Brock—Duquesa, tenemos que salir lo antes posible. Ya es tarde, no hemos salido aún, las estamos esperando y están demorando todo el día— grito a través de la tienda y me empiezo a desesperar. Me empiezo a preocupar y pienso lo peor. Areta va de aquí para allá, el hocico pegado al suelo y a los bordes de la tienda. —¡Voy a entrar quieran o no! — clamo con el objetivo de darles un tiempo para prepararse, no vaya a ser que la encuentre de nuevo solo en camisón. Solo de recordarlo me hace que apriete fuerte la tela de la tienda, enredada en la palma de mi mano. Su cabello suelto, su hombro dorado sobresaliendo, sus pies descalzos… es un tormento del que no quiero pensar.Pero cuando entro solo veo a la criada durmiendo como si fuera un bebé. Nada de la Duquesa. Llamó a Layne y Roldán que en segundos están dentro, intentando levantar a la criada mientras yo pongo la tienda patas para arriba. Levanto aquí y allá, busco pisadas, pero nada. Están algunas cosas de ella, no es que tuviera m
AzaleiaSi antes tenía pesadillas, esta era peor, la realidad la sobrepasaba. Hice lo que pensé al instante, preparé el té y le di un poco a ella. “Perdóname” susurré cuando la vi por última vez. No era mi criada, era mi amiga, sentía que era mi única familia. Al menos era libre, pensaba, le di algo importante.Salí y afortunadamente Areta no estaba, el animal solía buscarme en la tienda y dormir a mis pies, aun cuando yo no le mostraba ningún afecto. Tenía miedo, terror quizás. Yo… nunca fui tratada como un objeto, como una pieza de un juego que mueven a placer. Y ojalá fuera eso, jugaban con mi vida ¡Sin mi consentimiento! ¡Casarme! Por el nombre de la Diosa que locura era esa. Entiendo que Marchelina tenía el deber de casarse, y seguramente ella lo haría, con toda la disposición del mundo. Pero el Duque jamás le hubiese impuesto esto, no la obligaría, él mismo se dedicaría a ver quien era el mejor candidato. Se aseguraría que su hija cayera en buenas manos. Pero yo no era Marche
Azaleia¡Qué suerte la mía! Vengo teniendo un éxito tras otro. Yo que pensaba que iba a salir ganando, rezando para que no me encontraran, pensando que lo peor que me podía pasar era estar encerrada en la tienda, ser tratada como un kilo de papas o cualquier cosa. Para luego enterarme de que me iba a ser víctima de un matrimonio arreglado, sin nadie que vele por mi bienestar… y terminó así. Frente a mí tenía nada más y menos a un grupo de tres hombres con una apariencia tan salvaje que hacía parecer a Brock y sus hombres emperadores y su guardia imperial. Yo me levanto lo mejor que puedo, es de noche, pero ellos llevan antorcha y observo sus caras, que están en tan malas condiciones como sus atuendos. Sus ropas estaban desgastadas, tenían una combinación de piezas de armaduras, petos, protecciones en brazos y pantorrillas como si hubieran saqueado en una batalla y tomaron un botín de los fallecidos. Uno tiene un parche en el ojo, el otro es calvo y él que me habla se ve mayor y pa
BrockLlevo ya varios días y no puedo creer que una simple mujer de castillo, una pequeña y sin fuerzas, me lleve la mano ganada en esta persecución. Pareciera que tuviera unas cuantas cartas bajo la manga, con mucha suerte, o nos tenía completamente engañados, y no era una pobre Duquesa encerrada en un castillo toda la vida. Una Duquesa… si, era delicada como una, rara, pero delicada como una flor, en todas sus maneras, expresiones, sus manos finas, el perfume de su cabello y su pequeña, pero a la vez voluptuosa figura… No, no no. No vayas por ese camino Brock, no pienses en ella… de esa manera. Por lo más sagrado.Obviamente, yo sabía que iba por el camino correcto, mis hombres saben rastrear, pero yo tenía a Areta, ella era mejor que mil hombres, sobre todo si de su olfato dependía. Un par de veces me crucé con Roldán, el pequeñajo seguía a su halcón Kenko, pero era un animal que a veces se dejaba entretener por otras aves si las estaba cazando. El problema es que ninguno había
