—¿Enserio? Seria una pena si eso pasara.
—¿Eh?
—Si eso pasara… tendria que buscar otra asistente y eso es un trabajo que me estoy ahorrando al tenerte a ti.
Si… asi de cruel es mi jefe a la hora de responder, y con esa corta conversacion que tuvimos ayer fue que mi día comenzó, yo, corriendo como un pollo sin cabeza por la oficina, de un lado a otro, intentando organizar reportes, esquivar los comentarios pasivo-agresivos de Clara y mantenerme a una distancia prudente de Leo. Después de lo ocurrido en el restaurante, decidí que lo mejor sería mantener nuestra interacción en el mínimo necesario. Asi duele menos.
Acababa de recoger el café matutino de Leo quién por cierto aun no ha llegado cosa que es raro en él porque siempre es el primero en estar en la empresa, observo su café en mis manos (negro, sin azúcar, como si fuera un requisito para demostrar autoridad) y estaba esperando el ascensor cuando oí la voz que reconocería incluso en medio de una multitud.
—Sasha, espera.
¿Por qué siempre tiene que aparecer en el peor momento? Me giré lentamente, y ahí estaba él, caminando hacia mí con ese porte perfecto que hacía que incluso el pasante más seguro de sí mismo pareciera un amateur. Su presencia hacia que el mundo se detuviera a su alrededor para que todos lo contemplaran.
—Buenos días —dije, intentando no sonar como si acabara de correr un maratón, aunque, en realidad, lo había hecho.
Leo asintió mientras entrábamos al ascensor. Justo cuando las puertas se cerraron, el destino decidió que no había sufrido lo suficiente. Sentí el café tambalearse en mis manos y, en un segundo que pareció durar una eternidad, el vaso volcó directamente sobre su camisa blanca.
Silencio. Un silencio tan absoluto que podía oír el grito de mi dignidad escapando de mi cuerpo.
—¿Acabas de…? —comenzó Leo, mirando su camisa como si no pudiera creer lo que acababa de pasar.
—Ay dios!!! —fue lo que salió de mi garganta al ver lo que habia hecho. —Señor…Lo siento, lo siento muchísimo. —Saqué un pañuelo de mi bolso y comencé a intentar limpiar la mancha, pero eso solo la extendió más. Palidecí porque ahora parecía que alguien había lanzado pintura moderna sobre él. —Ay no!!...
Leo levantó una mano, deteniendo mi inútil esfuerzo.
—Está bien, Sasha. No es la primera vez que arruinas algo importante.
Si, eso si se me dolio.
—¡Oye! Eso fue innecesario. —Cruzando los brazos, lo miré directamente. Probablemente no fue mi mejor idea, considerando que él es mi jefe por lo que tapo mi boca con las manos. —Perdón señor… no quise ser…
Para mi sorpresa, sonrió.
El ascensor se detuvo en ese momento, pero las puertas no se abrieron. Oh, no. Miré el panel de control, que ahora mostraba una luz roja parpadeante.
—Por favor, dime que esto no está pasando.
Leo presionó el botón de emergencia, y una voz robótica nos informó que había un "problema técnico" y que el equipo de mantenimiento estaba en camino.
—Perfecto —murmuré, dejándome caer contra la pared del ascensor intentando no verlo a la cara.
Leo se quitó la chaqueta, revelando una camisa manchada pero sorprendentemente bien ajustada. No era el momento adecuado para notar esas cosas, pero mi cerebro tenía otras ideas.
—¿Esto pasa a menudo? —preguntó, mirándome con curiosidad.
—¿Quedar atrapada en un ascensor con mi jefe después de derramarle café? No, pero considerando cómo va mi vida últimamente, no me sorprende que esto pase.
Él rió, una risa suave que no escuchaba a menudo. ¿Por qué tenía que ser tan condenadamente encantador incluso cuando estaba enojado?
—Eres muy extraña sabes.
No se si sentirme halagada u ofendida.
