*Franco*
Sentado en el sofá del cuarto de hospital donde se encuentra Riley, sostengo el cuadrito plastizado que ilustra un círculo del tamaño de un guisante. La base de mi dedo pulgar se desliza por la imagen y me hace un poco de ilusión pensar cómo sería ser padre.La verdad, puede que sea lindo, pero no he planeado tener hijos con ella.Riley ha sido mi mejor amiga desde que tengo memoria, con el tiempo nos convertimos en algo más, pero siempre mantuvimos claras nuestras intenciones, y, por tanto, ambos estubimos de acuerdo en basar nuestra relación en amistad y sexo, nada más.Ahora todo se ha complicado, debo aceptar que no deseo estar separado de la madre de mis hijos, siempre pensé tenerlos con aquella que ocupara el lugar de mi esposa, y desgraciadamente, Riley no es esa mujer...—Mmm —gime tumbada sobre la cama. Numerosos sueros se aferran a sus venas y trae puesta una mascarilla de oxígeno cubriendo su nariz y su boca.—Riley —pronuncio y me pongo de pie. Camino hasta llegar a su lado y tomo una de sus manos—. ¿Cómo te sientes?Ella asiente, deduzco que a penas puede emitir una palabra sin forzar la herida que va desde su barbilla hasta la comisura de su labio inferior. Frunce el entrecejo demostrando dolor y acaricio su cabello con una de mis manos.—Shhh, tranquila, estás muy herida. Intenta no hablar para que mejores pronto —la calmo y vuelve a asentir.Su rostro está marcado por varios rasguños y parte de su mejilla derecha es ocupada por una venda blanca, dicen los doctores que la quemadura en esa porción de su piel está estimada como grave, catalogada como lesión de tercer grado. Tristemente la cicatriz será de por vida, y sé cuánto le dolerá a Riley saberlo.—Has tenido un accidente con Max, él no... Él no lo ha conseguido —musito y un nudo se forma en mi garganta.Máximo era mi más fiel escolta, a él le asignaba la protección de Riley y siempre fue mi sujeto de confianza.—Pero tú estarás bien preciosa, solo deberás permanecer aquí unos días, pues necesitas recuperarte de los golpes.Escatimo detalles de su estado de salud y ella parece tomarlo de buena manera. Sé que si le digo que en unas horas será operada reaccionaría como loca, y no queremos eso. El auto chocó contra un árbol, según los investigadores y testigos, Max intentó evitar colapsar contra otro auto que se saltó un "stop". Todo el cristal delantero se hizo añicos, Riley que iba en el asiento del copiloto, recibió numerosos cristales sobre su piel, uno de ellos penetró encima de su seno izquierdo, necesita ser intervenida quirúrgicamente para evitar una hemorragia interna.—Riley, hay algo más —le digo y me pregunto internamente si es el momento correcto de tocar el tema del bebé—, no te asustes ¿Sí? Andrà tutto bene piccola, siamo una squadra e non ti lascerò mai sola —susurro y dejo de acariciar su cabello para ahora darle atención a su vientre. Ella me observa perdida y respira pesadamente, como si tuviese sueño—. Quiero que con un gesto me digas si sabías de esto o no ¿Capisci?Mueve la cabeza mostrando un sí y suspiro profundamente para soltarlo.—¿Sabías que vamos a ser padres?Sus ojos se abren y hace un amago de sentarse pero la detengo. Sujeto sus hombros y la ayudo a recomponerse sobre la almohada. Niega repetidas veces y a través de la mascarilla transparente veo que intenta abrir la boca para responder.—¡No, no hables! Me ha quedado claro que es una sorpresa para ambos. Riley yo... yo te quiero mucho, lo sabes, nunca te dejaría sola con algo así. Quiero que sepas que la decisión es tuya, te apoyaré. Pero igual debes pensarlo, tu y yo no... no somos más que amigos que se complacen ¿Verdad? —le cuestiono y ella vuelve a asentir—. Un hijo no va a cambiar nuestra relación y espero que lo tengas claro.—¡Buenas tardes! —interrumpe su médico de cabecera y me enderezo.—Buenas tardes Doctor Michael, mire, ha despertado ¿Es normal que no pueda hablar?