Paloma miraba a Aisha pasearse de un lado a otro de la habitación mientras murmuraba las mismas palabras.
―No, no es posible, no es posible...
―¿Por qué no sales de la m*****a duda y te haces una prueba de embarazo de la docena que tienes guardadas en el gabinete debajo del lavabo? ―preguntó su amiga sentada en su cama con las piernas cruzadas.
―Estoy segura de que es un virus estomacal, he vomitado tres días seguidos, pero no es posible...
―¿Y los quince días de retraso de tu menstruación también es por el virus estomacal? ―preguntó Paloma con ironía.
―¿Cómo sabes que tengo quince días de retraso? ―preguntó Aisha con asombro.
―Soy tu asistente y mejor amiga, nos conocemos desde los doce años así que sé todo sobre ti, menos las razones por la que aguantaste siete años al imbécil de Nimai.
Aisha no respondió.
Se dirigió al baño, abrió el gabinete y sacó una prueba de embarazo, después lo pensó mejor y sacó tres, aún quedaban dentro muchos paquetes. Durante los últimos años las compraba por montones para que mes tras mes sufriera una desilusión seguida de una sesión de llanto.
―Tres son mucho mejor que una, así no me queda duda ―dijo desde la puerta del baño a Paloma.
Su amiga levantó el pulgar en señal de estar de acuerdo. Aisha cerró la puerta e hizo pipí sobre los tres palitos y los puso sobre la encimera del lavabo. Asomó la cabeza a la habitación solo para decir:
―Debo esperar dos minutos.
―Te acompaño ―dijo su amiga levantándose de la cama.
Los minutos trascurrían a paso de caracol, su corazón retumbaba en su pecho mientras sus ojos y los de Paloma continuaban taladrando las pequeñas pantallas donde poco a poco se dibujaban dos rayas rosadas. Aisha apartó la mirada y la fijó en el rostro de su amiga. Paloma vio unos ojos verdes grandes y un poco asustados que se llenaron de lágrimas.
―¡Maldito seas, Nimai! ―gritó Aisha de repente.
La esperanza y la opresión libraban una cruda batalla en su pecho, las ansias de tener un hijo se peleaban contra el saberse traicionada tan vilmente.
―¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué Nimai jugó de esa manera con mis esperanzas e ilusiones? ¿Qué clase de monstruo engaña de esa forma a quien jura amar? ―gritó con rabia ante la mirada sorprendida de su amiga.
Paloma nunca la había visto perder el control de esa manera.
Todo lo que había sufrido, todas las lágrimas derramadas habían sido en vano, su cuerpo funcionaba correctamente, estaba sana y fértil, y el muy cabrón de Nimai la había dejado pensar que todo era su culpa. Su esposo además de mentirle la manipulaba con la culpa que sentía por su supuesta esterilidad, con el hecho de no cumplir como mujer y haberle dado un hijo.
―Todo estará bien, Aisha, Nimai es un maldito que nunca te mereció ―respondió Paloma consolándola.
―Tuve que serle infiel para poder descubrir la verdad. Me engañó como a una tonta, años de mentiras y manipulación ―dijo Aisha con rabia ―Nimai me traicionó de todas las formas posibles, nunca podré perdonarlo.
―¿Su familia te sigue presionando para que lo perdones?
―Sí, no aceptan que me quiera divorciar.
―Menos mal que tu familia te apoya y te dice que lo mandes a la m****a.
Los ojos de Aisha volvieron de nuevo a los palitos de las pruebas.
―¡Oh, Dios! Tendré un bebé ―dijo con un susurro emocionado.
―Sí, al fin serás madre ―afirmó Paloma con una gran sonrisa.
La emoción barrió su pecho y rompió a llorar de alegría. Sus manos cubrieron protectoramente su abdomen donde una nueva vida estaba formándose, donde todos sus anhelos se verían cumplidos. Por primera vez en mucho tiempo se sintió, plena, feliz, completa, no como la media mujer que había vivido dentro de sí en los últimos años.
La euforia que sentía eclipsó todos los pensamientos negativos, Aisha tomó la mano de Paloma y bailó con ella hasta llegar a su cama. Una vez allí se lanzó sobre su almohada ella y soñadoramente miró el techo de la habitación.
―¿Qué será niño o niña? ―preguntó al aire
―¿Acaso importa eso? ―preguntó su amiga a su lado.