Pasaron unos minutos en los que intentamos evitar mirarnos bueno, en realidad yo ignoraba su presencia para no fantasear cosas perversas, pero el espacio era demasiado pequeño para fingir que el otro no existía. Finalmente, fue Leo quien rompió el silencio.
—Sasha, he estado queriendo preguntarte algo.
Oh, no. Aquí viene. ¿Había leído algo más en mi agenda? ¿Iba a despedirme? ¿O, peor aún, iba a mencionar el incidente del soufflé?
—¿Por qué estás siempre tan… al límite? —dijo, inclinándose un poco hacia mí.
—¿Al límite? —Reí, más por nervios que por otra cosa—. No comprendo que quiere decir con eso.
Se inclina mas hacia a mi invadiendo habilmente mi espacio personal.
—Si que lo sabes. Asi que dime.
Entiendo a lo que se refiere.
—Bueno, tal vez porque estoy constantemente intentando no perder mi trabajo mientras evito que Clara me apuñale metafóricamente.
Sonrie con la mirada haciendo que me pierda en la admiracion de sus masculinas facciones donde puedo ver que son perfectas, pero había algo en su mirada, como si realmente estuviera interesado en mi respuesta.
—No hablo de eso. —aclara —Hablo de cómo siempre pareces lista para disculparte por algo, incluso antes de que ocurra.
Oh… Eso era inesperado.
—No lo sé —admití finalmente—. Supongo que es más fácil pedir disculpas que enfrentar las consecuencias.
Leo asintió, como si entendiera o como si esa fuera la forma mas rapida de terminar la conversación. Pero antes de que pudiera decir algo más, la luz del ascensor parpadeó, y las puertas se abrieron de golpe.
—Bueno, salvados por el equipo de mantenimiento. —Intenté sonar ligera, pero mi corazón aún estaba latiendo demasiado rápido. Lo veo de reojo pero ni siquiera me escuchó ya que su atencion estaba en su celular.
Mientras caminábamos de regreso a la oficina, no pude evitar notar cómo Leo seguía robando miradas rápidas hacia mí, “o tal vez sea mi imaginacion” posiblemente no lo sea porque es como si estuviera evaluando algo. No sabía si eso era bueno o malo, pero algo me decía que habia hecho algo mal. Queria preguntarselo asi que tome el valor de hacerlo.
—Señor Black, quisiera…
Las puertas se cerraron despues de que entró a su oficina. Hablé inutilmente.
Estaba organizando los papeles para una presentación cuando escuché voces provenientes de la sala de reuniones. Era Leo, hablando con alguien. No suelo espiar a la gente. Pero cuando escuché mi nombre, no pude evitar detenerme junto a la puerta entreabierta.
—¿Estás seguro de que ella no sabe nada? —dijo una voz que no reconocí.
—Sasha no tiene idea —respondió Leo, su tono más serio de lo habitual—. Y quiero que siga así, al menos por ahora.
Mi corazón se detuvo. ¿Qué significaba eso?
—¿Y si se entera? —preguntó la otra voz.
—No lo hará. Yo me aseguraré.
Retrocedí rápidamente antes de que alguien me viera, mi mente se quedó en blanco, el miedo me invadió por completo con mi corazon corriendo a mil por hora haciendo que se me dificulte respirar. ¿De qué estaba hablando? ¿Qué se suponía que yo no debía saber?
Cuando volví a mi escritorio, traté de concentrarme en terminar mi trabajo, pero la conversación seguía repitiéndose en mi cabeza. Algo estaba pasando, algo que claramente tenía que ver conmigo. Y, por primera vez en mucho tiempo, sentí una mezcla de curiosidad y miedo al mismo tiempo pero era mas miedo que curiosidad.
