—¿Quién eres? —Tom eleva la punta de su sombrero, y aunque no existiese mucha luz, la sombra de su rostro se podía apreciar considerablemente.
—Quien hace las preguntas aquí soy yo, señorita.
—Pagaré por el caballo.
—No es lo que me pareció ver desde un principio —Contesta dando un paso más hacia ella.
—¿Quién es el dueño? Haré un trato con él.
—¡Soy yo! Y ese caballo nadie lo monta, ni mucho menos está en venta.
Rouse se sentía acorralada, la habían atrapado intentando robar un caballo. Y de paso, que estaba frente al mismísimo dueño. Era una forastera, fácilmente podría pasar por ladrona en aquel lugar.
La colgarían si ese hombre la delataba…
—Yo no quería robarlo, solo tomarlo prestado.
—¿Y hacia dónde se dirige la señorita? O mejor dicho, ¿de dónde viene?
Ella traga saliva, el interrogatorio no era algo que se esperará. O bueno, quizás sí, era una forastera después de todo.
—¿Y quién pregunta? —La rubia se abraza a sí misma, el frío comenzaba hacer mella en ella.
—Tom Wesley —El hombre hace a un lado el sobretodo, dejando al descubierto la chapa de su insignia dorada que colgaba de su cinturón, a pesar de la poca luz, se podía apreciar el brillo de la misma —. Soy el sheriff de este pueblo, señorita.
Todo el cuerpo de Rouse se petrificó, iba a robar un caballo que resulto ser del sheriff y de paso quien la había pillado a punto de escapar era el mismo hombre. Se podría decir que estaba en serios problemas.
—Usted tiene muchas cosas que explicar, y viéndola de pie por sus propios medios queriendo hurtar mi caballo, estoy seguro de que esta acta para responder a todas mis preguntas.
—No —Contesta con arrogancia, lo que sorprende a Tom —. No pienso responder absolutamente nada, yo no he hecho nada malo en este pueblo, estoy en mi derecho de irme.
—¿Eso piensa?
—Sí, sheriff. Conozco mis derechos, y usted no puede interrogarme, si yo decido irme, puedo hacerlo.
Era muy altanera, no era como cualquier otra dama del pueblo. Esa mujer era bastante diferente, aunque aparentara ser una joven inocente. De todas formas, no podía dejarla ir. Y menos estando en esas condiciones, a duras penas lograba mantenerse en pie. Como pensaba montar a su caballo, quien era tan rebelde.
—Lamento infórmale que estando en esa condición no podré dejarla ir, señorita… —Él guardo silencio al darse cuenta de que ni el nombre de esa mujer sabia —. ¿Cómo se llama?
Rouse no podía confiar en nadie, aunque este fuese un sheriff y estuviera siendo amable con ella. Necesita salir de ese pueblo antes del alba, pero con la imponencia de ese hombre le resultaría bastante difícil. Con tan solo un apretujón de ese sujeto, conseguiría romperle los huesos.
De pronto, la rubia entrecierra los ojos, Rouse sintió una especie de mareo que la hizo perder el equilibrio. Algo no iba bien con ella, ¿pero el qué?, de la nada siente que algo tibio corre por la piel de su cuerpo. Inmediatamente, aprieta su cintura, la tela de su camisón se humedeció, pero no supo con qué.
—¡Demonios! —Dice al mismo tiempo que su cuerpo pierde fuerza y equilibrio por completo y va directo al suelo.
Los reflejos de Tom actuaron de inmediato, llego al lado de la rubia en segundos para tomarla entre sus brazos. La mujer se había desmayado.
—Después de todo, parece que no está muy dispuesta para ser interrogada.
El sheriff camina con ella en brazos de vuelta a la casa del doctor, de ahora en adelante custodiaría esa casa. No pensaba permitir que esa mujer intentará escaparse, no sin antes responder a sus preguntas.
[…]
—¡¿Pero qué es lo que ha pasado?! —Exclama el doctor recibiendo a Tom en la puerta de su casa.
—Se ha salido de casa, la he encontrado intentando escapar en mi caballo.
—¿Pero por qué está sangrando? ¿Ha discutido con ella?