―No, en realidad, con lo que venga seré feliz.
―¿Tú crees que tu mamá estará feliz cuando se entere de que tendrás un hijo de otro hombre?
―Sí, a mi mamá nunca le gustó Nimai, decía que era el típico hombre hindú, celoso, retrógrado y manipulador, sé que no todos son así, pero a mi madre le tocó mi padre por esposo. Por fortuna mi abuelo la apoyó en el divorcio.
―¿Qué vas a hacer ahora? ―le preguntó Paloma.
―Lo primero, llamar a Nimai, es hora de que me aclare algunas cosas.
Unas horas después de descubrir que estaba embarazada, esperaba a su esposo sentada en el sofá de su apartamento. Ella lo había sacado de su hogar un mes atrás, el día que descubrió su infidelidad, la noche en la que se emborrachó por despecho e hizo lo que nunca pensó que haría, cambiando su vida de una forma maravillosa.
El timbre sonó y ella se levantó para abrir la puerta. Miró al hombre que durante años había sido el centro de su vida y lo único que le provocó fue rabia y desprecio.
―Pasa ―le dijo abriendo la puerta de par en par.
―Me alegra mucho verte, Aisha, debemos conversar y llegar a un acuerdo, quiero que entiendas que no quiero el divorcio, en verdad te amo, pero no puedo dejar desamparados a…
―¡Cállate! Nimai, si te he llamado es únicamente porque quiero saber cómo lo hiciste.
―¿Hacer qué? ―preguntó con la confusión reflejada en la cara.
―¿Cómo hiciste para falsificar el espermograma?[1]
―¿No sé de qué estás hablando? ―preguntó, aunque la palidez de su rostro lo desmentía.
―Sé que el estéril de nuestra relación eres tú, no yo, así que de nuevo te pregunto. ¿Cómo hiciste para falsificar el espermograma?
―¿Cómo lo sabes? ―preguntó más pálido aún.
―Porque la única vez que me acosté con otro hombre quedé embarazada.
―Maldita perra. ¿Cómo te atreviste a ponerme los cuernos? ―gritó Nimai.
Paloma salió de la habitación de su amiga previniendo que el pronto exesposo de Aisha se pusiera agresivo. Con disimulo puso el teléfono a grabar y lo dejó parado en una mesita y se sentó en el sofá donde había escondido un b**e de beisbol para cuidar a su amiga. No se fiaba nada de él.
―¿De verdad quieres hablar de cuernos? Yo me acosté con otro el día que te eché de mi vida y tengo testigos de ello, más las semanas de embarazo que tengo le dirán eso al juez, en cambio tú me has engañado estando casados ―respondió Aisha.
―Soy un hombre ―Alegó él como si eso justificara todo.
―¿Y crees que eso me importa? Además, he llegado a dudar de tu hombría porque un hombre no hace lo que tú hiciste. Si te llamé para decirte esto es porque quiero que firmes de una puta vez los papeles de divorcio.
―No firmaré nada hasta que tu familia no me dé lo que me corresponde como tu esposo, le diré mi abogado que pida una compensación adicional o reclamaré a tu hijo como mío.
―No, no mereces ni un centavo de la fortuna de mi familia y ellos no te darán nada, además una prueba de ADN demostrará que afortunadamente no eres el padre de mi hijo y te aseguro que yo misma se la pediré al juez.
―Pasaran meses antes de que puedas hacerlo mientras tanto tendrás que soportarme, dilataré el divorcio todo lo que pueda, no te dejaré en paz.
―¿Se te ha olvidado que aún tengo en mi poder todos esos espermogramas falsos que me diste? ¿Cómo quedaría tu carrera de médico si hago pública esa información?
―Nunca podrás probar nada, si buscas los registros originales verán que son iguales y si piden repetirlos, como médico sé que hay varias razones por la que disminuye la cantidad de espermatozoides, entre esos el estrés. ¿Sabes cuanto estrés produce un divorcio? ¿Mas si tu esposa es una adultera? ―preguntó burlón.
―Lárgate de mi casa, Nimai, encontraré la forma de librarme de ti, tenlo por seguro ―gritó Aisha abriendo la puerta.