No puedo sacármelo de la cabeza. Desde que escuché a Leo murmurar eso de: “no se debe enterar”, mi cerebro no ha dejado de saltar entre teorías absurdas y posibilidades reales. Podría ser cualquier cosa: desde un oscuro secreto corporativo que los hombres como él siempre tienen hasta algo completamente ridículo, como una adicción al karaoke de canciones ochenteras. Pero la posibilidad más preocupante es, por supuesto, que ese "ella" sea yo.¿Quién mas podría ser que yo?Esta mañana, al abrir los ojos, me prometí dejar de pensar en ello. Tengo una vida, ¿verdad? Cosas importantes que hacer, como... bueno, no obsesionarme con los secretos de mi jefe porque no deberian de importarme en lo mas minimo. “Carajo, pero es algo dificil de hacer” Aunque claro, mi definición de “cosas importantes” no incluye haberme comido medio pastel de chocolate anoche mientras repasaba mentalmente todas las veces que Leo me ha mirado con esa intensidad suya, como si pudiera ver dentro de mi alma y juzgar lo
—¿Qué era?... ¿Qué querria decirme Leo?.Salí de la oficina con las emociones enredadas como un ovillo de lana tejido por un gato hiperactivo que no deja de jugar. Cada paso resonaba en mi cabeza junto con las palabras de Leo: “Hay algo que quiero decirte. Algo que no debería…” ¿Por qué no debería? ¿Por qué parecía tan dividido, tan… atormentado? Había algo en su tono, algo que hacía que mis dudas crecieran como la espuma de un café mal batido. |La noche cayó rápidamente mientras caminaba hacia casa, y ni siquiera me di cuenta de ello por estar pensando en las palabras de mi jefe y con ella, una tormenta sorpresa que no estaba en el pronóstico de ahora. Primero fue una brisa fría que erizó mi piel, luego unas gotas tímidas, y antes de darme cuenta, estaba bajo un aguacero digno de una película dramática.—Perfecto. ¿Qué sigue? ¿Un rayo cayendo justo frente a mí? —murmuré, acelerando el paso mientras el agua convertía mis zapatos en pequeños estanques portátiles.Cuando finalmente lle
La frustración se había instalado en mi cabeza como un inquilino molesto y muy bullicioso que no paga la renta. Mientras me sentaba en mi escritorio, no podía dejar de sentir que Leo estaba jugando con mi mente. Como si supiera exactamente cómo mantenerme en el borde de un precipicio emocional, siempre esperando un paso más que nunca llegaba.Lo esperé, por mucho tiempo pensando que volveria a llamarme para decirmelo pero nunca llegó.Mi día transcurrió en una especie de piloto automático, la misma aburrida rutina de siempre. Mis manos escribían correos, mis pies me llevaban a reuniones, pero mi mente estaba en otra parte: específicamente, en una terraza mental donde Leo murmuraba cosas enigmáticas mientras me miraba con esos ojos hipnotizantes.A las cuatro de la tarde, justo cuando ya había aceptado rendirme al misterio que era Leo, su puerta se abrió. Él salió con el teléfono en la mano, luciendo más tenso de lo habitual. Su mirada se cruzó con la mía, y una descarga eléctrica reco
Volvimos a la oficina en silencio. Pero no era un silencio cómodo, ni mucho menos. Era un silencio denso, tosco, como una tormenta que se acumula en el horizonte, esperando el momento justo para estallar sobre nosotros.Al llegar a mi oficina, cerré la puerta tras de mí y me dejé caer sobre la silla, exhalando como si hubiera estado conteniendo el aliento todo el camino “Y creo que si lo hice”. Mi mente era un caos absoluto. ¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo se supone que debía actuar ahora?Llegué a casa y mi amiga se encontraba sentada en el mueble pequeño con los pies sobre mi mesa de adorno de la sala.—¡Uy! Pero que cara traes.—Victoria… no estoy de humor. —suspira y arrastro mis pies hasta poder recostarme en el sofá grande—Mmm… por la cara que traes, apuesto que te pasó algo.—Diras lo que no pasó.—Vamos, cuantale a mamá los detalles.Mi amiga es toda oidos cuando se trata de enredos como los mios.—No… me… jodas. —se tapa la boca con las manos. —suelta una risotada —Se te d
