Vanessa no podía dejar de darle vueltas a lo que Mariana le había dicho. Algo en su mente no podía ignorar las posibilidades, y lo peor era que había comenzado a cuestionar si toda la historia de esa noche había sido una trampa, un montaje bien armado para que ella creyera lo peor de Alexandro.Mientras se encontraba en la oficina, revisando los diseños del desfile próximo , una parte de ella sabía que algo no cuadraba. ¿Por qué había actuado tan impulsivamente? ¿Era todo parte de un plan de alguien más, o había sido simplemente una fatal coincidencia?Decidió consultar con las chicas. Mariana y Sofía sabían lo que había pasado entre ella y Alex, y aunque Sofía le ofrecía un apoyo incondicional, Mariana siempre parecía tener una perspectiva más objetiva.Esa tarde, se encontraron en el apartamento de Sofía para tratar de reconstruir lo sucedido. Las tres se sentaron alrededor de la mesa, cada una con una taza de té, mientras Vanessa les contaba los detalles que aún la atormentaban.—N
Vanessa sintió su corazón acelerado, pero esta vez no por enojo ni dolor, sino por la intensidad en los ojos de Alex. Sabía que estaban al borde de algo… de algo que había estado conteniéndose por demasiado tiempo.Respiró hondo y, con una pequeña sonrisa juguetona, dejó caer la bomba:—Por cierto… también recuerdo lo que pasó hace unos días.Alex arqueó una ceja, su expresión pasando de la sorpresa a una diversión peligrosa.—¿Ah, sí? —murmuró, cruzándose de brazos con una sonrisa ladeada—. ¿Y qué es lo que recuerdas exactamente, nena?Vanessa mordió su labio inferior, disfrutando el juego.—Recuerdo que estabas desesperado por tocarme… que me susurraste cosas al oído pensando que no me daría cuenta…Alex dejó escapar una risa baja, su lengua deslizándose por su labio mientras la miraba con intensidad.—Sabía que lo recordabas, nena —murmuró con satisfacción, acercándose peligrosamente—. Siempre lo supe.Vanessa sintió que su piel se encendía con su cercanía, pero no iba a ceder tan
Vanessa se recostó contra el pecho de Alex, disfrutando del calor de su piel mientras él le acariciaba distraídamente la espalda. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que todo estaba bien entre ellos. Pero Alex parecía inquieto.—Hay algo que quiero decirte —murmuró él, con el tono grave que usaba cuando tomaba decisiones importantes.Vanessa levantó la cabeza y lo miró con curiosidad.—¿Qué pasa?Alex tomó aire antes de hablar.—Voy a cambiar el nombre de la empresa.Vanessa parpadeó, sorprendida.—¿Qué?Él se incorporó un poco, apoyándose en un codo mientras la miraba con seriedad.—Montenegro Luxe siempre ha sido el legado de mi familia, pero descubrí que no todo ese legado es tan limpio como pensaba. La empresa creció gracias a los diseños de tu abuela, robados y firmados bajo otro nombre. No puedo permitir que su historia quede en el olvido.Vanessa sintió un nudo en la garganta.—¿Qué… qué significa eso exactamente?Alex tomó su mano entre las suyas.—Significa que quiero cam
El evento benéfico se celebraba en el lujoso salón de un hotel de cinco estrellas, con una iluminación tenue y elegante que reflejaba el prestigio de los asistentes. La prensa, los empresarios más influyentes y diseñadores reconocidos estaban presentes.Alexandro Montenegro llegó con su porte imponente, vestido impecablemente con un traje negro a la medida. A su lado, Victoria y Lucía entraron con una sonrisa fingida, creyendo que tenían la situación bajo control.Lo que no sabían era que todo estaba a punto de derrumbarse.Y luego, Vanessa llegó.La conversación en la sala se apagó levemente cuando ella hizo su entrada.Llevaba un vestido rojo ajustado con una abertura en la pierna que acentuaba sus curvas y la hacía lucir como una diosa. Su cabello caía en ondas suaves, su maquillaje resaltaba su mirada y sus labios pintados de rojo eran un arma de destrucción masiva.Alexandro casi muere al verla.Sintió un golpe en el pecho, una combinación de deseo, orgullo y celos irracionales a
