No puedo sacármelo de la cabeza. Desde que escuché a Leo murmurar eso de: “no se debe enterar”, mi cerebro no ha dejado de saltar entre teorías absurdas y posibilidades reales. Podría ser cualquier cosa: desde un oscuro secreto corporativo que los hombres como él siempre tienen hasta algo completamente ridículo, como una adicción al karaoke de canciones ochenteras. Pero la posibilidad más preocupante es, por supuesto, que ese "ella" sea yo.
¿Quién mas podría ser que yo?
Esta mañana, al abrir los ojos, me prometí dejar de pensar en ello. Tengo una vida, ¿verdad? Cosas importantes que hacer, como... bueno, no obsesionarme con los secretos de mi jefe porque no deberian de importarme en lo mas minimo. “Carajo, pero es algo dificil de hacer” Aunque claro, mi definición de “cosas importantes” no incluye haberme comido medio pastel de chocolate anoche mientras repasaba mentalmente todas las veces que Leo me ha mirado con esa intensidad suya, como si pudiera ver dentro de mi alma y juzgar lo desordenada que está.
Al pensar que es eso y de que esta evaluandome, notando lo desordenada que estoy me alerta poniendome paranoica “¿Acaso me va despedir?”
Cuando llego a la oficina, ya tengo un plan: ignorar a Leo, centrarme en mi trabajo y no permitir que mi mente viaje a lugares que no debe. Es un plan sólido. Pero mi problema es otro, porque, mi determinación dura exactamente treinta segundos.
—¿Sasha? —La voz grave de Leo suena justo detrás de mí mientras intento parecer ocupada frente a la computadora.
Es injusto. Nadie debería tener una voz que te haga sentir un cosquilleo en la nuca y, de paso, te robe el sentido común haciendote ver una tonta que balbucea las palabras como si fuera una idiota sin cerebro.
—¿Sí? —Me giro lentamente, intentando parecer tranquila. Mi estómago, sin embargo, está ejecutando una coreografía digna de un concurso de baile.
Ahí está él, sosteniendo una carpeta en la mano y arqueando una ceja como si el universo entero estuviera ligeramente fuera de lugar y solo él pudiera arreglarlo. Lleva esa camisa negra que le marca los hombros de manera sospechosamente perfecta. ¿Es eso legal? Definitivamente no debe de serlo porque estoy que me derrito como un helado en pleno sol por detallarlo.
—Necesito que vengas conmigo a revisar unos documentos. —Su tono es neutro, profesional, pero su mirada se queda en mí un segundo más de lo necesario.
Intento mantener la compostura, pero es complicado cuando el aire a su alrededor parece cargado de electricidad. ¿Es normal que alguien tenga una presencia tan... intimidante y atractiva al mismo tiempo?
—Claro…—respondo, levantándome y ajustándome la blusa como si eso fuera a devolverme algo de control.
Lo sigo por el pasillo, sintiéndome como una estudiante siendo llevada al despacho del director, pero con menos confianza y más conciencia de cómo su aroma, una mezcla de madera y especias, parece quedarse atrapado en mi nariz.
“Por dios… es exquisito su aroma”
Llegamos a la sala de reuniones, y él cierra la puerta tras nosotros. El sonido del cierre me hace dar un pequeño sobresalto, como si acabara de quedarme atrapada en una trampa.
—Siéntate —dice, señalando una silla frente a la mesa.
Me siento, intentando proyectar calma mientras él se inclina sobre la mesa para desplegar los documentos frente a mí. Pero mi mente no coopera. Estoy demasiado consciente de lo cerca que está, del calor que emana de su cuerpo, del ligero movimiento de su cabello bajo la luz. Esto no debería ser tan hipnótico. No debe de serlo pero como ignorar a semejante hombre.
—Estos son los reportes del trimestre —empieza a explicar con ese tono suyo, grave y controlado. Pero mi cerebro no está procesando palabras, solo el ritmo de su voz, como si fuera una canción que se repite en mi cabeza.
Asiento automáticamente, esperando que no note lo distraída que estoy.
—¿Estás prestando atención, Sasha? —pregunta de repente, y mi corazón da un brinco.
—¡Sí! Claro que sí. —mi voz suena demasiado alta, demasiado apresurada y se da cuenta de mi distracción.
