Bastian
No voy a negar que soy un hombre arrogante y prepotente. Siempre obtengo todo lo que quiero a como dé lugar.
Desde que vi a esa chica en el hospital, no he podido sacarla de mi cabeza o mejor dicho de ninguna de las dos.
Puede parecer absurdo, pero es la primera vez que siento esta extraña sensación al estar cerca de una mujer como ella. No es nada diferente a otras, es solo que tiene un, no sé qué difícil de explicar.
Desde hace años he tenido contacto con todo tipo de mujeres, solteras, casadas, viudas, millonarias, meseras, en fin no tengo ningún tipo de prejuicio. Las mujeres son una maravillosa e irresistible tentación. Con todas solamente han sido encuentros de una noche. Algo que les dejo claro desde la primera vez y tengo por regla no repetir.
Sé que estarán pensando que soy un puto, pero tengo que aprovechar las oportunidades y placeres que presenta la vida. También soy un hombre muy responsable, me cuido para prevenir una enfermedad y embarazos no deseados. Es por ello que mantengo cajas de preservativos tanto en la oficina como en el carro. En caso de que sé dé alguna oportunidad ya estoy preparado.
Esto es algo que tal vez no venga al caso, pero no puedo evitar sentir esto tan extraño. Su altanería y la forma en que se enfrenta a mí me hace saber que es una pequeña fiera que debe ser domada. Y el que se va a encargar de esa tarea seré yo.
«Tengo que tener a esa pequeña fiera en mi cama al costo que sea.»
Desde que ingresé al ascensor y la perdí de vista, lo único que pasaba por mi mente era volverla a ver, pero estaba casi seguro que no podría tener nuevamente esa oportunidad.
Esta vez el destino me sorprendió al ponerla nuevamente en mi camino. Verla hablar plácidamente con una mujer que pienso ha de ser su madre hizo que los latidos de mi corazón se acelerarán.
Para no aparecer y asustarla o hacerla pasar un mal rato, preferí seguir mi camino y terminar con un pendiente mientras mi abuelo me esperaba.
El rato pasó y cuando quise regresar por desgracia ella no estaba en donde la había dejado. Tal vez fue por haber entrado por otra puerta que no me la crucé en el camino.
Dejo esos pensamientos a un lado y camino en dirección a los sanitarios para lavarme las manos antes de sentarme al lado de mi abuelo a tratar negocios.
Al salir tropiezo con alguien y me llevo una gran sorpresa al encontrarme con la tormentosa mujer nuevamente.
«Creo que esto ha de ser una gran señal y no voy a perder la oportunidad de probar esos deliciosos labios que incitan a pecar.»
No quiero ser prepotente, pero mi forma de ser no lo puede evitar y de mis labios salen esas palabras llenas de arrogancia.
—¿Otra vez tú? —pregunto enarcando una ceja con la arrogancia que me caracteriza.
Como lo esperaba, la muy malcriada responde y sin poderlo evitar la callo con un beso deseando que este se prolongue, pero es ella quien se separa y me da la cachetada, la cual, estaba esperando, pero que no me importó con tal de obtener lo que tanto anhelaba.
Me arriesgué a eso con tal de probar esos deliciosos y suaves labios. Lo último que dice antes de perderse por el pasillo es que soy un imbécil. Sonrío por lo que acaba de pasar y sin poderlo evitar paso mi dedo pulgar por mis labios degustando el sabor de sus labios.
Fue una lástima que no pude profanar su boca con mi lengua e intensificar ese beso, pero si la vida me lo permite y me da otra oportunidad no voy a desperdiciar el momento y la besaré como tanto deseo.
Con ese pensamiento sigo mi camino y voy en dirección a donde se encuentra mi abuelo tomando asiento frente a él.
—¿A qué se debe tanta felicidad? —pregunta desconcertado al verme sonreír.
—No es nada abuelo. —miento porque no quiero darle explicaciones de mi vida—. Mejor vamos a aprovechar el tiempo y hablemos de los nuevos proyectos.
