Dormir por la noche se ha convertido en todo un martirio para mi. Hoy, me desperté con una resaca emocional. Mi cerebro no dejaba de repasar cada detalle de lo que pasó anoche, las miradas calculadoras de Giselle, el veneno de Clara y, sobre todo, el beso de Leo. Ese beso... bueno, fue mas un roce que un beso, pero para mi si lo fue.Sacudí la cabeza, al comenzar a hacerme toda una historia de amor estupidas en mi cabeza. Trabajo es trabajo, Sasha. No más distracciones. Me repetí esta mentira mientras me preparaba, pero la verdad era que Leo ya no era solo "trabajo". Era un enigma, uno que no podía ignorar tan facilmente.Llegué y como todos los dias comencé con mucho trabajo. Justo cuando pensaba que la jornada sería rutinaria, un mensaje inesperado iluminó mi teléfono.Leo: «Pasa a mi oficina a las 9. Tenemos algo que discutir.»Mi corazón dio un vuelco. No era inusual que me llamara para una reunión, pero después de lo que pasó anoche, esas palabras tenían un peso diferente. Me tom
Mi mente no deja de dar vueltas, me siento perdida, solo estoy sentada viendo la pantalla del monitor en mi escritorio sin saber que hacer porque no puedo pensar en otra cosa, traté de enfocarme en cualquier cosa que no fuera Leo, pero… ¡demonios! ¡es imposible!, su beso robandome hasta el alma o la extraña dinámica con su padre que me llenó de adrenalina dejandome desconcertada incluso a mi misma. Pero mi cerebro, traicionero como siempre, decidió que era el momento perfecto para reproducir el evento en un bucle interminable en cada segundo que pasa.Su intensidad, la forma en que había acaparado todo mi mundo por esos segundos que para mi fueron eternos porque me llevaron al mismisimo paraiso. Luego, la mirada de Leo al despedirme, como si quisiera no hacerlo, como si deseara lo mismo que yo, estar juntos y continuar el beso para seguir al siguiente nivel. Ash, pero todo es arruinadopor la mortal, una expresión del padre de Leo, tan fría y calculadora como una hoja de excel.¿Por qu
Sabes que es esa sensación de que todo en tu vida podría mejorar con un pequeño golpe de suerte? Bueno, yo la tengo todo el tiempo. ¿Por qué lo digo? Es muy simple la respuesta, soy la prueba viviente de que los horóscopos mienten. En mi mente solo se repite esto: ¿"Hoy será un día lleno de oportunidades"?. Mi vida es una combinación de correos electrónicos mal redactados, cafés fríos y un jefe al que le sonrío demasiado, “sin que me de cuenta que lo hago” . Aunque probablemente no sepa ni cómo me llamo.Trabajo como asistente administrativa en una empresa de marketing W&B, Perteneciente a la gran familia Black. Suena glamuroso, ¿verdad? Pues no lo es. Mi día a día consiste en recoger papeles que nadie sabe usar, “O que otros tienen flojera de recoger” preparar reportes para reuniones que podrían haber sido un correo y, por supuesto, atender cada capricho de mi jefe, Leo.Ah,... Leo. Si fuera una canción, sería un éxito de los ochenta que no puedo sacar de mi cabeza. Él es la definici
Esa voz. La reconoceria a kilometros de distancia. Esa mezcla perfecta de autoridad, encanto y ligera impaciencia que podía hacer que un simple "buenos días" sonara como una orden directa de los dioses.—¿Sasha vive aquí?¿Leo? ¿En la puerta de mi casa? Mi cerebro se detuvo como si alguien hubiera apagado el interruptor. Todo lo que podía procesar era que la persona al otro lado de mi puerta era, efectivamente, Leo, mi jefe.Instintivamente, dejé caer el tenedor en el plato, y el resto de la pasta que estaba comiendo decidió lanzarse directamente a mi blusa cuando me puse de pie. Porque, claro, en momentos como estos, la gravedad tiene que hacer su trabajo con entusiasmo y justo cuando Leo, el bendito Leo esta aqui.“¿!Pero hace aquí!?”Mi primer impulso fue esconderme debajo de la mesa. ¿Qué hacía Leo aquí? ¿Había venido a despedirme en persona? ¿Era eso siquiera legal? Porque, si no, estaba dispuesta a llamar a recursos humanos en ese preciso instante.La voz de mi casera, doña Luis
