Azaleia
El viaje a caballo es agotador y mientras el tiempo pasa, mi cuerpo se siente agotado y mis piernas acalambradas, veo los caminos de tierra, las colinas y montañas, me doy cuenta de que mi escapada nunca iba a tener éxito. El viaje que emprendía era a un mundo desconocido. Pero sentirme tan ajena del mundo, uno que tenía a metros del castillo y que desconocía, me hacía sentir frágil, débil y absolutamente perdida. Tú querías viajar a Azaleia ¿No?
—¿Estás bien?— pregunta el hombre de cabello oscuro y ojos verdes que me protegió hace unos instantes. Su traje es de color negro de cuero y tiene varios anillos en sus manos. Yo cabeceo suavemente y le doy a entender que estoy bien.
—Soy Layne Isaac, por cierto, primo de Brock y consejero de los Haggard. El rubio de atrás con cara de molesto es el hijo menor de Conde de Haggard, el líder de esta compañía— menciona a modo de una breve presentación. Yo asiento de nuevo, evitando presentarme. No sé qué quieren de mí, pero decir que soy una criada no parece una buena idea por el momento.
El de ojos verdes me sigue de cerca, a veces al lado intentando buscarme conversación y el temible Brock me sigue detrás en un portentoso caballo marrón con motas blancas, su bestia está al lado de él y por lo que entiendo es una loba. Siento su mirada pegada en mi espalda.
Yo me sujeto la capa que él me dio, cubriéndome de la cabeza a los pies, de forma inconsciente, palmeo mi pequeño bolsito en mi bolsillo con mis pequeñas joyas, algunas mías, otras que pude salvar antes que llegaran los varios ladrones que intentaron tomar algo del castillo, aunque las más importantes siguen escondidas ahí hasta que el castillo Bousquet tenga nuevo dueño.
Los hombres que me retienen no son mejores. Uno es una bestia, por las historias que se escuchan de él, dice que acabó con enemigos de un solo golpe, y él otro se ve cordial, pero sus ojos son fríos, no me engaña ni por un momento. Sé cómo vieron el anillo con avidez, sin duda piensan robármelo y clamar los derechos por las tierras del Duque. Él ya no está, pero él me lo dio, fue su forma de decirme que yo era la guardiana.
Ya es casi de noche, cuando aparece a nuestra vista un campamento, está en un lugar poco concurrido, supongo que para estar lejos de miradas. Está bien armado, pero sin duda, no se compara a una edificación de piedra o madera. Sin embargo, el calor de las antorchas apostadas me llama, un poco de calor y quizás una bebida caliente, mejorarían mis horribles experiencias y sería todo para mi helado cuerpo.
Después de bajar del caballo a duras penas y de adentrarme en el campamento, todas mis expectativas de confort se ven disueltas como mi cálido aliento en el frío de la noche. No me importaría dormir en el suelo, tal cual como estoy, ni siquiera de no comer. Pero lo que veo no es agradable por otra razón, estoy rodeada de hombres, todos soldados,
Me llevan a la carpa principal. Es realmente grande y acogedora, con alfombras de intrincados diseños, un espacio particular con una tetera, vasos, entre otros utensilios, estantes improvisados con libros y una gran mesa con planos encima. Me enseñan una silla cerca de la mesa y me piden sentarme, mientras Layne llama a algunos criados para que traigan bebida y comida caliente; también piden no ser interrumpidos.
—Muy bien señorita… creo que nos debe una presentación— dice Brock inclinándose a mi nivel —¿Quién eres? ¿Qué hacías en el castillo de los Bousquet?— me pregunta de forma amenazante. Yo no respondo, francamente no sé qué decir. En otra circunstancia nunca habría mentido, pero ahora… ahora soy otra persona.
—¿Quién arrasó con el castillo? ¿Por qué tú sobreviviste y el resto no? ¿Estás protegiendo a alguien? ¿A quién? ¿Dónde está el Duque?— vuelve a preguntar, esta vez apoyando sus manos en los apoyabrazos de la silla, quedando muy cerca de mi. Yo me inclino desesperadamente para atrás. Sus ojos grises son intensos, su barba rubia tiene rastros dorados como rayos del sol. Su cara es intimidante, y a la vez fascinante. Cierro los ojos para no pensar nada más y no puedo evitar querer llorar.
