AzaleiaEl campamento era un caos, desde mi pequeño lugar veía cómo se desarrollaba todo: el puma logró salir luego de que yo rompiera un pedazo de la jaula, yo tenía miedo, peor era mi oportunidad, pero me sentía… sin fuerzas. Afortunadamente, el puma apreció entender que yo lo ayudé y no me atacó a mí, sino que embistió contra los rebeldes. De repente vi que una figura grande se movía y peleaba con los hombres, cuando una loba se paró en frente de la jaula y con su hocico trataba de quitar la madera. Me di cuenta de que había sido encontrada. No sabía si sentir miedo o alivio. Vi aparecer a Brock en la puerta de mi jaula, la abrió y sentí sus manos en mi espalda y detrás de mis rodillas y era cargada. Escuchaba su respiración ajetreada, sus cabellos rubios largos caían sobre mi cara, Areta dando vuelta entre sus piernas… y ahí fue todo lo que recuerdo. Cuando abrí mis ojos, un rayo de sol temprano se colaba entre las hojas de los árboles. Solo se escuchaba el cantar de un pájaro,
BrockYa han pasado tres días desde que encontré a la Duquesa temblando, pensé que se iba a quedar en mis brazos, sin poder respirar, pero mejoró considerablemente una vez que me hizo caso. Pasó un día entero con mi camisa y fue un completo suplicio. Con mi camisa y mi capa sobre ella, y algo dentro de mí se sentía contento con ese hecho… algo mío con ella. Veía su herida siempre que podía, observaba sus pequeños pies sobre la tierra.Mi capa la tapaba, pero podía ver cómo a veces sobresalen sus piernas, sus tobillos, sus pies. Notaba su cuerpo bajo la tela… y los recuerdos de solo verla en camisón me atormentaban. Era una mujer hermosa, eso no lo podía dudar, mi cuerpo no lo podía dudar. Sin duda todos estábamos mejor cuando tenía su ropa completa, con toda la cantidad de cosas que se colocan las mujeres debajo del vestido. Era verdad que los cazadores estaban muertos y aun no me encontraba con mis hombres ni con Layne ni mi sobrino, pero era cuestión de tiempo.A veces, cuando ca
Brock—¿Qué has dicho?— le pregunté súbitamente. No podía ni volver a pensar en el tema, necesitaba ayuda para entender esto que parecía ser un giro fundamental en los acontecimientos. Me acercaba a ella paso a paso mientras ella no me respondía, se limitaba a abrazarse las rodillas y a mecerse con evidente agitación.—Mi nombre es… Azaleia— dice con duda al inicio, pero dice el nombre con convencimiento. Tiembla un poco y me mira de reojo para luego apartar la mirada. —Yo… soy una criada y…— dice ella y yo me desespero, la interrumpo.—¡Basta! — le grito y ella se echa para atrás con miedo.—Por favor… tiene que escucharme… por favor— dice y yo me alejo bruscamente.a proseguir con el guardado de las cosas del campamento. En mi camino lanzo cosas, guardo todo a los golpes. Me ofende terriblemente, pero realmente lo que más me molesta es haber caído en su trampa. Todos estos días tranquilos y… casi felices, ella y yo. Las cenas tranquilas, su media sonrisa cuando me veía llegar a la
Azaleia—Vivimos momentos desesperados, señorita. ¿Es lo ideal lo que pido? Seguramente no. Hay peligros, no lo voy a negar… principalmente que alguien descubra que no eres Marchelina. Pero mencionó anteriormente, que uno de sus objetivos era que la confundieran con ella— responde él, ahora cerca de mí. —Es así… Marchelina salía poco del castillo, el Duque tenía miedo de que algo le pasara, pocos la conocen, ni siquiera otros criados——Mejor así. Y si… el Duque buscaba casarla— confirma él muy seguro.—¿Conocía al Duque?— él asiente.—Solo por cartas, él era un aliado importante para nuestra causa, la causa de la emperatriz, de la que puede llevar nuestro imperio a mejor término. La presentación de Marchelina a las demás familias iba a suceder muy pronto— eso era cierto. — La única forma de salvar el ducado es que sea la Duquesa y se case. Si no, lo más probable que suceda es que otro lo robe, lo invada, clame que es de ellos. Y le puedo asegurar que no van a ser buenas personas. ¿L
