—¿Qué pudiste obtener de la señorita?
—Nada, solo que se llama Rouse LeRoy —Niega —. Jesey, necesito que la vigiles muy bien.
—¿Crees que sea capaz de escaparse de nuevo?
—Es una posibilidad, no puedo permitir que se marche sin antes saber de dónde viene. Presiento que está ocultando muchas cosas importantes, y sospecho que su estadía en el pueblo nos traerá ciertas complicaciones.
—Tom, deberías dejarla marchar. Puede traer problemas si la retenemos aquí, somos un pueblo tranquilo. La gente ya anda comentando sobre la forastera, quizás es mejor que la dejes ir en cuanto pueda montar. No me importa el servicio que le preste.
—A mí si me importa, la señorita no sé ira de aquí hasta que yo lo diga —El sheriff toca la punta de su sombrero —. Mándame a llamar si sucede algo.
—Hazme caso Tom, lo más conveniente para todos es que esa señorita se marche del pueblo.
—Lo pensaré, pero de momento, la señorita LeRoy se queda.
El doctor asiente mientras lo ve marcharse, luego aplana los labios y niega. Creía que esa muchacha solo traería desgracia, pero el sheriff era quien tenía la última palabra. Contaba con que no se estuviera equivocando con su decisión.
[…]
Ese sheriff le iba a traer muchas complicaciones si no se iba lo más pronto posible de ese pueblo, <Coloma> le dice su voz interior, había escuchado hablar sobre él. Y también acerca de la tranquilidad que residía en el mismo, se corría el rumor que el nuevo sheriff de ese lugar era implacable.
Había conseguido alejar a cualquier bandido que llegase al pueblo, realmente, se decía que era el mejor de muchos a los alrededores. Incorruptible, y eso ameritaba un serio problema para los bandidos, no era como otros sheriffs, que con unas cuantas monedas dejaban que hiciera lo que se les diera la gana.
Tom Wesley era tan diferente, Rouse oyó mucho sobre él, siempre se dijo que sería el último pueblo al que llegaría. De hecho lo evito numerosísimas veces, ese hombre no era catalogado por darle buenas bienvenidas a los forasteros. Pero allí estaba, en el maldito pueblo, atrapada y sin posibilidad de poder largarse.
Ese sheriff jamás la dejaría ir por las buenas, no sin antes de que le contará todo lo que deseará saber.
—¡Maldita sea! —Musita en voz baja.
Rouse mira la luz del día por la ventana, era imprescindible que saliera de ese pueblo…
[…]
Tom caminaba, bajó los primeros rayos del sol, se encaminaba hasta la comisaria, cuando por la calle se encontró con un pequeño niño. Era quien se encaraba de lustrar los zapatos de los que podían darse ese lujo.
—¡Sheriff! ¡Sheriff! ¿Es cierto que ha encontrado a una mujer desnuda en el desierto?
—Ve a casa, niño —Le contesta sin siquiera verlo.
—¿Pero lo estaba?
—Si no te vas a casa, te juro que te daré una buena tunda —Tom se detiene para mirarlo.
—Sí, sí, ya me voy.
El niño sale corriendo junto con sus utensilios de limpieza. Tom ajusta el sobretodo y continúa caminando. Era obvio que todos estuvieran al tanto sobre la llegada de esa mujer, pero después se ocuparía de acallar los rumores. No deseaba que se corriera el rumor de que había llegado una forastera medio desnuda al pueblo y de paso malherida.
Al entrar en la comisaria, saluda su mano derecha…
—Buenos días, Harry.
—¡Sheriff! —Se pone en pie —. La noche estuvo bastante tranquila.
—Ya puedes soltarlos a todos los prisioneros, pero déjales una advertencia a cada uno.
—Sí, enseguida.
Tom se sienta detrás de su escritorio y saca un fajo de carteles donde aparecen los rostros de muchos forajidos, junto con una cuantiosa recompensa en la parte baja. Revisa uno por uno, pero hasta donde recordaba, no había visto a una mujer entre esos panfletos. Era muy raro encontrarse con una mujer como una bandida.
No obstante, no se podía decir que no existieran, desde luego, que si había muchas mujeres que les gustaba saltarse las leyes. Y por una extraña razón, sospechaba que la señorita LeRoy era una de ellas, por el simple hecho de que apareciera de la nada y toda malherida hablaba mucho de ella.
