Días después...
Christian lanzó en el aire el mantel de cuadros rojos para extenderlo y ponerlo sobre el pasto verde, cuando este finalmente quedó bien acomodado, Blake puso la canasta de mimbre en la orilla, se sentó y acomodó lo que había en el interior, dos copas de vino, pan de ajo, uvas, fresas y queso, Christian recordó el maratón de sexo de días desde que llegó a ella, hoy era el primer día que salían de la cama, a Blake se le notó más brillosa la piel, sus facciones eran distintas, la nostalgia en sus ojos se había evaporado. Blake notó que la miraba.
— ¿Qué piensas? —preguntó ella antes de probar de un mordisco una fresa, Christian pensó en que la agonía finalmente había llegado a su fin, cada rincón dentro de él, estaba lleno de felicidad,
“Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.”Proverbio chino****************Ocho meses atrás…BlakeSalíamos Christian y yo de una cena benéfica. Su mano apretó mi brazo más de lo normal mientras nos guio al auto en el estacionamiento. Abrió la puerta y me dejó deslizarme con tiempo a mi asiento. Azotó la puerta al cerrarla y eso me hizo encogerme de hombros.Subió y encendió el auto apresurado.— ¿Qué es lo que pasa? — pregunté nerviosa y demasiado extrañada, había regresado de los servicios algo diferente.No contestó, ni dirigió su mirada hacia a mí, su perfil estaba concentrado en la
ChristianHabía pasado por varias cosas en mi vida. El temor de perder la empresa que me ha costado levantar y otra de ellas… enamorarme. Observaba como mis amistades y otras personas sufrían por eso. Me protegí de no salir lastimado. El día que llegase ese momento, no sé qué pasaría. Sería mi destrucción sin duda alguna. Por eso, me enfocaba a lo que realmente valía la pena: Mi trabajo y mi familia.—Señor Haggard, acabo de enviar la nueva información con la empresa española. ¿Quiere que lo revisemos a profundidad? —Julia siempre tan eficiente, pero era fin de semana y ya merecíamos descanso. Toda la semana estuvimos desvelándonos para dejar listo varios contratos para los nuevos clientes. Pero había uno en especial que me importaba demasiado, sería expandirnos rápidamente por todo
BlakeMe escabullí entre los invitados, buscando los servicios, pasó un mesero y le pregunté, con rapidez, fui hacia el largo pasillo en busca de ellos. Tenía un calor que casi podía provocar una combustión espontánea, empujé la puerta para poder entrar, estaba saliendo dos mujeres entre risas, las esquivé y entré a un cubículo. El vibrador de mi móvil me distrajo de mi momento.“El señor Haggard va hacia a ti”Abro mis ojos un poco más. No necesitaba que viniera, esto no estaba en el plan, cierro los ojos e intento controlarme. Se escuchó la puerta abrirse y luego cerrarse, luego el clic del seguro. Mi corazón podía escucharlo galopando frenéticamente. Pongo en silencio el móvil y finjo tener una conversación:—Sí, he dicho que hemos terminado,
BlakeHabía pasado dos días de esa llamada de la noche del cumpleaños de Christian Haggard. Estaba en mi escritorio, ordenaba una lista de archivos que tenía que entregar en una hora a George. La noche esa no podía dormir, era extraño la forma en la que aparecía en mi mente con solo cerrar los ojos. Este trabajo con George, era de 8 meses, en ese tiempo tenía que lograr que Christian no firmara el nuevo proyecto de los españoles. Así George tomaría el contrato, se llenaría de dinero y recuperaría los millones que ha perdido estos dos años.Christian Haggard, es mi último trabajo. Solo evitaría que firmara con ellos, finiquitaría mi puesto de asistente, el contrato de trabajo que me ligaba forzosamente con George y finalmente tendría las riendas de mi propia vida. Italia era mi destino. El pago de mis ganancia
BlakeManejo un poco desorientada, había cruzado la autopista incorrecta, hasta llegar a las afueras del centro de la ciudad. Me detuve a un lado de la carretera. El corazón no dejaba de latir a toda prisa, mi mente me recreaba una y otra vez lo sucedido. Sus labios, sus caricias, y sus gruñidos. Me bajé del auto azotando la puerta furiosa.— ¡No Blake! ¡Es trabajo! ¡Piensa! ¡Detén esto! —caminé unos cuantos pasos, e intenté respirar calmada. Comencé a reír sin sentido. Recordé cuando escupí sin querer sobre su ropa y rostro. Reí más fuerte. — ¡Eres una tonta! —la risa, fue acompañada después de unas lágrimas al reír mucho. El tráfico era escaso. El móvil comenzó a sonar, atrayendo mi atención. Al sacarlo de mi abrigo, me sorprendi&oac
Christian— ¿Y la dejaste en su departamento? —preguntó atónito, Charles. Arrugué mi ceño, confundido a su reacción, siento como si fuese un gran sarcasmo.—Sí. Lo hice. ¿Qué tiene de malo? Simplemente...—su mirada me incomodó, me levanté de mi silla e introduje mis manos a los bolsillos de mi pantalón de vestir, miré hacia el panorama que tiene mi piso, luego solté un largo suspiro. —...fui caballeroso. Tengo modales, Charles. Aunque no creas, tengo ese lado aun...—Lo sé, pero ¿Christian Haggard? ¿Quieres decir que tú escoltaste a esa hermosa dama a su departamento? ¿No tu seguridad? ¿Tú? —sé a dónde se estaba dirigiendo. Me giré hacia él y negué divertido.—Bien, bien, no
BlakeRepasé lo de anoche una y otra vez. Eso se sintió extraño. Se sintió como cuando subes a la rueda de la fortuna y antes de bajar, cierras los ojos, el hueco que se hace en el centro de tu estómago se expande, provocando esa sensación de...—El jefe quiere verte—anunció uno de los hombres de George. Me levanté de un modo tranquilo, que el que me haya hablado a muy temprana hora, no me había alertado. Pasé por un lado de la persona de seguridad, otro me abrió la puerta, no puedo ver nada con esos lentes polarizados. George está de pie frente a su gran estante de libros, todo es en color negro y blanco, muebles minimalistas, una mesa de billar en el centro de la estancia a lado de su oficina, un bar muy bien equipado, él se giró al notar que había llegado.—Reporte. —exigió con
Christian—Primera vez que una mujer ha rechazado mi invitación. —murmuré, miré de nuevo el mensaje y efectivamente lo ha hecho. Dejé el móvil en la superficie de mi escritorio, lo contemplé aún atónito. ¿Está bromeando? ¿Acaso la he intimidado? ¿He sido brusco? ¿Acaso he perdido el encanto para las invitaciones? Vaya, estoy realmente sorprendido.—¿Señor Haggard? —desvié la mirada hacia mi jefe de seguridad que está frente a mí, sentado.—¿Sí? —él arrugó su ceño.—¿Quiere que cancele la reservación en el restaurante? —dudé, pero decido hacerlo.—Sí, hazlo. Gracias. —le hago señas de que me deje solo, decido salir por l