué hacemos? —La voz del chico lo sacó de sus cavilaciones.
—Necesita atención del médico.
—Yo creo que está muerta —Sentencia el muchacho.
Tom siente un respingo en su interior, la muerte de una forastera en su pueblo no era bueno. Se acuclilla para tomarla en sus brazos, pero al hacerlo consigue ver con más claridad su rostro, a pesar de lo sucio y maltratado, la señorita era muy bonita. Su rostro parecía algo refinado.
—¿Está muerta? —En cuanto el niño pregunta, la rubia se queja por el alza de su cuerpo.
—No lo está… corre a la casa del doctor, dile que preparé todo para la llegada de esta mujer. Corre, muchacho.
—Sí.
Mientras el niño emprendió la partida, Tom llevaba sin problemas el maltrecho cuerpo de esa mujer misteriosa. De inmediato, se fijó en la herida de su costado. Parecía severa, porque el gran charco de sangre que dejo en la tierra era para alarmarse.
Apresuro el paso, pero de manera sutil. Lo que menos deseaba era agravar la situación de esa joven. La necesitaba con vida para qué le explicará muchas cosas, y bueno, tampoco deseaba que muriera.
Para cuando el sheriff llego a la casa del médico, el mismo lo esperaba afuera con el pequeñajo y para ese entonces, un montón de personas se encontraban alrededor de la casa esperando por su llegada.
—Sheriff, ¿Qué ha pasado? ¿Quién es esta mujer?
—Necesito que la atienda, está muy grave.
—Bien, pase.
El castaño se adentró al interior de la casa con la mujer en los brazos, seguidamente la rubia fue acostada en una cama preparada especialmente para ella. Tom la miró y fue cuando se percató de que iba prácticamente desnuda en sus brazos. Ese detalle lo hizo acalorarse en el acto.
—Sheriff, necesito que salga de la habitación. Tengo que revisarla —En ese momento, la esposa del médico ingresa con algunas mantas blancas y un recipiente ovalado con agua fresca.
—Claro, estaré afuera.
El castaño sale, echándole una última mirada a la joven tendida en la cama… niega, y sale del cuarto para encontrarse con el hijo del herrero.
—¿Qué estás haciendo aquí? Deberías de estar en casa, tu padre se va a preocupar.
—Quería saber si la señorita se va a reponer.
—No podemos saberlo todavía, será mejor que te vayas a casa.
—Está bien.
El chico se marcha y Tom se le queda mirando a la puerta cerrada en donde se hallaba esa mujer. Su llegada traería muchas polémicas al pueblo. Más le vale que no se muriera.
Al cabo de varios minutos, Tom se asoma por la ventana, fijándose que muchas mujeres sobre todo las del bar, seguían en la espera de alguna noticia sobre la recién llegada. El sheriff niega ante la falta de consideración de esas viejas chismosas.
Se dispuso a salir para mandarlas a todas a sus casas o en su defecto a trabajar, ya había anochecido y ellas seguían allí esperando a por un chisme. Estando a un paso de salir de la casa, la puerta a sus espaldas se abre, el castaño se da la vuelta y ve salir a la mujer del médico.
—Mi marido saldrá en seguida, Sheriff.
La doña empezó a encender algunas velas para darle más iluminación a la casa. Tom optó por posponer la salida de la casa, hasta que el doctor le diera noticias de la mujer. De pronto el mismo sale, limpiándose las manos con un paño blanco manchado de sangre.
—No sé si logre pasar la noche —Fue lo que dijo así sin más —. Ha perdido mucha sangre, tiene una fiebre muy alta y esa herida en su costilla y pies son muy delicadas. Es un milagro de que aun siga con vida.
—¿Crees que muera por la mañana?
—Creo que puede morir esta noche.
—¿No puedes hacer algo por ayudarla?
—Lo siento, Tom. No puedo hacer nada más por ella, he atendido todas sus heridas y le he dado medicina. Todo depende de la voluntad de la señorita para sobrevivir.
El sheriff asiente, si Jesey le dice que no podía hacer nada más por ella, entonces, así era. La chica podría morir en cualquier momento.
—Si le pregunto algo ahorita, ¿crees que me responda?
—Está inconsciente, no dirá una sola palabra.
Tom se quita el sombrero dejando ver lo algo largo que llevaba el cabello. Sería un problema serio si la señorita moría, al menos le hubiese gustado saber de qué pueblo provenía, y porque demonios andaba medio desnuda en medio de la nada, lo que lo llevo a pensar en algo que ni se quería imaginar.