BrockNunca en mi vida había puesto tanta atención a una persona. Observándola, detallándola, consciente en extremo de cada paso que da, cada movimiento de sus ojos, cada respiración. Solo quería que llegaran Roldán y Layne, para que me hicieran relevo, estaba agotado de cuidarla… y a la vez, me preguntaba si alguna vez la dejaría de cuidar. Tenía que cuidarla y entregarla sana y salva a su marido. Y encontrarle un buen esposo no iba a ser nada fácil, pero eso es problema de otro momento. Tenía tantos años ocultando mis sentimientos y sensaciones que ya no lograba identificarlas.Me encantaba su voz tranquila y serena, lo calmada que parecía ser. Pero lo que más me gustaba era verla dormir, se veía plácida, sus labios entreabiertos, sus pestañas oscuras descansando en su mejilla, sus manos abrazando al zorrito. Me di cuenta a los pocos días que sufría de pesadillas. Una noche me atreví a acariciar su frente cuando tuvo una, se veía intranquila, preocupada y… poco a poco se calmó. J
AzaleiaEl camino a Miraes es largo y pesado y cada vez me siento más ansiosa. Se esperaba además que saliera de Miraes casada, de brazo de mi nuevo esposo, yendo a un lugar nuevo. Los únicos momentos realmente agradables y de pequeñas felicidades eran en la mañana o después de cenar, cuando Roldán se quedaba conmigo hablando, jugábamos con Areta y Till el zorrito. Roldán era un espíritu libre. Su padre parecía ser severo, por lo que él contaba. Como tantos, sus padres tuvieron un matrimonio arreglado sin mucho afecto y finalmente su madre se alojaba en otra casa en el campo, Narcisa se llamaba y parecía ser una mujer brillante. No tenía hermanos, así que era el único heredero del Conde Haggard, seguido después por Brock, y los herederos que él pudiera brindar para afianzar la casa Haggard.—Oh, recuerdo que mi tío era lo mejor. Él es mucho más joven que mi padre y siempre solíamos entrenar juntos, practicar la pelea y la lucha con espadas. Y fue así hasta que se casó— dice mientra
Azaleia Estar bajo la mirada de todos no era fácil, constantemente escuchaba rumores, susurros cuando pasaba y detallaban hasta los detalles más ínfimos de mi persona: mis uñas, mi risa, mis zapatos. A veces parece que estaba entre amigos, otras entre enemigos… era difícil saber quién era quién. La gran ventaja que tenía era que las personas invitadas en Miraes, familias importantes, comerciantes, grandes señores, herederos y demás… no parecían tener muchas expectativas de la Duquesa de Bousquet. Muchos casi ni sabían que existía. Así que era solo sonreír, decir algunas palabras sensatas, cordiales y mostrando sentido común y ya era muy bien recibida en los círculos y conversaciones. Yo era el gran precio como si fuera un concurso, no tenía que hacer mucho para que los candidatos se acercaran a mí. Aunado a eso, las joyas y vestidos que tenían, más la dedicación de Dashi, hacían todo lo demás. Mi día a día consistía en cenas, almuerzos, meriendas, tardes de té con señores y her
LayneTodo estaba funcionando perfectamente, tal como lo planeábamos, me atrevería a decir que, inclusive, mejor. La nueva Duquesa se comportaba de forma ejemplar, era una chica tranquila, sonriente, amable y francamente agradable. Los primeros días la observé de cerca hasta que me di cuenta de que podía estar sin mi presencia. Roldán afortunadamente se había encariñado particularmente con ella, así que la dejaba en buenas manos. Quién era realmente extraño era mi primo. Refunfuñaba más que nunca, las cejas se le iban a unir de tanto que las tenía fruncidas en su frente y si seguía así se iba a arrugar como una pasa en cuestión de días. No hablaba con casi nadie, miraba con cara de pocos amigos a los otros señores, y a los posibles candidatos, ni les digo. Mirada asesina era poco. Jamás lo había visto así.Era tan insoportable que varias veces lo tuve que mandar a que sacara a pasear a Areta por el bosque y se perdía así por horas. Era peor que tener un niño, pensaba. Roldán se com