—¿Qué sabes de Marchelina Bousquet?— pregunta Layne y yo me asombro—Es obvio que la conoce— responde Layne.
—No sé quién es— digo de sopetón angustiada, mi respiración se acelera como un caballo.
—¿Ah no? Pero tu cara me dijo otra cosa. ¿Acaso no lo sabes? Muy pocas personas conocen su nombre, incluso los propios trabajadores del castillo. El Duque fue super celoso con su hija, hay personas que inclusive ni sabían que tenía hija— dice con esos ojos verdes y fríos. Es verdad, nadie lo sabía. Al parecer, desde que murió la Duquesa, la madre de Marchelina, de una enfermedad rápida cuando su hija era una bebé, el Duque se volvió cada vez más obsesionado con la protección de su hija y es cierto que pocos inclusive dentro del castillo no la habían visto. Tampoco a mí, salíamos muy poco, siempre alejadas de las miradas curiosas.
—Yo… no sé nada— titubeo.
—Yo creo que sí sabe, señorita. Yo creo que tú eres Marchelina Bousquet— siento que hiperventilo y mi corazón se va a salir. Niego con mi cabeza con desesperación.
—Yo no soy Marchelina— digo angustiada, implorando que me crean —Yo no soy la Duquesa—
—¿Entonces por qué llevas el anillo de los Bousquet? ¿Lo robaste?—pregunta Brock de forma intimidatoria. Yo sigo negando y empiezo a llorar, me tapo la cara con mis manos - —¿Quién eres entonces? ¡Habla! Dónde está el Duque?— me grita.
—El Duque… murió en la emboscada— admito intentando cambiar el tema de Marchelina. Ambos se quedan en silencio.
—¿Lo viste? ¿Puedes confirmarlo?— pregunta Layne preocupado mientras Brock se toma la cabeza desesperado y patea un par de cosas más. Yo asiento desesperada.
—No le creo Layne. ¡Dinos, quién demonios eres!— me levanta la voz..
—Yooo… soy una criada, solo una criada— respondo con un hilo de voz.
—Solo una criada. Una criada que no aparece tal, que se ve que no ha trabajado un solo día de su vida y que además lleva el anillo que solo tiene la familia ¿Crees que somos tontos?— me dice acercándose Brock y puedo ver sus ojos brillando de furia.
—No soy la Duquesa… ¡Ni siquiera luzco como ella!—
—¿Cómo sabes cómo luce la Duquesa? —me dice Layne, y debo decir que tiene razón.
—Yo no… ustedes tienen que creerme— digo desesperada.
—No temas, somos tus aliados, bajo nuestro poder nada malo te va a pasar, Duquesa— dice Layne.
—Layne, llama a uno de los criados para que preparen los aposentos de la Duquesa. Quien se acerque a ella sin yo haberlo pedido expresamente que se considere muerto y enterrado, así le toque un solo cabello de su cabeza— manifiesta Brock.
Yo me encuentro temblando en la silla, tanto que las patas de la silla retumban con un sonido rítmico el suelo donde hay una roca sin las alfombras. Esto es peor que mis pesadillas, que son realmente horrorosas. Brock se voltea a verme y da un paso hacia mí y yo me cubro nuevamente, finalmente se aleja. Parece ser que me voy a quedar en esta tienda y siento que me desmayo solo de pensar que voy a estar aquí encerrada con él, porque sin duda esta es su carpa. Brock parece dudar, pero finalmente intenta volver a acercarse, yo me encojo lo más posible.
—Solo quería saber si tienen alguna otra herida— dice serio, como si yo fuera un objeto que revisar. Yo niego con la cabeza, como si me voy a dejar revisar por él. Luego se acerca más, intenta ver el corte de mi boca y pareciera que me quiere ayudar, yo aparto mi cabeza rápidamente y él desiste.
—Aquí tienes algo de comida, té y agua y vendajes para que te limpies la herida. Dormirás siempre en esta tienda y bajo ninguna circunstancia saldrás, al menos que yo o Layne lo decidamos ¿Está claro?— Ahora soy su prisionera, mi mundo será esta carpa.
—Se lo pido… por favor, déjeme ir. No le diré a nadie lo que ha sucedido. No quiero ser una prisionera— él me ve de reojo entre su espesa cabellera rubia oscura.
