El ambiente en la mansión Montenegro era tenso, cargado de un silencio que amenazaba con explotar en cualquier momento. Después del caos de los últimos días , la herida de Alex ya estaba atendida, Vanessa se encontraba bien, y lo más importante: ahora sabían que serían padres. Sin embargo, había un asunto pendiente, uno que Alex no podía ignorar.Victoria Montenegro.Vanessa entrelazó sus dedos con los de Alex mientras caminaban por el pasillo hacia la biblioteca, donde sabían que Victoria se refugiaba después de sus derrotas. Damián caminaba a su lado, con la expresión endurecida.—¿Estás seguro de que quieres hablar con ella? —susurró Vanessa.Alex no dudó ni un segundo.—Sí. Quiero darle una última oportunidad para que haga lo correcto.—Sabes que tu mamá nunca va a aceptar la verdad.—Tal vez. Pero no quiero que después diga que nunca le dimos la opción de redimirse —respondió Alex con firmeza.Vanessa lo miró con admiración. A pesar de todo lo que Victoria había hecho, él aún te
El aire en la casa se sentía distinto después de la confrontación con Victoria. Una tensión sutil flotaba en el ambiente, como si las paredes aún resonaran con las palabras dichas. Alexandro no habló mucho en el camino de regreso, pero su mano nunca soltó la de Vanessa. Era un gesto pequeño, pero reconfortante. Sabía que ella aún estaba procesando lo que había sucedido, que las piezas del rompecabezas se movían en su cabeza tratando de encontrar sentido a todo.Cuando llegaron a casa, Mariana y Sofía ya estaban esperándolos en la sala, claramente ansiosas por noticias. Habían pasado la tarde debatiendo qué podría haber ocurrido, haciendo apuestas sobre cómo reaccionaría Victoria y preparando algo de café para la inevitable conversación.—¿Cómo les fue? —preguntó Mariana, cruzándose de brazos. Su pie golpeaba el suelo con impaciencia.—¿Victoria confesó? —añadió Sofía, inclinándose un poco hacia adelante, con los ojos brillando de expectativa.Vanessa suspiró, dejándose caer pesadament
La noche estaba iluminada por un cielo estrellado cuando Alexandro llevó a Vanessa hasta el helipuerto privado de Montenegro Luxe. —¿A dónde me llevas, Montenegro? —preguntó ella, divertida, mientras el viento nocturno agitaba su cabello. Alex sonrió con ese brillo travieso en los ojos que la volvía loca. —Prometí darte algo especial… y si algo he aprendido, es que contigo nada puede ser común. Antes de que Vanessa pudiera cuestionarlo más, un helicóptero aguardaba en la pista, con Nico moviendo la cola emocionado a un lado. —Dime que no estamos haciendo algo ilegal —murmuró ella, con una risa nerviosa. —¿Secuestrarte para un viaje sorpresa cuenta como ilegal? Vanessa puso los ojos en blanco, pero su sonrisa la delató. —Maldito seas, Montenegro. Él le besó la frente antes de ayudarla a subir. —Lo sé, nena. Pero me amas. El helicóptero despegó, elevándose sobre la ciudad. Vanessa observó las luces titilantes debajo de ellos, maravillada. Cuando el aparato descendió
El cielo seguía iluminado por los restos de los fuegos artificiales cuando Alexandro envolvió a Vanessa en sus brazos, sosteniéndola con firmeza, como si temiera que se desvaneciera entre sus manos. Ella reía, aún con el corazón acelerado y las mejillas ardiendo por la emoción.—No puedo creer que realmente hiciste esto —susurró, apoyando la frente contra la de él.—Créelo, nena. Y acostúmbrate, porque pasarás el resto de tu vida lidiando con mis locuras.Vanessa suspiró con una sonrisa, sintiendo la calidez de su amor envolverla. Sus dedos recorrieron la línea de su mandíbula antes de darle un beso suave y prolongado. Nico ladró, reclamando atención, y ella rió mientras se inclinaba para acariciar la cabeza del perro.—Parece que alguien también está emocionado —comentó Alex, rascando detrás de las orejas del golden retriever negro.Vanessa se acomodó en su asiento, observando la villa iluminada en la distancia. La brisa del mar le acariciaba la piel, y por primera vez en mucho tiemp
