Emma se asustó al ver que Norita estaba lista para agredirla, parpadeó un par de veces. —Yo soy muy grande para él, Gabito es chiquito, a mí no me interesa —aseguró. Gabito abrió los ojos de par en par al ver a Norita actuar así. —Pero no le he pedido que se case conmigo —refirió—. ¡No le pegues! —expresó colocándose frente a Emma. —¿Te vas a casar conmigo? —cuestionó Norita frunciendo los labios en una línea a punto de llorar. Gabito se llevó las manos a su rizada cabellera. —Pero no quiero limpiar la casa, ni cocinar, soy muy chiquito —respondió—. además, tú me engañas con el niño de la escuela —expresó—, dijiste que te pidió que fueras su novia —recordó. Emma presionó sus labios para no soltar una risotada. —Arreglen sus diferencias —dijo bromeando, y con lentitud se retiró para evitar que Norita la fuera a golpear. —Tú le haces dibujos a Emma, le llevas obsequios —reclamó Norita a Angelito. —Porque Emma es mi nueva maestra —señaló—, es muy bonita —dijo sonriendo—, e
Angelito miró hacia la cama.—¡Santa cachucha! —exclamó reflejando en su mirada el fuego. —¿Qué hacemos? —indagó asustado.Norita agitó sus manos, espantada. —Me van a castigar —expresó con miedo.—Desátenme —dijo Emma—, hay que tirar agua encima, pero ustedes son pequeños, se van a quemar. —Ya sé vamos a hablarle a la abuela. —Miró a Norita—, ella puede soplar como el lobo de la caperuza y apagarlo —sugirió mientras se acercaba a Emma para intentar soltarla.—Sí, solo la abuela nos puede salvar —comentó Norita. —¡Abuela hermosa, aparece por favor! —exclamó presionando sus párpados con fuerza—. Eres el ángel más bello de todos, pero ven por favor —suplicó. —Doña Ofe —Angelito grito—. Abuela querida que estás en el cielo, puedes bajar a apagar la cama de Norita, por favorcito. —Juntó sus manitas—. Nos van a castigar, necesitamos que nos ayudes —suplicó.Emma arrugó el ceño, miró a ambos niños, parpadeando. —Ve a buscar a tus papás Norita —recomendó—, parecen loquitos llamando a una
Puerto Escondido, Oaxaca.Óscar ingresó acompañado de Sam y Norita a uno de los restaurantes propiedad de su papá, caminaba con los dedos entrelazados de su esposa y del otro lado de su pequeña. Se detuvieron cuando el maitre, los dejó en la mesa de sus papás.—Disculpen la demora —indicó—, me toca esperar a que finalicen de arreglarse mis dos mujeres —refirió reflejándose en los azules ojos de su esposa—. Creí que no tardaríamos después de que salieron de la casa ustedes —mencionó.—Fuiste tú el que se quedó dormido —intervino Norita delatando a su papá—. Nosotras estábamos listas —comentó a sus abuelos, modelando el hermoso vestido que lucía ese día. Alondra y Álvaro carcajearon y se pusieron de pie.—Estás hermosa —expresó su abuelo—. Después de comer, no vamos a ir a tomar unas fotos en el kiosco, con vista al mar —refirió con cariño.—¡Qué emoción! —respondió la pequeña.—Buenas tardes —saludó Samantha con sus suegros—, como se dieron cuenta, la tardanza no fue nuestra culpa. —S
Semanas después. Samantha le daba indicaciones a la persona que contrataron para la organización del baby shower, y aunque estaba feliz por esa celebración, una parte de su corazón se sentía triste, puesto que al mismo tiempo se iba a despedir de Pau y Angelito. —Está quedando muy bonito —dijo Norita al mirar el arco de globos blancos y azules que adornaba una de las paredes, se mojó los labios al contemplar la mesa de dulces. —¿A qué hora llegan los invitados? —cuestionó. Sam la observó con ternura. —En un par de horas y no estamos listas, vamos a bañarnos —ordenó. La pequeña miró a los ojos a su mamá. —¿Ya no volveré a ver a la tía Pau y a Angelito? —cuestionó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sam pasó la saliva con dificultad, su corazón se estremeció. —Cariño, por ahora debemos separarnos, pero te prometo que viajaremos a visitarlos —expresó con la voz entrecortada. —No quiero que se vayan —declaró sollozando y se abrazó a las piernas de su mamá—. Los voy a extrañar. Ó