—Solo se desmayó mientras conversábamos.
—Llévela a la habitación, la revisaré.
Tom se quedó esperando noticias del doctor, esperaba que la señorita aguantara pasar lo que quedaba de la madrugada. Parecía un poco pálida cuando la acostó en la cama…
Mientras esperaba por el médico, recordó cuando la observo merodeando su caballo. Le resultó extraño que una dama anduviera a esas horas de la noche por la calle, pero al acercarse más hacia la mujer se fijó que no era una de las mujeres del pueblo, sino más bien la forastera.
En ese momento pensó que la teoría del doctor estaba bastante errada, esa señorita era bastante resistente. Mira que querer robar su caballo en esas condiciones, se hubiera muerto a pocos kilómetros del pueblo. Era obvio que no estaba en sus cabales cuando opto escaparse de la casa de Jesey.
Tuvo suerte de que siempre se retirara al hotel tarde, si no hubiese estado a esas horas en la comisaria, seguramente, esa rubia se hubiera marchado. Aunque dudaba que con su caballo, a Belze nadie lo cabalgaba, a menos que fuese él mismo.
Tom rememoró el delicado rostro de ella en medio de la oscuridad, luego su manera tan altanera de contestar, esos índices le indicaba muchas cosas. Podía ser una dama, pero era de temer.
No sería un caso fácil… y seguía sin saber el nombre de esa mujer.
En eso, la puerta de la recámara donde estaba la desconocida se abre. Y por esta sale el doctor.
—Estará bien, se le han ido los puntos. Se desmayó por lo débil que se encuentra.
—¿Sobrevivirá?
—Se ha puesto de pie por sí sola, creo que soportará esta noche sin problemas.
—Me quedaré para vigilarla.
—Como usted guste, sheriff. Le diré a mi esposa que le prepare una cómoda.
—Jesey, pagaré los gastos de atención de la señorita.
—De acuerdo —El hombre asiente.
No volvería a escaparse, si la veía salir por esa puerta, la regresaría a la cama y si era preciso la ataría a la misma con tal de mantenerla quieta.
[…]
En cuanto el sol comenzó a calentar, los rayos del mismo se filtraban por la ventana de la habitación de Rouse. Lo que provoco que la rubia frunciera el ceño, segundos después, abre los ojos y se da cuenta de que estaba en un cuarto. Era el mismo de la noche anterior.
—¿Qué diablos paso? ¿Por qué regrese aquí?
Se incorpora un poco y de inmediato siente una punzada en la costilla que la hace acostarse de nuevo. Se sube el camisón y se fija que tenía un vendaje nuevo. No recordaba nada de lo que paso anoche después de que aquel sheriff la interrogara.
Mira por la ventana, percatándose que tenía barrotes gruesos. Parecía que esa habitación estaba hecha para que nadie se escapara. Rouse suelta el aliento, ¿Cómo demonios se iba a escabullir de ese pueblo? Pero sobre todo, como pensaba esquivar las preguntas de ese sheriff.
Justo en ese momento, cuando trataba de buscar respuestas para sus preguntas, la puerta se abre dejando entrar a un hombre algo mayor.
—Me da gusto que haya despertado, señorita. Lo que hizo ayer no estuvo bien, se ha hecho mucho más daño. Pero hoy ya tiene mejor semblante.
—¿Quién es usted?
—Soy Jesey Webb, el médico del pueblo. ¿Usted cómo se llama?
Rouse gira el rostro hacia otro lado, si no confiaba en el sheriff, menos lo haría con el doctor del dichoso pueblo. No deseaba decir nada de su vida a esas personas, aunque estuvieran siendo amables con ella.
