El corazón de Samantha se estremeció, y un nudo se le formó en la garganta, además que sus ojos se llenaron de lágrimas. —Los vamos a extrañar, mucho —recalcó con la voz entrecortada—, te convertiste en la hermana que nunca tuve —balbuceó intentando contener su llanto—, pasamos tantas cosas juntas, y me duele que se vayan, lo lamento, no lo puedo evitar —confesó, derramó las lágrimas que estaba conteniendo y abrazó a Pau. —Tienen que ir a visitarnos —solicitó—, para nuestros hijos también será muy difícil —refirió—, además que me espera el encuentro con… ya sabes quién —expresó—, me muero de nervios —habló con agitación.Sam inhaló profundo. —Espero atrapen a…—Presionó sus labios—, y así viajar a visitarte, si no, no olvides de llamarnos —solicitó con tristeza—, nos van a hacer mucha falta —expresó con la voz fragmentada. —A mí también me harán mucha falta. —Tocó su vientre—, moría por conocer a mi nuevo sobrino. —Su mirada se cristalizó—, oraré porque estas pesadillas se acaben p
Angelito separó los labios, sorprendido. Norita miró a su mamá con los ojos abiertos de par en par. —Eras igual de traviesa que yo —comentó sorprendida. —¿Mi papá se portaba mal, como nosotros? ¿Y los castigaban como a nosotros? —cuestionó Gabito sonriente. —Yo siempre obedecí a mi mamá —intervino Carlos Gabriel—, aquella vez Samantha me convenció, y estuvimos en peligro, por eso es importante hacer caso a los papás —recomendó a los niños—. A mí nunca me castigaron siempre fue un niño bien portado. —¿Y tú castigaste a mi mamá por escaparse? —indagó Norita a su abuela. Angie le sonrió. —Tu abuelo se enojó con ella —expresó con sinceridad—, vamos a tu habitación y te ayudo a cambiarte de vestido. Justo en ese instante interrumpieron en el salón Alejandro y su familia. —Buenas tardes, lamentamos el retraso —se disculpó—, nos perdimos. —¡Tío Alex! —exclamó Norita y se acercó a saludarlo, con el rostro aún lleno de chocolate, y el vestido lleno de manchas. Alex sonrió al verla, s
Óscar carcajeó. —Me agrada la idea —refirió—, hagamos que saquen sus billeteras —bromeó. —Con eso arreglamos el cuarto del bebé. —Carcajeó Sam—. Doña Ofe siempre dice que no hay que ser tacaños, acuérdate. —Tienes razón, sigamos su ejemplo —mencionó—. Señores, y hermosas damas, necesitamos que colaboren y cada uno nos diga lo que piensa que será nuestro hijo, pero para ponerle alegría a esto, agreguen un billetazo con muchos ceros —refirió. —No hay problema —dijo Angélica—, espero acepten cheques —bromeó. Óscar soltó una risotada. —Todo lo que tenga ceros es bien recibido —expresó. —¿Por qué apuestas? —cuestionó. —Voy a utilizar la vieja técnica de las abuelitas —expuso Angie y observó el vientre de Sam, frunció los labios—, daré mi voto a que es niño. —¿Y vos papá? —indagó Sam. —Yo le haré caso a lo que dice mi esposa, ella nunca se equivoca, así que digo que es niño. —Pongan su contribución por aquí —dijo Óscar tomando un canasto. —¿Ustedes? —cuestionó a Alex y Lolit
Óscar se atragantó al escucharlos hablar, miró a su esposa.—Tú has dicho algo delante de los niños del tesorito —dijo y bebió otro trago.Samantha carcajeó al igual que los invitados al escuchar a Gabito, luego se aclaró la garganta. —Yo siempre le ando aconsejando a Lupita, que no vaya a entregar su tesorito a cualquiera, y Norita me escuchó —expresó con sinceridad. —No puedo decir que el pitufin es cualquiera. —Miró con nostalgia al pequeño—. Lo amo como se ama a un hijo —mencionó y se aclaró la garganta—. Habrá que sacar pronto el cofre del tesoro y darles las joyas de la familia —bromeó.En eso apareció doña Jovita que venía del jardín. —¿Ya se enteraron de la boda? —indagó sonriente—, estaba en el jardín cuidando a estos pequeñitos, para que no vayan a causar un desastre, y fui testigo de la ceremonia, estuvo preciosa —mencionó mirando a los niños con cariño. —Entonces la de la idea fue usted —recriminó Samantha. Doña Jovita se llevó la mano al pecho ofendida. —Soy inocent
