Blake
Dos horas después, con zapatillas en mano y con el vestido alzado para no tropezar, y eso incluía que estaba escurriendo, llegué al hotel. El gerente inmediatamente me auxilió y al intentar preguntar si Christian había regresado, se adelantó, me informó que se había marchado con maleta y su escolta de seguridad y que había dejado pagado por una noche más. El corazón se me encogió, y no pude disimular que no me dolía.
Subí a la suite presidencial, al entrar, pude ver mi maleta hecha a un lado de la entrada. Estaba todo oscuro, encendí el interruptor y alumbró casi todo el piso. Pude ver vidrios hechos añicos en el suelo de mármol. Y sin darme cuenta, estaba recargada en la puerta y deslizándome hasta caer sobre mis pies. Comencé de nuevo a llorar y a maldecir lo cobarde que fui al no parar esto.<
ChristianCuando salieron esas palabras de mi boca, quería muy en mi interior, que le doliera, pero el solo pensarlo, me sentí mal. Yo amaba a Blake con todo el corazón, con el alma, con todo mi ser, pero tenía dolor, bastante. Nunca había pasado por una situación como esta. Blake se limpió las lágrimas, intentó controlarse.—Ódiame. Lo merezco. —se mordió el labio para evitar soltar un sollozo, sus ojos estaban mirándome fijamente, tomó aire y luego lo soltó. —Lo merezco…—susurró con dolor.—Te odio. —susurré, arrugué mi ceño. —Pero…—ella abrió sus ojos un poco más.— ¿Por qué tardan en entrar? —escuché a mi madre a mi espalda, interrumpiendo nuestra conversación
BlakeGeorge había descubierto mi plan.— ¿Blake? —me llamó Christian. — ¿Por qué crees que George ha ido al The Wall Street Journal? —no pude decir nada, mi cabeza era un tornado de suposiciones, no había ido en ningún momento a ese lugar, entonces di con ello, cerré los ojos. "Al bajar del avión, había enviado mensaje a mi contacto, no lo había hecho desde un lugar público" maldije dentro de mí, me cubrí el rostro con ambas manos y solté un grito de maldición, sentí el toque de Christian atrapando mis muñecas, de un movimiento, las separó para verme. —Dime que no es lo que estoy pensando, —presioné mis labios con dureza, la había cagado—, ¿En serio tenías que hacer eso? ¿Qué parte de que te expones a que te haga
BlakeCorté la distancia entre los dos, él me miró con un poco de sorpresa, tomé aire y lo solté lentamente.—Sí tengo que pagar lo que, hecho, —humedecí mis labios al sentirlos secos—, lo haré, me haré responsable de las consecuencias de mis actos. —Christian arrugó su ceño, apretó su mandíbula.—No voy a permitir que vayas a la cárcel. —suavicé mi rostro, levanté la mano hacia su barbilla, pensé que iba a retroceder, pero no fue así, al tocar mi mano con su piel, vi cómo se estremeció, en como cerró sus ojos para disfrutar mi caricia, el nudo en mi garganta creció.—Ahora sé a qué se refieren cuando dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo ha perdido...—Christian tiró de m&
Blake miró a través de la ventana de la habitación de Keira, por un momento no escuchó nada de lo que ella estaba hablando, solo pudo ver como los labios de ella se movieron, luego desvió de nuevo la mirada hacia a aquel jardín tan hermoso, lleno de flores de temporada, en su mayoría, eran rosales blancos.— ¿Blake? —ella dio un brinco al sentir el toque de una mano en su hombro, salió de su trance, el ruido había llegado de golpe a ella, levantó su rostro y miró a Christian de pie a un lado de su lugar, Keira pareció preocupada.—Lo siento, lo siento—se masajeó el rostro, luego los volvió a mirar fugaz, intentó bajar el ruido de aquellos pensamientos que la atormentaban en ese momento. — ¿Has hablado con los abogados? ¿Qué han dicho? —Keira se levantó para darles privacidad, Bl
Blake sintió el frío de aquellas esposas. Sintió que todo era irreal, sintió el temor de solo imaginar estar presa, nunca imaginó que un trabajo de cinco años, usando los juegos de seducción, iban a hundirla, la iban a dejar detrás de unas rejas, era cómplice, y cuando lo pudo digerir, comprendió que el infierno apenas comenzaba. La trasladaron, la procesaron, luego la vistieron de prisionera y la encerraron en una pequeña celda, mal oliente, sin comer por horas, en aquel lugar, se derrumbó por completo, lloró abrazada a sí misma en un rincón de ese diminuto espacio, repasó una y otra vez todo lo que había pasado durante los cinco años con George, pero había una esperanza, las pruebas estaban en buenas manos, solo tocaba esperar y usarlas en el momento preciso. No terminaba aun el primer día cuando tuvo la visita de uno de los abogados de la fam
Un año después…ItaliaBlake estaba sentada en la terraza de aquel restaurante en Nápoles dónde servían la mejor pizza; había llevado un recorrido de varias ciudades con mochila a espalda hace un año, estaba desconectada totalmente de New York y de todo lo que tenía que ver con Christian Haggard y familia, durmió en hostales, pidió viaje con el pulgar al aire, durmió en granjas, conoció lugares jamás vistos, montañas, lagos, acampó, caminó por desiertos, pero aun sentía ese dolor en su pecho. Un año ha pasado desde que había desaparecido de la vida de Christian Haggard, un año cargando aun recuerdos de su relación, a veces soñaba que estaba con él, en su cama, acariciando su espalda, haciendo el amor, pero después descubría con dolor que era s
Días después...Christian lanzó en el aire el mantel de cuadros rojos para extenderlo y ponerlo sobre el pasto verde, cuando este finalmente quedó bien acomodado, Blake puso la canasta de mimbre en la orilla, se sentó y acomodó lo que había en el interior, dos copas de vino, pan de ajo, uvas, fresas y queso, Christian recordó el maratón de sexo de días desde que llegó a ella, hoy era el primer día que salían de la cama, a Blake se le notó más brillosa la piel, sus facciones eran distintas, la nostalgia en sus ojos se había evaporado. Blake notó que la miraba.— ¿Qué piensas? —preguntó ella antes de probar de un mordisco una fresa, Christian pensó en que la agonía finalmente había llegado a su fin, cada rincón dentro de él, estaba lleno de felicidad,
“Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto.”Proverbio chino****************Ocho meses atrás…BlakeSalíamos Christian y yo de una cena benéfica. Su mano apretó mi brazo más de lo normal mientras nos guio al auto en el estacionamiento. Abrió la puerta y me dejó deslizarme con tiempo a mi asiento. Azotó la puerta al cerrarla y eso me hizo encogerme de hombros.Subió y encendió el auto apresurado.— ¿Qué es lo que pasa? — pregunté nerviosa y demasiado extrañada, había regresado de los servicios algo diferente.No contestó, ni dirigió su mirada hacia a mí, su perfil estaba concentrado en la