—Lo es, lo indicado sería que no hablara hasta dentro de tres días para que los tejidos se unan nuevamente y los puntos cumplan con su trabajo —informa y se sitúa a la derecha de Riley—. Señorita Rossi, en unas horas será sometida a una cirugía para extraer un cuerpo extraño de su seno izquierdo, el cual se ha clavado durante el accidente.El rostro de Riley se torna asustado y me apresuro a calmarla con un beso sobre su frente.—Tranquila, es por tu bien —le digo.—Si no operamos los riesgos son totalmente altos —agrega el doctor.—Entendemos Michael, haga lo que haga falta —centencio con la mirada de Riley más sumisa.━━━━━━━༺༻━━━━━━━ 𝕌𝕟 𝕓𝕒𝕚𝕝𝕖 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝔽𝕣𝕒𝕟𝕔𝕠━━━━━━━༺༻━━━━━━━Abotono mi camisa mientras mi celular emite un par de tonos. Finalmente una voz femenina contesta y me apresuro en tomarlo del lavabo.—¿Señora Rossi?—¡Franco! Ya salimos para allá, en diez minutos estaremos en el hospital.—Perfecto. Yo estoy a punto de irme a Miami, necesito que me mantengan al tanto de la salud de Riley.—Por supuesto, no te preocupes por eso. Tu padre me ha pedido que te recuerde vuestra conversación de ayer, dice que tengas cuidado antes de cerrar el negocio con Dashton Frederick.—Lo tengo entendido, lo llamaré para que me deje hacer mi trabajo.—Felix vendrá con Estrella mañana en la mañana, pero Giada me ha dicho que luego cae ella, tu madre no entiende que huyen de ella.—Debe ser una broma... Mi madre y yo tendremos una charla cuando regrese. Emma debo colgar, un abrazo y recuerda mantenerme al tanto.—Besos mi niño, cuídate, no te preocupes. Ciao.Cuelgo y termino de arreglarme para cerrar mi apartamento y dirigirme a mi auto junto con Bruno.El viaje en avión se hace corto, en un abrir y cerrar de ojos el capitán me avisó del aterrizaje. Lo siguiente que hicimos fue subir a otro auto y viajar durante cuarenta y cinco minutos hasta mi Penthouse Esencial ubicado en Miami Beach. Bruno se quedó conmigo, preparé una habitación de las cuatro que tengo y le ofrecí quedarse por toda la semana que estaríamos aquí.Las llamadas de Verónica no se hicieron esperar, haberla dejado sola al cuidado de Vitale no le hizo mucha gracia. Pero bien sé que ella puede con todo sola, a demás, tiene la ayuda de Thomas, y no es un secreto para nadie que ese musculazos prefiere morir a que le toquen un cabello a Verónica.Mi hermano tampoco dejó de atormentarme con quejas de mamá, al igual que ella no paró de lanzarme falsas acusaciones en contra de Estrella para que no la recibiera en mi apartamento de Central Parck.Han Sido días muy tormentosos, la verdad...La llegada en horario nocturno nos liberó de salir únicamente para comer en un restaurante cercano. Lo cual nos hizo volver repletos y cansados dispuestos a dormir hasta el día siguiente, en el cual debemos hacer unas cuantas gestiones dirigidas a la pequeña empresa de mi padre, la cual radica en Hileah.━━━━━━━༺༻━━━━━━━ 𝕌𝕟 𝕓𝕒𝕚𝕝𝕖 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝔽𝕣𝕒𝕟𝕔𝕠━━━━━━━༺༻━━━━━━━ ~Dos días después~—Dashton me ha dado esta dirección, dice que debes hablar con el encargado del local para que les ceda el terreno —me informa Bruno extendiéndome una nota con unas indicaciones.—He confirmado con mi padre, si no hablo con él no habrá negocio con Dashton —digo y muerdo el interior de mi mejilla mientras aparcamos en un extremo de la carretera central, entre Miami Beach y Hileah, a 22km en vía de ruta.Frederick ha hecho una oferta a la que mi padre no pudo reusarse. Estimó la compra diez veces más alta de lo que mi padre ha estado exigiendo a los posibles compradores tras evidente bancarrota como resultado de la e****a a la que fue sometido. Bien podría levantarla él mismo, pero desistió de producir en esta zona de Estados Unidos y no seré yo quien insista para que retome la