Era una razón importante para no dejarla ir, si era una bandida, le aplicaría justicia. Si fue a parar justamente en su pueblo, pues ya debía de darse por vencida de que no continuaría con su vida de libertinaje. Y si estaba equivocado, y simplemente, la mujer solo fue asaltada, entonces se disculparía y le concedería su libertad.
Tom revisó hasta el último impreso, algunos estaban tan desgastados que a duras penas conseguía ver el rostro del forajido. Pero era consciente de que todos eran hombres, le iba a tocar mandar a pedir el nuevo listado de bandidos para estar al tanto. Y si en alguno de ellos aparecía la señorita misteriosa, entonces, estaría en serios problemas.
—¿Qué está buscando sheriff? —Harry le pregunta al verlo revisar los papeles.
—Necesito que solicites el nuevo listado de bandidos, lo más pronto posible.
—Eso tomará un par de días, sheriff. El tren de la ciudad de Tombstone llegará en ese tiempo, al menos un día de viaje me tomaría en llegar a la ciudad para pedir su encomienda.
—Entonces, será mejor que partas de una vez. Necesito ese listado cuanto antes.
—De acuerdo, sheriff.
—Toma el mejor caballo, y no vayas desarmado.
—Sí, sheriff. Saldré en seguida.
Tom asiente al ver partir a su compañero, Harry se podría valer por sí solo en caso de que se le presentará algo. Era lo bastante astuto como para no dejar que lo mataran, al menos el pedido pronto estaría hecho y él descubriría quien era esa mujer.
[…]
Esa tarde, Rouse estaba dispuesta a ponerse en pie. Si prolongaba su estadía en esa cama, jamás conseguiría levantarse. Estar todo un día postrada en un camastro no era su ideal salida de allí, además, mientras más tiempo perdure en Coloma, la deuda que tenía con el sheriff acrecentaría.
Eso no podía suceder, fuera de ello, debía encontrar el modo de fugarse del pueblo y en caso de que no pudiera hacerlo, al menos tratar de pagarle al maldito del sheriff, de esa manera verse librada de él. Al sentarse en la cama, de inmediato siente una fuerte punzada en el costado, pero se la aguanta.
Unas horas antes, una mujer había entrado en el cuarto para dejarle un vestido sobre una silla. Aunque le advirtió que no estaba segura de que le quedara, y también le sugirió que no se levantara debido a las heridas en su cuerpo. Pero Rouse no estaba dispuesta a dejarse vencer por esas heridas, con determinación logro ponerse en pie aun cuando le dolía a horrores la planta de los mismos, tomó el vestido y lo observo.
—Demonios, ni siquiera es de mi gusto —Masculla soltando el aliento.
Pero eso era mejor, a tener que seguir estando en ropa interior, era molesto que el imbécil del sheriff la estuviera viendo desnuda. Ya tenía suficiente con que la encontrará en el desierto, casi sin nada de ropa.
La rubia observa aquel ajustado corsé, dudaba que pudiera usarlo. No de momento. Así que se vistió con lo que podía usar, no era lo mismo utilizar corsé con esos vestidos, pero se las arreglaría hasta que ya no sintiera dolor.
Ajusto por delante las trenzas del vestido, lo más que podía soportar, e hizo un nudo resistente para que no se soltara cuando caminara. Era un vestido de criada algo manchado, no era el que solían utilizar las mujeres de sociedad. Rouse suelta el aliento, toma las botas vaqueras marrones que la mujer dejo para ella y por suerte eran una talla más. Lo que le daba la ventaja, ya que sus pies estaban vendados.
Bueno, ya estaba lista para salir de esa casa y tratar de buscar la manera de hacerse con algo de dinero para salir de ese pueblo…
En cuanto se disponía salir del cuarto, la puerta se abre, dejando pasar al mismísimo Tom Wesley, quien de pies a cabeza la miró todo asombrado.
—¿A dónde cree que va?
