Laia.—Sí, Laia... El poder que llevas dentro me pertenecía en el pasado. Fui perfeccionándolo para poder entregártelo —afirmó, con una sonrisa—. Espero que puedas derrotar a Eris, o el mundo será destruido. Todas las criaturas que están en la tierra dejarán de existir.—¿Cuántas manadas quedan? —cuestionó Caleb, intrigado—. Sería una derrota inminente perderlas a todas. Hay que movilizarnos con eso.—Diez manadas. Dos que igualan el poder de los ShadowMoon y las demás son normales. Las más débiles fueron destruidas por completo, que eran mayoría —respondió la diosa, tragando saliva.¿Diez manadas? Era imposible que quedaran tan pocas. Si seguía así, los lobos estaban próximos a extinguirse y eso era aterrador.Eris sabía que éramos la única especie que podía destruirla y acabar con su deseo de gobierno mundial.—P-pero habían muchísimas —balbuceó Caleb, estupefacto con la noticia.—Es lamentable la pérdida de tantas manadas después de que se hayan expandido durante años —murmuró la d
Laia. Habían pasado unos días y Caleb se estaba encargando de encontrar a las demás manadas, junto con Xavier y algunos exploradores. Yo estaba en mi habitación en compañía de Leo porque necesitábamos experimentar un poco más para descubrir mi poder... Zoé no estaba, así que le puse seguro a la puerta para no ser interrumpidos en el proceso. —Laia, ¿estás segura? No tengo problemas en esperar... —comentó, se veía nervioso. ¿Y cómo no? Si yo lo estaba viendo con unos ojos lujuriosos porque quería comérmelo de verdad. —Sabes que se nos acaba el tiempo... Mientras más esperemos, Eris tendrá la oportunidad de ganar —recordé, acercándome—. Necesito saber si esto funcionará, Leo, y solo he pensado en ti para conseguirlo. Él estaba sentado en la orilla de la cama, con ambos brazos apoyados sobre el colchón. Yo me fui acercando poco a poco hasta llegar frente a él, acariciando con suavidad sus mejillas. —No quiero forzarte —suspiró, pero yo solo veía lo sexy de su expresión—. Pero si
Caleb.Después de las revelaciones que tuvimos con la diosa en donde nos decía que nuestro vínculo era irrompible, me quedé pensando todas las noches.No podía dormir bien, porque Laia no salía de mi mente. Sabía que estaba teniendo una especie de relación amorosa con Leo, y de solo pensarlo me carcomía por dentro.Apretujé mi pecho, buscando la calma que hace mucho había olvidado.—¿Sucede algo? Has estado decaído últimamente —preguntó Xavier.Ambos estábamos en mi oficina, ya que habíamos conseguido la ubicación de varias manadas y queríamos hablar sobre el próximo paso.—No es nada importante. ¿Le has avisado a las manadas de nuestra ubicación? —cuestioné.—Solo una accedió a venir por su cuenta, las demás exigen que usted mismo vaya o no nos creerán —resopló, cruzando sus piernas.Moví el lapicero sobre el escritorio y me quedé sumido en mis pensamientos. Solo dos manadas igualaban a los ShadowMoon, y eran las que no habían encontrado ni rastro.—Sigan buscando a las más important
Laia.Estaba lista para ir a buscar a los BloodMoon junto a Caleb. No me sentía feliz con él porque el día anterior había intentado seducirme, cosa que me negué rotundamente.Claro que sentí un corrientazo expandirse por mi cuerpo, pero le recordé a mi mente que el hombre que me gustaba era Leo. No podía hacerle el daño que Caleb me hizo a mí, él no se lo merecía.—No me parece justo que vayas sola con Caleb —argumentó Zoé, con una mano en su cadera—. Todavía no confío en él —Lo asesinó con la mirada.—Mmh —soltó el castaño.—Laia, cuídate mucho, ¿vale? —murmuró Leo, sosteniendo mis manos con ternura—. Estaré ansioso por tu regreso. Prometo prepararte un buen postre como regalo de bienvenida.Sonreí.—No sabía que eras bueno en la cocina —dije, alzando una ceja con diversión.—Caleb le deja ese trabajo a los omegas, pero puedo desafiarlo por ti —susurró para que él no escuchara.—Es un lindo gesto de tu parte —Besé su mejilla.—Muy bien, hora de irnos —masculló Caleb, obviamente con m
Caleb.Sabía que estaba mal acabar con los humanos, pero esos cazadores podrían meterse en nuestros asuntos si no lo evitaba a tiempo.El hecho de que supieran nuestra ubicación, ya era peligroso. Esperaba que Eris no tuviera nada que ver con la Orden Plateada.—Estás loco, de verdad —soltó Laia, cruzada de brazos—. No voy a dejarte solo.—Pensé que ya no te preocupabas por mí —insinué, mirándola de reojo—. ¿O vas a buscarme ahora? Después de todo, lo de Leo no funcionó para activar tu poder y ambos sabemos que no lo amas lo suficiente.—Es cuestión de tiempo, Caleb, estoy segura. No creas que te estoy dando oportunidad de volver a entrar en mi vida —resopló, entre dientes—. Simplemente no puedo permitir que mueras por una venganza tonta.Apreté el volante y mantuve mi vista fija en el frente. Lo último que dijo me llegó al corazón como una estaca, atravesándolo con fuerza. Era desgarrador que ella no se pusiera en mis zapatos.Lo peor era que Laia también quería vengar a su padre, en
Laia.Estuve forcejeando para quitarme el cinturón con mis propias manos, pero me era imposible. Estaba presa en ese auto en medio de un camino desolado en el bosque.Miré en todas direcciones, sin encontrar nada que pudiera ayudarme.—Desgraciado —mascullé.No podía dejarlo solo en una pelea abismal como lo era enfrentar a una organización de cazadores completa.¿Quién se creía?El ego lo tenía altísimo como para creer que iba a ganar solo. Mi corazón estaba latiendo con rapidez y le hice un llamado a mi loba interior, seguro con la transformación lograría salirme del encierro.¿Acaso no se le pasó por la mente?Una explosión proveniente de la dirección por donde se fue Caleb, fue suficiente para alertarme. Supe que algo andaba mal, o lo estaban presionando mucho, así que me armé de valor y rompí la ventana del auto.Él iba a regañarme luego, no me importaba. En mi forma de loba, logré pasarme por el culo el cinturón y salté por la ventana rota, logrando cortarme un poco mi estómago
Laia.Mis ojos se abrieron poco a poco y me di cuenta que estaba sentada en el auto. Mis recuerdos estaban borrosos, así que miré a Caleb, quien se encontraba a mi lado manejando.¿Qué había pasado?Fuimos a reclutar a los BloodMoon y luego... ¡Los cazadores!—¡¿Caleb?! ¡¿Estamos vivos?! —exclamé, sobresaltada en el asiento.La ventana a mi lado estaba rota, fue por donde salí, así que nada había sido un sueño.—Tranquila, me encargué de todos —respondió, con la voz calmada—. Ya no tenemos que preocuparnos por ellos.Abrí los ojos con sorpresa.—¿Acabaste con toda la organización? —cuestioné, aturdida.—Sí.Su respuesta fue corta y precisa. Me dijo todo lo que necesitaba saber, así que dejé de mirarlo para calmarme un poco y ordenar mis pensamientos.Inhalé hondo, buscando la paz interior. No tenía que juzgarlo, pues al principio creí que le sería imposible ganarle a una organización entera, pero se trataba de un alfa...¿Por qué dudé de él?—Es un alivio... —murmuré.—Puedes admitir
Laia.—Laia, tenemos que hablar de algo importante —comentó Caleb, irrumpiendo en mi habitación.Yo recién había salido de bañarme y estaba sola, no pensé que alguien a parte de Zoé o Leo entrara sin permiso, por lo que no le puse seguro a la puerta.Me cubría una simple toalla blanca y las gotas recorrían mi piel. Me quedé pasmada al ver que Caleb no decía ni una sola palabra.—¡Salte de aquí! ¡Pervertido! —exclamé, lanzándole unos zapatos que encontré—. ¿No sabes tocar la puerta?—Es mi mansión, creo que puedo entrar donde quiera —respondió, metiendo ambas manos en los bolsillos.—Ya empiezas con tu egocentrismo —bufé, tapándome con mis brazos.—No voy a negar que me dan ganas de lanzarme encima de ti, pero te respeto así que no lo haré —insinuó, como si nada.Abrí la boca con total ofensa y mis mejillas empezaron a arder. Cerré mis ojos e inhalé hondo para calmar la frustración que tenía.—No digas tonterías, Caleb. ¡Estoy comprometida! —mascullé.—¿Qué? ¿Van a casarse? —cuestionó,