Capítulo 2

Irene Castellón.

¡No puede ser! mis pensamientos estaban en un caos intenso, el cual dejaba claro que no quería estar ahí.

Era el mismo que había golpeado con mi auto y de seguro me odiaba. Como le diría el saludo que solíamos darle a los clientes. Pero era protocolo.

__ ¡Tenga una excelente tarde, señor Burton! Si no es así, aquí podemos arreglarlo dando un toque de romance a su vida. - "Irene, olvidaste la sonrisa" Pero no tenía motivos para sonreír, me estaba muriendo de la vergüenza.

__ ¿Es una broma, verdad? - cuestionó con cara tensa.

__ No, claro que no. - me apresuré a contestar. - Usted es el señor Tej Burton ¿no es así?

__ Primero me maldices y ahora eres amable. - gruñó con desagrado. - Olvídelo. No estoy para soportar esto.

Podía dejarlo irse. Decirle que se largue con su amargura a otro sitio, pero no podía recibir una mala recomendación. Teníamos solo un año de estar funcionando y si recibíamos malas críticas de algún cliente, por muy imbécil que fuera, podría tener repercusiones.

"Un cliente insatisfecho no saldrá de aquí"

__ ¡Espere! ¡No se vaya así! Podemos arreglarlo. - le grité saliendo lo más rápido que mis tacones me lo permitían al ver su espalda a unos metros. El aviso de piso mojado estaba, pero lo obvié arrepentiendome rápido al deslizarme y no poder sostenerme de nada más que del sacó del cliente gruñón, haciendo que cayera sobre mí también.

Mis rodillas dolieron al sentir como sus piernas amortiguaron allí, mi frente golpeó su boca y este se quejó. Los senos me dolieron cuando su pecho los golpeó, pues amamantar tenía sus molestias también.

Me apresuré a quitarlo de encima, pero metí las manos bajo su saco tocando donde no quería.

Olía delicioso. Su cuello quedó en mi cara y vi esa mirada marrón que me detuvo los latidos.

__ Perdón, yo no...

Se impulsó del piso para incorporarse, con más vergüenza de la que antes tenía me levanté. Los tacones me dificultaron hacerlo fácil, pero lo logré. Limpié mis manos, bajé mi falda y elevé la mirada solo para ver cómo una gota de sangre apareció en su labio inferior.

__ ¡Ay, Dios! - exclamé viendo lo que había hecho. - ¿Lo hice yo?

Miró su mano un instante y luego negó.

__ Nunca había conocido a alguien tan malditamente torpe en mi vida. - dijo en un tono mordaz. - ¿Que no se fija donde camina tampoco? ¿Que ocurre con usted?

__ Lo siento, yo solo...

__ La conozco hace veinte minutos como máximo y ya me chocó el auto, hizo que me metiera un tornillo en la mano, me rompió el labio y me hizo caer. - enumeró enojado. - Torpe. Irresponsable. Poco profesional y nada de...

__ ¿Irene, trajiste más pañales? - apreté los labios para no mostrar que las palabras del tipo me afectaron.

__ En el segundo cajón. - contesté. Esperé a que se fuera y me limpié la nariz queriendo apaciguar el ardor. Odiaba que los insultos aún me afectaran, pero era inevitable. El pasado aún no se iba del todo.

Recordé por quien hacía esto. Tenía a mi hijo de seis meses a mi cargo enteramente, si el negocio se iba para abajo se acabaría mi independencia económica y ya había buscado trabajo antes, todos me los negaron por el tiempo disponible, no querer niños en sus instalaciones y que no rendiría lo mismo.

Este cliente podía ser crucial o ser solo uno más si lograba hacerlo cambiar de opinión.

__ Espere, señor Burton. - más calmada lo seguí al auto, donde estaba encendiéndolo. - Quiero ofrecer una disculpa por lo de hace un rato en el semáforo. Voy a pagar por los gastos. También por haberlo herido físicamente y...lo lamento. - suspiré. - Sé que no lo compensa, pero no quiero que los incidentes lo hagan dudar de nuestra ética profesional. Si me permite...si está de acuerdo puedo ofrecer un descuento por lo sucedido.

Pagaría el resto con mi dinero, solo no permitiría que nuestro negocio se fuera a la ruina por una mala crítica.

__ Permítanos demostrar que la primera impresión, en ocasiones no cuenta. - insistí. Miró mi aspecto, de seguro dándole lástima o incluso vergüenza ajena verme como alguien tan sin dignidad, pero él no sabía lo que significaba para mí todo esto.

Apagó el auto, bajó de este y arregló su saco.

Los golpes que aún tenía me calentaban las mejillas aún. Nunca había sido tan torpe, mucho menos con una sola persona. Pero desde que recibí el correo con todos sus datos, su formulario respondido y el pago realizado, busqué entre mis socias y todos tenían uno a su cargo.

El plan era ese desde el inicio, solo uno para garantizar una buena experiencia.