El agente Ortega bajó de su auto, se quitó las gafas para el sol y con profunda seriedad se identificó con el guardia que custodiaba la casa de Samantha. Solicitó que les avisaran a los dueños que se encontraba ahí. Óscar frunció los labios y aceptó que el agente pasara a su despacho, en donde ya lo esperaba. Rafael ingresó a la oficina. —Buenos días —saludó. Óscar se aclaró la garganta. —Que tal —mencionó seco—. Tome asiento —solicitó lo más amable que podía. —Gracias —respondió Rafael—, prefiero estar de pie —expuso y luego se aclaró la garganta—. Hace días uno de los hombres que capturamos que trabaja para Santillán nos dio la ubicación de una bodega clandestina. Fuimos hasta este lugar, encontramos armas, dinero, y otras cosas más camufladas, pero el infeliz ya había huido —resopló presionando los puños. Óscar golpeó su escritorio. —No puede ser —mencionó con frustración. —¿Cuándo acabará esto? —gruñó hartó de tener que estar escondido. Rafael inhaló profundo. —Por e
Óscar la estrechó entre la calidez de sus brazos. — ¿Todo bien? —cuestionó mirándola con preocupación. Sam ladeó los labios. —Creo que nos emocionamos. —Sonrió acariciando su vientre. —Ven siéntate. —Óscar la guio hasta uno de los sillones. —¿Te sientes mejor? —cuestionó. Sam asintió. —Estoy bien, solo tengo sed —comentó. —¿Me sirves un poco de agua? —Por supuesto —mencionó y corrió para llevarle lo que requería—. Deseaba tanto que tuvieras tu agencia de viajes, tal y como la tenías —comentó con ternura—, no esperaba que me sorprendieras tú a mí —bromeó sin dejar de verla preocupado. La mirada de Sam brilló al escucharlo, volvió a mirar a su alrededor y suspiró. —¿Cómo lo hiciste? —indagó, acomodándose en el sillón para calmar su dolor de cintura—, se supone que no podemos dar motivos para que ese… vos sabes a lo que me refiero —expresó sobando su vientre—. Sorprenderte yo ¿cómo? —indagó con curiosidad? —Soy muy cuidadoso con lo que hago —refirió—. La agencia está a nom
Samantha suspiró profundo, luego pasó su mano por la cabeza de su niño, acariciando los pequeños rizos castaños que asomaban, entonces el bebé abrió sus párpados mirando a su madre, quien sonrió con gran emoción; Óscar Francisco, pestañeó un par de veces, y así Sam, pudo notar que tal vez tendría el color de ojos de su esposo, sonrió, enseguida se inclinó para besarlo en la frente, notando que el bebé se parecía mucho a su padre. Óscar se acercó y apreció su ojito abierto, sonrió con emotividad y miró a Sam.—Es mi imaginación o su color de ojos es parecido al mío —cuestionó presionando sus labios con ilusión. — ¿O estoy alucinando? —cuestionó.Sam observó al bebé con infinita ternura, centró su atención al instante que parpadeaba. —Por fin nos conocemos, así que vos sos el que me pateaba con tanta fuerza, y convertiste en un marrano a tu papá, creo que tendrás sus mismos ojos de miel —expresó sonriendo, y suspirando, tomando uno de los deditos de su hijo entre los suyos, mirándolo
Óscar tomó su móvil y marcó a Gabo, esperando que les respondiera.—Espero que la pantalla no me aumente de peso —bromeó, mientras contestaban.Sam negó con la cabeza, y se hizo a un lado para que Óscar acostara a Norita a su lado. —Buenas tardes —saludó Carlos Gabriel por la pantalla de su móvil—, veo que te sigues alimentando muy bien —bromeó con Óscar. Óscar carcajeó.—El comal le dijo a la olla —respondió. —¿Ya te viste en un espejo? —cuestionó—, de ser talla cero ahora eres talla cerdo. —Carcajeo muerto de risa.Gabo rodó los ojos y no pudo evitar soltar una carcajada al escucharlo. —¿Me llamaste para burlarte de mí? —cuestionó. —¡Yo! —exclamó—. Fuiste quien me ofendió —gruñó—, pero les llamó para presentarles al nuevo integrante de la familia —expresó—, además que Norita desea hablar con su tía Pau —indicó.—¿Ya nació? —indagó sorprendido y enseguida con un grito llamó a Pau y Angelito—, están en la cocina —le dijo a Óscar. Pau y Gabito se acercaron al escucharlo.—¿Qué ocu