Óscar carcajeó. —Me agrada la idea —refirió—, hagamos que saquen sus billeteras —bromeó. —Con eso arreglamos el cuarto del bebé. —Carcajeó Sam—. Doña Ofe siempre dice que no hay que ser tacaños, acuérdate. —Tienes razón, sigamos su ejemplo —mencionó—. Señores, y hermosas damas, necesitamos que colaboren y cada uno nos diga lo que piensa que será nuestro hijo, pero para ponerle alegría a esto, agreguen un billetazo con muchos ceros —refirió. —No hay problema —dijo Angélica—, espero acepten cheques —bromeó. Óscar soltó una risotada. —Todo lo que tenga ceros es bien recibido —expresó. —¿Por qué apuestas? —cuestionó. —Voy a utilizar la vieja técnica de las abuelitas —expuso Angie y observó el vientre de Sam, frunció los labios—, daré mi voto a que es niño. —¿Y vos papá? —indagó Sam. —Yo le haré caso a lo que dice mi esposa, ella nunca se equivoca, así que digo que es niño. —Pongan su contribución por aquí —dijo Óscar tomando un canasto. —¿Ustedes? —cuestionó a Alex y Lolit
Óscar se atragantó al escucharlos hablar, miró a su esposa.—Tú has dicho algo delante de los niños del tesorito —dijo y bebió otro trago.Samantha carcajeó al igual que los invitados al escuchar a Gabito, luego se aclaró la garganta. —Yo siempre le ando aconsejando a Lupita, que no vaya a entregar su tesorito a cualquiera, y Norita me escuchó —expresó con sinceridad. —No puedo decir que el pitufin es cualquiera. —Miró con nostalgia al pequeño—. Lo amo como se ama a un hijo —mencionó y se aclaró la garganta—. Habrá que sacar pronto el cofre del tesoro y darles las joyas de la familia —bromeó.En eso apareció doña Jovita que venía del jardín. —¿Ya se enteraron de la boda? —indagó sonriente—, estaba en el jardín cuidando a estos pequeñitos, para que no vayan a causar un desastre, y fui testigo de la ceremonia, estuvo preciosa —mencionó mirando a los niños con cariño. —Entonces la de la idea fue usted —recriminó Samantha. Doña Jovita se llevó la mano al pecho ofendida. —Soy inocent
El agente Ortega bajó de su auto, se quitó las gafas para el sol y con profunda seriedad se identificó con el guardia que custodiaba la casa de Samantha. Solicitó que les avisaran a los dueños que se encontraba ahí. Óscar frunció los labios y aceptó que el agente pasara a su despacho, en donde ya lo esperaba. Rafael ingresó a la oficina. —Buenos días —saludó. Óscar se aclaró la garganta. —Que tal —mencionó seco—. Tome asiento —solicitó lo más amable que podía. —Gracias —respondió Rafael—, prefiero estar de pie —expuso y luego se aclaró la garganta—. Hace días uno de los hombres que capturamos que trabaja para Santillán nos dio la ubicación de una bodega clandestina. Fuimos hasta este lugar, encontramos armas, dinero, y otras cosas más camufladas, pero el infeliz ya había huido —resopló presionando los puños. Óscar golpeó su escritorio. —No puede ser —mencionó con frustración. —¿Cuándo acabará esto? —gruñó hartó de tener que estar escondido. Rafael inhaló profundo. —Por e
Óscar la estrechó entre la calidez de sus brazos. — ¿Todo bien? —cuestionó mirándola con preocupación. Sam ladeó los labios. —Creo que nos emocionamos. —Sonrió acariciando su vientre. —Ven siéntate. —Óscar la guio hasta uno de los sillones. —¿Te sientes mejor? —cuestionó. Sam asintió. —Estoy bien, solo tengo sed —comentó. —¿Me sirves un poco de agua? —Por supuesto —mencionó y corrió para llevarle lo que requería—. Deseaba tanto que tuvieras tu agencia de viajes, tal y como la tenías —comentó con ternura—, no esperaba que me sorprendieras tú a mí —bromeó sin dejar de verla preocupado. La mirada de Sam brilló al escucharlo, volvió a mirar a su alrededor y suspiró. —¿Cómo lo hiciste? —indagó, acomodándose en el sillón para calmar su dolor de cintura—, se supone que no podemos dar motivos para que ese… vos sabes a lo que me refiero —expresó sobando su vientre—. Sorprenderte yo ¿cómo? —indagó con curiosidad? —Soy muy cuidadoso con lo que hago —refirió—. La agencia está a nom
