Blake
Me escabullí entre los invitados, buscando los servicios, pasó un mesero y le pregunté, con rapidez, fui hacia el largo pasillo en busca de ellos. Tenía un calor que casi podía provocar una combustión espontánea, empujé la puerta para poder entrar, estaba saliendo dos mujeres entre risas, las esquivé y entré a un cubículo. El vibrador de mi móvil me distrajo de mi momento.
“El señor Haggard va hacia a ti”
Abro mis ojos un poco más. No necesitaba que viniera, esto no estaba en el plan, cierro los ojos e intento controlarme. Se escuchó la puerta abrirse y luego cerrarse, luego el clic del seguro. Mi corazón podía escucharlo galopando frenéticamente. Pongo en silencio el móvil y finjo tener una conversación:
—Sí, he dicho que hemos terminado, no me interesa tener que lidiar con un alcohólico, ¿Cuántas veces no te ayudé a intentar superarlo? No, no. Todo ha terminado. —finjo que he cortado la llamada. Me levanté de mi lugar y me alisé el vestido para no tener arruga, pongo mi mano en la puerta del cubículo, suelto un largo suspiro: “Empieza el plan”. Las lágrimas falsas caen por mis mejillas y suelto un sollozo. Empujé la puerta y caminé directamente a los lavamanos, se me cayó el pañuelo, pero fingí que no lo he visto. Me lavé las manos y cuando levanté la mirada, él estaba detrás de mí. Intento no mostrar que ya lo sabía.
— ¿Señor Haggard? —abrí un poco más mis ojos, él se acercó hasta a mí, me entregó su pañuelo y lo acepté.
—Gracias—le sonreí agradecida.
— ¿Te encuentras bien? —su voz sin mostrar algún tono o cualquier otra señal de humor, me incomodó.
Me retiré del lavamanos y él se hizo a un lado. Nuestros cuerpos estaban a centímetros de rozar.
—Sí, gracias. ¿Qué hace aquí? — pregunté mientras secaba mis manos.
No lo miré.
“Mostrar desinterés absoluta Blake.”
— ¿Ese es tu juego? —preguntó arqueando una ceja. Me volví a él, pero en un movimiento se puso a mi espalda acercándome de nuevo a los lavamanos, nuestras miradas cruzaron en el gran espejo de frente a nosotros.
Negué sorprendida.
—No sé de qué me está hablando, señor Haggard—dije en tono firme. Sin dudar. Pero por dentro sin duda alguna estaba muy nerviosa.
—Seduces con ese vestido, muestras ser una tentación absoluta—su respiración la sentí cuando se inclinó un poco a mi oído.
—Yo no estaba seduciendo a nadie. Ha malint…—interrumpió con un ruido.
—Hueles exquisito, finges no bailar, nunca te he visto, solo personas a mi saben quién eres, algo demasiado extraño y esos ojos…—no bajé mi mirada.
No era sumisa de nadie.
—Gracias, lo tomaré como cumplido—arqueé una ceja desafiante. Él sonrió.
—…tus ojos sin duda, puede ser tu arma más letal en un grupo de hombres. Pero no me apantallas. Creo que usando algo más discreto, podrías obtener un mínimo de mi atención. No me gustan las mujeres que andan enseñando tanta piel, solo para obtener atención.
Intenté girarme molesta, pero sus dos manos sostuvieron mis brazos y me impidieron hacerlo.
— ¡Suélteme! ¿Cree que solo porque una mujer usa un maldito vestido elegante, anda detrás de usted? ¡¿En qué siglo vive?!—exclamé molesta.
— ¡Eso! Esa es la mujer real que estaba buscando debajo de todo esto…—señaló con la barbilla a través del espejo.
Mis mejillas empezaron a sonrojarse.
—Señor Haggard, le pido de favor que me suelte…—dije apretando los dientes ya molesta. ¡Esto está saliendo mal!
—Ese color de mejillas, no puedes fingirlas. Así que… ¿Qué quieres de mí? ¿Una noche? —preguntó en un tono ronco que mandó señales a todas partes de mi cuerpo, mi cuerpo comenzó arder por dentro. ¿Era una invitación? ¿Aprovecharías Blake?
—No quiero nada. No busco nada. Y no me interesa… nada que pueda ofrecerme—dije en un tono que lo hizo molestar a gran escala, me giro en un movimiento hasta tenerme frente a él. El aroma que desprendía era impactante. Era una maldita electricidad cabrona.
—Eso lo dudo. Tú quieres algo, mi intuición me lo dice. No estás aquí solo para bailar o solo para pasar el rato con tus amigas. ¿Dime que quieres Blake? Te lo puedo dar. Pero solo será una vez.
Mis ojos se abrieron por sorpresa a sus palabras cargadas de deseo, sus pupilas estaban dilatadas.
— ¿Una vez? ¿Estás pensando en que quiero sexo con usted? —pregunté directa e irónica. Sus ojos no mostraron nada, su mirada bajó a mis labios. Automáticamente los humedecí.
—Desde que tu mirada cruzó con la mía…—tragué en seco.
