Un problema llamado amor
Un problema llamado amor
Por: Blanca Rios
Un café frio

Sabes que es esa sensación de que todo en tu vida podría mejorar con un pequeño golpe de suerte? Bueno, yo la tengo todo el tiempo. ¿Por qué lo digo? Es muy simple la respuesta, soy la prueba viviente de que los horóscopos mienten. En mi mente solo se repite esto: ¿"Hoy será un día lleno de oportunidades"?. Mi vida es una combinación de correos electrónicos mal redactados, cafés fríos y un jefe al que le sonrío demasiado, “sin que me de cuenta que lo hago” . Aunque probablemente no sepa ni cómo me llamo.

Trabajo como asistente administrativa en una empresa de marketing W&B, Perteneciente a la gran familia Black. Suena glamuroso, ¿verdad? Pues no lo es. Mi día a día consiste en recoger papeles que nadie sabe usar, “O que otros tienen flojera de recoger” preparar reportes para reuniones que podrían haber sido un correo y, por supuesto, atender cada capricho de mi jefe, Leo.

Ah,... Leo. Si fuera una canción, sería un éxito de los ochenta que no puedo sacar de mi cabeza. Él es la definicion del hombre perfecto, Alto, cabello oscuro perfectamente peinado, sonrisa encantadora... y el ego del tamaño del edificio donde trabajamos. Es el tipo de hombre que podría venderte arena en el desierto porque en esta vida, todo es un negocio para él. Cuando lo conocí en mi entrevista, hice algo que normalmente nunca hago: me quedé sin palabras. Él me sonrió, hizo un chiste sobre lo serio que era el mundo del marketing (que no entendí), y me contrató. Si, asi de rara fue mi entrevista con él. Desde entonces, he estado en una relación unilateral con él. Él me da órdenes; yo le doy miradas soñadoras y llenas de fantasias.

Hoy no es diferente. Estoy sentada en mi escritorio, rodeada de papeles, cuando Clara, la recepcionista, decide arruinar mi mañana. Clara es ese tipo de persona que parece haber salido de una película de comedia romántica, pero no como la protagonista, sino como la villana que usa tacones imposiblemente altos para intimidarte. Una loca sin escrupulos que podria arrancarte los cabellos uno por uno con tal de verte sufriendo pero su doble cara demuestra todo lo contrario.

—Sasha, cariño, ¿ya entregaste el informe del martes? —dice, con una sonrisa que parece más una advertencia.

—Sí, Clara. Hace dos días. —Intento mantener mi voz neutra, pero ella no se lo pone fácil.

—Ah, claro. Es que me dijeron que estaba lleno de errores. Pero no te preocupes, todos cometemos errores... algunos más que otros.

Respiro. Cuento hasta tres. No voy a dejar que Clara gane hoy. No permitiré que me amargue el dia.

—Gracias por el consejo, Clara. Y hablando de errores, creo que olvidaste decirle al mensajero que te devolviera tu personalidad. —Le sonrío dulcemente mientras ella me fulmina con la mirada.

—No se de que hablas —ladea una falsa y gentil sonrisa.

—La verdadera personalidad que tienes.

Estoy disfrutando mi pequeña victoria cuando la puerta de la oficina de Leo se abre de golpe. Ahí está él, impecable como siempre, con su camisa blanca perfectamente planchada y ese aire de "yo mando aquí".

—¡Sasha! —dice, con esa mezcla de urgencia y encanto que solo él puede lograr—. ¿Puedes venir un momento?

Mi corazón da un pequeño brinco. Trato de parecer tranquila mientras me levanto, pero tratandose de él es imposible pero debo hacerlo aunque mis manos están tan sudorosas que me pregunto si debería haber traído guantes.

Entro en su oficina, donde todo está perfectamente organizado. Incluso los libros en su estantería parecen estar alineados por color y tamaño. ¿Quién tiene tiempo para eso?

—Necesito que prepares el informe para la presentación del viernes —dice sin mirarme, concentrado en su pantalla—. Ah, y asegúrate de llamar al proveedor para confirmar lo de las carpetas. Y, ya que estás, ¿puedes traerme un café? Negro, sin azúcar.

