Layne
No he conocido en mi vida hombre más terco, testarudo, desconfiado, con odio por los principios sociales y completamente obtuso en todo mi vida como es mi primo Brock. Desde que éramos pequeños estuve cerca de él, su padre me permitía entrar a sus clases particulares y entrenábamos juntos.
Yo era de una casa más pequeña, de una familia de parte de su madre, que había jurado luchar con los Haggard hace ya cientos de años,. Su hermano mayor, Heral, era todo lo opuesto a él: sonrisa fácil, carismático, abierto a todo, profundamente egoísta y egocéntrico.
Por ello y porque desde pequeño puse de manifiesto que iría con Brock a donde él quisiese, no fui con el hermano mayor como debería, sino con el relegado hermano menor.
Siempre fué una persona difícil, amando con ferocidad pero odiando de igual manera. Antes era un niño despreocupado, curioso y realmente travieso. Luego pasó a gustarle las armas y pensar siempre en ir a la guerra, en defender, atacar, no le tenía miedo a la muerte ni al dolor, su cuerpo parecía realmente destinado para ello y entrenó por años.
No parecía preocuparse los títulos, ni nada más que ir al ejército, quizás ser un caballero de guardia. Pero la gente de la nobleza tiene que casarse, en caso de que algún hijo mayor que herede el título muera y que quede un vacío en la casa Haggard. Su hermano tenía un solo hijo, así que era deber de él continuar el linaje, así fuera solo por si acaso.
Ahí vino el problema, que él tuviera que hacer algo en contra de su voluntad, a pedido de su padre, yo solo por su padre lo haría. Brock, como buen soldado, se casó. Y… después de lo que pasó con su matrimonio, se volvió cada vez más salvaje, lleno de dudas, paranoico.
Casi se rebela contra su casa, así que su padre lo sacó de casa, esperando que calmara sus ánimos y volviera en algún momento manso y calmado a cumplir de nuevo lo que la casa quisiera.
Brock tenía miles de defectos, pero también era el hombre más desinteresado que conocí, al punto de no importarle su propio beneficio. A veces creía que solo le gustaba vivir en la nada, sin duda dormiría bajo las estrellas como el resto de los hombres; vagando por el imperio, sin rumbo fijo, buscando que se podría ganar para nuestra tierra.
Esta guerra le planteaba una maravillosa oportunidad, le daba un objetivo y un fin, cambiar el destino del imperio y labrarse un nombre, por fin ser respetado.
Mi trabajo consistía en apoyar a la futura Emperatriz, la princesa Naiara la que debería estar en el trono, no como su hermano y emperador. Pero esos cambios requieren esfuerzo, estrategia, planes.
Además de sangre, espadas y muchos hombres. Tenía de mi lado a Brock y a la casa Haggard, pero necesitábamos más, se lo había prometido a una muy joven emperatriz y a su madre hace años.
Por momentos, creo que mi primo simplemente seguía mi consejo por simple costumbre, para no pensar de más, para no tener que detenerse en esas pequeñeces de la vida, esos dilemas sin importancia, pequeñas moscas en el camino que le impedían ver su logro final, que era la aprobación de su padre, el muy insoportable Vareen.
Si en el fondo, bajo esos kilos de músculo, barba gruesa, ropa de cuero, cara larga y de pocos amigos, fuerza y valentía, estaba un hombre que solo quería ser aceptado, tener un espacio en su familia, tener un valor.
El Duque de Bousquet era un aliado nuestro, un hombre inteligente y brillante. El castillo que vimos hace días estaba devastado. De casualidad quedó su hija… creemos que es ella, y si no es, no importa, es lo más cercano.
Brock no entendía que esta chica era una garantía importantísima para nuestra causa. Mi primo odiaba la política, así como los estratos sociales, los eventos de sociedad y todo aquello que estaba por encima de él que le dictase qué hacer y que además involucrara una gran cantidad de personas.
Mis esperanzas estaban puestas totalmente en la futura Emperatriz, que ahora luchaba por eso, por ese título. Yo la conocía desde que era una niña y estuvo toda su vida preparada para esto, para luchar por su lugar, el lugar que siempre debió tener.
Si había cambios, había también oportunidades, y eso era lo que nosotros queríamos, una oportunidad para que hombres como yo, segundones en la familia, sin grandes nombres, títulos y tierras, pudiéramos hacer algo con nuestra vida.
Así que, si esta chica nos servía, pues le daríamos lo que necesitara. Brock no sabía estar cerca de las mujeres, y luego de su matrimonio con Norma, no lo juzgo.
Brock podía luchar con mil hombres armados hasta los dientes, luchar con las manos desnudas contra un oso, y hasta ir a hablar con el mismísimo Emperador desquiciado. Pero estar cerca de una chica… ese era otro tema.
Mi idea era mantener a Marchelina contenta y de nuestro lado, y cuando sea necesario usarla como un arma: conseguirle un buen esposo, era lo menos que podríamos hacer por el Duque, y si fuera alguno de nuestro bando, mejor. Mi idea es que fuera Brock… pero lo tenía dificil.
Las mujeres de sociedad como ella tiene que tener un esposo, y debe haber un Duque en la casa Bousquet, eso es seguro. Pero sabía que Brock preferiría abandonar a Areta y tener un puma de mascota que tenerla a ella cerca.
Por supuesto, la chica no ayudaba, era taciturna, callada, esquiva y profundamente desconfiada Además ella era del tipo difícil de descifrar, sus expresiones imposibles de leer y así que básicamente era un misterio.
Para colmo no podía dejar de pensar que mi primo se comportaba aún más particular con ella. Se ponía nervioso, lo cual era… sospechoso. Lo encontraba de repente viéndola, casi suspirando.
No me pasaba desapercibido esas miradas de Brock ¿Podría estar interesado en ella? Nunca lo he visto interesado en una mujer, no por lo menos después de lo que pasó con su ya fallecida esposa Norma.
Brock estaba perdido sin brújula ante ella, aun más que yo. Lo notaba fácilmente, se quedaba en la entrada de la tienda, dudando si entrar o no. La veía a lo lejos de forma intrigada, se preocupaba por ella.
Pero… ella le tenía un miedo irracional, lo que hacía que los peores temores de mi líder se hicieran realidad. Otra mujer que evita su acercamiento, otra que piensa lo peor de él. Tarde o temprano lo iba a terminar odiando y él a ella. Por ello él insistía que ella no era la Duquesa, con tal de deshacerse de ella.
—Sabes… la Duquesa tiene mejor semblante, ¿no crees? Deja de preocuparte— le digo mientras cabalgamos hacia Miraes, la ciudad de uno de nuestros aliados, aun a varios días de camino de aquí.
Marchelina estaba mejor, comía la comida que la criada cocinaba, esta incluso había preparado un baño, se cambió ropas y lucía… bastante complacida. Yo había tenido razón, necesitaba compañía que hablara su idioma, una compañía femenina en este campamento, en este salvaje mundo.
—¿Uummm? Si si—me dice él sin quitarles la vista de encima. El vestido de Marchelina cuelga de un lado del caballo y su cabello brilla con los últimos rayos del sol.
—Por cierto… No tienes por qué mirarla todo el tiempo, no se va a desaparecer— le bromeo de repente levantando una ceja. Él me devuelve la mirada con horror.
—Ya casi se nos escapa una vez, es una mujer muy escurridiza—
—Sabes que la criada está de nuestro lado, tiene estrictas instrucciones de avisarnos de sus planes, además tiene que ganársela para convencerla de que lo mejor es quedarse aquí, con nosotros. —
—No confío en nadie—contesta refunfuñando, si lo sabré yo.
—No será que… te interesa la joven dama ¿No? No le quitas la mirada de encima y a mí me parece que no es por cuidarla sino porque…— le digo y mi primo para su caballo, de casualidad no se cayó ahí mismo.
Cuando voy a continuar mi broma, ni me da tiempo. Escuchamos un ruido que interrumpe nuestra tranquilidad y todos estamos alertas.
Sale un ataque de entre los árboles, flechas de todas partes como una lluvia y por el alcance, me dan a entender que nos atacaron realmente cerca. Algunas caen en nuestras provisiones, otras en las armaduras y cueros de nuestros hombres.
Una cayó básicamente cerca de las patas de mi caballo. Después de eso, nada más.
