Hola hola! Nos queda solo un par más de capítulos de esta historia. Mil gracias por todos su apoyo. Tengo otras historias por aquí, pero esta es de mis preferidas. Como les comenté, esta historia tiene una continuación donde veremos un poco más de Azaleia y Brock así como de otros personajes, enfocándonos en la Princesa Naiara y Layne. Espero que la aplicación la acepte para subirla y empezar a actualizar. De cualquier manera estén atentos a mis re des sociales para más info en Federica Kika Navarro Gracias de nuevo por sus comentarios, no saben lo feliz que me hacen. Bso Kika
Azaleia —¿Puedo entrar por fin?— pregunto entre risas. —Aún no— dice mi esposo. Y así ha sido esto, hace ya varios días. Desde que llegamos a Bousquet… todo se siente tan real. Hace varios meses, una gran tragedia sucedía aquí, una que no creo poder olvidar en toda la vida. Yo había perdido todo, había sufrido y me había quedado completamente sola. Cuando Brock y Layne me tomaron y me llevaron con ellos, yo pensaba lo peor. Parece que el tiempo pasó y como si fuera un viento torrencial, había cambiado todo el juego. Y aquí estaba yo de vuelta. Feliz… realmente feliz, había sufrido muchas cosas, pero había visto, aprendido y experimentado mil cosas. Ahora venía acompañada, muy bien acompañada y tenía de todo… un título representando a la gente que amo, tenía amigos y además había reencontrado la parte de mi familia, y ahora sabía qué había sido de mis padres, de mi pasado, de mis orígenes. Pero sobre todo tenía las manos llenas, porque mi esposo me tomaba de la mano. No necesitab
Azaleia Veo el guardarropa, un perchero con mi cartera para mis animales y mi bufanda violeta, una esquina con alfombras y cojines supongo para los lobos y Till. Luego están el baño adjunto con una gran bañera de metal que sin duda cabremos felizmente. Está decorado con detalles de hojas y ramas y ya veo pequeños frascos de vidrios que seguramente contendrán esencias y sales aromáticas especiales de Dashi. —Es hermoso Brock— le digo encantada volviendo a besarlo. —Aún falta la parte más importante — me dice él con satisfacción. Yo me quedo asombrada ¿Qué más puede ser? Me pregunto. Me lleva a otra esquina, muy cerca del balcón, y lo veo: los cuadros de mi padre y mi madre colocados con esmero y amor. Se me hace un nudo en la garganta de la emoción. También hay un escudo de Bousquet y él sumó un signo de un árbol. Es todo tan perfecto y detallado que por unos segundos me quedo simplemente observando. Jamás imaginé volver aquí, con ellos… sabiendo de ellos. En este, mi hogar. —E
AzaleiaEl mundo parecía venirse abajo por más que yo intentara tener una mente positiva y de rogar día y noche que esto se terminara. Pero yo ya podía intuirlo, mi vida y mi ambiente alrededor nunca iba a ser como antes, lo sabía muy bien aunque quisiera negarlo. Muy lejos ya estaban los días caminando al sol con Marchelina, futura condesa de Bousquet, mientras yo le peinaba su cabello y le colocaba flores silvestres en sus trenzas. Tampoco volverán las cenas dentro del castillo cuando el gran duque traía a sus soldados, bailarines y cantantes y podías escuchar los cantos e historias hasta bien entrada la madrugada. Ni siquiera el castillo iba a poder ser como antes ¿Cómo podría? La zona sur estaba destruida por completo y las caballerizas vaciadas. Yo era una simple criada, una más del montón en este imperio, nadie importante, pero había vivido aquí toda mi vida. Dicen que el Duque me obtuvo de una esclava que me dio casi sin pedir nada a cambio y solo me dio una bendición antes d
Brock—¿Cómo que no hay sobrevivientes?——No señor… hemos revisado cada esquina, sin éxito— me dice un soldado, antiguamente ladrón que mi padre asignó a mi escuadrón. Realmente es cada vez más lamentable mi compañía. Parecía un gusano y se comportaba como tal, a cada rato tenía que decirle a mi mano derecha Layne que revisara sus bolsillos para constatar que no se robara nada y que tuviera un ojo en él para que no matara de más ni colocara una mano en las mujeres. Era un trabajo difícil, pero necesitábamos soldados, enfocándonos en cantidad y no calidad, así que no tenía mucha opción.—El castillo Bousquet parece totalmente desolado, como si un grupo de fantasmas hubiese decidido acabar con el lugar —Obviamente no son fantasmas sino soldados de otras compañías, enemigas de seguro, que quieren que el fracaso de emperador que tenemos continúe haciendo sus fechorías. Temo lo peor, el Duque debe haber caído también y con él el ducado Bousquet, lo cual son pésimas noticias para nosotros
