Vanessa se giró lentamente, su expresión era impenetrable.Sabía perfectamente lo que había pasado.—No pasó nada, Alex. Estaba borracha. No recuerdo nada.El rostro de Alex se endureció por un instante antes de relajarse en una media sonrisa. Se levantó con calma, sin dejar de mirarla, y se acercó peligrosamente hasta quedar a solo unos centímetros de su boca.—¿No recuerdas nada, nena? —murmuró, con voz grave, acariciando su piel con la punta de los dedos—. Ni cómo me susurrabas que me amabas, ni cómo gemías mi nombre, ni cómo te aferrabas a mí como si no quisieras dejarme ir jamás…Vanessa cerró los ojos por un segundo. Su cuerpo la traicionó con un estremecimiento.Por supuesto que lo recordaba.Cada maldito segundo.El roce de sus labios, el calor de sus manos, la intensidad con la que la había mirado mientras la tomaba como si fuera suya y de nadie más.Pero debía ser fuerte.Respiró hondo y abrió los ojos con frialdad.—No pasó nada —repitió con firmeza—. Solo fue una borracher
Vanessa pasó el resto del día intentando concentrarse en su trabajo, pero la información que le había dado Mariana la carcomía por dentro. ¿Y si todo había sido un montaje? ¿Y si Alexandro realmente había sido víctima de una trampa?La idea la perturbaba más de lo que quería admitir. Si era cierto, significaba que había cometido un error terrible al alejarse de él. Pero si no lo era, si todo era solo un intento más de Alex para manipularla, entonces estaba a punto de caer de nuevo en su juego.Se negaba a confiar en él nuevamente… pero algo dentro de ella la obligaba a cuestionarlo todo.Cuando llegó a casa esa noche, la luz cálida del comedor iluminaba la sala. Alex ya estaba allí, preparando la cena como si fueran una pareja normal. Como si todo entre ellos estuviera bien.Nico corrió hacia ella, moviendo la cola con entusiasmo antes de trotar de vuelta hacia Alex y mirarlo como si esperara su aprobación. Vanessa frunció los labios. Traicionero.—Siempre supe que los perros podían s
Vanessa no podía dejar de darle vueltas a lo que Mariana le había dicho. Algo en su mente no podía ignorar las posibilidades, y lo peor era que había comenzado a cuestionar si toda la historia de esa noche había sido una trampa, un montaje bien armado para que ella creyera lo peor de Alexandro.Mientras se encontraba en la oficina, revisando los diseños del desfile próximo , una parte de ella sabía que algo no cuadraba. ¿Por qué había actuado tan impulsivamente? ¿Era todo parte de un plan de alguien más, o había sido simplemente una fatal coincidencia?Decidió consultar con las chicas. Mariana y Sofía sabían lo que había pasado entre ella y Alex, y aunque Sofía le ofrecía un apoyo incondicional, Mariana siempre parecía tener una perspectiva más objetiva.Esa tarde, se encontraron en el apartamento de Sofía para tratar de reconstruir lo sucedido. Las tres se sentaron alrededor de la mesa, cada una con una taza de té, mientras Vanessa les contaba los detalles que aún la atormentaban.—N
Vanessa sintió su corazón acelerado, pero esta vez no por enojo ni dolor, sino por la intensidad en los ojos de Alex. Sabía que estaban al borde de algo… de algo que había estado conteniéndose por demasiado tiempo.Respiró hondo y, con una pequeña sonrisa juguetona, dejó caer la bomba:—Por cierto… también recuerdo lo que pasó hace unos días.Alex arqueó una ceja, su expresión pasando de la sorpresa a una diversión peligrosa.—¿Ah, sí? —murmuró, cruzándose de brazos con una sonrisa ladeada—. ¿Y qué es lo que recuerdas exactamente, nena?Vanessa mordió su labio inferior, disfrutando el juego.—Recuerdo que estabas desesperado por tocarme… que me susurraste cosas al oído pensando que no me daría cuenta…Alex dejó escapar una risa baja, su lengua deslizándose por su labio mientras la miraba con intensidad.—Sabía que lo recordabas, nena —murmuró con satisfacción, acercándose peligrosamente—. Siempre lo supe.Vanessa sintió que su piel se encendía con su cercanía, pero no iba a ceder tan