—Te quedarás aquí. Yo mismo cuidaré la entrada. Estarás aquí sola y nadie te hará daño, es mejor destino que cualquier cosa que puedas hacer afuera, enfrentando el camino. Créeme, ¿Soy lo suficientemente claro o debo repetir lo que dije?— dice de forma austera.
BrockPor supuesto que Layne me decía que de ahora en adelante todo iba a salir bien ¡Una Duquesa ha caído en nuestro camino! ¡Una Duquesa! No una Baronesa, o una condesa, sino una increíble, creída y malcriada, eso sí, Duquesa. Nosotros, unos caballeros, pero que no teníamos ningún título ni algún patrimonio al que sacar provecho, pero que, con todo y eso, veníamos de grandes familias. Este era el momento que esperábamos, claramente, al menos según Layne. No siempre llegaba una Duquesa en nuestras manos, de un pequeño pero estratégico ducado, y además de todo, huérfana, íngrima y sola. Una joven chica completamente a merced de cualquiera, y francamente tiene suerte de que llegamos nosotros. Evidentemente, ella no lo sabe, poco nos habla, si acaso nos mira y efectivamente no ha salido de mi tienda en los últimos días. Nos trata como si fuéramos sus secuestradores, poco entiende de que todo pudo haber sido horriblemente peor. Si “la Duquesa” en cuestión venía a ser un arma para trae
LayneNo he conocido en mi vida hombre más terco, testarudo, desconfiado, con odio por los principios sociales y completamente obtuso en todo mi vida como es mi primo Brock. Desde que éramos pequeños estuve cerca de él, su padre me permitía entrar a sus clases particulares y entrenábamos juntos. Yo era de una casa más pequeña, de una familia de parte de su madre, que había jurado luchar con los Haggard hace ya cientos de años,. Su hermano mayor, Heral, era todo lo opuesto a él: sonrisa fácil, carismático, abierto a todo, profundamente egoísta y egocéntrico.Por ello y porque desde pequeño puse de manifiesto que iría con Brock a donde él quisiese, no fui con el hermano mayor como debería, sino con el relegado hermano menor. Siempre fué una persona difícil, amando con ferocidad pero odiando de igual manera. Antes era un niño despreocupado, curioso y realmente travieso. Luego pasó a gustarle las armas y pensar siempre en ir a la guerra, en defender, atacar, no le tenía miedo a la muert
Azaleia Cómo sobreviví al ataque, a los hombres que mataron a Marchelina y al Duque, cómo me mantuvieron con vida estos soldados, es para mí un misterio. Sin embargo, no me quedaban dudas de que Brock me salvó hoy, a mí y a Dashi. Vi como se puso delante de nosotras, como hizo que su cuerpo fuera como una pared de piedras cuidando nuestro frente. No lo dudó ni un segundo. Literalmente Brock era como una pared. Sus mechones rubio oscuro brillaban bajo la luz del día, su capa revoloteaba con el viento que pasaba entre los árboles, su presencia era imponente. Me daba miedo, muchísimo, aún todavía, pero a la vez… me reconfortaba que él estuviera ahí, frente a nosotras. Su semblante era serio pero realmente preocupado. Veía su rostro, casi que por primera vez, realmente lo veía, lo detallaba: sus ojos claros, sus cejas espesas y rubias oscuras, su nariz recta, su barbilla fuerte y marcada con una barba rubia espesa, y dentro unos labios carnosos. Jamás lo había visto sonreír, y siemp
BrockRealmente mi vida va de locura en locura desde que estas mujeres llegaron. No solo tengo que acomodarme a sus pedidos de bañarse, lavar la ropa, buscar unas extrañas hierbas para la criada haga, no sé que, saltar a defenderlas en vez de atacar a los ladrones que nos emboscaron, sino que además, una cree que soy el marido de la otra. ¿Yo? ¿Con esa mujer difícil e insoportable? No podía dejar de pensar en que alguien podría entrar al cuarto de ellas, eran par de mujeres durmiendo solas en una posada llena de soldados. Así que me dispuse a dormir, me recosté en la puerta, cuchillo en mano, preparado para cualquier cosa. Pero, lo que menos pensé es que iba a ser levantada tan estrepitosamente por ella, quien abrió la puerta casi antes del amanecer Me la encuentro, ni más ni menos, a ella con cara de furia, reclamando no sé qué. Cuando yo no me podía ni concentrar… su camisón le llegaba un poco abajo de las rodillas y podía ver más de su piel de lo que nunca había visto, sus pequ
