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Un padre para mis hijos
Un padre para mis hijos
Por: Bella Hayes
Capítulo 1. Descubriendo una traición.

Aisha estaba furiosa y dolida. No podía creer lo que estaba viviendo. Esa mañana temprano se marchaba al gimnasio antes de ir a trabajar cuando se dio cuenta de que no encontraba su bolso deportivo. Recordó que lo había dejado en el coche de Nimai, su esposo, porque el día anterior al salir se encontró con que el suyo tenía una llanta vacía. Abrió la puerta del coche con la clave y le dio al botón para abrir el portaequipaje, al subir la puerta se llevó la sorpresa de su vida. Había varias cajas de regalos de Navidad, algo que no sería nada extraño si ellos celebrasen la Navidad. Aunque vivían en Londres y participaban de la vida social de la época, para los hindús la fecha no significaba. Aparte de las cajas había varias bolsas de una reconocida tienda de ropa infantil. Con manos temblorosas sacó un precioso vestido de niña con sus zapatos y accesorios y un elegante traje de niño. Sin poder creer lo que sus ojos veían abrió las cajas de regalos y vio que contenían juguetes.

Su mente hizo clic y una sospecha se ancló en su pensamiento. Recogió todo lo que pudo cargar y regresó a su apartamento, con furia lanzó las llaves sobre el sofá y se dirigió a su habitación.

―¿Qué demonios es esto Nimai? ―preguntó arrojando todo sobre la cama.

―¿Por qué revisas mis cosas? ―preguntó él a su vez a la defensiva levantándose de la cama.

―El porqué es lo que menos te debe interesar, Nimai. ¿Para quién es esta ropa y juguetes?

―Para mis hijos ―dijo su esposo con tranquilidad.

―¿Tus hijos? ¿Tus hijos? ¿Tus hijos? ―fue gritando Aisha en distintos tonos hasta llegar a uno de histeria ―¿De qué hijos estás hablando? Tenemos siete años casados, ¿y ahora me dices que tienes hijos? ¿Con quién me engañaste, Nimai?

―Tengo dos hijos con Marlene ―afirmó con seguridad confirmando sus sospechas, de unos meses para acá lo había escuchado hablar varias veces de los maravillosos hijos de Marlene.

―¿Marlene, la enfermera? ¿La que llegó a la ciudad hace como un año con dos niños pequeños?

―Sí, ella misma ―respondió Nimai a la defensiva.

―A menos que te la hayas follado por telequinesis esos niños no pueden ser tuyos. Hasta hace un año esa mujer vivía en otro país, por lo que es imposible que tengas hijos de… ―Aisha tomó la ropa para mirar la talla ―seis y cuatro años.

―Son mis hijos, los he reconocido ante la ley como tal.

―No creo que sean tus hijos, nunca viajaste a donde ella vivía en ese momento, pero sí creo que ahora te la estás follando.

Nimai ni lo afirmó ni lo negó. Aisha sentía que su cabeza iba a estallar de la rabia.

―Mi familia ya conoce a mis hijos y los han aceptado ―afirmó Nimai como si eso fuera importante para Aisha.

―¿Tu familia aceptó a tus hijos? ¿Dónde quedó el respeto que me debían como tu esposa? ¿La lealtad por tantos años de matrimonio?

―Tú eres mi esposa, era tu deber darme hijos, como no has podido hacerlo, lo justo es que aceptes a los hijos que tenga con otra mujer.

―¿También esperas que acepte a la mujercita esa como tu querida? ―preguntó con sarcasmo.

―Mis hijos son lo más importante en mi vida, debo darles el ejemplo de una familia tradicional por eso estoy con su madre. No sé de qué te quejas, si toda esta situación es tu culpa, eres estéril, Aisha, así que te ordeno que respetes a Marlene porque ella es más mujer que tú.

El golpe la hirió profundamente, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

―Tú sabes bien todo lo que he hecho para darte un hijo, me he visto con innumerables médicos, sometido a cualquier cantidad de exámenes y tratamientos, algunos bastante dolorosos. He ido hasta con los brujos y chamanes donde tu madre me ha querido llevar. ¿Acaso no he sido una buena esposa? ¿Mi esfuerzo de todos estos años no ha valido nada?

―No, todo ese esfuerzo ha sido una pérdida de tiempo y dinero, no vale de nada si al final no me has dado un hijo. Asume tu realidad y déjame disfrutar de mis hijos.

Aisha sintió que Nimai acababa de abofetearla con sus palabras, aunque era cierto que no habían podido concebir en siete años, aún tenía la esperanza de hacerlo. En ese momento estaba tomando un tratamiento nuevo y tenía mucha fe en que lo lograrían esa vez, no aceptaría que era estéril, todavía no.

―Me dijiste que Marlene venía de Perú, país donde nunca has puesto un pie, y sé que es cierto porque ella misma lo contó delante de mí. Vino aquí porque su esposo era británico y le dio la nacionalidad antes de morir a ella y a sus hijos ―dijo con rabia, estaba segura de lo que escuchó porque al ver el entusiasmo de Nimai por los niños le prestó atención.

―Te mentimos, los niños son mis hijos y ahora si me disculpas, debo arreglarme para ir al hospital, tengo consulta y ronda de pacientes en una hora ―dijo con impaciencia marchándose al baño. Antes de cerrar la puerta agregó ―Y no, no has sido una buena esposa, nunca te has quedado cuidando la casa y atendiéndome cuando llego cansado de trabajar, así que no te compares con Marlene. Estamos casados y así seguiremos porque en nuestras familias no hay divorcio, pero para mí eres una mujer incompleta.

Aisha sintió la rabia correr por su pecho y lanzó la lámpara contra la puerta cerrada del baño, después salió hecha una furia, tomó las llaves de su coche y salió del apartamento. Ese día no se presentó a trabajar, aunque era viernes antes de Navidad y tenía muchas cosas pendientes.

Buscar la dirección de Marlene no representó ningún reto para ella, en el sector que trabajaba conocía a más haters de lo que era legalmente recomendable.

―Paloma ―dijo a su asistente y mejor amiga ―necesito un favor urgente, ubica la dirección de Marlene Brown y me la envías al móvil.

―Aisha. ¿Qué ocurre? No has venido a trabajar y ahora me pides eso.

―Después te cuento ―afirmó cerrando el teléfono.

Unos minutos después, recibió la información, encendió el GPS y este la guio hacia una zona residencial muy buena, no lejos de su apartamento, solo que esta era una casa de dos plantas. La casa que Nimai le dijo que tendrían cuando tuvieran un hijo. Se estacionó cerca de allí y esperó. Vio salir a la mujer y la siguió hasta una escuela privada cerca de su casa, la vio recoger a los niños y volver a su casa. Por el tono de piel y ojos pensó que bien podrían pasar por hijos de Nimai, pero el caso es que estaba casi segura de que no lo eran. Un par de horas después vio llegar a su esposo a la casa. Su amante lo recibió en las puertas con un beso apasionado, Aisha tomó algunas fotos y estaba a punto de bajarse del coche para enfrentarlos cuando vio a una niña de unos seis años correr hacia Nimai para arrojarse en sus brazos. Él la levantó y estampo un beso en la mejilla, otro niño más pequeño esperaba su turno.

«Son niños, no tienen la culpa de nada, no voy a armar ningún escándalo que los pueda afectar» pensó encendiendo su coche para marcharse. Tomó las últimas fotos y se fue de allí dispuesta a echar al infiel de su esposo, por supuesto que habría divorcio porque no había poder humano que la obligara a seguir atada a ese cabrón.

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