El sol brillaba con fuerza aquella tarde en la casa que tanto significaba para Alexandro y Vanessa. El jardín estaba decorado con flores frescas y luces delicadas que colgaban entre los árboles, creando un ambiente cálido y acogedor. El aroma de las flores se mezclaba con el de la comida recién preparada, llenando el aire con una sensación de hogar y celebración. La gran mesa estaba dispuesta en la terraza, cubierta con un mantel de lino y adornada con vajilla de porcelana fina. Una comida exquisita esperaba a ser servida, mientras una suave música instrumental flotaba en el aire.Vanessa se ajustó el vestido de lino que resaltaba su vientre de embarazo. Sus manos acariciaron suavemente la curva de su abdomen, sintiendo la vida que crecía dentro de ella. Sofía y Mariana la ayudaban con los últimos detalles de la reunión, asegurándose de que todo estuviera perfecto.—Dios, esto parece más una boda que un simple almuerzo familiar —bromeó Sofía, observando la elegancia de la decoración m
El tiempo pasó rápidamente, y Vanessa se encontraba en los últimos meses de su embarazo. Su vientre redondeado era el testimonio del amor entre ella y Alexandro, quien estaba completamente cautivado, pero también al borde de la locura con sus cambios de humor y antojos impredecibles.—Montenegro, necesito helado de pistacho con papas fritas —exigió ella, mientras se acomodaba en el sofá con Nico echado a su lado.Alexandro, que acababa de llegar del trabajo, la miró con una mezcla de ternura y resignación.—Nena, es la tercera vez en la semana que me mandas a buscar esa combinación…—¡Pero lo quiero ahora! —Vanessa hizo un puchero, cruzándose de brazos.Él suspiró, pero no pudo evitar sonreír. La amaba, con todo y sus locuras hormonales. Se inclinó, besando su frente antes de salir de nuevo en busca de su antojo.Mientras tanto, en la empresa, todo marchaba a la perfección. La nueva línea de ropa para maternidad había sido un éxito rotundo. Vanessa, Mariana y Sofía se encargaron de di
El baby shower de Mia estaba en su punto máximo. El jardín de la casa que unió a Vanessa y Alexandro estaba decorado con luces cálidas, arreglos florales y una mesa repleta de postres delicadamente preparados. Amigos y familiares reían, disfrutaban del evento y compartían anécdotas mientras Mariana cargaba a Mathias, su pequeño de un mes, que dormía plácidamente en sus brazos.—No puedo creer que ya seas mamá —dijo Sofía emocionada mientras acariciaba la cabecita del bebé—. Y pensar que en cualquier momento será el turno de Vanessa.—Vanessa tiene que sobrevivir primero a sus antojos, hormonas y a un Alexandro que la consiente demasiado —bromeó Damián, haciéndolos reír.Alexandro, parado junto a Vanessa, le ofrecía un plato con fresas cubiertas de chocolate. —¿Segura que no quieres otra cosa, nena? ¿Un helado? ¿Unas papas con chocolate? Lo que sea, lo consigo.—Deja de consentirla tanto, hermano, que luego no te dejará respirar —comentó Damián, recibiendo un codazo de Mariana.Vanessa
El hospital era un completo caos.Alexandro, con el rostro pálido y las manos temblorosas, caminaba de un lado a otro mientras Vanessa intentaba respirar entre contracción y contracción. Sofía y Mariana trataban de calmarlo, aunque ellas mismas estaban al borde de un ataque de nervios.—Montenegro, si sigues caminando así vas a hacer un surco en el piso —bromeó Vanessa entre jadeos, intentando aliviar la tensión.—¡¿Cómo puedes estar bromeando ahora?! —explotó Alex, con los ojos desorbitados, pasándose una mano por el cabello ya despeinado.—Porque alguien tiene que hacerlo —respondió ella con una sonrisa débil—. Y porque si me estreso más, esta niña va a nacer con cara de enojo.Damián, con Mathias dormido en sus brazos, observaba la escena con una risa divertida.—Tranquilo, hermano. Solo tienes que aguantar las próximas horas y ya. Fácil —dijo con un tono burlón.—¡¿Fácil?! —Alexandro casi lo estrangula—. ¡Mi mujer está a punto de dar a luz!—Oh, ahora sí soy tu mujer, ¿eh? —Vaness