AzaleiaEl viaje a caballo es agotador y mientras el tiempo pasa, mi cuerpo se siente agotado y mis piernas acalambradas, veo los caminos de tierra, las colinas y montañas, me doy cuenta de que mi escapada nunca iba a tener éxito. El viaje que emprendía era a un mundo desconocido. Pero sentirme tan ajena del mundo, uno que tenía a metros del castillo y que desconocía, me hacía sentir frágil, débil y absolutamente perdida. Tú querías viajar a Azaleia ¿No?—¿Estás bien?— pregunta el hombre de cabello oscuro y ojos verdes que me protegió hace unos instantes. Su traje es de color negro de cuero y tiene varios anillos en sus manos. Yo cabeceo suavemente y le doy a entender que estoy bien. —Soy Layne Isaac, por cierto, primo de Brock y consejero de los Haggard. El rubio de atrás con cara de molesto es el hijo menor de Conde de Haggard, el líder de esta compañía— menciona a modo de una breve presentación. Yo asiento de nuevo, evitando presentarme. No sé qué quieren de mí, pero decir que soy
BrockPor supuesto que Layne me decía que de ahora en adelante todo iba a salir bien ¡Una Duquesa ha caído en nuestro camino! ¡Una Duquesa! No una Baronesa, o una condesa, sino una increíble, creída y malcriada, eso sí, Duquesa. Nosotros, unos caballeros, pero que no teníamos ningún título ni algún patrimonio al que sacar provecho, pero que, con todo y eso, veníamos de grandes familias. Este era el momento que esperábamos, claramente, al menos según Layne. No siempre llegaba una Duquesa en nuestras manos, de un pequeño pero estratégico ducado, y además de todo, huérfana, íngrima y sola. Una joven chica completamente a merced de cualquiera, y francamente tiene suerte de que llegamos nosotros. Evidentemente, ella no lo sabe, poco nos habla, si acaso nos mira y efectivamente no ha salido de mi tienda en los últimos días. Nos trata como si fuéramos sus secuestradores, poco entiende de que todo pudo haber sido horriblemente peor. Si “la Duquesa” en cuestión venía a ser un arma para trae
LayneNo he conocido en mi vida hombre más terco, testarudo, desconfiado, con odio por los principios sociales y completamente obtuso en todo mi vida como es mi primo Brock. Desde que éramos pequeños estuve cerca de él, su padre me permitía entrar a sus clases particulares y entrenábamos juntos. Yo era de una casa más pequeña, de una familia de parte de su madre, que había jurado luchar con los Haggard hace ya cientos de años,. Su hermano mayor, Heral, era todo lo opuesto a él: sonrisa fácil, carismático, abierto a todo, profundamente egoísta y egocéntrico.Por ello y porque desde pequeño puse de manifiesto que iría con Brock a donde él quisiese, no fui con el hermano mayor como debería, sino con el relegado hermano menor. Siempre fué una persona difícil, amando con ferocidad pero odiando de igual manera. Antes era un niño despreocupado, curioso y realmente travieso. Luego pasó a gustarle las armas y pensar siempre en ir a la guerra, en defender, atacar, no le tenía miedo a la muert
Azaleia Cómo sobreviví al ataque, a los hombres que mataron a Marchelina y al Duque, cómo me mantuvieron con vida estos soldados, es para mí un misterio. Sin embargo, no me quedaban dudas de que Brock me salvó hoy, a mí y a Dashi. Vi como se puso delante de nosotras, como hizo que su cuerpo fuera como una pared de piedras cuidando nuestro frente. No lo dudó ni un segundo. Literalmente Brock era como una pared. Sus mechones rubio oscuro brillaban bajo la luz del día, su capa revoloteaba con el viento que pasaba entre los árboles, su presencia era imponente. Me daba miedo, muchísimo, aún todavía, pero a la vez… me reconfortaba que él estuviera ahí, frente a nosotras. Su semblante era serio pero realmente preocupado. Veía su rostro, casi que por primera vez, realmente lo veía, lo detallaba: sus ojos claros, sus cejas espesas y rubias oscuras, su nariz recta, su barbilla fuerte y marcada con una barba rubia espesa, y dentro unos labios carnosos. Jamás lo había visto sonreír, y siemp