Una sonrisa lenta, casi imperceptible, se forma en sus labios. ¡Oh, no!... Me atrapó. Y lo peor es que parece disfrutarlo. ¿Qué diablos?...
—Bien. Entonces, dime, ¿qué opinas sobre esto? —Señala un gráfico en el documento, pero yo estoy demasiado ocupada intentando descifrar si esa sonrisa fue casual o si tenía un propósito oculto.
—Bueno, yo creo que… —Empiezo a improvisar, pero me detengo a la mitad. Es inútil. No puedo concentrarme con él tan cerca. Me inclino hacia atrás, cruzando los brazos en un intento desesperado de recuperar algo de control.
—¿Estás bien? —pregunta, con una pizca de preocupación en su voz.
—Perfectamente —respondo con una sonrisa forzada. —Solo es…
Leo me observa por un momento que se siente eterno, como si estuviera leyendo cada uno de mis pensamientos más secretos. Mi estómago sigue con su coreografía, pero ahora parece estar improvisando pasos más complicados. Las palabras se quedan atoradas en mi garganta por la intensidad de su mirada.
—Parece que estás nerviosa. —Su tono es bajo, casi... provocador.
—¿Nerviosa? Para nada. ¿Por qué estaría nerviosa? —Mi voz se quiebra ligeramente al final, traicionándome.
Él da un paso hacia atrás, como si decidiera darme un respiro. Pero en lugar de alivio, siento una punzada de decepción. ¿Qué me pasa?
—Bien, porque necesito que estés concentrada. Esto es importante. —Su tono vuelve a ser profesional, pero hay algo en su mirada que me dice lo contrario. —Te necesito aquí.
“¿Aquí donde?”
—Ya calmate Sasha. —me reprendo a mi misma por mis sucios pensamientos.
—¿Dijiste algo?.
—No, nada jefe —respondo de inmediato.
El resto de la reunión transcurre de manera casi normal, aunque mi mente sigue atrapada en la tensión que flota en el aire y lo que es peor, mis jodidas fantasias con él. Cerraba mis ojos presionando con fuerza para quitarlos de mi cabeza. Cuando finalmente salimos de la sala, respiro hondo, como si hubiera estado conteniendo el aliento todo el tiempo.
De vuelta en mi escritorio, intento mantenerme ocupada, pero la sensación de su cercanía sigue rondándome como un fantasma y eso me pone muy, pero muy nerviosa. Intento convencerme de que estoy exagerando, de que no hay nada entre nosotros excepto una dinámica jefe-empleada ligeramente más... intensa de lo normal por mi culpa.
Al final del día, cuando estoy a punto de salir de la oficina me aseguro de que todo esté en orden en mi espacio y por supuesto, me aseguro de que la agenda esté en mi cartera,
—Sasha, espera.
Leo me detiene en la entrada.
Me giro, y ahí está de nuevo esa mirada, esa intensidad que hace que todo lo demás desaparezca.
—¿Sí? —mi voz es un susurro.
—Sobre lo de esta mañana... —empieza, pero se detiene.
—¿Qué pasa con esta mañana? —pregunto, intentando sonar casual, aunque mi corazón está latiendo con fuerza.
Por un momento, parece dudar. Pero entonces da un paso hacia mí, y la distancia entre nosotros desaparece.
—Hay algo que quiero decirte. Algo que no debería…
Mi mente se queda en blanco. ¿Esto está realmente pasando? ¿Acaso es un bendito y maravilloso sueño? Si es asi, no quiero despertar.
—¿Qué es? —logro preguntar, aunque mi voz apenas es audible.
Leo abre la boca para responder, pero en ese momento su teléfono suena, rompiendo el hechizo que me tenia atrapada.
Él maldice en voz baja, sacando el teléfono del bolsillo.
—Lo siento, tengo que atender esto. —Su tono es serio, pero su mirada permanece fija en la mía un segundo más antes de darse la vuelta y alejarse.
Me quedo ahí, con mil emociones enredadas dentro de mí: confusión, frustración, curiosidad… y algo más, algo que no quiero admitir. ¿Qué fue eso? ¿Qué pasó?. Mis pies me retienen y mi mente me dicta que esperé, que lo persiga para que me lo diga.
Cuando finalmente salgo de la oficina, mi mente sigue dando vueltas porque al final me fuí. Lo que sea que Leo estaba a punto de decirme, era importante.