—Doc. ¿Usted la reviso por completo?—¿A qué te refieres? —El médico le pregunta sirviéndose un vaso con agua.—Ya sabe, he encontrado a la dama a medio vestir y llena de golpes en medio del desierto. ¿No cree que eso amerita pensar en otras opciones?—Bueno, ella si está seriamente golpeada, pero… —El doctor relame sus labios —. No es lo que estás imaginando Tom. Simplemente, fueron golpes lo que ha recibido, pero muy graves. Y parece que llevaba caminando horas, sus pies están bastante quemados.—Entiendo —Contesta poniéndose nuevamente su sombrero —. Sin embargo, este hecho no lo puedo dejar pasar por alto. Si la señorita pasa la noche, tendrá que responder algunas preguntas.—Solo es una mujer, Tom.El sheriff observa al doctor seriamente, fuese lo que fuera, la mujer tendría que responder de donde venía y porque estaba tan golpeada. Lo que le preocupaba al castaño, era la posibilidad de que ella trajera problemas al pueblo, llevaban en paz mucho tiempo, no pensaba permitir que un
—¿Quién eres? —Tom eleva la punta de su sombrero, y aunque no existiese mucha luz, la sombra de su rostro se podía apreciar considerablemente.—Quien hace las preguntas aquí soy yo, señorita.—Pagaré por el caballo.—No es lo que me pareció ver desde un principio —Contesta dando un paso más hacia ella.—¿Quién es el dueño? Haré un trato con él.—¡Soy yo! Y ese caballo nadie lo monta, ni mucho menos está en venta.Rouse se sentía acorralada, la habían atrapado intentando robar un caballo. Y de paso, que estaba frente al mismísimo dueño. Era una forastera, fácilmente podría pasar por ladrona en aquel lugar.La colgarían si ese hombre la delataba…—Yo no quería robarlo, solo tomarlo prestado.—¿Y hacia dónde se dirige la señorita? O mejor dicho, ¿de dónde viene?Ella traga saliva, el interrogatorio no era algo que se esperará. O bueno, quizás sí, era una forastera después de todo.—¿Y quién pregunta? —La rubia se abraza a sí misma, el frío comenzaba hacer mella en ella.—Tom Wesley —El h
—Señorita, será mejor que respondas mis preguntas. Bien sabe que usted es una…—¿Forastera? Lo sé, sé lo que soy. Pero estoy en todo mi derecho de no decir nada sobre mí, hasta donde sé, no he lastimado a nadie en este pueblo.—Al sheriff no le agradará que usted se ponga con esa actitud. En este pueblo no son bien recibidos los extranjeros.—Yo no le debo nada al sheriff. Y si les molesta mi estadía, puedo irme sin ningún problema.—¿Eso cree?De pronto el mismísimo sheriff ingresa en el cuarto, toda su presencia llenaba la diminuta habitación. Rouse lo miraba fijamente a pesar de llevar el sombrero puesto, sabía que él también la estaba observando, pero de una manera mucho más intimidante y desafiante.—Jesey, déjenos solos, por favor.—Tom, no creo que eso sea adecuado para la señorita —Musita a sus espaldas.—Por favor, doctor. No pienso propasarme con la señorita —Le contesta al girar el rostro a la altura del hombro —. Soy la ley en este pueblo, no hay nadie más justo que yo —Añ
—¿Qué pudiste obtener de la señorita?—Nada, solo que se llama Rouse LeRoy —Niega —. Jesey, necesito que la vigiles muy bien.—¿Crees que sea capaz de escaparse de nuevo?—Es una posibilidad, no puedo permitir que se marche sin antes saber de dónde viene. Presiento que está ocultando muchas cosas importantes, y sospecho que su estadía en el pueblo nos traerá ciertas complicaciones.—Tom, deberías dejarla marchar. Puede traer problemas si la retenemos aquí, somos un pueblo tranquilo. La gente ya anda comentando sobre la forastera, quizás es mejor que la dejes ir en cuanto pueda montar. No me importa el servicio que le preste.—A mí si me importa, la señorita no sé ira de aquí hasta que yo lo diga —El sheriff toca la punta de su sombrero —. Mándame a llamar si sucede algo.—Hazme caso Tom, lo más conveniente para todos es que esa señorita se marche del pueblo.—Lo pensaré, pero de momento, la señorita LeRoy se queda.El doctor asiente mientras lo ve marcharse, luego aplana los labios
—¿Usted de nuevo?—Le he hecho una pregunta, señorita.—Necesito salir de aquí.—Para ser una dama, me parece bastante resistente. Realmente, tiene la vitalidad que posee un hombre.Rouse se compuso ante el comentario tan insinuante del sheriff, todos en ese pueblo eran muy indagadores, empezando por ese hombre.—¿Eso que tiene que ver con que yo quiera salir de aquí?—He dejado instrucciones de que nadie debe dejarla salir de esta casa, señorita LeRoy.—¿Y quién se cree usted para exigir tal cosa?—Soy quien mantiene a salvo a todos los ciudadanos de este pueblo. No le recomiendo que me lleve la contraria, suelo parecer un hombre paciente, pero la realidad es otra —La mira con aquellos ojos azules tan amenazadores, que le hace hervir la sangre a la rubia.Eso ni tenía que decírselo, ya había experimentado en carne viva su temperamento. Era tan altanero, que lidiar con él podría llegar a ser tan agobiante para cualquier persona, pero no para Rouse. Ella seguía sosteniéndole la mirada.
