Capítulo 2

 

Fabrizio pareció haber notado que su jefe no tenía ni la más mínima intención de cambiar de una vida libre a una más organizada ahora que se casaría.

__Su abuelo, el señor Augusto Georgiou quiere que usted sea feliz, es el motivo de su boda, y que usted señor aceptó siendo libre sin ninguna objeción.

__¿Para quién trabajas, Fabrizio? - preguntó tomando una nueva copa- Tu lealtad es acá, conmigo.... Fabrizio, realmente me agrada tu eficiencia, pero creo que sí no sabes a quien sirves, más pronto de lo que crees tendré a una linda señorita tomando los apuntes de lo que requiero, tú estarás siguiendo al abuelo adónde quiera que vaya, ¿Eso quieres?

__Ni lo mande Dios, señor yo lo aprecio mucho a usted...

__Lo sé Fabrizio, desde niño te conozco y has sido un gran hombre, no pretendas seguir cuestionando mis decisiones, hace ya muchos años , desde que apenas era un jovencito, manejo las empresas de mi abuelo, tuve que asumir el rol de de mi padre antes que llorar su partida, y te exijo nuevamente que no cuestiones más mis asuntos.

__Como usted diga señor Georgiou....

_Nadie me conoce como tú Fabrizio, sabes que no ando con rodeos, los Bianchi no vendrán a cambiarme la vida porque me case con Anabella, no seré el único de los Georgiou que tiene moza,  sé lo que digo.

__Señor…por favor, este es su compromiso – las carcajadas de Gael Georgiou tras el último sorbo de la copa despertó el interés en los invitados.

__Sal de tu asombro Fabrizio – interrumpió el apuesto millonario - volvamos a lo que me interesa,  ¿Dices que es la hermanastra de mi prometida?

__ Así es señor.

__ Ocúpate de saber por qué no se habla de ella,  ¿acaso es un misterio que guardan los Bianchi?

__ Lo sé todo señor, recuerde que su abuelo se encargó de investigarlos, al parecer es la hija ilegítima de la señora Bianchi con un vulgar delincuente que….

__¿Sucede algo? – interrumpió el anciano acercándose a Gael para hablarle al oído – Te exijo de inmediato quitar la mirada de esa bastarda, has hecho sentir incómoda a tu futura esposa, y no hay nadie mejor para ti que Anabella Bianchi.

El millonario sonrió paseando su vista por todo el salón de fiesta,  su prometida se acercó a tomarlo del brazo para hacerse más notable lo auténtico del compromiso ante la intrusa hermanastras que ya ella misma había puesto en el lugar que creía  debía ocupar.

Sin embargo Lorenzo Bianchi se acercó, la chica lo vió y aunque para este señor ella no existía, creyó por un breve momento que aceptaría su permanencia en la fiesta.

__¡Acompáñame! – dijo el señor Bianchi dirigiéndose a Irina quien se notaba avergonzada de estar al frente del apuesto millonario que no dejaba de mirarla pese a la presencia de su futura esposa.

La chica se sentía desnuda y cruzo sus manos como si cubriera su pecho ante el señor Gael Georgiou, quien con solo poner la vista en ella, la desnudó incomodándola  ante las dos familias.

Irina Williams caminó cabizbaja siguiendo al señor Bianchi hasta el jardín,  el hombre no se detenía haciéndola seguirlo, pero de momento ella temió al encontrarse alejada y sola.

__Señor…yoooo….

__¡¿Qué demonios haces en el salón de fiesta?! - preguntó airado -  ¡¿Cómo te atreves a presentarte delante de todos?! ¡¿Con qué derechos?! ¡¿Y....por qué traes ropas de mi hija….

__Ella no las usa señor, me…me las obsequió…y….no creí que…no podía asistir al compromiso…la fiesta es muy bonita. Deme permiso de asistir....

__¡No eres de la familia! ¡No eres una Bianchi! – la tomó con rudeza por el brazo -  ¡No has entendido nada, nunca serás de mi familia, y créeme, si por mi fuera tampoco llevaras el apellido Williams!  

Ante lo dicho por el señor Bianchi, la chica sin levantar el rostro dejaba caer sus lágrimas, no veía el momento en que su madre se presentara a defenderla, y no lo hizo, la espera de Irina Williams en segundos se hizo eterna.

__No volverá a suceder... señor...Bianchi...lo prometo.

__Me agrada que lo entiendas -la soltó y ella sobó su brazo- mantente alejada, oculta de mi presencia.

__Lo haré... señor _dijo mirando hacia adónde quedaba el salón de fiesta y su ahogado llanto no era importante para nadie.

La chica corrió hacia su habitación llevando un desplomado llanto tras lo que desconocía, pero el señor Bianchi pareció rojo de la ira y apretando el puño con fuerza deseando haberla  golpeado.

El asistente del millonario realmente estaba en lo cierto, los Bianchi tenían costumbres propias familiares.

Irina Williams no era una Bianchi, y su madre la mantuvo alejada en una escuela para señoritas, no fue una niña deseada y al nacer tampoco fue amada.

Su madre la dejó allí para casarse con el señor Bianchi, quien le puso esa condición, ya que sus prejuicios sobrepasaban todo entendimiento.