—Señorita, será mejor que respondas mis preguntas. Bien sabe que usted es una…—¿Forastera? Lo sé, sé lo que soy. Pero estoy en todo mi derecho de no decir nada sobre mí, hasta donde sé, no he lastimado a nadie en este pueblo.—Al sheriff no le agradará que usted se ponga con esa actitud. En este pueblo no son bien recibidos los extranjeros.—Yo no le debo nada al sheriff. Y si les molesta mi estadía, puedo irme sin ningún problema.—¿Eso cree?De pronto el mismísimo sheriff ingresa en el cuarto, toda su presencia llenaba la diminuta habitación. Rouse lo miraba fijamente a pesar de llevar el sombrero puesto, sabía que él también la estaba observando, pero de una manera mucho más intimidante y desafiante.—Jesey, déjenos solos, por favor.—Tom, no creo que eso sea adecuado para la señorita —Musita a sus espaldas.—Por favor, doctor. No pienso propasarme con la señorita —Le contesta al girar el rostro a la altura del hombro —. Soy la ley en este pueblo, no hay nadie más justo que yo —Añ
—¿Qué pudiste obtener de la señorita?—Nada, solo que se llama Rouse LeRoy —Niega —. Jesey, necesito que la vigiles muy bien.—¿Crees que sea capaz de escaparse de nuevo?—Es una posibilidad, no puedo permitir que se marche sin antes saber de dónde viene. Presiento que está ocultando muchas cosas importantes, y sospecho que su estadía en el pueblo nos traerá ciertas complicaciones.—Tom, deberías dejarla marchar. Puede traer problemas si la retenemos aquí, somos un pueblo tranquilo. La gente ya anda comentando sobre la forastera, quizás es mejor que la dejes ir en cuanto pueda montar. No me importa el servicio que le preste.—A mí si me importa, la señorita no sé ira de aquí hasta que yo lo diga —El sheriff toca la punta de su sombrero —. Mándame a llamar si sucede algo.—Hazme caso Tom, lo más conveniente para todos es que esa señorita se marche del pueblo.—Lo pensaré, pero de momento, la señorita LeRoy se queda.El doctor asiente mientras lo ve marcharse, luego aplana los labios
—¿Usted de nuevo?—Le he hecho una pregunta, señorita.—Necesito salir de aquí.—Para ser una dama, me parece bastante resistente. Realmente, tiene la vitalidad que posee un hombre.Rouse se compuso ante el comentario tan insinuante del sheriff, todos en ese pueblo eran muy indagadores, empezando por ese hombre.—¿Eso que tiene que ver con que yo quiera salir de aquí?—He dejado instrucciones de que nadie debe dejarla salir de esta casa, señorita LeRoy.—¿Y quién se cree usted para exigir tal cosa?—Soy quien mantiene a salvo a todos los ciudadanos de este pueblo. No le recomiendo que me lleve la contraria, suelo parecer un hombre paciente, pero la realidad es otra —La mira con aquellos ojos azules tan amenazadores, que le hace hervir la sangre a la rubia.Eso ni tenía que decírselo, ya había experimentado en carne viva su temperamento. Era tan altanero, que lidiar con él podría llegar a ser tan agobiante para cualquier persona, pero no para Rouse. Ella seguía sosteniéndole la mirada.
El instinto llevó a Tom a posar la mano en su arma, el alborotador estaba armado, junto con sus compañeros. La intuición le decía que no podía bajar la guardia con esos tipos, ya sabía que le iban a traer muchos inconvenientes.Lo mejor que podía hacer era acabar con el problema de raíz. —Váyanse de mi pueblo, y no vuelvan.—No puede prohibirnos no venir, sheriff Wesley. Coloma es libre de recibir a quien sea, y nosotros no seremos una excepción —El hombre contesta, para luego escupir saliva negra, termino por limpiarse los restos de su bigote con el dorso de la mano.—No se los volveré a repetir, hasta hoy toleraré su presencia en el pueblo.—¿Y qué piensa hacernos, sheriff?El sujeto sonríe mostrando lo amarillento y putrefactos que estaban sus dientes. Sus compañeros, al verlo sonreír y burlarse del sheriff, sus hombres lo imitan.Tom no estaba dispuesto a tolerar ese grado de insolencia. Su paciencia había llegado al colmo.Mientras que el sheriff y el forastero discutían, la gen