Era hora de ir a buscar al padre de su hijo, lo necesitaría para espantar al desgraciado de su esposo
[1] Es un examen para medir la cantidad y calidad del semen y de los espermatozoides de un hombre
Los tacones de Aisha resonaban por el piso de mármol del vestíbulo de industrias Lombardi, se acercó al mostrador donde una joven elegante esperaba para atenderla.―Vengo a ver al señor Lombardi ―dijo Aisha con voz segura.―¿Tiene cita? ―preguntó con educación la recepcionista.―No, dígale que Aisha Sing, del Consorcio Khan desea verlo.―Por favor, tome asiento, señorita Sing, mientras me comunico con su asistente para que me informe si está disponible.Aisha se dirigió al mullido sofá que estaba cerca y se sentó, sacó su móvil para revisar sus mensajes y correos mientras esperaba. Estaba nerviosa y sabía que si se quedaba sin hacer nada se comería las uñas.Con sus recursos, no fue difícil hallar a Gabriel Lombardi, lo que nunca se imaginó era que el Gabriel sexy del bar, fuera el CEO principal de las industrias Lombardi, uno de los competidores de la empresa de su familia.―El señor Lombardi la verá ahora, señorita Sing, tomé el ascensor hasta el último piso, allí la recibirá su asi
Gabriel la miró estupefacto en primer lugar porque la nieta prodigio de Brahma Khan se había mantenido bastante alejada de la prensa y en segundo lugar por la proposición que le acababa de hacer.―¿Estás intentando comprar un esposo y un padre para tus hijos? ―preguntó caminado de un lado a otro visiblemente irritado. ―No, le estoy dando la oportunidad al padre de mis hijos de hacer lo correcto y de paso compartir con él lo que mi equipo y yo estamos creando, ¿acaso no es eso lo que hace la familia? ¿Ayudarse? ―respondió Aisha con cara de inocente.Gabriel seguía caminando de un lado a otro de la habitación mirándola, sopesando las opciones. ¡Maldición! Si era cierto todo lo que ella le decía era una oportunidad única. Los últimos avances tecnológicos del consorcio Khan habían supuesto ganancias millonarias para la empresa y era bien conocido que provenían de la mano de esta mujer.―Si todo lo que quisiera fuera un esposo para que mis sean legítimos te aseguro que con lo que tengo qu
El padre de sus hijos estaba sentado en el salón de su casa materna, esperando que su abuelo Brahma Khan bajara para hablar con él. Gabriel se removió incómodo a medida que los minutos pasaban y no había señales del viejo Khan. Frente a él se encontraban sentadas Aisha y su madre Indira. Al llegar su futura suegra lo había examinado de arriba abajo antes de hacerlo pasar al salón donde esperaba hacía más de quince minutos.―En realidad si se parece a Thor ―dijo Indira a su hija provocando que Gabriel escupiera el té que estaba tomando.―Ya sabes por qué me volví loca con él, mamá, es guapo, mientras lo miraba solo podía pensar en cuanto se parecía a Thor ―respondió Aisha.«¡Por Dios! Esta mujer no tiene un filtro en la boca»―Sí, siempre te han gustado los superhéroes ―reconoció su futura suegra como si él no estuviese allí ―Espero que tus hijos hereden sus ojos azules y nuestro color de piel, sería la bomba como dicen ustedes, pero en cualquier caso serán bebés hermosos. Estoy loca p
Tan solo una semana después de la reunión con su abuelo, Gabriel alertó a los abogados de Brahman de que tenía las pruebas que necesitaba para que programaran una reunión con el esposo de Aisha. Ese día pasó a buscar a su prometida en su apartamento y juntos se dirigieron al despacho de abogados.―¿Crees que lograras que firme el divorcio? ―preguntó Aisha mordiéndose el labio.Gabriel se giró a mirarla, le pareció super sexy el gesto que hizo con los labios, su vista volvió de nuevo a la carretera para evitar estacionar su coche y apoderarse de los labios de su prometida.―Por supuesto, tu pronto exesposo es un bravucón porque estaba tratando contigo solamente, pero una vez que alguien se le enfrente retrocederá.Gabriel se estacionó en el sótano del edificio y juntos subieron hasta la oficina del juzgado donde Aisha había introducido los papeles de divorcio que él se había negado a firmar. Llegaron temprano para revisar que el nuevo documento de divorcio estuviese redactado de acuerd
