Capítulo 56: La llamada desesperada

El peso de una mentira

Alexandro tambaleó hasta sentarse en el borde de la cama, con el teléfono temblando en su mano. Su respiración era errática, el corazón le golpeaba el pecho con una mezcla de furia, pánico y asco. Todo era una maldita trampa.

El olor a perfume barato y alcohol impregnaba las sábanas revueltas. Su piel ardía, pero no por deseo, sino por ira. Ira contra sí mismo, contra la situación, contra Lucía.

Ella lo observaba desde la cama con una sonrisa satisfecha, sin molestarse en cubrirse. Su cabello despeinado caía sobre sus hombros desnudos y sus ojos brillaban con una malicia calculada.

—¿Te vas tan pronto? —preguntó con falsa inocencia, paseando los dedos por la sábana con lentitud.

Alexandro la ignoró. Apretó los dientes, su mandíbula se tensó hasta el punto de dolerle. El teléfono casi se resbaló de sus manos por el temblor incontrolable de sus dedos, pero logró marcar el número de Damián.

Bip… Bip…

Cada tono se sentía eterno.

—¿Qué mierda quieres, Alex? —Damián c
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