Atardecía cuando Débora abrió los ojos. Después de pasar la noche en vela en el hospital le dieron el alta y regresó al rancho, ya en su habitación, gracias a los analgésicos durmió casi todo el día. Reconoció su habitación de la casa. A veces aún temía despertarse en la sombría habitación que ocupaba en el Memfis, o peor aún embutida en el sucio y oscuro camión que las trasladó a Estados Unidos. Notó una desagradable sensación de sequedad en la boca y decidió buscar algo para beber. Lentamente y algo aturdida pues aún le dolía el pecho y un poco la cabeza bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Daniel la vio bajar, también estaba cansado pues se había pasado la noche velando a su esposa y contrariamente a ella, él no se había acostado aún. Tenía trabajo atrasado, así que decidió no moverse de la casa. Finalmente se ocupó del papeleo con el consiguiente alivio de Mike que llevaba días persiguiéndolo. Si los asuntos que lo ocupaban no demandaban demasiada atención le gustaba
-¡Cállate, no seas curiosa! – regañó nuevamente Dora.-No se preocupe Dora – pidió Débora – todo el mundo ya lo sabe, trabajé, pero sólo de camarera…, y te digo que ese lugar es sucio y muy oscuro. No te gustaría para nada Malena – aclaró con una sonrisa.-Entonces el señor la sacó de allí, se enamoró de usted…, y se casaron. Que romántico… - Añadió Carol, la más joven y soñadora de las criadas. – Es como esa película que…-Mejor cállate, Carol – La riñó esta vez Remedios.-Si…, el señor me sacó de allí, pero no creo que me quiera., lo hizo por…. – Intentó explicar Débora buscando las palabras adecuadas para no comprometerse mucho, por fortuna no necesitó terminar pues fue interrumpida certeramente por Remedios que intentó nuevamente cambiar el tema de la conversación, no creía fuera conveniente airear los motivos que había tenido el patrón para casarse con esa muchacha-Usted no es de por aquí, ¿Tiene familia señora?–-Si tiene, yo he visto las fotos de la habitación – Intervino Caro
.-No... mintió Débora sin comprender las manifestaciones de cariño de su marido. Ella tampoco comprendía, ellos iban a convivir durante una temporada y luego divorciarse, no lograba descifrar porque se comportaba de esa forma con ella. La celaba, la regañaba, luego la trataba con cariño… Nunca había tenido novio ni nada parecido y si así eran las relaciones entre un hombre y una mujer no le gustaban nada…-Creo que debemos hablar, tenemos una conversación pendiente. ¿A que fuiste al Menfis el otro día Débora? – Preguntó, levantándose para apartarse un poco de ella y dejar que se explicara con tranquilidad. Ella se negó a responder dijo que no importaba y que no volvería a ir. Por nada del mundo quería hablar de ello y que el volviera a enojarse. Deseaba evitar esta conversación como fuera, prefirió reconocer la culpa y pedir perdón, pero él no tenía suficiente, siguió insistiendo hasta que ella no pudo negarse.-No se trata de eso. No basta que me digas que no volverás, quiero sabe
Claro que le creyó, porque no iba a creerla… Seguramente Monna se confundió. Hace unas semanas ella era una de ellas, si se negaba a ir a verlas sería como despreciarlas. Ella no era así, sabía que su estancia en la gran mansión Savater era temporal y que tarde o temprano volvería al sitio que le correspondía. – Se perfectamente cuál es mi lugar – Terminó su explicación con seguridad. –-¿Un asqueroso club de carretera? ¿Ese es tu lugar? ¿Quieres volver a lo mismo? ¿Es esa tu intención? – Replicó rabiosamente Daniel entendiendo mal la expresión anterior de la muchacha.-No…, claro que no – se defendió con vehemencia Débora –. ¿Por qué siempre piensas lo peor de mí?-¿Y qué quieres que piense? Es lo único que puedo pensar. A no ser que tengas un cómplice no tienes a donde ir ni tampoco medios…- no pudo continuar porque ella lo interrumpió dolidSe defendió explicando que estaba estudiando fuerte para aprovechar la oportunidad que le había dado. Cuando se marchara sería una mujer prep
