Un Trato sin Amor
Un Trato sin Amor
Por: Yajaira Peinado
Prólogo

Chantal

—¿Estás segura de lo que estás a punto de hacer? —pregunta mi amiga Daleska suplicando con sus ojos para que recapacite—. Luego no habrá marcha atrás y sabes que…

No dejo que termine de hablar, sé perfectamente las consecuencias que va a traer mi decisión.

—Aunque no lo esté, sabes que es lo mejor en este momento. —poso mi mano sobre su hombro para tranquilizarla.

—Está bien, sabes que puedes contar conmigo en todo momento. —resopla antes de hacerme entrega del bolso—. Te estaré esperando en el parque, puedes tomarte todo el tiempo que necesites.

Asiento con un ligero movimiento de cabeza. Giro tomando con fuerza el pequeño bolso y sin nada más que pensar toco el timbre.

Al poco rato se abre la puerta y me recibe una señora un poco mayor. Al ver que soy yo inmediatamente se hace a un lado para darme paso.

—Creía que te habías arrepentido. —espeta mientras cierra la puerta—, sabes que aún te puedes retractar de lo que estás a punto de hacer cariño.

«¿Será que podrían ponerse en mi posición alguna vez?, estoy segura de lo que voy a hacer, así se me rompa el corazón y no pueda ser la misma de antes»

—Nuevamente, le repito que esta es la mejor decisión. —aclaro para que no siga con la insistencia, ya que tomé la decisión y no hay marcha atrás.

—Siendo así, entonces vamos hasta el despacho. —señala con la mano en dirección a una gran puerta de madera que se encuentra a pocos pasos—. Ya te están esperando.

Caminamos a paso lento por el amplio pasillo. No es la primera vez que he venido a este lugar, pero las veces que lo he hecho no puedo dejar de admirar lo hermoso que es. 

«¿Estaré haciendo lo correcto?, claro que sí, es por el bien de todos» 

Cierro los ojos y respiro profundo para seguir adelante. Cuando llegamos a la puerta de madera esta se abre para darnos paso al interior del sitio. Dentro se encuentran tres personas más, las cuales ya conocía con anterioridad.

Al entrar tomo asiento y comenzamos con la reunión. Hacemos la entrevista correspondiente y firmamos los documentos requeridos para el proceso. Todo se está realizando como debe ser para no tener problemas legales en el futuro.

Cuando todo termina, hago entrega del pequeño bolso. Sin darles tiempo a que quieran decir o preguntar algo más, salgo del sitio a grandes zancadas hasta llegar al exterior. Camino en dirección al parque donde me espera mi amiga y todo lo hago sin siquiera voltear.

Al llegar a su lado me desplomo y rompo en llanto, mi amiga se desespera, pero sin decir nada me abraza como si su vida dependiera de ello. 

Solo ella puede entender el verdadero calvario que estoy viviendo en este momento. No sé por cuánto tiempo nos mantenemos en esa posición, pero cuando mis emociones se estabilizan nos ponemos de pie.

—¿Listo? —limpia las pocas lágrimas que quedaban en mis mejillas con un pañuelo que no se dé donde saco.

Asiento con un movimiento de cabeza porque en realidad no quiero decir nada, ella no replica y eso es algo que le agradezco. Limpio mi pantalón quitando los restos de grama. Arreglo mi blusa y mirando al cielo le ruego a Dios que me dé fuerzas para seguir adelante.

Emprendemos el camino de regreso a casa de mi amiga para buscar mi bolso. Durante todo el trayecto vamos una al lado de la otra sin pronunciar ni una palabra más hasta que al fin llegamos a nuestro destino.

Estando en la comodidad de su hogar preparamos algo de comer, por el afán que tenía de terminar con todo esto no comí nada y ahora nos está pasando factura. El hambre es una cosa seria y no espera.

Cuando terminamos de comer la ayudo a limpiar la cocina y lavar los platos. Subimos hasta su habitación y agradezco que sus padres no se encuentren en casa. Por fortuna están de viaje y eso en parte fue perfecto para seguir con el plan que teníamos trazado hace meses.

Busco mi bolso y me despido de mi amiga con un fuerte abrazo tratando de retener las lágrimas.

—Tranquila, todo va a estar bien. —afirma susurrando en mi oído—. Nos vemos el lunes.

—Claro que sí. —respondo separándome de ella para mirarla directo a los ojos—. Antes de que lo digas, te prometo que voy a estar bien y voy a seguir adelante.

Salgo de su casa rumbo a la mía. No sé qué pueda depararme el destino de ahora en adelante, pero puedo asegurar que fue lo mejor que pude hacer por el bien de todos…

Bastian 

El futuro que me he forjado con el pasar de los años no ha sido fácil, pero debo asegurar que todo el éxito que he obtenido se lo debo en gran parte a mi abuelo. Él, siendo un hombre mayor, con sus responsabilidades, se hizo cargo de mí como su único nieto desde el fallecimiento de mis padres, cuando tenía 10 años de edad.

Después del funeral llegué a pensar que mi vida había llegado a su fin. Lo primero que hice al llegar a casa fue encerrarme en mi habitación y llorar hasta quedarme sin lágrimas. Lo que más deseaba en ese momento era haber estado junto a ellos y partir de este mundo, pero al parecer el destino tenía otros planes trazados para mí.

Aquiles Santori, así se llama mi abuelo, un hombre prepotente, orgulloso, estricto, imponente. No hace falta seguir describiéndolo para saber que es un hombre de armas tomar y que todo se hace como él así lo disponga. En pocas palabras, muchos lo conocen como un hombre déspota.

A mí no me quedó de otra que obedecer a todo lo que él quería y dentro de todo estuvo estudiar en una academia militar, al principio no quería, pero no me quedó de otra que aceptar el nuevo destino que me había sido impuesto.

Recordar todo lo sucedido duele, creo que tantas terapias psicológicas no ayudaron mucho después de todo, pero pudo aliviar en parte mi sufrimiento. Esa es una gran cicatriz que va a permanecer en mí por el resto de mi vida.

Salgo de mis pensamientos cuando la voz de Lina me regresa a la realidad.

—Señor Santori, todo está listo para su viaje a Moscú. —informa con la seriedad que la caracteriza, aunque solo sea una apariencia frente a los demás—. Dentro de dos horas sale su vuelo, si necesita algo más no dude en pedirlo.

—Gracias Lina, es todo por hoy. —respondo tajante, reparando en la persona que se encuentra detrás de ella—, nos vemos el lunes a primera hora —suspiro—. Isaac ya puedes pasar.

No hay necesidad de que le diga nada más a Lina, esta inmediatamente se despide y sale a grandes zancadas del despacho, sé que estaba buscando otra cosa, pero en este momento no tengo tiempo para ella y sus pendejadas.

Mi gran amigo y socio ingresa cerrando la puerta para terminar de finiquitar los asuntos que tenemos pendientes antes de mi partida de la empresa. Será él quien se haga cargo de todo durante mi ausencia.

Este es un viaje que he estado retrasando desde hace un mes, pero por insistencia de mi abuelo tuve que acceder y estoy más que seguro que a mi regreso todo será diferente. Tal vez sea para bien o pueda que sea para mal…

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