AzaleiaDashi fue mía por unos segundos cuando pedí que redactaran otro documento donde le daba su libertad. Ella, con lágrimas en los ojos, me dijo que seguiría conmigo, sería mi criada el tiempo que yo quisiese y sería fiel servidora de la casa Bousquet toda su vida. Creo que fue uno de los mejores días de mi vida, ganaba una amiga, una familia, una aliada, todo al mismo tiempo.La joya era realmente mía y debía reconocer que me costaba separarme un poco de ella. El Duque me la dio cuando cumplí la mayoría de edad, unos días antes que Marchelina. Lo amaba y lo llevaba siempre conmigo. Ahora estaba lejos de mí, en manos de Brock, quien seguro no lo apreciará como yo, estoy segura que lo desecharía, revendería o tiraría en cuanto pudiese. Imagino el corazón verde en manos de cualquier mercader y me da tristeza. Pero no me arrepentía, sabía que jamás iba a poder vivir sabiendo que estaba conmigo Dashi como esclava. Intentaba evitar a Brock, luego de nuestro altercado en la habitación
Layne—Entonces… ¿no están seguros de que la belleza de cabello oscuro que está en el campamento… sea la Duquesa? ¿Qué necesitamos para poder confirmarlo?... Pero aun así ¿Ustedes creen que puede sernos útil para nuestros planes contra el Emperador?— pregunta Roldán mientras le da un mordisco a una manzana. Para ser un chico tan joven, de un padre tan tonto, realmente salió un buen muchacho. Es inteligente y fundamentalmente práctico. Un poco menos terco que su tío y eso ya es algo. —Gracias, es exactamente lo que a tu tío le cuesta entender— puntualizo sentado ya cansado de esta reunión. Hablar con Brock de algo que no quiere es como hablar con una pared, y una sorda. —La chica es la única sobreviviente del castillo, todo fue arrasado, cientos murieron, tiene la misma edad y por lo que tengo entendido la misma apariencia que Marchelina Bousquet, y, no es un dato menor, y aún más importante, tiene el anillo del Duque que sabemos que no suele estar a la vista de todos. Para los efe
Brock—Duquesa, tenemos que salir lo antes posible. Ya es tarde, no hemos salido aún, las estamos esperando y están demorando todo el día— grito a través de la tienda y me empiezo a desesperar. Me empiezo a preocupar y pienso lo peor. Areta va de aquí para allá, el hocico pegado al suelo y a los bordes de la tienda. —¡Voy a entrar quieran o no! — clamo con el objetivo de darles un tiempo para prepararse, no vaya a ser que la encuentre de nuevo solo en camisón. Solo de recordarlo me hace que apriete fuerte la tela de la tienda, enredada en la palma de mi mano. Su cabello suelto, su hombro dorado sobresaliendo, sus pies descalzos… es un tormento del que no quiero pensar.Pero cuando entro solo veo a la criada durmiendo como si fuera un bebé. Nada de la Duquesa. Llamó a Layne y Roldán que en segundos están dentro, intentando levantar a la criada mientras yo pongo la tienda patas para arriba. Levanto aquí y allá, busco pisadas, pero nada. Están algunas cosas de ella, no es que tuviera m
AzaleiaSi antes tenía pesadillas, esta era peor, la realidad la sobrepasaba. Hice lo que pensé al instante, preparé el té y le di un poco a ella. “Perdóname” susurré cuando la vi por última vez. No era mi criada, era mi amiga, sentía que era mi única familia. Al menos era libre, pensaba, le di algo importante.Salí y afortunadamente Areta no estaba, el animal solía buscarme en la tienda y dormir a mis pies, aun cuando yo no le mostraba ningún afecto. Tenía miedo, terror quizás. Yo… nunca fui tratada como un objeto, como una pieza de un juego que mueven a placer. Y ojalá fuera eso, jugaban con mi vida ¡Sin mi consentimiento! ¡Casarme! Por el nombre de la Diosa que locura era esa. Entiendo que Marchelina tenía el deber de casarse, y seguramente ella lo haría, con toda la disposición del mundo. Pero el Duque jamás le hubiese impuesto esto, no la obligaría, él mismo se dedicaría a ver quien era el mejor candidato. Se aseguraría que su hija cayera en buenas manos. Pero yo no era Marche