—¿Qué era?... ¿Qué querria decirme Leo?.Salí de la oficina con las emociones enredadas como un ovillo de lana tejido por un gato hiperactivo que no deja de jugar. Cada paso resonaba en mi cabeza junto con las palabras de Leo: “Hay algo que quiero decirte. Algo que no debería…” ¿Por qué no debería? ¿Por qué parecía tan dividido, tan… atormentado? Había algo en su tono, algo que hacía que mis dudas crecieran como la espuma de un café mal batido. |La noche cayó rápidamente mientras caminaba hacia casa, y ni siquiera me di cuenta de ello por estar pensando en las palabras de mi jefe y con ella, una tormenta sorpresa que no estaba en el pronóstico de ahora. Primero fue una brisa fría que erizó mi piel, luego unas gotas tímidas, y antes de darme cuenta, estaba bajo un aguacero digno de una película dramática.—Perfecto. ¿Qué sigue? ¿Un rayo cayendo justo frente a mí? —murmuré, acelerando el paso mientras el agua convertía mis zapatos en pequeños estanques portátiles.Cuando finalmente lle
La frustración se había instalado en mi cabeza como un inquilino molesto y muy bullicioso que no paga la renta. Mientras me sentaba en mi escritorio, no podía dejar de sentir que Leo estaba jugando con mi mente. Como si supiera exactamente cómo mantenerme en el borde de un precipicio emocional, siempre esperando un paso más que nunca llegaba.Lo esperé, por mucho tiempo pensando que volveria a llamarme para decirmelo pero nunca llegó.Mi día transcurrió en una especie de piloto automático, la misma aburrida rutina de siempre. Mis manos escribían correos, mis pies me llevaban a reuniones, pero mi mente estaba en otra parte: específicamente, en una terraza mental donde Leo murmuraba cosas enigmáticas mientras me miraba con esos ojos hipnotizantes.A las cuatro de la tarde, justo cuando ya había aceptado rendirme al misterio que era Leo, su puerta se abrió. Él salió con el teléfono en la mano, luciendo más tenso de lo habitual. Su mirada se cruzó con la mía, y una descarga eléctrica reco
Volvimos a la oficina en silencio. Pero no era un silencio cómodo, ni mucho menos. Era un silencio denso, tosco, como una tormenta que se acumula en el horizonte, esperando el momento justo para estallar sobre nosotros.Al llegar a mi oficina, cerré la puerta tras de mí y me dejé caer sobre la silla, exhalando como si hubiera estado conteniendo el aliento todo el camino “Y creo que si lo hice”. Mi mente era un caos absoluto. ¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo se supone que debía actuar ahora?Llegué a casa y mi amiga se encontraba sentada en el mueble pequeño con los pies sobre mi mesa de adorno de la sala.—¡Uy! Pero que cara traes.—Victoria… no estoy de humor. —suspira y arrastro mis pies hasta poder recostarme en el sofá grande—Mmm… por la cara que traes, apuesto que te pasó algo.—Diras lo que no pasó.—Vamos, cuantale a mamá los detalles.Mi amiga es toda oidos cuando se trata de enredos como los mios.—No… me… jodas. —se tapa la boca con las manos. —suelta una risotada —Se te d
No hay nada más incómodo que fingir que no estás hecha un desastre emocional después de que tu jefe te haya besado. Bueno, quizá sí: fingirlo mientras tratas con Clara, la reina del drama y los comentarios pasivo-agresivos esta merodeante como una vil serpiente esperando justo el momento para atacar por la espalda. Y yo que ya me habia acomodado a su bendita ausencia. Esa mujer podría convertir un día soleado en un tornado solo con una mirada, una arpia de doble cara que no me deja en paz. Y aquí estoy, en mi escritorio, intentando aparentar normalidad mientras mi mente está atrapada en un bucle infinito de preguntas sin respuesta.La sensacion no me abandona, es tan vivida como si ahora mismo, estuviera sucediendo ese beso tan delicioso que no dejo de disfrutar en mis recuerdos y que me hacen sonreir como una tonta cada vez que lo recuerdo.¿Leo me besó porque realmente siente algo por mí? ¿Fue un impulso del que se arrepiente profundamente? ¿Por qué no ha mencionado nada? ¿Y, sobre