Brock grita a todos que se agachen y busquen alejarse lo más posible. Algunos caballos salen corriendo despavoridos, mientras yo cargo mi arma con pólvora y empiezo a atacar de donde vienen las flechas, disparando a los árboles y arbustos, escucho unos cuantos gritos, desmonto rápidamente para acercarme a ver qué es. Podría ser una trampa.
Brock se dirige rápidamente donde las señoritas y aquieta sus caballos mientras las ayuda a bajar y les pide que se escondan. Una maniobra bastante rápida para unas mujeres que parece no importarle en lo absoluto.
Yo ya estoy en camino y seguido por varios hombres veo un pequeño grupo de ladronzuelos a pie. Unos están heridos y los demás son acabados al instante por nuestros hombres.
Areta los ataca también, yendo directamente a sus piernas y brazos salvajemente y en unos cuantos ataques están listos. Yo cuelgo mi lanza en mi espalda mientras el resto de los hombres revisan qué tenían los ladrones.
Cuando regreso evaluamos las posibles pérdidas que son poco más que nada, algunos caballos que hay que buscar, una que otra herida.
Brock está aún protegiendo a las señoritas. Marchelina lo mira con susto, su mano temblando sujetando su abrigo, pero creo que más por la situación que por tener al grandote de Haggard cerca de ella, más bien lo mira con asombro.
La criada no parece tan temerosa, y más bien está delante de la Duquesa, con mirada decidida y preparada para el ataque. Creo que si le damos un cuchillo podría protegerla. O rebanarnos la garganta a nosotros, aún no estoy seguro. Pero de que tiene la actitud y quizás la preparación la tiene. Veo cómo sujeta el cuchillo con habilidad.
—¿Qué fue eso?— pregunta Marchelina aun temblando con una voz queda.
—Eso… eso es lo que se encuentra en el camino Duquesa — contesta Brock de forma ácida, puntualizando, como siempre la palabra Duquesa, como si dudara de ella a cada segundo y se lo hace saber - Para que lo tenga en cuenta su señoría en sus próximos intentos de escapar. Tuvimos suerte, pudieron ser los rebeldes, cazadores que atacan en el camino— dice envainando de nuevo su espada y colgando a su lado su arma.
—¿Los rebeldes? ¿Que… ¿Quiénes son? ¿Por qué nos atacarían?—pregunta ella, la cara de la chica es un poema, yo sonrío para mis adentros.
—Si, su señoría, son cazarrecompensas, asesinos a sueldo, pero su especialidad es tomar a almas perdidas y convertirlas en esclavos. Ahh… y también cazan lo que se encuentren, convirtiendo señoritas en esclavas— dice Brock con malicia, su entrecejo completamente arrugado, y ella tiene un pequeño temblor.
Mi primo la ojea con intensidad, viendo cada detalle. Veo que casi levanta su mano para tocarla, pero se arrepiente al último minuto.
¿Quería confirmar que ella esté bien? Al menos creo que todo esto sirvió para algo, ojalá esto la haga desistir de sus próximos intentos de escape, que vea que está mejor con nosotros.
—Por la diosa como espero realmente deshacerme de estas mujeres— dice Brock aburrido en el camino a pocos minutos, como si ese ataque fuera algo de hace años.
Son bastante comunes, lo que no quiere decir que no sean peligrosos. La expresión de mi primo es la misma de siempre, gruñona, pero algo me dice, que ahora es diferente.
—Vaya, vaya… y yo que pensaba que te estabas ablandando, primera vez que no te veo correr de los vándalos, sino a cuidar a unas señoritas— él me mira con la expresión más sarcástica que encuentre.
—La idea sigue siendo usarla a nuestro fin ¿No? No hay que quitarle un ojo de encima. No nos sirve una Duquesa muerta—
—Exactamente primo— le confirmo. Lo miro de reojo, él puede engañar a cualquiera, pero sin duda, no a mí. Él está interesado en ella, claro que primero muerto que aceptar algo así. Esto se acaba de volver más y más interesante, si que van a ser unos días muy divertidos y fuera de lo común.