Empresa. Si quiere venderla es porque algo tiene en mente, conozco a mi padre perfectamente.La pequeña inmobiliaria se encuentra a pocos metros de una cafetería en la ciudad de Hileah, la cual está siendo habitada mayormente por emigrantes y ciudadanos cubanos y latinos. Según Dashton, el dueño del local es cubano. Quedamos en firmar la propiedad de la Empresa solo si las tierras abarcan también parte de la ubicación de la Cafetería, pues Dashton está empeñado en extender las instalaciones arquitectónicas de su nuevo negocio. Lo que nos lleva a buscar al dueño de mencionado local para ofrecerle un pago increíble por su terreno.—Vamos a Hileah —le ordeno a Bruno y este asiente sin a penas chistar. Pisa el acelerador y emprendemos un viaje de menos de veinte minutos hasta la ciudad destino.La ciudad se encuentra en un valle entre la Bahía de Biscayne y los Everglades cerca de las playas de Miami Beach. Las calles y centros por los que pasamos transmiten belleza panorámica y deleite social.Nos detenemos frente a la dirección dejada por Dashton. Es una cafetería decorada con temática antigua, hay un letrero con luces encima del techo que ilustra el nombre del local: "Coffe Vista Alegre". Pronuncio con mi no tan perfecto español las palabras y Bruno sonríe.—El idioma oficial de aquí es el español señor.—Pues, por suerte es uno de mis cinco idiomas básicos —le digo y me quito el cinturón de seguridad—, espérame aquí, mandaré a llamar al encargado.Me bajo del auto y doy la vuelta hasta quedar recostado a la puerta del conductor, dónde se halla Bruno tras los oscuros cristales. Un jóven me observa sorprendido desde la puerta de la cafetería y con un ademán de mano le indico que se acerque.—Buenos días joven ¿Podrías decirme si el encargado se encuentra?—Emmm —pronuncia nervioso, es un chico de unos dieciséis años, tiene el cabello oscuro y su piel es morena, de un bronceado natural—. Lo ví salir hace unos minutos, pero el cocinero si está, puedo decirle que lo atienda —me explica y asiento. Pero antes de que se marche a llamar al cocinero suelto un chiflido y llamo su atención. El joven regresa y saco mi billetera, le extiendo trescientos dólares que de casualidad traigo en efectivo y el muchacho abre los ojos y la boca asombrado—. ¡Cojone asere! Esto es mucho dinero señor.—¿Qué has dicho? —Frunzo el entrecejo sin entender su primer frase y él a penas me responde, su mirada se concentra en los billetes que sostiene entre sus manos—, no importa, gracias por tu ayuda. Ahora sí puedes, avísale al cocinero.—¡Claro que sí bro'! Muchas gracias.Asiento con la cabeza y el chico se pierde entre las mesas del local, el cual se puede observar perfectamente desde afuera por sus paredes cristalizadas.Mi celular suena y veo que es una llamada de Dashton. Contesto y le explico lo que tengo pensado hacer para convencer al dueño de la cafetería.Mientras conversamos me dedico a recorrer los alrededores de la vista de forma involuntaria, el calor se ha vuelto insoportable aquí afuera y aflojo mi corbata con desesperación. Es entonces cuando mis ojos se cruzan con los de una jovencita que me observa vestida de mesera desde el interior de la cafetería. Sostiene una bandeja entre sus manos y me mira como si fuese un bicho raro. Por un momento me pierdo y dejo de escuchar a Dashton, porque mi atención se fija únicamente en la castaña de bonito cuerpo que ha cruzado miradas conmigo. Parece ponerse nerviosa, aparta el rostro de mi posición y segundos después vuelve a mirarme. Para su sorpresa aumento la presión de mis ojos en ella y finalmente se rinde y se marcha, dejándome con una sonrisa estúpida en la cara.*Mariana*«Ojalá en Cuba hubiese tenido un par de estas pantuflas peludas, son excelentes para los cayos de mi madre, de hecho». Me digo saliendo del baño en dirección a mi habitación. —¡Mari! —me llama Ricardo y volteo agarrando fuerte el borde de la toalla que cubre mi cuerpo.