Su respuesta claro que me afecto porque pudo decir otra cosa y no responder un tajante y cruel “no”.El aire entre Leo y yo aún está tenso despues de eso, ahora me siento incomdoda y quiero irme. cuando él finalmente aparta a Clara, quien sigue fingiendo que su interrupción fue un “accidente”. ¿Un accidente? Claro, y yo soy astronauta.Leo se pasa una mano por el cabello, como si tratara de recuperar la paciencia que Clara constantemente le roba cuando esta ocupado, y luego me mira con esos ojos que, aunque intentan ser neutrales, siempre parecen guardar un torrente de emociones.“O eso es lo quiero creer”—Sasha, acompáñame un momento —dice con tono serio, ignorando completamente a Clara, quien pone una expresión ofendida como si acabaran de negarle un premio.Lo sigo hasta el otro lado del estacionamiento, mi corazón latiendo más rápido de lo que debería. Mientras camino detrás de él, no puedo evitar preguntarme si esta será la conversación que he estado esperando. ¿Va a aclarar lo
Dormir por la noche se ha convertido en todo un martirio para mi. Hoy, me desperté con una resaca emocional. Mi cerebro no dejaba de repasar cada detalle de lo que pasó anoche, las miradas calculadoras de Giselle, el veneno de Clara y, sobre todo, el beso de Leo. Ese beso... bueno, fue mas un roce que un beso, pero para mi si lo fue.Sacudí la cabeza, al comenzar a hacerme toda una historia de amor estupidas en mi cabeza. Trabajo es trabajo, Sasha. No más distracciones. Me repetí esta mentira mientras me preparaba, pero la verdad era que Leo ya no era solo "trabajo". Era un enigma, uno que no podía ignorar tan facilmente.Llegué y como todos los dias comencé con mucho trabajo. Justo cuando pensaba que la jornada sería rutinaria, un mensaje inesperado iluminó mi teléfono.Leo: «Pasa a mi oficina a las 9. Tenemos algo que discutir.»Mi corazón dio un vuelco. No era inusual que me llamara para una reunión, pero después de lo que pasó anoche, esas palabras tenían un peso diferente. Me tom
Mi mente no deja de dar vueltas, me siento perdida, solo estoy sentada viendo la pantalla del monitor en mi escritorio sin saber que hacer porque no puedo pensar en otra cosa, traté de enfocarme en cualquier cosa que no fuera Leo, pero… ¡demonios! ¡es imposible!, su beso robandome hasta el alma o la extraña dinámica con su padre que me llenó de adrenalina dejandome desconcertada incluso a mi misma. Pero mi cerebro, traicionero como siempre, decidió que era el momento perfecto para reproducir el evento en un bucle interminable en cada segundo que pasa.Su intensidad, la forma en que había acaparado todo mi mundo por esos segundos que para mi fueron eternos porque me llevaron al mismisimo paraiso. Luego, la mirada de Leo al despedirme, como si quisiera no hacerlo, como si deseara lo mismo que yo, estar juntos y continuar el beso para seguir al siguiente nivel. Ash, pero todo es arruinadopor la mortal, una expresión del padre de Leo, tan fría y calculadora como una hoja de excel.¿Por qu
Sabes que es esa sensación de que todo en tu vida podría mejorar con un pequeño golpe de suerte? Bueno, yo la tengo todo el tiempo. ¿Por qué lo digo? Es muy simple la respuesta, soy la prueba viviente de que los horóscopos mienten. En mi mente solo se repite esto: ¿"Hoy será un día lleno de oportunidades"?. Mi vida es una combinación de correos electrónicos mal redactados, cafés fríos y un jefe al que le sonrío demasiado, “sin que me de cuenta que lo hago” . Aunque probablemente no sepa ni cómo me llamo.Trabajo como asistente administrativa en una empresa de marketing W&B, Perteneciente a la gran familia Black. Suena glamuroso, ¿verdad? Pues no lo es. Mi día a día consiste en recoger papeles que nadie sabe usar, “O que otros tienen flojera de recoger” preparar reportes para reuniones que podrían haber sido un correo y, por supuesto, atender cada capricho de mi jefe, Leo.Ah,... Leo. Si fuera una canción, sería un éxito de los ochenta que no puedo sacar de mi cabeza. Él es la definici