El día después de que mi jefe Leo apareció en la puerta de mi casa, estaba decidida a mantener un perfil bajo en la oficina. Por "perfil bajo" me refiero a evitar a Leo a toda costa, lo que era casi imposible considerando que su oficina está a diez pasos de la mia y que siempre que se le de la jodida gana me llame por su café, por documentos o lo que sea, al parecer, el universo disfruta viéndome sufrir.Y todo comenzó cuando me di cuenta de que Clara estaba demasiado callada esa mañana. Eso nunca es buena señal. Clara en modo silencioso es como un tiburón dando vueltas bajo el agua acechando a su presa: sabes que algo está por pasar y que solo espera el momento indicado para atacar. Mientras me dirigía a la máquina de café, la escuché murmurar algo al pasante nuevo, y ambos rieron. Sus risitas eran como clavos en mis nervios.—¿Qué ocurre? —pregunté, tratando de no sonar tan a la defensiva como me sentía.Clara se giró con su típica sonrisa venenosa.—Oh, nada importante. Solo que Le
—¿Enserio? Seria una pena si eso pasara.—¿Eh?—Si eso pasara… tendria que buscar otra asistente y eso es un trabajo que me estoy ahorrando al tenerte a ti.Si… asi de cruel es mi jefe a la hora de responder, y con esa corta conversacion que tuvimos ayer fue que mi día comenzó, yo, corriendo como un pollo sin cabeza por la oficina, de un lado a otro, intentando organizar reportes, esquivar los comentarios pasivo-agresivos de Clara y mantenerme a una distancia prudente de Leo. Después de lo ocurrido en el restaurante, decidí que lo mejor sería mantener nuestra interacción en el mínimo necesario. Asi duele menos.Acababa de recoger el café matutino de Leo quién por cierto aun no ha llegado cosa que es raro en él porque siempre es el primero en estar en la empresa, observo su café en mis manos (negro, sin azúcar, como si fuera un requisito para demostrar autoridad) y estaba esperando el ascensor cuando oí la voz que reconocería incluso en medio de una multitud.—Sasha, espera.¿Por qué s
No puedo sacármelo de la cabeza. Desde que escuché a Leo murmurar eso de: “no se debe enterar”, mi cerebro no ha dejado de saltar entre teorías absurdas y posibilidades reales. Podría ser cualquier cosa: desde un oscuro secreto corporativo que los hombres como él siempre tienen hasta algo completamente ridículo, como una adicción al karaoke de canciones ochenteras. Pero la posibilidad más preocupante es, por supuesto, que ese "ella" sea yo.¿Quién mas podría ser que yo?Esta mañana, al abrir los ojos, me prometí dejar de pensar en ello. Tengo una vida, ¿verdad? Cosas importantes que hacer, como... bueno, no obsesionarme con los secretos de mi jefe porque no deberian de importarme en lo mas minimo. “Carajo, pero es algo dificil de hacer” Aunque claro, mi definición de “cosas importantes” no incluye haberme comido medio pastel de chocolate anoche mientras repasaba mentalmente todas las veces que Leo me ha mirado con esa intensidad suya, como si pudiera ver dentro de mi alma y juzgar lo
—¿Qué era?... ¿Qué querria decirme Leo?.Salí de la oficina con las emociones enredadas como un ovillo de lana tejido por un gato hiperactivo que no deja de jugar. Cada paso resonaba en mi cabeza junto con las palabras de Leo: “Hay algo que quiero decirte. Algo que no debería…” ¿Por qué no debería? ¿Por qué parecía tan dividido, tan… atormentado? Había algo en su tono, algo que hacía que mis dudas crecieran como la espuma de un café mal batido. |La noche cayó rápidamente mientras caminaba hacia casa, y ni siquiera me di cuenta de ello por estar pensando en las palabras de mi jefe y con ella, una tormenta sorpresa que no estaba en el pronóstico de ahora. Primero fue una brisa fría que erizó mi piel, luego unas gotas tímidas, y antes de darme cuenta, estaba bajo un aguacero digno de una película dramática.—Perfecto. ¿Qué sigue? ¿Un rayo cayendo justo frente a mí? —murmuré, acelerando el paso mientras el agua convertía mis zapatos en pequeños estanques portátiles.Cuando finalmente lle