Indira abrió los ojos, la habitación donde estaba era blanca y brillante, una solución iba de una bolsa puesta en un tripie para sueros hasta su brazo por lo que dedujo que estaba en el hospital. Trató de incorporarse y un quejido salió de su boca al sentir el cuerpo adolorido, mayormente en el brazo y en un pie. En su campo de visión apareció la cara de un preocupado Adam.―Al fin despertaste, estaba muy preocupado.Indira levantó su mano y acaricio su cara.―¿Estas bien? Ella me dijo que te había disparado―preguntó ella con voz ronca.―¡Por Dios! Que cerca estuve de perderte, si, mi amor, estoy bien, la bala solo tocó piel y músculos, no tocó el hueso, me recuperaré. Me siento tan culpable, Indira, todas las señales de su locura estaban allí, el atendernos con una dedicación casi obsesiva, su peinado igual al de Priscilla, inclusive la ropa y el perfume que usaba pertenecieron a su hermana, te juro que no me di cuenta, nunca pensé que era peligrosa.―A veces las personas que tenemos
Aisha estaba por salir de su casa a llevar a los niños al colegio cuando su móvil sonó, sonrió al ver que era Indira.―Hola, mamá.―Hola, Aisha, antes que nada, estoy bien, no quiero que te asustes.―¿Qué pasó? ―preguntó preocupada, acababa de desayunar una nausea producto del miedo azotó su garganta.Indira le contó lo sucedido, al cerrar la llamada corrió al baño más cercano y vomitó el desayuno, tenía que tranquilizarse se dijo, su mamá estaba bien. Salió del aseo pálida y fue en busca de la niñera y sus hijos que estaban en el coche esperando para irse al colegio.―Niños ―dijo llamando la atención de sus traviesos trillizos ¿Que les parece si en vez de ir al colegio, vamos a Londres a ver a la abuela Indira? ―preguntó sabiendo la respuesta.―Sí ―dijeron casi al unísono.―Vayan a darle la noticia a papá que está en el viñedo con tío Gino.Los trillizos salieron corriendo y llamando a su padre a gritos. Los tres perros corrieron detrás de ellos.―Por favor, prepara el equipaje de lo
Aisha y Gabriel estaban en el baño de la habitación de Indira mirando las tres pruebas de embarazo―¿Cuánto tiempo falta? ―preguntó Aisha a su esposo―Dos minutos, cuarenta y ocho segundos.―¿Qué? Entonces, ¿por qué marca las dos rayitas de positivo?―¿Quizás porque esperas gemelos?―No es gracioso, Thor, la niñera va a renunciar, con los trillizos tiene mucho trabajo a pesar de que van al colegio.―Contrataremos una segunda niñera para estos bebés, no te preocupes por eso.―¿Por qué sigues diciendo estos bebés? Es uno solo, Thor, uno.―Espero que sea niña para equilibrar la balanza.―Vamos a dar la noticia, mamá, debe estar comiéndose las uñas.―Creo que se debe estar comiendo otra cosa porque se quedó con Adam.―¡Thor!―Esta bien, vamos, ―dijo tomando los tres palitos.―¿De veras vas a llevar tres pruebas de embarazo llenas de pipí para dar la noticia?―Está bien, las dejo.Cuando abrieron la puerta se encontraron en el pasillo con Indira y Adam esperándolos.―¿Felicitaciones? ―preg
En la siguiente semana, Indira ayudada por Aisha se ocupó de sacar de la casa de Adam todas las pertenencias de Penélope y donarlas a la beneficencia. Sigrid no quiso entrar a la habitación de su tía, pero si se ocupó de las cosas de su madre, que aún quedaban y que estaba guardadas en el ático de la casa, y se las llevó en una caja. Además de limpiar su habitación para llevarse las pertenencias que quería conservar, y botar o donar el resto. Thomas también hizo limpieza junto con su padre y pronto la casa estuvo lista para la llegada de su tía y su familia que vendría para el primer mes de la muerte de su padre. Por el momento el ama de llaves se quedaría para atender a la nueva familia.―Es una hermosa casa, está muy bien ubicada y es segura, creo que me sentiré muy a gusto aquí, gracias, Indira, has cumplido con creces tu promesa. ―dijo la viuda de Anand ―No quiero volver a La India, allá la gente me mira mal porque soy viuda y no quiero perjudicar las vidas de Jaydev y Ranjit.―J