Vanessa se recostó contra el pecho de Alex, disfrutando del calor de su piel mientras él le acariciaba distraídamente la espalda. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que todo estaba bien entre ellos. Pero Alex parecía inquieto.—Hay algo que quiero decirte —murmuró él, con el tono grave que usaba cuando tomaba decisiones importantes.Vanessa levantó la cabeza y lo miró con curiosidad.—¿Qué pasa?Alex tomó aire antes de hablar.—Voy a cambiar el nombre de la empresa.Vanessa parpadeó, sorprendida.—¿Qué?Él se incorporó un poco, apoyándose en un codo mientras la miraba con seriedad.—Montenegro Luxe siempre ha sido el legado de mi familia, pero descubrí que no todo ese legado es tan limpio como pensaba. La empresa creció gracias a los diseños de tu abuela, robados y firmados bajo otro nombre. No puedo permitir que su historia quede en el olvido.Vanessa sintió un nudo en la garganta.—¿Qué… qué significa eso exactamente?Alex tomó su mano entre las suyas.—Significa que quiero cam
El evento benéfico se celebraba en el lujoso salón de un hotel de cinco estrellas, con una iluminación tenue y elegante que reflejaba el prestigio de los asistentes. La prensa, los empresarios más influyentes y diseñadores reconocidos estaban presentes.Alexandro Montenegro llegó con su porte imponente, vestido impecablemente con un traje negro a la medida. A su lado, Victoria y Lucía entraron con una sonrisa fingida, creyendo que tenían la situación bajo control.Lo que no sabían era que todo estaba a punto de derrumbarse.Y luego, Vanessa llegó.La conversación en la sala se apagó levemente cuando ella hizo su entrada.Llevaba un vestido rojo ajustado con una abertura en la pierna que acentuaba sus curvas y la hacía lucir como una diosa. Su cabello caía en ondas suaves, su maquillaje resaltaba su mirada y sus labios pintados de rojo eran un arma de destrucción masiva.Alexandro casi muere al verla.Sintió un golpe en el pecho, una combinación de deseo, orgullo y celos irracionales a
Vanessa escuchó voces a lo lejos. Todo se sentía confuso, como si su mente flotara entre la realidad y el sueño. Un murmullo lejano la llamaba, pero su cuerpo se negaba a responder.—¡Vanessa, despierta! —la voz de Sofía sonaba angustiada, casi al borde del llanto.—¡Dios, Vanessa, por favor! —era Alexandro. Su tono estaba cargado de desesperación.Intentó abrir los ojos, pero le pesaban. Su respiración era irregular, su cuerpo no reaccionaba. Hasta que sintió algo cálido en su mejilla... una mano firme y temblorosa. La de Alex.—Nena, mírame... —suplicó él, con la voz rota.Con un esfuerzo sobrehumano, Vanessa entreabrió los ojos lentamente. La luz de la habitación le pareció demasiado brillante, cegadora. Parpadeó varias veces hasta que, por fin, la imagen de Alex comenzó a enfocarse. Su rostro estaba tenso, sus ojos oscuros reflejaban puro alivio… y pánico.—¡Gracias a Dios! —exhaló él, acariciándole la cara con manos temblorosas.Vanessa intentó moverse, pero su cuerpo se sentía e
El hospital estaba lleno de ruido, movimiento y luces brillantes. Alexandro no soltó la mano de Vanessa ni un solo segundo mientras los médicos los atendían.—Señor Montenegro, la herida no es grave, pero necesitará algunos puntos —informó el doctor mientras le limpiaba la sangre del brazo.—Solo háganlo rápido, necesito estar con Vanessa —respondió con impaciencia, sin apartar la mirada de ella.Vanessa estaba en otra camilla, rodeada de enfermeras y un médico que le tomaba la presión.—Señorita, su desmayo no parece haber sido causado por el impacto emocional. Vamos a hacerle unos exámenes para asegurarnos.—Estoy bien —intentó decir ella, pero una enfermera ya le estaba sacando sangre.Alex, a pesar del dolor en su brazo, se removió en su camilla, sintiendo la necesidad de estar junto a ella.—¿Qué tipo de exámenes? ¿Por qué se desmayó?—Lo sabremos en unos minutos —respondió el médico con calma.Los minutos se sintieron eternos. Alex fue suturado y apenas lo liberaron, se apresuró