—¿Mm? —musito atenta. Él camina hasta mi sosteniendo una caja en manos y me observa divertido.—Toma, te he comprado esto en la mañana —me dice extendiéndomela—, considéralo como un estímulo por tu desempeño en la cafetería, has sido de mucha ayuda.Arqueo una ceja sin emitir una palabra y tomo en mi mano libre el presente.—No debiste molestarte Ricardito —le digo agradecida—, dame un minuto, voy a cambiarme.—Dale.Con la caja en manos entro a mi cuarto y la dejo sobre mi cama. Cojo un short y una blusa de tirantes del armario junto con ropa interior y me visto. Regreso a por el regalo y levanto la tapa cuadrada forrada con papel de regalo rosa y estampados de corazones. Dentro me espera una laptop y un cel
Mariana:—Ya te dije que sé lo que hago —le repito por quinta vez al menos a mi madre y ella bufa al otro lado de la línea.—¡Eres una niña aún, no sabes nada de la maldad que existe en Estados Unidos! ¿Y si te prostituyen? ¿Ya les dijiste que eres emigrante y que aún no te dan la ciudadanía? —ataca mamá y ruedo los ojos.—No me pasará nada malo, necesito el dinero. Y lo de la emigración... No me preguntaron y por eso no les dije, al parecer les urge mucho encontrar meseras y no tomaron en cuenta algunos detalles. ¡Ay no sé mamá! No puedo darme el lujo de desaprovechar esta oportunidad.—Mariana, escucha a tu madre —insiste abrumada, con esa voz que logra hacerme reflexionar.—Estaré pensando en tus palabras mami ¿Sí? Ahora tengo que colgar, un beso.—Ay Dios mío Mari, algo me dice que no me harás caso chica. Cuídate mucho oíste... Y recárgame que me quedan pocos megas.—De acuerdo, chaíto. Te quiero.—Dale mi niña, te amo mucho.Cuelgo y doblo la última muda de ropa que pretendo llev
Franco:Iba a decirle a mi padre que por razones como esta (la calor) no me gusta venir a Miami, acá es más cálida la temperatura. Pero por tal de cruzarme con la meserita castaña de la cafetería vuelvo las veces que hagan falta.—¿Nos vamos señor? —me pregunta Bruno luego de darle un toquesito a la ventanilla desde adentro. Me volteo y le indico que aún no y él parece entenderme.—Al fin —pronuncio torciendo un gesto de cara.—Buenos días señor ¿Qué necesita? —cuestiona el albino regordete con delantal y me extiende su mano.Estoy a punto de estrecharle la mía cuando la retira y limpia su mano con el pedazo de tela gruesa que cubre su redonda barriga. Niego con la cabeza y le agarro la mano de igual manera. Él parece sorprenderse.—La cortesía es uno de los más grandes modales, si su mano está sucia o no, es irrelevante —le digo con una sonrisa de labios juntos y el señor asiente.—Exactamente señor.—Franco, mi nombre es Franco Rizzo. He venido a conversar con el dueño de la cafeter
~Una semana después~Franco:Recojo a Félix y a Estrella en el aeropuerto y los llevo al flat que tengo en Central Park, muy cerca de mi apartamento. —Estaremos más que bien aquí, gracias fratello —agradece Félix tomando asiento en el enorme sofá de vinil gris que radica en la sala. Estrella explora los demás sitios y termina adentrándose en la habitación principal, cuenta con otra pero es más pequeña.—¿Seguro que puedes trabajar desde aquí? —le pregunto. Felix dirige la segunda Inmoviliaria más grande de papá y no puede darse el lujo de abandonar su deber por un par de meses vacaciones, que son los que pasaran aquí en Nueva York. Mi hermano desea mudarse a los Estados Unidos, pero eso no será posible, al menos no ahora, nuestro padre no está en sus mejores condiciones como para dejarlo con la directiva de cada Empresa a la vez.—Perfectamente, dejé a Alessio a cargo, él me mantendrá informado de todos y estaré monitoreando la empresa desde mi computadora. —Sie