—Estás muy equivocado. Así que…—me solté de su agarre y lo esquivé—búsquese a otra que caliente su cama, señor Haggard—quité el seguro de la puerta, y salí con el corazón desbocado.
Estaba a unos metros un hombre alto, con corte militar y traje negro. Supongo que es el guardaespaldas de él.
Llegué a la mesa y les hice señas a las chicas, teníamos que irnos rápido de ahí.
— ¿Ya? —preguntó Charlize, curiosa mientras recogía su bolsa de mano.
—Fue el polvo más rápido que he visto amiga—dijo Ely, la morena.
—Vámonos. Ahora—dije mientras tomé mi saco y salimos del lugar. Charlize y Ely, corrieron detrás de mí cuando llegamos al estacionamiento.
— ¿Qué pasa? ¡Estas pálida! ¿Te hizo algo el cabrón? —dijo Charlize alertada.
Negué mientras tomé el largo del vestido y lo hice bola para subir al volante. Me quité las zapatillas y me abroché el cinturón. Todas estaban arriba, cuando el toque de unos nudillos a través del cristal, me hizo soltar una maldición del susto.
Era el guardaespaldas de Christian.
Bajé el vidrio de la ventana y me sonrió amablemente.
—El señor Haggard me entregó esto. Dijo que lo dejó en el lavamanos—vi como tonta el móvil. Charlize me dio un codazo y reaccioné apenada.
—Gracias, disculpe…—hizo una mueca y desapareció de mi vista.
Todo el auto quedó en silencio, mientras contemplaba el móvil en mi mano. ¿Desde cuándo era distraída? ¿Habrá leído los mensajes? Maldije en un murmuro. Si leyó los mensajes, estaba perdida. No, no estaba perdido. Entré a la lista de mensajes y estaban borrados. Si, recuerdo que antes los había borrado. Tomé aire y luego lo solté.
—Parece ser que alguien está distraída…—la voz de Ely a mi espalda me hizo salir de mi propia burbuja.
No debía de bajar las armas en ningún maldito momento. No era un empresario cualquiera.
Era Christian Haggard.
Llegué al fin al departamento. Estaba aún algo impresionada como Christian Haggard me desarmó. Nadie… ¡Nadie maldita sea, lo había hecho!
Caí sobre el sillón de la gran estancia, mientras Charlize daba el último reporte de la noche.
—Sí, todo bien Jefe. Tiene una semana el hombre para buscarla. O actuaremos de otra manera—dijo Charlize decidida.
Se me vino a la mente de nuevo sus labios. Sus ojos grises mirando mi boca humedeciéndola. Y el maldito calor que provocó sin besarme ni…
— ¿Blake? —Charlize pinchó mi burbuja, me giré y me estaba entregando mi móvil que estaba sonando.
Lo tomé y la pantalla me mostraba: CHRISTIAN HAGGARD
Abrí los ojos en shock. Charlize me arrebató el móvil y quedó igual que yo, pero lo acompañaba con una gran sonrisa en su rostro, rápido contestó y me lo entregó.
—Es de muy mala educación estar hurgando en los móviles ajenos—fue lo primero que se me vino a la mente decir.
Se escuchó una carcajada del otro lado de la línea y cerré los ojos.
Era una risa sincera.
—Disculpa, pero saliste tan deprisa que… vale. He sido un maleducado. Pero no me arrepiento—dijo en ese tipo de tono que me desarmaría un pelotón completo.
—Te disculpo por no arrepentirte. ¿A qué se debe su llamada señor Haggard? —pregunté en tono despreocupado. Charlize había salido de la estancia.
Y se lo agradecería, no quería que me viera sonrojarme con nuestro objetivo.
—Quiero invitarte a cenar, quisiera conocerte más…—directo y en espera de una respuesta.
Tomé aire y lo solté lentamente.
—No sé. Deja reviso mi agenda y espera mi respuesta. Buenas noches, señor Haggard.