Gabriel no tenía buena cara cuando salieron de la sala, le asqueaba la sordidez del asunto, más aún estar involucrado en un caso de infidelidad, no por lo que pudieran decir de él, si no por lo que pudiera pensar su padre, porque después de tantos años aún le dolía que su esposa se hubiera marchado con su mejor amigo.Una vez que el exesposo de Aisha se marchó, le había entregado el documento firmado por ambos a su abogado con la orden de introducirlo en el juzgado ese mismo día. Quería que se hiciera efectivo de inmediato y dejar atrás esa situación. Se despidió de los abogados de Brahman y la tomó del brazo para llevársela del tribunal.―Oye, Thor, deja de aplicar la fuerza que estás actuando como un bruto ―se quejó Aisha soltándose del agarre de Gabriel para sobarse el brazo.No se había dado cuenta de que le estaba apretando con demasiada fuerza, por lo que molesto consigo mismo le abrió la puerta y ella se subió al coche. Gabriel cerró la puerta, dio la vuelta y se subió al vehíc
―Deja de botarme, Aisha, hicimos un trato y he cumplido mi parte. ―Gabriel observó que la doctora se salía de la sala de observación para darles un poco de privacidad. ―Me dijiste que podía preguntar lo que quisiera y cuando lo hago te molestas. Yo no sabía cómo era la maldita prueba, ni los riesgos que implica, de haberlo sabido no lo hubiese sugerido.Las lágrimas llenaron los ojos de Aisha, aunque no sabía bien porque estaba llorando. ¡Malditas hormonas! La tenían toda sensible.―Lo lamento, son las hormonas que me hacen llorar ― se excusó Aisha llorando a moco tendido.Gabriel pasó un pañuelo desechable de una casa que había cerca. Ella se sonó la nariz.―Disculpa, desde que estoy embarazada siento que he tenido que luchar por mis hijos tanto con Nimai como contigo. Hoy has estado fantástico en la reunión, lo único que lo hubiese superado hubiera sido que sacaras a Mjolnir[i].Gabriel tuvo que sonreír ante sus palabras.―Está bien, firmemos la paz, aunque sea temporal. Vístete y v
―Ya sabía yo que cuando uno pacta con el diablo siempre termina entregando su alma, y tu abuelo es el diablo ―dijo Gabriel a su prometida, iban en el coche rumbo al apartamento de Aisha después de haber salido de la cena.―Mi abuelo es tradicional, no le gusta el divorcio, pero nunca pensé que se atrevería a hacer algo como esto ―dijo aun consternada por cómo su abuelo había manejado el asunto.―Tu abuelo es un zorro astuto que si puede te agarrará por las pelotas y no te soltará hasta que hagas lo que él diga. Debí haber corrido cuando tuve la oportunidad.Aisha se cruzó de brazos y lo miró con rabia. Algo que él no notó por encontrarse concentrado en la carretera―¿Acaso crees que yo quiero casarme contigo? O lo que es peor ¿seguir casada contigo por los próximos veinte años? Pues no ―soltó Aisha de repente.―¿Qué podemos hacer para deshacer este desastre? ―preguntó Gabriel sin prestarle atención al tono irónico de su prometida.―Incorporaremos al acuerdo una cláusula que diga que s
Capítulo 11. El desfile del novio.Gabriel llegó tarde a su casa la noche del veintisiete, los vuelos se habían retrasado por una tormenta por lo que era más de medianoche cuando llegó metió la llave en la puerta de su apartamento. Pensó que debió haberle pedido a Aisha que pusiera la boda dos días de después. Dormiría apenas algunas horas antes de tener que levantarse para ir a casa del viejo Khan a casarse. Al menos tuvo la previsión de avisar a Isabella para que no lo esperara despierta.―Al fin llegaste ―dijo su hermana levantándose del sofá al escuchar la puerta. Se había acostado allí para esperarlo.―Es muy tarde, Isa. ¿Por qué no estás en la cama?―Estaba preocupada porque no llegabas, con lo apresurado de la boda, pensé que quizás te estabas arrepintiendo a pesar de los bebés.―Nunca haría eso, de haberlo pensado hubiese llamado a Aisha para cancelar, nunca sería tan canalla para dejar esperando a una mujer el día de la boda.―Ella me gusta, me cae bien y creo que es la mujer