Vanessa escuchó voces a lo lejos. Todo se sentía confuso, como si su mente flotara entre la realidad y el sueño. Un murmullo lejano la llamaba, pero su cuerpo se negaba a responder.—¡Vanessa, despierta! —la voz de Sofía sonaba angustiada, casi al borde del llanto.—¡Dios, Vanessa, por favor! —era Alexandro. Su tono estaba cargado de desesperación.Intentó abrir los ojos, pero le pesaban. Su respiración era irregular, su cuerpo no reaccionaba. Hasta que sintió algo cálido en su mejilla... una mano firme y temblorosa. La de Alex.—Nena, mírame... —suplicó él, con la voz rota.Con un esfuerzo sobrehumano, Vanessa entreabrió los ojos lentamente. La luz de la habitación le pareció demasiado brillante, cegadora. Parpadeó varias veces hasta que, por fin, la imagen de Alex comenzó a enfocarse. Su rostro estaba tenso, sus ojos oscuros reflejaban puro alivio… y pánico.—¡Gracias a Dios! —exhaló él, acariciándole la cara con manos temblorosas.Vanessa intentó moverse, pero su cuerpo se sentía e
El hospital estaba lleno de ruido, movimiento y luces brillantes. Alexandro no soltó la mano de Vanessa ni un solo segundo mientras los médicos los atendían.—Señor Montenegro, la herida no es grave, pero necesitará algunos puntos —informó el doctor mientras le limpiaba la sangre del brazo.—Solo háganlo rápido, necesito estar con Vanessa —respondió con impaciencia, sin apartar la mirada de ella.Vanessa estaba en otra camilla, rodeada de enfermeras y un médico que le tomaba la presión.—Señorita, su desmayo no parece haber sido causado por el impacto emocional. Vamos a hacerle unos exámenes para asegurarnos.—Estoy bien —intentó decir ella, pero una enfermera ya le estaba sacando sangre.Alex, a pesar del dolor en su brazo, se removió en su camilla, sintiendo la necesidad de estar junto a ella.—¿Qué tipo de exámenes? ¿Por qué se desmayó?—Lo sabremos en unos minutos —respondió el médico con calma.Los minutos se sintieron eternos. Alex fue suturado y apenas lo liberaron, se apresuró
Después de unas horas en el hospital, a Vanessa le dieron el alta con la indicación de descansar. Alex, aún con el brazo vendado, no dejó de sostener su mano ni un solo segundo.—Te llevo a casa —dijo con determinación mientras la ayudaba a subir al auto.—Alex, estás herido… —protestó ella, mirándolo con preocupación.—Y tú estás embarazada —replicó él con una sonrisa arrogante, colocando con suavidad su mano sobre su vientre—. Creo que yo gano.Vanessa rodó los ojos pero no pudo evitar sonreír.—Siempre tienes que tener la última palabra, ¿verdad?—No, solo cuando tengo razón —respondió con una guiñada, lo que la hizo reír.El camino a casa fue tranquilo, aunque Alex no dejaba de mirarla de reojo, asegurándose de que estuviera bien. Vanessa, por su parte, descansaba con una mano sobre su vientre, todavía asimilando todo.—¿Vamos a decírselo a todos? —preguntó ella de repente, rompiendo el silencio.Alex suspiró.—Damián ya debe estar enterado porque estuvo en el hospital, pero… ¿qui
Vanessa despertó temprano, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo en su pecho. Hoy era el día en que ella y Alexandro le contarían a sus familias sobre el embarazo. Aunque la noticia ya había sido recibida con gritos y abrazos por parte de Mariana y Sofía, sabía que con sus padres la situación podría ser muy distinta.Desde la cocina llegaba el aroma a café recién hecho. Se levantó despacio y caminó hacia allí, encontrándose con Alex, que ya estaba vestido, preparando el desayuno.—¿Dormiste bien? —preguntó él, dándole un beso en la frente.—Sí… aunque no puedo dejar de pensar en lo que viene —respondió ella, tomando asiento y recibiendo una taza de café descafeinado.—Va a salir bien, nena. No te preocupes —le aseguró Alex, sentándose a su lado.Vanessa sonrió con algo de duda. Sabía que sus padres probablemente reaccionarían con sorpresa, pero confiaba en su apoyo incondicional.Después del desayuno, se arreglaron y se dirigieron a casa de los padres de Vanessa. Cuando llegar