Capítulo 4

Irene

Me di a la tarea de crear los escenarios mas hermosos, tomando como base los gustos de cada uno para así comenzar con las citas.

La primera era una amante de las flores de color rosas, por ello me encargué de conseguir de todo tipo siempre de ese color para colocar en las mesas y todo el espacio donde la cita se daría.

Mi cliente llegó y por ello me retiré para darles el espacio en el sitio que los retendría por un buen rato o eso creí, pero me equivoqué ya que diez minutos después la mujer salió enojada. La escuché hablar por teléfono alegando que no encontraría al amor de su vida jamás ,ya que el hombre de su cita era homosexual.

No pude ocultar mi sorpresa. Eso no era verdad. Me constaba que no era cierto, porque...

Había razones para creer que no lo era. No sabía cuales, pero estaba segura que le gustaban las mujeres.

Hice otra búsqueda entre las cuatro que eligió. La contacté y arreglé la cita.

__ ¿Nuevo intento? - Tej Burton se acercó con una bolsa de maní en las manos, comiendo lo que traía en lo que encendí las velas, ya que decía en el perfil de ella que las amaba. - ¿No crees que es exagerado? ¿Cuántas hay? ¿cien?

__ El exagerado eres tú. - me alejé al ver mi obra. Había quedado precioso. - ¿Listo?

__ Siempre estoy listo. - pasó las manos por su traje.

__ Bien, llegará en cinco minutos. - dije viendo el reloj.

__ Entonces me voy lavando las manos. - se dió la vuelta.

Caminé hasta la salida, porque eso le tocaba a él. Debía ir por mi hijo a la oficina donde lo había dejado al cuidado de su gran amiga.

Miré el perfil para luego de un par de segundos ver entrando a la rubia hermosa que pasó a mi lado. Era ella.

Amante de la velas, la comida vegetariana, la limpieza y del orden. Que siempre al atención de su pareja esté en ella. Eso decía su perfil en nuestro sitio web.

Me había esmerado en que eso estuviera presente en el piso que había reservado para ellos.

Llamé un taxi ya que no había traído mi auto, esperaría unos quince minutos como máximo porque una de las unidades estaba cerca. Eso estaba muy bien para mí, había cumplido con mi...

La puerta se abrió y por ella apareció la rubia hermosa con un pañuelo, limpiando su mejilla, sus manos y viendo hacia atrás con desagrado.

¿Que había pasado? Caminé hasta la puerta y encontré a Tej Burton, con el móvil entre las manos, muy calmado. Como si que lo hayan dejado solo en una cita no fuera un problema para él.

Creí que estaría escribiendo a la chica, pero estaba viendo una serie en su teléfono. Bridgerton para ser específica.

__ ¿Ella no te...

__ Ah, hola. - me miró volviendo a ver la pantalla. - ¿No estaba una rubia aquí?

__ ¿Que pasó? No tardó ni cinco minutos en irse.

__ No sé. Dijo algo de la bolsa de valores, creo. - hundió los hombros. - Estaba concentrado en ver al duque Simon...

__ ¿Lo hiciste a propósito verdad? - acusé - Estás saboteando tus citas a propósito.

__ ¿De qué hablas? Solo estoy viendo mi serie de...

__ Ella era una buena candidata. - declaré.

__ Sí, supongo. - respondió con desinterés. - ¿Cenamos?

Dejó el móvil de lado para destapar los platos de comida.

__ Estos espaguetis de calabacín con pesto rojo se ven muy deliciosos. - tomó un tenedor para tomar un bocado que metió en su boca, cerró los ojos indicando que le habían gustado mucho. - Sí, están muy deliciosos. Prueba, anda.

Negué solamente. Me estaba dando la razón. El imbécil...

__ Toma. - levantó el tenedor a la altura de mi boca con burla.

__ ¿Porqué lo haces?

__ ¿Hacer qué? - se hizo el desentendido.

__ Voy a cumplir con el trato. - actuó como si no me hubiera escuchado. Siguiendo la comida como si nada.

No me quedó más alternativa que aceptar, ya que por supuesto, la comida ya había sido pagada y no la podía desperdiciar.

Me propuse encontrar pareja para él. Si pensaba que me iba a rendir, estaba muy equivocado.

Por ello al siguiente día le avisé de la siguiente chica que lo esperaría. Preparé todo para ellos dos. Asegurándome que no fallara nada, le quité el móvil cuando lo dejé solo.

No lo usaría como método de escape.

Solo que no esperé que esta saliera dos minutos después. Llorando y con una sonrisa que me desconcertó.

Corrí escaleras arriba, sentado y comiendo lo encontré.

__ ¿Tienes hambre? - señaló la silla. Con cautela me senté frente a él.

__ ¿Que le hiciste? - tomó del vino.

__ Nada. - dijo con simpleza. - Por cierto, sabes en qué horarios abren la fundación que queda frente a donde trabajas.

__ ¿La que ayuda a conseguir hogar a los animalitos de la calle? - asintió. - Todo el tiempo está abierto ¿porqué?

__ Creo que acabo de conseguir un donativo de parte de Clara, ella va a convencer a sus amigas para que se ofrezcan de voluntarias.

__ ¿Qué? - la confusión brilló en mi rostro.

__ Sí, es que creo que dije que tenía citas porque me pagaban y daba el cien por ciento de ese pago a esa fundación. - achiqué la mirada acusándolo una vez más. - Come, que no se desperdicie la comida.

__Te odio. - confesé y bebió de su copa.

__ No eres la única.

Estaba colmando mi paciencia. Si la perdía, terminaría por lanzarle la comida en la cabeza.

__ ¿Que es de tu vida? - hizo conversación tranquilamente.

__ Tengo un cliente muy difícil. - dije y este elevó la ceja. - Quiero golpearlo a veces.

__ Te comprendo. He pasado por eso. - su desfachatez no tenía límites.

Pero se puso peor con el pasar de los días. Logré otra cita con alguien más, la cual no tardó más que las anteriores. Terminando de nuevo de la misma forma, él y yo conversando de él mismo en tercera persona.

__ ¿Tú taxi no ha llegado? - se posó a mi lado mientras miré a cada extremo de la calle al ver que no llegaba.

__ Supongo que se perdió.

__ ¿Donde vives? - inquirió.

__ A media hora de mi trabajo. Tengo que pasar por mi hijo aún. - miré la hora. - Veré si fue que se perdió.

__ Sube, te acercaré. Ya es tarde. - ofreció mirando la hora.

__ Dijiste que me odias. - me recordé.

__ Pero si no llegas a tu casa los cinco días que faltan para que el tiempo estipulado termine, no vas a lavar mi auto. - abrió la puerta de su auto. - Sube.

Dudé en hacerlo. Era cruzar un límite que no debía.

Aún así, el tiempo pasaba y el taxi no llegó. Por lo que no tuve más alternativa que aceptar. Su auto tenía su colonia impregnada, llené mis fosas nasales con él, ¿todo el olía así de delicioso? De seguro sí, unas ganas de confirmarlo llegaron.

Sacudí la cabeza. ¿Que estaba pensando? Esos no podía ser así. No tenía que pensar así de él. Solo era mi cliente.

Además estaba casada.

"A punto de divorciarme" dijo mi mente.

¡Pero es mi cliente! me dije. Un muy atractivo cliente y curioso cliente.

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