Un par de meses más tarde. ―Estás hermosa, mamá ―dijo Aisha a Indira cuando estuvo enfundada en un hermoso y tradicional vestido de novia en color hueso. ―Tal vez no debí escoger este color, el blanco es el luto en nuestro país ―comentó Indira en un ataque de pánico. ―Tu vestido no es color blanco es color hueso y este también es nuestro país, y aquí se usa el blanco para casarse y era tu sueño así que poco importa lo que diga la familia y los amigos sobre tu vestido, desde que lo viste lo amaste y eso es todo lo que importa. ―Estoy nerviosa como si fuera mi primera boda. ―Es la primera de tu elección, en la que tuviste con mi padre, fue elección de mi abuelo y apuesto que no sabías en lo que te estabas metiendo. ―¿Y si me equivoco y Adam cambia después de la boda? ―Mamá, el comportamiento de Adam no se parecerá al de tu primer esposo, y si llega a suceder lo pones de patitas en la calle, ya no eres esa niña indefensa, eres un mujer poderosa con una familia que te apoya. ―Sí, t
Aisha y Gabriel decidieron trasladarse a Londres de nuevo, por varias razones, en primer lugar, porque era necesario que Gabriel apoyara a Indira en la fusión del Consorcio Khan con Industrias Lombardi. En segundo lugar, porque querían que su hijo naciera en Inglaterra, y en tercer lugar porque confirmaron lo que venían sospechando desde hacía un tiempo. Los trillizos tenían una inteligencia superior, pero Gabriela era un genio como Aisha, eso requería una educación especial y para eso los mejores colegios estaban en Londres. Cuando Indira y Adam regresaron de luna de miel dos días antes de lo esperado se encontraron con un Gabriel feliz porque la ecografía reveló que tendrían una niña. ―¿Qué ocurrió mamá? ―preguntó Aisha preocupada porque Indira y Adam regresaron antes de lo previsto de su luna de miel. Su madre no tenía buen aspecto ―El viaje en el yate fue horroroso, no paré de vomitar, la tripulación me dijo que era por el movimiento que se me pasaría en veinticuatro horas, pero
Aisha estaba furiosa y dolida. No podía creer lo que estaba viviendo. Esa mañana temprano se marchaba al gimnasio antes de ir a trabajar cuando se dio cuenta de que no encontraba su bolso deportivo. Recordó que lo había dejado en el coche de Nimai, su esposo, porque el día anterior al salir se encontró con que el suyo tenía una llanta vacía. Abrió la puerta del coche con la clave y le dio al botón para abrir el portaequipaje, al subir la puerta se llevó la sorpresa de su vida. Había varias cajas de regalos de Navidad, algo que no sería nada extraño si ellos celebrasen la Navidad. Aunque vivían en Londres y participaban de la vida social de la época, para los hindús la fecha no significaba. Aparte de las cajas había varias bolsas de una reconocida tienda de ropa infantil. Con manos temblorosas sacó un precioso vestido de niña con sus zapatos y accesorios y un elegante traje de niño. Sin poder creer lo que sus ojos veían abrió las cajas de regalos y vio que contenían juguetes. Su mente
Aisha miró el trago que tenía servido enfrente, había perdido la cuenta de los que se había tomado. Pensaba que eran muchos porque estaba mareada a pesar de tener la resistencia al alcohol de un albañil. ―¡Maldito cabrón! ―murmuró para sí misma Aun estaba furiosa a pesar de haberse desquitado cortando en tiras todos los elegantes trajes de su pronto exesposo y sacando toda su porquería de la casa. También cambió la cerradura de su apartamento, porque era suyo, regalo de su madre y pagado con la fortuna de su familia. Un hombre se sentó a su lado y enseguida el cantinero se acercó a atenderle. ―¿Qué desea tomar, señor Lombardi? ―preguntó el barman con mucha deferencia. ―Ponme un bourbon ―dijo el hombre con voz muy varonil. Aisha gimió en su interior ante lo que le produjo en su centro íntimo el tono de voz del señor Lombardi, ¡Maldito tratamiento hormonal! La tenía cachonda todo el tiempo, pensó apretando las piernas para tratar de calmar la excitación. Se inclinó un poco hacia é