La madre de Irina Williams, dejó de criar a su propia hija para criar a la hija huérfana del señor Bianchi.

A Irina Williams, le tocó recoger lo que la señorita Bianchi dejaba, pero lo que nunca había imaginado era el total desprecio del que podría ser su padrastro, y lo que es peor aún, el rechazo de su propia madre al no acercarse a defenderla.

Por obvias razones,  a Irina  Williams no  se le volvió a ver en la fiesta, se encerró en su habitación dejando un profundo silencio durante la estadía de los Georgiou en la casa de los Bianchi.

Ya pasada la noche una vocecita se coló por debajo de la puerta de la habitación en dónde Irina no podía conciliar el sueño, su corazón agitado la devolvía a la escena de forma repetida, sin embargo también Gael Georgiou con sus carcajadas y mirada intimidante también reposaba en su pensamientos. 

__Señorita Irina, ábrame por favor, soy Delia y vine a traerle algo de comer. Todo estará bien señorita….

Repetidas veces la mujer llamaba con insistencia y daba algunos toquecitos para no darse a notar como si fuera un delito,  la puerta se abrió y la mujer llevaba una bandeja cargada de comida y dulces que la chica con los ojos tristes y en silencio recibió, y volviendose al interior de su habitación para quedarse en soledad cerró la pesada puerta.

...

La mañana siguiente estaba los Bianchi disfrutando del desayuno, había mucho que decir, pero nadie se atrevía a romper el silencio hasta que la misma Anabella miró a su madre de crianza.

__He sido buena con tu chica, pero yo soy tu hija, la que has criado, no entiendo el motivo por el que Irina se atrevió a entrar a mi fiesta de compromiso…nadie la invitó, es una vergüenza para mí padre.

__Tu padre ya habló con ella, no volverá a pasar, hija.

__¡¿Crees que no me di cuenta que se exhibió ante mi prometido? Él será mi esposo y tu bastarda se comporta como una….cualquiera.

__¡Anabella! - interrumpió su padre –Tu madre acaba de decirte que no volverá a pasar…además, ya me encargué de esa situación.

__¡No la quiero en mi casa, papá,  y no volverá a usar mis ropas, nada que sea mío! – los celos de Anabella la sacaron de control -  ¡La odio…¿Me escuchaste madre?!

La señora Bianchi consoló a Anabella alegrando el corazón de su esposo, mientras la servidumbre guardaba silencio sirviendo el postre.

***

La tarde ya empezaba a oscurecer, era muy cierto que Anabella Bianchi se casaba, ni ella misma podía creerlo.

__Seré la esposa de Gael Georgiou, yo seré…la señora Georgiou, ese hombre apuesto que he amado en silencio será para mí, y yo para él… -su emoción era tal que al voltear y ver desde el ventanal  a Irina caminar por el jardín sonrió con altivez y malicia al notar la desventaja de la chica gris como ella solía decirle -Esa intrusa debe irse, no sé porqué mi padre la aceptó acá, jamás será su hogar ni gozará de lo que me corresponde por derechos.

Mientras Irina Williams caminaba con lentitud, veía las tantas flores blancas y hermosas que perfumaban el jardín en dónde se casaría su hermanastra.

Nunca ha entendido la diferencia que existe entre ambas, pero si entendía cómo ocupar el último lugar en la familia Bianchi Williams.

Representaba el error de Amaranta, su madre, quien no tuvo más opción que traerla al mundo sin poder ocultarla aunque lo quiso.

Los recuerdos de Irina llovían a montón sintiéndose ajena al pensar en las pocas ocasiones en que visitó la mansión Bianchi en algunas temporadas de vacaciones, manteniéndose en la servidumbre, de hecho su habitación era un cuarto de servicio.

__ ¿Niña qué hace acá? – la chica sonrió al ver a la buena  mujer de servicio que siempre la consintió a escondidas cuando iba de visitas la escuela de señoritas por alguna razón o en la muy ocas veces que ha visitado  la mansión Bianchi – La señorita Anabella le manda a decir que se alejes de su jardín.

__ Solo miro lo hermoso que todo está quedando señora Delia, Anabella se verá hermosa con su vestido blanco, estoy segura…ella es tan linda y...

__¿Por qué callas niña? - preguntó la sensible mujer al notar sus inocentes palabras tras una mirada de niña que carece de malicia ¿Qué hay de ti…

__No me quiere – interrumpió con lágrimas en los ojos – ella nunca me ha querido.

__ La señorita Anabella tiene su carácter, pero se muestra generosa con sus ropas…y algunas de sus cosas...

__ Es mi madre, señora Delia…ella no me quiere. – un nudo se anidó en su garganta.

__Niña…no sé qué decirle...

Un silencio repentino se agudizó en ambas, ni siquiera se miraron, e Irina abandonó casi corriendo el hermoso jardín.

__ Dios mío -se cuestionó la mujer en un lejano pensamiento del pasado – nadie lo entendería jamás niña, y tú debes ser siempre inocente, un día también conocerás el amor,  te casarás y serás feliz. Estoy segura que llegará quien te dará amor…

La mujer salió también del jardín muy apresurada llevándose lo amargo en su noble corazón.

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