BlakeHabía pasado dos días de esa llamada de la noche del cumpleaños de Christian Haggard. Estaba en mi escritorio, ordenaba una lista de archivos que tenía que entregar en una hora a George. La noche esa no podía dormir, era extraño la forma en la que aparecía en mi mente con solo cerrar los ojos. Este trabajo con George, era de 8 meses, en ese tiempo tenía que lograr que Christian no firmara el nuevo proyecto de los españoles. Así George tomaría el contrato, se llenaría de dinero y recuperaría los millones que ha perdido estos dos años.Christian Haggard, es mi último trabajo. Solo evitaría que firmara con ellos, finiquitaría mi puesto de asistente, el contrato de trabajo que me ligaba forzosamente con George y finalmente tendría las riendas de mi propia vida. Italia era mi destino. El pago de mis ganancia
BlakeManejo un poco desorientada, había cruzado la autopista incorrecta, hasta llegar a las afueras del centro de la ciudad. Me detuve a un lado de la carretera. El corazón no dejaba de latir a toda prisa, mi mente me recreaba una y otra vez lo sucedido. Sus labios, sus caricias, y sus gruñidos. Me bajé del auto azotando la puerta furiosa.— ¡No Blake! ¡Es trabajo! ¡Piensa! ¡Detén esto! —caminé unos cuantos pasos, e intenté respirar calmada. Comencé a reír sin sentido. Recordé cuando escupí sin querer sobre su ropa y rostro. Reí más fuerte. — ¡Eres una tonta! —la risa, fue acompañada después de unas lágrimas al reír mucho. El tráfico era escaso. El móvil comenzó a sonar, atrayendo mi atención. Al sacarlo de mi abrigo, me sorprendi&oac
Christian— ¿Y la dejaste en su departamento? —preguntó atónito, Charles. Arrugué mi ceño, confundido a su reacción, siento como si fuese un gran sarcasmo.—Sí. Lo hice. ¿Qué tiene de malo? Simplemente...—su mirada me incomodó, me levanté de mi silla e introduje mis manos a los bolsillos de mi pantalón de vestir, miré hacia el panorama que tiene mi piso, luego solté un largo suspiro. —...fui caballeroso. Tengo modales, Charles. Aunque no creas, tengo ese lado aun...—Lo sé, pero ¿Christian Haggard? ¿Quieres decir que tú escoltaste a esa hermosa dama a su departamento? ¿No tu seguridad? ¿Tú? —sé a dónde se estaba dirigiendo. Me giré hacia él y negué divertido.—Bien, bien, no
BlakeRepasé lo de anoche una y otra vez. Eso se sintió extraño. Se sintió como cuando subes a la rueda de la fortuna y antes de bajar, cierras los ojos, el hueco que se hace en el centro de tu estómago se expande, provocando esa sensación de...—El jefe quiere verte—anunció uno de los hombres de George. Me levanté de un modo tranquilo, que el que me haya hablado a muy temprana hora, no me había alertado. Pasé por un lado de la persona de seguridad, otro me abrió la puerta, no puedo ver nada con esos lentes polarizados. George está de pie frente a su gran estante de libros, todo es en color negro y blanco, muebles minimalistas, una mesa de billar en el centro de la estancia a lado de su oficina, un bar muy bien equipado, él se giró al notar que había llegado.—Reporte. —exigió con
Christian—Primera vez que una mujer ha rechazado mi invitación. —murmuré, miré de nuevo el mensaje y efectivamente lo ha hecho. Dejé el móvil en la superficie de mi escritorio, lo contemplé aún atónito. ¿Está bromeando? ¿Acaso la he intimidado? ¿He sido brusco? ¿Acaso he perdido el encanto para las invitaciones? Vaya, estoy realmente sorprendido.—¿Señor Haggard? —desvié la mirada hacia mi jefe de seguridad que está frente a mí, sentado.—¿Sí? —él arrugó su ceño.—¿Quiere que cancele la reservación en el restaurante? —dudé, pero decido hacerlo.—Sí, hazlo. Gracias. —le hago señas de que me deje solo, decido salir por l
BlakeTenía nervios, era la primera vez en que no estaba segura de poder terminar este trabajo, no quería verme involucrada sentimentalmente con mi objetivo, pero parecía ser que lo había jodido por completo. La cita de hoy en la mañana con George fue el recordatorio de que es mi trabajo y más me valía que lo hiciera bien. ¿Qué haré? Hacer que Christian Haggard, se harte de mí, me termine o se desilusione. Que crea que soy una loca amargada o algo así. Miré mi móvil en mi mano con su número en la pantalla, lista para llamar.— ¿Que tienes? —Charlize, mi compañera del trabajo con George me mira curiosa, bloqueo la pantalla y lo bajo a mi regazo, debajo de la mesa.—Nada. —contesté distraída, ella puso un vaso de café frente a mí.&nbs
ChristianAnudé mi corbata favorita frente al espejo, ya estaba a diez minutos de salir de casa para encontrarme con Blake. Sentía algo extraño el solo pensar que la vería.—Señor Haggard, tenemos un problema. —escuché a mi jefe de seguridad a la entrada de mi habitación. Me giré sobre mis talones hacia a él.— ¿Qué problema? —sentí un nudo en mi estómago, quería pensar que no tenía que ver con Blake.—Es la señorita Harper. —cerré mis ojos y solté un suspiro, abrí mis ojos y le hice una seña con mi barbilla para que hablara. — Tiene un vuelo comprado a Italia para dentro de siete meses.—Bueno, puede ser que vaya de vacaciones—él se tensó.—Solo tiene un vuel
Blake—No. —fue la único que dije, podría notar que estaba muy sorprendido, incluso sus mejillas se colorearon de un rosa discreto. —Bueno, parece ser que es la primera vez que alguien lo rechaza. —él sonrió.— ¿Y puedo saber siquiera por qué me ha rechazado tan fácilmente? —me recordó a aquella escena de "Orgullo y prejuicio" Dónde el señor y amado por todas, Mr. Darcy se le declara a Elizabeth Bennett, pide su mano y ella sutilmente le da las gracias, sonreí dentro de mí.—Bueno, hay varios factores, Christian. —él arqueó una ceja y esperó a que siguiera hablando. —Me gustaría conocernos más, quizás podríamos empezar como amigos...—Pero ya nos hemos besado...—noté su confusión.