AzaleiaEl campamento era un caos, desde mi pequeño lugar veía cómo se desarrollaba todo: el puma logró salir luego de que yo rompiera un pedazo de la jaula, yo tenía miedo, peor era mi oportunidad, pero me sentía… sin fuerzas. Afortunadamente, el puma apreció entender que yo lo ayudé y no me atacó a mí, sino que embistió contra los rebeldes. De repente vi que una figura grande se movía y peleaba con los hombres, cuando una loba se paró en frente de la jaula y con su hocico trataba de quitar la madera. Me di cuenta de que había sido encontrada. No sabía si sentir miedo o alivio. Vi aparecer a Brock en la puerta de mi jaula, la abrió y sentí sus manos en mi espalda y detrás de mis rodillas y era cargada. Escuchaba su respiración ajetreada, sus cabellos rubios largos caían sobre mi cara, Areta dando vuelta entre sus piernas… y ahí fue todo lo que recuerdo. Cuando abrí mis ojos, un rayo de sol temprano se colaba entre las hojas de los árboles. Solo se escuchaba el cantar de un pájaro,
BrockYa han pasado tres días desde que encontré a la Duquesa temblando, pensé que se iba a quedar en mis brazos, sin poder respirar, pero mejoró considerablemente una vez que me hizo caso. Pasó un día entero con mi camisa y fue un completo suplicio. Con mi camisa y mi capa sobre ella, y algo dentro de mí se sentía contento con ese hecho… algo mío con ella. Veía su herida siempre que podía, observaba sus pequeños pies sobre la tierra.Mi capa la tapaba, pero podía ver cómo a veces sobresalen sus piernas, sus tobillos, sus pies. Notaba su cuerpo bajo la tela… y los recuerdos de solo verla en camisón me atormentaban. Era una mujer hermosa, eso no lo podía dudar, mi cuerpo no lo podía dudar. Sin duda todos estábamos mejor cuando tenía su ropa completa, con toda la cantidad de cosas que se colocan las mujeres debajo del vestido. Era verdad que los cazadores estaban muertos y aun no me encontraba con mis hombres ni con Layne ni mi sobrino, pero era cuestión de tiempo.A veces, cuando ca
Brock—¿Qué has dicho?— le pregunté súbitamente. No podía ni volver a pensar en el tema, necesitaba ayuda para entender esto que parecía ser un giro fundamental en los acontecimientos. Me acercaba a ella paso a paso mientras ella no me respondía, se limitaba a abrazarse las rodillas y a mecerse con evidente agitación.—Mi nombre es… Azaleia— dice con duda al inicio, pero dice el nombre con convencimiento. Tiembla un poco y me mira de reojo para luego apartar la mirada. —Yo… soy una criada y…— dice ella y yo me desespero, la interrumpo.—¡Basta! — le grito y ella se echa para atrás con miedo.—Por favor… tiene que escucharme… por favor— dice y yo me alejo bruscamente.a proseguir con el guardado de las cosas del campamento. En mi camino lanzo cosas, guardo todo a los golpes. Me ofende terriblemente, pero realmente lo que más me molesta es haber caído en su trampa. Todos estos días tranquilos y… casi felices, ella y yo. Las cenas tranquilas, su media sonrisa cuando me veía llegar a la
Azaleia—Vivimos momentos desesperados, señorita. ¿Es lo ideal lo que pido? Seguramente no. Hay peligros, no lo voy a negar… principalmente que alguien descubra que no eres Marchelina. Pero mencionó anteriormente, que uno de sus objetivos era que la confundieran con ella— responde él, ahora cerca de mí. —Es así… Marchelina salía poco del castillo, el Duque tenía miedo de que algo le pasara, pocos la conocen, ni siquiera otros criados——Mejor así. Y si… el Duque buscaba casarla— confirma él muy seguro.—¿Conocía al Duque?— él asiente.—Solo por cartas, él era un aliado importante para nuestra causa, la causa de la emperatriz, de la que puede llevar nuestro imperio a mejor término. La presentación de Marchelina a las demás familias iba a suceder muy pronto— eso era cierto. — La única forma de salvar el ducado es que sea la Duquesa y se case. Si no, lo más probable que suceda es que otro lo robe, lo invada, clame que es de ellos. Y le puedo asegurar que no van a ser buenas personas. ¿L