Azaleia Cómo sobreviví al ataque, a los hombres que mataron a Marchelina y al Duque, cómo me mantuvieron con vida estos soldados, es para mí un misterio. Sin embargo, no me quedaban dudas de que Brock me salvó hoy, a mí y a Dashi. Vi como se puso delante de nosotras, como hizo que su cuerpo fuera como una pared de piedras cuidando nuestro frente. No lo dudó ni un segundo. Literalmente Brock era como una pared. Sus mechones rubio oscuro brillaban bajo la luz del día, su capa revoloteaba con el viento que pasaba entre los árboles, su presencia era imponente. Me daba miedo, muchísimo, aún todavía, pero a la vez… me reconfortaba que él estuviera ahí, frente a nosotras. Su semblante era serio pero realmente preocupado. Veía su rostro, casi que por primera vez, realmente lo veía, lo detallaba: sus ojos claros, sus cejas espesas y rubias oscuras, su nariz recta, su barbilla fuerte y marcada con una barba rubia espesa, y dentro unos labios carnosos. Jamás lo había visto sonreír, y siemp
BrockRealmente mi vida va de locura en locura desde que estas mujeres llegaron. No solo tengo que acomodarme a sus pedidos de bañarse, lavar la ropa, buscar unas extrañas hierbas para la criada haga, no sé que, saltar a defenderlas en vez de atacar a los ladrones que nos emboscaron, sino que además, una cree que soy el marido de la otra. ¿Yo? ¿Con esa mujer difícil e insoportable? No podía dejar de pensar en que alguien podría entrar al cuarto de ellas, eran par de mujeres durmiendo solas en una posada llena de soldados. Así que me dispuse a dormir, me recosté en la puerta, cuchillo en mano, preparado para cualquier cosa. Pero, lo que menos pensé es que iba a ser levantada tan estrepitosamente por ella, quien abrió la puerta casi antes del amanecer Me la encuentro, ni más ni menos, a ella con cara de furia, reclamando no sé qué. Cuando yo no me podía ni concentrar… su camisón le llegaba un poco abajo de las rodillas y podía ver más de su piel de lo que nunca había visto, sus pequ
AzaleiaDashi fue mía por unos segundos cuando pedí que redactaran otro documento donde le daba su libertad. Ella, con lágrimas en los ojos, me dijo que seguiría conmigo, sería mi criada el tiempo que yo quisiese y sería fiel servidora de la casa Bousquet toda su vida. Creo que fue uno de los mejores días de mi vida, ganaba una amiga, una familia, una aliada, todo al mismo tiempo.La joya era realmente mía y debía reconocer que me costaba separarme un poco de ella. El Duque me la dio cuando cumplí la mayoría de edad, unos días antes que Marchelina. Lo amaba y lo llevaba siempre conmigo. Ahora estaba lejos de mí, en manos de Brock, quien seguro no lo apreciará como yo, estoy segura que lo desecharía, revendería o tiraría en cuanto pudiese. Imagino el corazón verde en manos de cualquier mercader y me da tristeza. Pero no me arrepentía, sabía que jamás iba a poder vivir sabiendo que estaba conmigo Dashi como esclava. Intentaba evitar a Brock, luego de nuestro altercado en la habitación
Layne—Entonces… ¿no están seguros de que la belleza de cabello oscuro que está en el campamento… sea la Duquesa? ¿Qué necesitamos para poder confirmarlo?... Pero aun así ¿Ustedes creen que puede sernos útil para nuestros planes contra el Emperador?— pregunta Roldán mientras le da un mordisco a una manzana. Para ser un chico tan joven, de un padre tan tonto, realmente salió un buen muchacho. Es inteligente y fundamentalmente práctico. Un poco menos terco que su tío y eso ya es algo. —Gracias, es exactamente lo que a tu tío le cuesta entender— puntualizo sentado ya cansado de esta reunión. Hablar con Brock de algo que no quiere es como hablar con una pared, y una sorda. —La chica es la única sobreviviente del castillo, todo fue arrasado, cientos murieron, tiene la misma edad y por lo que tengo entendido la misma apariencia que Marchelina Bousquet, y, no es un dato menor, y aún más importante, tiene el anillo del Duque que sabemos que no suele estar a la vista de todos. Para los efe