Golpes sobre madera, la voz de Carol anunciando que el doctor había llegado los interrumpió… Daniel cerró los ojos deteniendo sus besos. Se incorporó y la ayudó a hacer lo mismo. -Hágalo subir… por favor. – ordenó a la criadaDébora entendió que la conversación había terminado para el hombre, pero para ella aún no:-¿Y Monna? – preguntó - ¿Piensas ayudarla?Así era ella, así era esa mujercita con la que se había casado, inocente, desprendida, incapaz de ver la malicia ajena, preocupado por todos menos por ella… Al menos eso daba a entender ¡Dios, lo que daría por estar seguro de algo! Por supuesto que Monna si sabía perfectamente que Juárez estaba en el local, a él no podían engañarlo, pero tampoco podía desautorizarla si ella le había prometido su ayuda debería corresponderla…-¿Tú te fías de ella? – preguntó acercándose de nuevo a la muchacha que había quedado sentada en el sofá-No tengo por que dudar – respondió…-¿Y si te está mintiendo…?-Prefiero equivocarme, pero haber inte
A pesar de que deseaba hacer lo contrario fue puntual. Quería herirlo, ¿Que se pensaba? ¿Que podía disponer de ella, mandarle todo el tiempo, prohibirle las visitas, prohibirle salir…? Apenas unas semanas antes la había besado con pasión y desde ese día prácticamente ni se habían visto, y lo que le dolía más es que ella cayó rendida a sus besos sin oponer ninguna resistencia. Se sentía estúpida. Pero en aras de la frágil convivencia entre ambos reconoció que lo mejor sería no echar más leña al fuego. Se vistió con sencillez y bajó, justo a la hora de la cena.El ya estaba en la salita, en una mano una copa de vino y la otra en el bolsillo del pantalón, de cara a la ventana mirando fuera, pero sin ver nada…, temiendo que Débora no bajara, que lo quisiera retar. Cuando la oyó entrar cerró los ojos, aliviado…inconscientemente se destensaron sus músculos… se volvió. Sin decir palabra le sirvió una copa a ella y se la dio. Ella sonrió… Dios, no por favor…, esa sonrisa lo volvía loco…
La despertó un fuerte ruido que provenía del exterior, se acercó a la ventana para ver. Con sorpresa observó a un helicóptero posándose sobre una plataforma redonda situada detrás de la casa. Daniel estaba de pie esperando. Cuando el helicóptero se detuvo se acercó y subió a él. Iba muy elegante, con un traje oscuro, de sus manos colgaba una gabardina ligera, también oscura y llevaba asido un pequeño maletín, no llevaba más equipaje. El piloto cerró la puerta y subió a su lado, inició la maniobra y el aparato se elevó y rápidamente se perdió tras las nubes. Aún era muy pronto, quedaban por lo menos un par de horas para que se despertase David, así que decidió volver a la cama, se acurrucó bajo las sábanas y volvió a dormirse.David subiéndose a su cama juguetón terminó con su plácido sueño - Bora... Bora… dormilona…- hablaba entre risas. Ella se tapó con las sabanas para esconderse del pequeño, y este se metió debajo para buscarla. Desayunaron, asistieron a sus clases…, en fin,
Débora intentó soltarse, quería darle una bofetada que diera de lleno en esa boca asquerosa que acababa de insultarla a ella y a su marido. Contrariamente a sus deseos, su forcejeo sólo consiguió enervarlo más y la golpeó en la cara. Ella salió impulsada para atrás, hubiera caído al suelo de no ser por la pared, a la que quedó pegada. No tenía escapatoria, Eddie se dio cuenta y sabiéndose vencedor la abrazó más fuerte, empezó a besarla… La tenía agarrada vigorosamente por los brazos, que empezaron a dolerle. Aprisionada entre la pared y Montrail su cabeza trabajaba a marchas forzadas buscando como zafarse. El aliento del francés apestaba a alcohol, el golpe le había ocasionado una pequeña herida, notaba la sangre emerger en sus labios. La mezcla de su sangre y el alcohol que desprendía su agresor le provocaba nauseas. Montrail la apretaba cada vez más, subió las manos hasta los hombros para aumentar la presión de su abrazo, Débora supo que iba a llorar de dolor… Al notar los bra