—¿Usted de nuevo?—Le he hecho una pregunta, señorita.—Necesito salir de aquí.—Para ser una dama, me parece bastante resistente. Realmente, tiene la vitalidad que posee un hombre.Rouse se compuso ante el comentario tan insinuante del sheriff, todos en ese pueblo eran muy indagadores, empezando por ese hombre.—¿Eso que tiene que ver con que yo quiera salir de aquí?—He dejado instrucciones de que nadie debe dejarla salir de esta casa, señorita LeRoy.—¿Y quién se cree usted para exigir tal cosa?—Soy quien mantiene a salvo a todos los ciudadanos de este pueblo. No le recomiendo que me lleve la contraria, suelo parecer un hombre paciente, pero la realidad es otra —La mira con aquellos ojos azules tan amenazadores, que le hace hervir la sangre a la rubia.Eso ni tenía que decírselo, ya había experimentado en carne viva su temperamento. Era tan altanero, que lidiar con él podría llegar a ser tan agobiante para cualquier persona, pero no para Rouse. Ella seguía sosteniéndole la mirada.
El instinto llevó a Tom a posar la mano en su arma, el alborotador estaba armado, junto con sus compañeros. La intuición le decía que no podía bajar la guardia con esos tipos, ya sabía que le iban a traer muchos inconvenientes.Lo mejor que podía hacer era acabar con el problema de raíz. —Váyanse de mi pueblo, y no vuelvan.—No puede prohibirnos no venir, sheriff Wesley. Coloma es libre de recibir a quien sea, y nosotros no seremos una excepción —El hombre contesta, para luego escupir saliva negra, termino por limpiarse los restos de su bigote con el dorso de la mano.—No se los volveré a repetir, hasta hoy toleraré su presencia en el pueblo.—¿Y qué piensa hacernos, sheriff?El sujeto sonríe mostrando lo amarillento y putrefactos que estaban sus dientes. Sus compañeros, al verlo sonreír y burlarse del sheriff, sus hombres lo imitan.Tom no estaba dispuesto a tolerar ese grado de insolencia. Su paciencia había llegado al colmo.Mientras que el sheriff y el forastero discutían, la gen
—Entonces eres la señorita que encontraron en las afueras del pueblo —Rouse observo a la tal Lauren, tan solo era una niña —. Dicen que estuviste al borde de la muerte, debió ser terrible. ¿Qué fue lo que te paso?—¿Eres Lauren?—Sí, soy yo.—Eres muy joven para trabajar en este lugar, ¿y tus padres?—Ya conociste a mi madre, es Hilary. Y mi padre, quien sabe, nunca lo conocí. Pero si la tal Hilary era bastante joven, y era la madre de esa muchacha. Se podría decir que no se llevaban mucho en la edad.—¿De verdad es tu madre?—Todos preguntan lo mismo —Contesta la joven recogiendo las mantas de la cama —. Mi madre no habla mucho sobre cómo se quedó embarazada de mí, pero lo que sí sé, es que lo hizo a muy temprana edad.Eso explicaba por qué siendo tan joven ya tenía una hija, lo que le extrañaba a Rouse era que la mujer del doctor mantuviera tratos con ella. Hasta donde se daba cuenta no parecía tener marido.—Bueno, si mi madre te dio trabajo, tienes que ayudarme. Tenemos que recog
Así que el sheriff era todo un misterio, bueno, tampoco se tenía que ser muy astuto para fijarse que ese sujeto no era muy amable. Sí, cuidaba al pueblo de los forajidos y hasta de los mismos forasteros, pero se le notaba que era bastante reservado.Sin embargo, a ella le tenía sin cuidado como fuese ese Tom. Mientras menos tratos tuvieran, mucho mejor. No estaba dispuesta a caer en las redes de ese sheriff, para dejarse sacar información que no deseaba contar.—Bueno, basta de charla. Será mejor que nos pongamos a cocinar ya se está haciendo tarde. Si mi madre se da cuenta de que solo hemos estado conversando, se enojara mucho.Rouse asiente, era conveniente no meterse en problemas…[…]—He revisado en todo lo ancho de tus dominios Joy, el rastro se pierde en el horizonte.—Ese camino conduce a Tombstone, se fueron a la ciudad con mi ganado.—Pudieron haberse ido a cualquier parte, Joy. Ese camino lleva a muchas partes —Tom se cala su sombrero mientras observa que el sol estaba a pun