Brock—Duquesa, tenemos que salir lo antes posible. Ya es tarde, no hemos salido aún, las estamos esperando y están demorando todo el día— grito a través de la tienda y me empiezo a desesperar. Me empiezo a preocupar y pienso lo peor. Areta va de aquí para allá, el hocico pegado al suelo y a los bordes de la tienda. —¡Voy a entrar quieran o no! — clamo con el objetivo de darles un tiempo para prepararse, no vaya a ser que la encuentre de nuevo solo en camisón. Solo de recordarlo me hace que apriete fuerte la tela de la tienda, enredada en la palma de mi mano. Su cabello suelto, su hombro dorado sobresaliendo, sus pies descalzos… es un tormento del que no quiero pensar.Pero cuando entro solo veo a la criada durmiendo como si fuera un bebé. Nada de la Duquesa. Llamó a Layne y Roldán que en segundos están dentro, intentando levantar a la criada mientras yo pongo la tienda patas para arriba. Levanto aquí y allá, busco pisadas, pero nada. Están algunas cosas de ella, no es que tuviera m
AzaleiaSi antes tenía pesadillas, esta era peor, la realidad la sobrepasaba. Hice lo que pensé al instante, preparé el té y le di un poco a ella. “Perdóname” susurré cuando la vi por última vez. No era mi criada, era mi amiga, sentía que era mi única familia. Al menos era libre, pensaba, le di algo importante.Salí y afortunadamente Areta no estaba, el animal solía buscarme en la tienda y dormir a mis pies, aun cuando yo no le mostraba ningún afecto. Tenía miedo, terror quizás. Yo… nunca fui tratada como un objeto, como una pieza de un juego que mueven a placer. Y ojalá fuera eso, jugaban con mi vida ¡Sin mi consentimiento! ¡Casarme! Por el nombre de la Diosa que locura era esa. Entiendo que Marchelina tenía el deber de casarse, y seguramente ella lo haría, con toda la disposición del mundo. Pero el Duque jamás le hubiese impuesto esto, no la obligaría, él mismo se dedicaría a ver quien era el mejor candidato. Se aseguraría que su hija cayera en buenas manos. Pero yo no era Marche
Azaleia¡Qué suerte la mía! Vengo teniendo un éxito tras otro. Yo que pensaba que iba a salir ganando, rezando para que no me encontraran, pensando que lo peor que me podía pasar era estar encerrada en la tienda, ser tratada como un kilo de papas o cualquier cosa. Para luego enterarme de que me iba a ser víctima de un matrimonio arreglado, sin nadie que vele por mi bienestar… y terminó así. Frente a mí tenía nada más y menos a un grupo de tres hombres con una apariencia tan salvaje que hacía parecer a Brock y sus hombres emperadores y su guardia imperial. Yo me levanto lo mejor que puedo, es de noche, pero ellos llevan antorcha y observo sus caras, que están en tan malas condiciones como sus atuendos. Sus ropas estaban desgastadas, tenían una combinación de piezas de armaduras, petos, protecciones en brazos y pantorrillas como si hubieran saqueado en una batalla y tomaron un botín de los fallecidos. Uno tiene un parche en el ojo, el otro es calvo y él que me habla se ve mayor y pa
BrockLlevo ya varios días y no puedo creer que una simple mujer de castillo, una pequeña y sin fuerzas, me lleve la mano ganada en esta persecución. Pareciera que tuviera unas cuantas cartas bajo la manga, con mucha suerte, o nos tenía completamente engañados, y no era una pobre Duquesa encerrada en un castillo toda la vida. Una Duquesa… si, era delicada como una, rara, pero delicada como una flor, en todas sus maneras, expresiones, sus manos finas, el perfume de su cabello y su pequeña, pero a la vez voluptuosa figura… No, no no. No vayas por ese camino Brock, no pienses en ella… de esa manera. Por lo más sagrado.Obviamente, yo sabía que iba por el camino correcto, mis hombres saben rastrear, pero yo tenía a Areta, ella era mejor que mil hombres, sobre todo si de su olfato dependía. Un par de veces me crucé con Roldán, el pequeñajo seguía a su halcón Kenko, pero era un animal que a veces se dejaba entretener por otras aves si las estaba cazando. El problema es que ninguno había