Samantha suspiró profundo, luego pasó su mano por la cabeza de su niño, acariciando los pequeños rizos castaños que asomaban, entonces el bebé abrió sus párpados mirando a su madre, quien sonrió con gran emoción; Óscar Francisco, pestañeó un par de veces, y así Sam, pudo notar que tal vez tendría el color de ojos de su esposo, sonrió, enseguida se inclinó para besarlo en la frente, notando que el bebé se parecía mucho a su padre. Óscar se acercó y apreció su ojito abierto, sonrió con emotividad y miró a Sam.—Es mi imaginación o su color de ojos es parecido al mío —cuestionó presionando sus labios con ilusión. — ¿O estoy alucinando? —cuestionó.Sam observó al bebé con infinita ternura, centró su atención al instante que parpadeaba. —Por fin nos conocemos, así que vos sos el que me pateaba con tanta fuerza, y convertiste en un marrano a tu papá, creo que tendrás sus mismos ojos de miel —expresó sonriendo, y suspirando, tomando uno de los deditos de su hijo entre los suyos, mirándolo
Óscar tomó su móvil y marcó a Gabo, esperando que les respondiera.—Espero que la pantalla no me aumente de peso —bromeó, mientras contestaban.Sam negó con la cabeza, y se hizo a un lado para que Óscar acostara a Norita a su lado. —Buenas tardes —saludó Carlos Gabriel por la pantalla de su móvil—, veo que te sigues alimentando muy bien —bromeó con Óscar. Óscar carcajeó.—El comal le dijo a la olla —respondió. —¿Ya te viste en un espejo? —cuestionó—, de ser talla cero ahora eres talla cerdo. —Carcajeo muerto de risa.Gabo rodó los ojos y no pudo evitar soltar una carcajada al escucharlo. —¿Me llamaste para burlarte de mí? —cuestionó. —¡Yo! —exclamó—. Fuiste quien me ofendió —gruñó—, pero les llamó para presentarles al nuevo integrante de la familia —expresó—, además que Norita desea hablar con su tía Pau —indicó.—¿Ya nació? —indagó sorprendido y enseguida con un grito llamó a Pau y Angelito—, están en la cocina —le dijo a Óscar. Pau y Gabito se acercaron al escucharlo.—¿Qué ocu
Norita abrió sus labios en una gran O. —¿Un ojo de venado? —cuestionó parpadeando, y miró con atención el objeto. —¿Le habrá dolido al animalito cuando se lo sacaron? —indagó con pesar. La abuela carcajeó.—Es de mentiritas —explicó—, no te preocupes y acarició su rostro—, te traje otro rosario. —Se lo entregó—, es para que tengas tu colección de muchos colores —dijo mirándola con cariño.Norita sonrió al escucharla, y se quedó más tranquila con la explicación de la abuela. —Gracias por venir —expresó Samantha sonriendo a los visitantes—, no se queden ahí, y pasen a conocer a nuestro mini Oscarito. La familia ingresó y colocaron los obsequios sobre uno de los sillones, enseguida fueron a conocer al pequeño, se quedaron por unos minutos admirando.—Es hermoso tu hermanito —dijo Alondra a Norita—. Tener un hermano es una bendición muy grande —expresó—. Ambos se tendrán para toda la vida. Óscar sonrió.—Estamos felices, sé que se amaran mucho y contarán el uno con el otro por siempr
Yesi inhaló profundo, sacó un espejo de su bolso y retocó su maquillaje, caminó hacia la habitación de Sam y tocó, al escuchar la voz de su sobrino indicando que pasara, lo hizo. —¿Cómo están? —cuestionó con una cálida sonrisa—, te ves muy bien —mencionó a Sam y la saludó con un beso en la mejilla. Samantha correspondió el gesto, y la invitó a tomar asiento en un sofá, mientras ella hacía lo mismo. —Gracias por venir, ya me aburrí de estar acostada —informó sonriendo. Yesi sonrió al escucharla y sintió como Óscar la abrazó por la espalda. —Puedes creer que ya se aburrió, yo estaría de lo más cómodo disfrutando de que me atiendan como me merezco. —Guiñó un ojo. —Por eso es que tienen el tanquecito completamente llenó. —Palmeó su abdomen y sonrió. Óscar rodó los ojos. —Ya vas a empezar, también tú —gruñó. —Pues ya deja de comer —bromeó y se acercó al cunero para ver al bebé—. Está divino —dijo con emoción. Sam sonrió al escucharlos. —Óscar se convirtió en mi marrano favorit