—Entonces eres la señorita que encontraron en las afueras del pueblo —Rouse observo a la tal Lauren, tan solo era una niña —. Dicen que estuviste al borde de la muerte, debió ser terrible. ¿Qué fue lo que te paso?—¿Eres Lauren?—Sí, soy yo.—Eres muy joven para trabajar en este lugar, ¿y tus padres?—Ya conociste a mi madre, es Hilary. Y mi padre, quien sabe, nunca lo conocí. Pero si la tal Hilary era bastante joven, y era la madre de esa muchacha. Se podría decir que no se llevaban mucho en la edad.—¿De verdad es tu madre?—Todos preguntan lo mismo —Contesta la joven recogiendo las mantas de la cama —. Mi madre no habla mucho sobre cómo se quedó embarazada de mí, pero lo que sí sé, es que lo hizo a muy temprana edad.Eso explicaba por qué siendo tan joven ya tenía una hija, lo que le extrañaba a Rouse era que la mujer del doctor mantuviera tratos con ella. Hasta donde se daba cuenta no parecía tener marido.—Bueno, si mi madre te dio trabajo, tienes que ayudarme. Tenemos que recog
Así que el sheriff era todo un misterio, bueno, tampoco se tenía que ser muy astuto para fijarse que ese sujeto no era muy amable. Sí, cuidaba al pueblo de los forajidos y hasta de los mismos forasteros, pero se le notaba que era bastante reservado.Sin embargo, a ella le tenía sin cuidado como fuese ese Tom. Mientras menos tratos tuvieran, mucho mejor. No estaba dispuesta a caer en las redes de ese sheriff, para dejarse sacar información que no deseaba contar.—Bueno, basta de charla. Será mejor que nos pongamos a cocinar ya se está haciendo tarde. Si mi madre se da cuenta de que solo hemos estado conversando, se enojara mucho.Rouse asiente, era conveniente no meterse en problemas…[…]—He revisado en todo lo ancho de tus dominios Joy, el rastro se pierde en el horizonte.—Ese camino conduce a Tombstone, se fueron a la ciudad con mi ganado.—Pudieron haberse ido a cualquier parte, Joy. Ese camino lleva a muchas partes —Tom se cala su sombrero mientras observa que el sol estaba a pun
Ese sheriff sí que era altanero, si creía que le iba a estar dando detalles de cada uno de sus movimientos o decisiones estaba muy equivocado.—Sheriff Wesley, no creo que sea correcto que sujete de esta manera a una dama —La mirada de Tom se oscureció en el acto —. No es propio de un caballero tan respetado en este pueblo.Del impacto, Tom se puso en pie empujado la silla hacia atrás bruscamente y quedando a muy poca distancia de Rouse. Esa cercanía tan inapropiada sí que llamo la atención del huésped sentado a dos mesas de ellos. Pero eso no le importo a Tom, si con ello conseguía sacarle información a esa mujer.—¡¿Dama?! De verdad, ¿usted es una dama? —Susurra sin quitarle los ojos de encima.Rouse le mantuvo la mirada, pero por dentro sospecho que ese hombre no se rendiría con tal de sacarle toda la información posible. Aparte, ¿Qué demonios con esa cercanía? Estaban demasiados íntimos, y eso no era bien visto, aunque el público fuese escaso.—¿Sheriff? —De pronto la voz de Hilar
Tom fue directo a la parte de atrás del hotel, su misión era que nadie lo interrumpiera mientras interrogaba a la supuesta señorita LeRoy… inmediatamente divisa al fondo el cuarto donde se hospedaba Rouse, se aproxima al mismo completamente decidido a la mujer; el sheriff halló la puerta abierta y sus instintos los llevan a entrar en la habitación, descubriendo que estaba vacía.—Demonios, se ha escapado —Masculla, justo al tiempo que escucha un ruido en las afueras del cuarto.El sheriff desenfundó su revólver, y caminó despacio hacia dónde provenía el ruido, el castaño observo una gruesa sabana de color blanco en medio del camino, así que la hizo a un lado bruscamente para ver quién estaba detrás de la misma, pero, para su sorpresa, lo que yacía atrás de la sabana no era lo que él esperaba ver.—¡AHHH! —El grito y la presencia de esa mujer petrifico al sheriff.—¡Rouse! —Exclama sobresaltado.—¿Pero qué demonios está haciendo? —Pregunta ella cubriendo su desnudo cuerpo con su camisó