Mariana:¡¿Crujido de espalda?! Pensé que nunca más sentiría esa sensación de desajuste en mi columna vertebral. «Fueron los tacones del uniforme». Me recuerdo con la mirada puesta en el techo de mi cómodo y nuevo departamento. Desabrocho casi sin fuerzas los botones del chaleco y me ayudo con mis propios pies a quitarme los ajustados zapatos de tacón fino.La alarma del reloj digital sobre el armario retumba marcando las cuatro de la mañana y suelto un bufido seguido de un berrinche resagoso. Agarro una almohada y la lanzo en dirección al aparato ruidoso. Acción fallida, colapsa contra el cuadrito enmarcado de mis hermanas y luego cae al suelo.—¡Cojone! ¡Me cago en la madre de las almohadas! —exclamo para no faltarle al respeto a la madre de alguien que tengo en mente que prefiero no mencionar.Cojo la otra almohada y nuevamente intento golpear el reloj insoportable que pita como equipo médico en alerta de emergencia. «¡Aleluya!». Esta si logra darle y suspiro aliviada. El primer d
Franco:—Disculpa, pero esa decisión no te corresponde solo a ti —inquiero apuntándola con mi dedo índice y ella niega con la cabeza—. Riley no estás sola ¿De acuerdo? No tienes porqué hacerlo.—No es eso... Yo... Yo no estoy preparada para ser madre —musita cavizbaja y deja la cucharilla de su natilla a un lado de la mesita.—Pues yo no estoy de acuerdo con lo que dices, pero tampoco puedo obligarte, siendo sincero yo... Yo no planeaba ser padre.—Lo sé, también he pensado en eso. Franqui, no quiero que un bebé nos ate de por vida ¿Entiendes? —dice buscando mi aprobación con su mirada y derrotado asiento.Tiene mucha razón y no soy quien para cuestionarlo, porque verdaderamente no lo vimos venir. Y aunque detesto el tema "aborto", al igual que mi familia, lo correcto sería dejarlo a decisión de Riley que será quien se enfrentará a un parto o un aborto un día de estos. —Dejo eso en tus manos, no quiero presionarte, estás en todo tu derecho de decidir lo que creas mejor para ti —le ha
Mariana:«Aver Mariana reacciona, sí, tu jefe te ha propuesto una cita. No, corrección, el pedazo de hombre que es tu jefe no te despedirá si sales con él». Lo último suena más rarito. En realidad me gusta como suena, a quién quiero engañar.—¿Y por qué querría usted cenar conmigo? —le pregunto fijando la vista en su rostro y aprovecho para admirarlo.Lleva el cabello perfectamente peinado hacia atrás con corte bajo en los laterales; su frente no tan ancha luce unas perfiladas y oscuras cejas; tiene el rostro ovalado, barbilla abultada y perfil con razgos masculinos bien pronunciados; sus labios son carnosos y rojizos, posee unos dientes de esos que salen en las sonrisas de promoción de pastas dentales y noté hermosos hoyuelos en su sonrisa. Todo en él es cautivador, en especial el azul deslumbrante de sus ojos y la intensidad de su mirada a través de esas pestañas kilométricas. —No me parece que estés en posición de hacer ese tipo de preguntas. ¿Qué dices si aceptas y durante la cen
Franco:—Desembucha ya —exige la peliroja de piernas cruzadas mientras bebe un cóctel.—No es nada que no te hallas imaginado ya —le contesto y me acerco a ella para que me arregle el nudo de mi corbata— no lo ajustes tanto, la vez anterior casi me ahogo.—O sea que tienes una especie de obsesión con la cubana ¿No? —dice y deja a un lado su bebida, se dedica a anudarme la corbata y cuando termina me palmea el pecho.—No exageremos, quiero conocerla y quizá algo más luego —me encojo de hombros y poso frente a Verónica—. ¿Cómo me veo?—Guapo como siempre. Éxito en tu cita... —desea y hace una pausa para mirarme picardiosa—, y usa preservativo, bastante tienes con Riley.—Muy graciosa sirena, graciosísima. Ya me voy —le lanzo un beso—. Contrólame todo esto —le recuerdo recorriendo los alrededores de Vitale con la vista y ella rueda los ojos.—Como siempre, el día que mueras me corresponde el 70% del poder.—Debes estar rezando porque eso ocurra.—Oh no sabes cuánto.—A partir de hoy tend