No hay nada más incómodo que fingir que no estás hecha un desastre emocional después de que tu jefe te haya besado. Bueno, quizá sí: fingirlo mientras tratas con Clara, la reina del drama y los comentarios pasivo-agresivos esta merodeante como una vil serpiente esperando justo el momento para atacar por la espalda. Y yo que ya me habia acomodado a su bendita ausencia. Esa mujer podría convertir un día soleado en un tornado solo con una mirada, una arpia de doble cara que no me deja en paz. Y aquí estoy, en mi escritorio, intentando aparentar normalidad mientras mi mente está atrapada en un bucle infinito de preguntas sin respuesta.La sensacion no me abandona, es tan vivida como si ahora mismo, estuviera sucediendo ese beso tan delicioso que no dejo de disfrutar en mis recuerdos y que me hacen sonreir como una tonta cada vez que lo recuerdo.¿Leo me besó porque realmente siente algo por mí? ¿Fue un impulso del que se arrepiente profundamente? ¿Por qué no ha mencionado nada? ¿Y, sobre
Su respuesta claro que me afecto porque pudo decir otra cosa y no responder un tajante y cruel “no”.El aire entre Leo y yo aún está tenso despues de eso, ahora me siento incomdoda y quiero irme. cuando él finalmente aparta a Clara, quien sigue fingiendo que su interrupción fue un “accidente”. ¿Un accidente? Claro, y yo soy astronauta.Leo se pasa una mano por el cabello, como si tratara de recuperar la paciencia que Clara constantemente le roba cuando esta ocupado, y luego me mira con esos ojos que, aunque intentan ser neutrales, siempre parecen guardar un torrente de emociones.“O eso es lo quiero creer”—Sasha, acompáñame un momento —dice con tono serio, ignorando completamente a Clara, quien pone una expresión ofendida como si acabaran de negarle un premio.Lo sigo hasta el otro lado del estacionamiento, mi corazón latiendo más rápido de lo que debería. Mientras camino detrás de él, no puedo evitar preguntarme si esta será la conversación que he estado esperando. ¿Va a aclarar lo
Dormir por la noche se ha convertido en todo un martirio para mi. Hoy, me desperté con una resaca emocional. Mi cerebro no dejaba de repasar cada detalle de lo que pasó anoche, las miradas calculadoras de Giselle, el veneno de Clara y, sobre todo, el beso de Leo. Ese beso... bueno, fue mas un roce que un beso, pero para mi si lo fue.Sacudí la cabeza, al comenzar a hacerme toda una historia de amor estupidas en mi cabeza. Trabajo es trabajo, Sasha. No más distracciones. Me repetí esta mentira mientras me preparaba, pero la verdad era que Leo ya no era solo "trabajo". Era un enigma, uno que no podía ignorar tan facilmente.Llegué y como todos los dias comencé con mucho trabajo. Justo cuando pensaba que la jornada sería rutinaria, un mensaje inesperado iluminó mi teléfono.Leo: «Pasa a mi oficina a las 9. Tenemos algo que discutir.»Mi corazón dio un vuelco. No era inusual que me llamara para una reunión, pero después de lo que pasó anoche, esas palabras tenían un peso diferente. Me tom
Mi mente no deja de dar vueltas, me siento perdida, solo estoy sentada viendo la pantalla del monitor en mi escritorio sin saber que hacer porque no puedo pensar en otra cosa, traté de enfocarme en cualquier cosa que no fuera Leo, pero… ¡demonios! ¡es imposible!, su beso robandome hasta el alma o la extraña dinámica con su padre que me llenó de adrenalina dejandome desconcertada incluso a mi misma. Pero mi cerebro, traicionero como siempre, decidió que era el momento perfecto para reproducir el evento en un bucle interminable en cada segundo que pasa.Su intensidad, la forma en que había acaparado todo mi mundo por esos segundos que para mi fueron eternos porque me llevaron al mismisimo paraiso. Luego, la mirada de Leo al despedirme, como si quisiera no hacerlo, como si deseara lo mismo que yo, estar juntos y continuar el beso para seguir al siguiente nivel. Ash, pero todo es arruinadopor la mortal, una expresión del padre de Leo, tan fría y calculadora como una hoja de excel.¿Por qu