Sonríe, y yo me derrito más rápido que un helado en verano.

—Por supuesto —respondo, tratando de sonar profesional.

Salgo de su oficina y me dirijo a la máquina de café, no sin antes notar que Clara me observa con su sonrisa de superioridad habitual.

—¿Te falta algo, Clara? —pregunto, sin detenerme.

—Nada, solo me preguntaba cómo te las arreglas para ser tan eficiente. —Su tono es dulce, pero sus palabras son puro veneno de cobra.

Ignoro el comentario y me concentro en no tropezar en mi camino al café. Cuando llego, me doy cuenta de que alguien olvidó reponer los filtros. Genial, mas trabajo para mi. Después de buscar en todos los cajones, consigo lo necesario y preparo la bebida más amarga que he olido en mi vida. ¿Cómo puede alguien tomar esto?

De vuelta en mi escritorio, miro la taza de café caliente y pienso: "Si esto fuera una película, este sería el momento en que Leo se da cuenta de que soy diferente, especial". Pero no, esto no es una película. Es mi vida. Y mi vida, como mi café, siempre está un poco fría.

Mi mejor amiga, Victoria, me llama justo cuando estoy a punto de sumergirme en un informe.

—¿Cómo va todo, Sasha? ¿Ya le confesaste tu amor a tu jefe? —su tono es puro sarcasmo.

—Oh, sí, claro. Justo después de que me pidió un café sin azúcar. Fue un momento súper romántico. ¿y que crees?, ahora mismo voy a tener sexo desenfrenado con él.

Victoria se ríe. Ella siempre sabe cómo hacerme sentir mejor, incluso cuando mi vida parece un desastre en cámara lenta.

—Escucha, no dejes que Clara te moleste. Y si Leo sigue siendo un imbécil... bueno, siempre puedes renunciar y venirte conmigo a ese retiro de yoga del que te hablé. Te vas a morir de felicidad.

—Diras del aburrimiento —gruñe del otro lado —Gracias, pero creo que moriría antes de poder tocarme los pies.

—Si tu lo dices. Bueno. Hablamos despues debo sacar a Canelo a su paseo vespertino.

Me rio al escuchar que arrastra las palabras porque odia sacar al perro de su madre a pasear por las tardes aunque sea una ternurita. El resto del día transcurre entre tareas interminables y pequeños roces con Clara, que parece tener una misión personal de hacerme la vida imposible. Al final del día, estoy tan agotada que apenas tengo energía para llegar a casa.

Cuando finalmente me dejo caer en mi sofá, pienso en cómo sería mi vida si las cosas fueran diferentes. Si tuviera un trabajo donde realmente me sintiera valorada. Si Leo no fuera solo mi jefe, sino alguien que me mirara como yo lo miro a él. Pero no puedo evitar reírme de lo ridículo que suena todo eso.

Quizá la suerte no esté de mi lado, pero al menos tengo algo de sentido del humor. Y mientras reviso el informe que Leo necesita para el viernes, me prometo que algún día las cosas cambiarán. Solo espero que ese día no tarde demasiado en llegar.

Con mis piernas cruzadas sobre la silla espero ansiosa la comida de mi madre quien viene a de ves en cuando a mi departamento y aprovecha a dejarme comida lista como si fuera una niña que debe cuidar pero gracias a dios que lo hace, ella me dejó su delicia culinarea y mentalmente le agradezco al universo por este manjar.

El pánico me invadió en segundos, y sin pensar, intenté tragar un bocado de carne que me quedó atascado en la garganta. Mi respiración se aceleró, mi garganta se cerró como un bloqueo de seguridad, y mi rostro se tornó un rojo tomate. En medio de mi lucha interna por no asfixiarme, me force a tragar, mientras la voz de mi jefe continuaba acercándose por el pasillo. ¿Qué demonios hace mi jefe en mi casa? Con el aliento entrecortado, alcancé el vaso de agua como si fuera un salvavidas, pero el agua solo empeoró la situación, provocando una tos incontrolable que me hizo sonar como si estuviera luchando contra un dragón en lugar de disfrutar de una comida.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo