Alanna.

Habían pasado unos días desde que invadí la vivienda de Dorian. Resultó ser un tipo agradable, aunque a veces me daba dolor de cabeza.

—¡Alanna! Disculpa si recién te llamo, es que el mundo humano me tiene entretenida —habló Marta del otro lado de la línea.

—No te preocupes, está bien que te diviertas —dije.

—Leí tu mensaje, ¿dices que estás viviendo sola con un hombre? ¿No te parece inapropiado? Cualquiera pensaría lo peor —soltó, sonó horrorizada.

Reí.

—Ay, Marta, todavía eres una adolescente y mira las atrocidades que piensas —respondí, negando con la cabeza—. Créeme, si lo comparo con Kayn, es una persona totalmente diferente.

—Mira el lado bueno, tienes la oportunidad de coquetearle porque ya no estás atada a nadie —murmuró, con complicidad.

Estaba en la habitación de Dorian, pero a veces sentía que las paredes tenían oídos y si hablaba muy fuerte, él terminaría escuchando mi voz.

—Shh, ¿qué cosas dices? —refuté—. Es guapo y todo, pero...

—¡Ajá! Acabas de admitir que tien