Ese sheriff sí que era altanero, si creía que le iba a estar dando detalles de cada uno de sus movimientos o decisiones estaba muy equivocado.—Sheriff Wesley, no creo que sea correcto que sujete de esta manera a una dama —La mirada de Tom se oscureció en el acto —. No es propio de un caballero tan respetado en este pueblo.Del impacto, Tom se puso en pie empujado la silla hacia atrás bruscamente y quedando a muy poca distancia de Rouse. Esa cercanía tan inapropiada sí que llamo la atención del huésped sentado a dos mesas de ellos. Pero eso no le importo a Tom, si con ello conseguía sacarle información a esa mujer.—¡¿Dama?! De verdad, ¿usted es una dama? —Susurra sin quitarle los ojos de encima.Rouse le mantuvo la mirada, pero por dentro sospecho que ese hombre no se rendiría con tal de sacarle toda la información posible. Aparte, ¿Qué demonios con esa cercanía? Estaban demasiados íntimos, y eso no era bien visto, aunque el público fuese escaso.—¿Sheriff? —De pronto la voz de Hilar
Tom fue directo a la parte de atrás del hotel, su misión era que nadie lo interrumpiera mientras interrogaba a la supuesta señorita LeRoy… inmediatamente divisa al fondo el cuarto donde se hospedaba Rouse, se aproxima al mismo completamente decidido a la mujer; el sheriff halló la puerta abierta y sus instintos los llevan a entrar en la habitación, descubriendo que estaba vacía.—Demonios, se ha escapado —Masculla, justo al tiempo que escucha un ruido en las afueras del cuarto.El sheriff desenfundó su revólver, y caminó despacio hacia dónde provenía el ruido, el castaño observo una gruesa sabana de color blanco en medio del camino, así que la hizo a un lado bruscamente para ver quién estaba detrás de la misma, pero, para su sorpresa, lo que yacía atrás de la sabana no era lo que él esperaba ver.—¡AHHH! —El grito y la presencia de esa mujer petrifico al sheriff.—¡Rouse! —Exclama sobresaltado.—¿Pero qué demonios está haciendo? —Pregunta ella cubriendo su desnudo cuerpo con su camisó
Rouse no pretendió quedarse para ver la reacción del sheriff, así que abandono el cuarto de baño inmediatamente, y corrió al cuarto pasándole el seguro a la puerta. La rubia soltó el aliento mientras recostaba su espalda de la puerta.Estuvo muy cerca, eso fue bastante vergonzoso y humillante, pero al menos le sirvió para quitarse de encima a ese sheriff molesto.—Qué sujeto más irritante.La rubia mira sus pies sucios, al final no consiguió darse ese baño. Tendría que esperar mucho más tarde para hacerlo, al menos hasta que ese sheriff se retirara a su cuarto. Y entonces, de la nada, volvió a vivir ese momento que experimento con él, su mano puesta en su cintura, aquel apretón y esa maldita arrogancia con la que le hablaba.Era muy demandante ese Tom, bueno, la mayoría de los hombres lo eran. Pero él, poseía algo que lo volvía diferente al resto. Ella muerde sus propios labios, al pensar en los labios de Tom. Eran tan fuertes, y…—¿Qué mierda estoy diciendo? —Niega, mientras endereza
—¿Encontró lo que buscaba, sheriff?—¿Estás seguro de que estos son todos los anuncios de los bandidos?—Eso me dijeron en la ciudad, son los más actualizados.No tenía pruebas de que ella fuese lo que él estaba pesando, lo único que le quedaba era sacarle directamente la información a ella, o en su defecto, dejarla ir.También podía mantenerla retenida por su deuda, además, dudaba que al irse lo hiciera caminando. Fuera de eso, ¿Por qué una señorita se adentraría sola al desierto? Sin escolta, con tantos bandidos que se escondían afuera.Si pudo defenderse de él, no le quedaba duda que podría hacerlo de otro. Sin embargo, para como la encontró casi moribunda, le da a entender que no le había ido muy bien defendiéndose la última vez.No obstante, si logro escaparse de quien sea que la estaba agrediendo. No lo negaba, era muy perspicaz. Un rasgo poco inusual en una mujer.—Sheriff, ¿todo bien?—Te voy a encargar algo, Harry.—Usted dirá.—Quiero que mantengas vigilada a la forastera, a