El corazón de Samantha se estremeció, y un nudo se le formó en la garganta, además que sus ojos se llenaron de lágrimas. —Los vamos a extrañar, mucho —recalcó con la voz entrecortada—, te convertiste en la hermana que nunca tuve —balbuceó intentando contener su llanto—, pasamos tantas cosas juntas, y me duele que se vayan, lo lamento, no lo puedo evitar —confesó, derramó las lágrimas que estaba conteniendo y abrazó a Pau. —Tienen que ir a visitarnos —solicitó—, para nuestros hijos también será muy difícil —refirió—, además que me espera el encuentro con… ya sabes quién —expresó—, me muero de nervios —habló con agitación.Sam inhaló profundo. —Espero atrapen a…—Presionó sus labios—, y así viajar a visitarte, si no, no olvides de llamarnos —solicitó con tristeza—, nos van a hacer mucha falta —expresó con la voz fragmentada. —A mí también me harán mucha falta. —Tocó su vientre—, moría por conocer a mi nuevo sobrino. —Su mirada se cristalizó—, oraré porque estas pesadillas se acaben p
Angelito separó los labios, sorprendido. Norita miró a su mamá con los ojos abiertos de par en par. —Eras igual de traviesa que yo —comentó sorprendida. —¿Mi papá se portaba mal, como nosotros? ¿Y los castigaban como a nosotros? —cuestionó Gabito sonriente. —Yo siempre obedecí a mi mamá —intervino Carlos Gabriel—, aquella vez Samantha me convenció, y estuvimos en peligro, por eso es importante hacer caso a los papás —recomendó a los niños—. A mí nunca me castigaron siempre fue un niño bien portado. —¿Y tú castigaste a mi mamá por escaparse? —indagó Norita a su abuela. Angie le sonrió. —Tu abuelo se enojó con ella —expresó con sinceridad—, vamos a tu habitación y te ayudo a cambiarte de vestido. Justo en ese instante interrumpieron en el salón Alejandro y su familia. —Buenas tardes, lamentamos el retraso —se disculpó—, nos perdimos. —¡Tío Alex! —exclamó Norita y se acercó a saludarlo, con el rostro aún lleno de chocolate, y el vestido lleno de manchas. Alex sonrió al verla, s
Óscar carcajeó. —Me agrada la idea —refirió—, hagamos que saquen sus billeteras —bromeó. —Con eso arreglamos el cuarto del bebé. —Carcajeó Sam—. Doña Ofe siempre dice que no hay que ser tacaños, acuérdate. —Tienes razón, sigamos su ejemplo —mencionó—. Señores, y hermosas damas, necesitamos que colaboren y cada uno nos diga lo que piensa que será nuestro hijo, pero para ponerle alegría a esto, agreguen un billetazo con muchos ceros —refirió. —No hay problema —dijo Angélica—, espero acepten cheques —bromeó. Óscar soltó una risotada. —Todo lo que tenga ceros es bien recibido —expresó. —¿Por qué apuestas? —cuestionó. —Voy a utilizar la vieja técnica de las abuelitas —expuso Angie y observó el vientre de Sam, frunció los labios—, daré mi voto a que es niño. —¿Y vos papá? —indagó Sam. —Yo le haré caso a lo que dice mi esposa, ella nunca se equivoca, así que digo que es niño. —Pongan su contribución por aquí —dijo Óscar tomando un canasto. —¿Ustedes? —cuestionó a Alex y Lolit
Óscar se atragantó al escucharlos hablar, miró a su esposa.—Tú has dicho algo delante de los niños del tesorito —dijo y bebió otro trago.Samantha carcajeó al igual que los invitados al escuchar a Gabito, luego se aclaró la garganta. —Yo siempre le ando aconsejando a Lupita, que no vaya a entregar su tesorito a cualquiera, y Norita me escuchó —expresó con sinceridad. —No puedo decir que el pitufin es cualquiera. —Miró con nostalgia al pequeño—. Lo amo como se ama a un hijo —mencionó y se aclaró la garganta—. Habrá que sacar pronto el cofre del tesoro y darles las joyas de la familia —bromeó.En eso apareció doña Jovita que venía del jardín. —¿Ya se enteraron de la boda? —indagó sonriente—, estaba en el jardín cuidando a estos pequeñitos, para que no vayan a causar un desastre, y fui testigo de la ceremonia, estuvo preciosa —mencionó mirando a los niños con cariño. —Entonces la de la idea fue usted —recriminó Samantha. Doña Jovita se llevó la mano al pecho ofendida. —Soy inocent