El instinto llevó a Tom a posar la mano en su arma, el alborotador estaba armado, junto con sus compañeros. La intuición le decía que no podía bajar la guardia con esos tipos, ya sabía que le iban a traer muchos inconvenientes.Lo mejor que podía hacer era acabar con el problema de raíz. —Váyanse de mi pueblo, y no vuelvan.—No puede prohibirnos no venir, sheriff Wesley. Coloma es libre de recibir a quien sea, y nosotros no seremos una excepción —El hombre contesta, para luego escupir saliva negra, termino por limpiarse los restos de su bigote con el dorso de la mano.—No se los volveré a repetir, hasta hoy toleraré su presencia en el pueblo.—¿Y qué piensa hacernos, sheriff?El sujeto sonríe mostrando lo amarillento y putrefactos que estaban sus dientes. Sus compañeros, al verlo sonreír y burlarse del sheriff, sus hombres lo imitan.Tom no estaba dispuesto a tolerar ese grado de insolencia. Su paciencia había llegado al colmo.Mientras que el sheriff y el forastero discutían, la gen
—Entonces eres la señorita que encontraron en las afueras del pueblo —Rouse observo a la tal Lauren, tan solo era una niña —. Dicen que estuviste al borde de la muerte, debió ser terrible. ¿Qué fue lo que te paso?—¿Eres Lauren?—Sí, soy yo.—Eres muy joven para trabajar en este lugar, ¿y tus padres?—Ya conociste a mi madre, es Hilary. Y mi padre, quien sabe, nunca lo conocí. Pero si la tal Hilary era bastante joven, y era la madre de esa muchacha. Se podría decir que no se llevaban mucho en la edad.—¿De verdad es tu madre?—Todos preguntan lo mismo —Contesta la joven recogiendo las mantas de la cama —. Mi madre no habla mucho sobre cómo se quedó embarazada de mí, pero lo que sí sé, es que lo hizo a muy temprana edad.Eso explicaba por qué siendo tan joven ya tenía una hija, lo que le extrañaba a Rouse era que la mujer del doctor mantuviera tratos con ella. Hasta donde se daba cuenta no parecía tener marido.—Bueno, si mi madre te dio trabajo, tienes que ayudarme. Tenemos que recog
Así que el sheriff era todo un misterio, bueno, tampoco se tenía que ser muy astuto para fijarse que ese sujeto no era muy amable. Sí, cuidaba al pueblo de los forajidos y hasta de los mismos forasteros, pero se le notaba que era bastante reservado.Sin embargo, a ella le tenía sin cuidado como fuese ese Tom. Mientras menos tratos tuvieran, mucho mejor. No estaba dispuesta a caer en las redes de ese sheriff, para dejarse sacar información que no deseaba contar.—Bueno, basta de charla. Será mejor que nos pongamos a cocinar ya se está haciendo tarde. Si mi madre se da cuenta de que solo hemos estado conversando, se enojara mucho.Rouse asiente, era conveniente no meterse en problemas…[…]—He revisado en todo lo ancho de tus dominios Joy, el rastro se pierde en el horizonte.—Ese camino conduce a Tombstone, se fueron a la ciudad con mi ganado.—Pudieron haberse ido a cualquier parte, Joy. Ese camino lleva a muchas partes —Tom se cala su sombrero mientras observa que el sol estaba a pun