El proceso de búsqueda era fácil. En nuestra página web habían chicas y chicos que contestaban un formulario aparte, en este ponían hobby, actividades favoritas al aire libre, gustos musicales entre otras cosas, le creábamos un perfil a quienes nos contactaban para que congenie con los que le parezcan interesantes, si estos tenían química, entonces los pasabamos al segundo nivel. Citas reales, éramos quienes le preparabamos absolutamente todo.

Junto con Carla y Hanna lo propusimos como un juego más que todo, creímos que no funcionaría pero en el mundo hay más personas que quieren hagan todo por ellos, que aquellos que quieren hacerlo por sí mismos.

Llegaron los primeros clientes, pagaron muy bien al hallar su "alma gemela" y por ello decidimos que era buena idea seguir.

Creamos la página y subió rápido en seguidores, más clientes llegaron, pero últimamente ya no habían tantos como al principio, bajó en un ocho por ciento, así que si uno se iba descontento por el trabajo realizado, sería aún peor.

__ Listo su perfil, señor Burton. - sonreí al ver la información que este me brindó. - Puede verificarlo en la aplicación y ver cuantas interacciones tiene. Revisar uno a uno o si lo desea, puede hacerlo una de nosotras para darle un número más bajo.

__ Lo haré yo mismo. - declaró y asentí.

__ Entonces, esperamos su llamada en la mañana para ver sus seis candidatas.

__ ¿Tienen que ser seis? Creo que es un número muy alto. - contrarió mirando su teléfono.

__ Puede ser el número que usted quiera. Quien sabe si alguien puede ser su alma gemela es usted, así que le aconsejo lo revise. - me incorporé para despedirlo. - Una vez más, le ofrezco una disculpa.

__ También ofrezco mis disculpas por haberla insultado, pero no estaba en mis mejores momentos. - dijo con pena. - Lamento todo, señorita...

__ Irene Castellón. - me presenté.

__ Regreso mañana. Gracias, señorita Castellón. - su media sonrisa volvió el instante más incómodo. No dije nada, no había forma de excusarlo, por ello solo cerré la puerta y recosté mi espalda en la madera. Solté el aire, cerré los ojos, repitiendo que solo había sido un mal día.

A todo mundo le pasaba lo mismo. Momentos donde, creían que no eran suficientes para pelear en este mundo, días donde se deseaba dejar todo de lado y rendirse. Pero yo contaba con alguien a quien le debía ser fuerte. Llorar ya no era necesario porque terminaba cansada y aunque sabía que solo era evadir todo, lo dejé ser de esa manera para evitar verme destruida de nuevo.

Fui con Rosy, quien cuidaba a mi hijo las horas que yo trabajaba. Desde que llegué embarazada a este lugar le tomó cariño, por ello aprovechó para ofrecerme su ayuda a cambio de darle un poco de compañía a su vida solitaria.

Mi bebé estaba dormido en los brazos de Rosy, la cual lo puso en los mios cuando me senté para verlo por un momento.

Con el accidente de hace un momento me dio temor llevarlo conmigo y que pase algo peor. Tenía que tener más cuidado, no quería perderlo o dañarlo. Me moría si algo le pasaba, por ello sabía que debía buscar una solución. Una qué no incluyera pedirle ayuda a su padre.

Se aprovecharía de eso para manipularme. Un tipo calculador como ese, no lo quería cerca de nuevo.

Llegando a casa preparé un baño para mi pequeño Julián y lo alimenté hasta dormirlo.

Me dispuse a limpiar la casa. Cenar algo y revisar los gustos de mi nuevo cliente para así comenzar a organizar los sitios que podíamos usar para sus citas.

Tej Burton, abogado, amante del arte, lugares sin mucho ruido. Buscaba en una pareja...

¿que piense igual que él? ¿Como iba a encontrar a alguien así?

Seguir leyendo solo fue peor. No se define, pidiendo ser definido y si a esas me iba, nada bueno saldría.

__ Todo lo que he deseado lo he logrado. - leí en voz alta. - Yo quisiera decir eso.

Pero una idea vino a mi cabeza. Buscarlo en redes sociales, algo debía salir y podría saber que le gustan o como hacer para no fallar. De eso dependía mi trabajo.

Tecleé en el computador su nombre. Un perfil con su fotografía saltó al inicio. Al darle click un bufete de abogados había de fondo junto a un sujeto de tez más pálida que él.

Se veían muy atractivos, se sumó un tercero y me dije que la belleza a ellos se les cedió sin límites.

Sacudí la cabeza. Se trataba de mi cliente, no podía pensar así de ellos. Profesionalidad, me recordé.

Seguí revisando la página para ver qué no era un abogado cualquiera como lo pensé al saber que era abogado. Este era conocido por ser temido ya que ningún caso había perdido desde que se dió a conocer, un Magnate que muchas personas catalogaron como cruel y despiadado con sus contrincantes. Alguien tan frío para los negocios que podía destruir a quien quisiera con solo decidirlo.

Me llevé las manos a la cara con frustración, esto era aún peor de lo imaginado.

¿Con quien me había metido?

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