Al darse cuenta de que no va a obtener ninguna respuesta decide dejar el tema así y comenzamos a tratar los nuevos proyectos, uno de ellos es patrocinar un nuevo proyecto para el hospital que visitamos en horas de la mañana.
Por andar pensando en la pequeña fiera se me pasó por completo traer los documentos, es por eso que salgo del restaurante para ir por ellos.
Busco en mi auto el portafolios. Al llegar nuevamente a la mesa me doy cuenta de que mi abuelo se encuentra muy entretenido hablando por celular. Por sus gestos puedo darme cuenta de que no le gusta lo que está escuchando, pero no le presto atención, es algo referente a la empresa, me ha de informar.
Me siento en la silla y al poco rato una hermosa chica se acerca para traer los cafés que seguro el abuelo había pedido con anterioridad.
Cuando coloca las tazas sobre la mesa puedo darme cuenta como una de sus manos tiembla y sus mejillas se sonrojan. Sin querer derrama un poco de café sobre la mesa.
—Lo siento, no fue mi intención. —se disculpa mientras trata de limpiar con una servilleta.
Mi Don Juan interno hace acto de presencia y entonces poso mi mano sobre la de ella sintiendo como se estremece ante mi toque.
—Tranquila, un accidente le pasa a cualquiera. —le guiño un ojo provocando que sus mejillas se tornen de un color carmesí—. Déjalo así.
—No, es que…
No sigue hablando porque la fuerte voz de mi abuelo la interrumpe.
—Siga con su trabajo y no se preocupe. —dice tajante con una expresión de molestia en su rostro—, ahora, si nos permite, tenemos cosas que hacer.
La chica huye despavorida. No entiendo la actitud de mi abuelo, en realidad no doy crédito a su comportamiento, pero tampoco voy a juzgar su actuar.
—¿Podemos comenzar? —limpio una pelusa imaginaria de mi saco.
—¿Será qué algún día vas a sentar cabeza? —toma un sorbo de su café—. Mira que no estás para seguir de Don Juan y andar metiendo la polla a cada mujer que se te atraviesa en el camino.
Enarco una ceja ante su comentario, no sea que se debe su comentario fuera de lugar.
—Debo disfrutar de la vida y no tengo pensado formar un hogar por ahora ni en un futuro. —me reclino en mi asiento cruzando mi pierna sobre la otra—. Además, hay que disfrutar de los placeres de la vida y creo que mi vida privada no es de tu incumbencia.
Se queda en absoluto silencio y creo que si las miradas mataran, ya estuviera muerto desde hace mucho tiempo.
Saco del portafolios un folder con toda la documentación requerida para el estudio del nuevo proyecto. Uno a uno vamos leyendo la información que nos suministró el director médico.
Hay que realizar ciertos ajustes, pero eso es lo de menos. Hacer este tipo de acuerdos es pan comido para mí que todo lo puedo y no hay imposibles.
El tiempo pasa y finalmente llegamos a una conclusión, vamos a ser los benefactores sin lucro de este proyecto.
Chantal Dos semanas han pasado y con ello ha habido una serie de cambios, pero el más importante de todos ha sido la recuperación de mi madre. El Dr. Bracamonte se comunicó con nosotros hace una semana para informarnos sobre un nuevo proyecto que se está dando en el hospital. Según palabras textales del médico, mi madre se encuentra en la lista de las personas que serán beneficiadas. El principal objetivo de este proyecto es poder suministrar los medicamentos que el paciente necesite, lo mejor de todo es que no tendrá ningún costo. Haberme enterado de esta maravillosa noticia, me alivio en gran parte, por lo menos sé que no voy a tener que estar devanando los sesos cada vez que el medicamento de mi madre este a punto de terminarse, no estar pegando carreras de un lado a para otro y buscar quien pueda prestar el dinero para poder comprarlo. Pero como todo no es de color de rosas, también se encuentra la actitud que mi padre ha tenido últimamente. Lo noto muy preocupado y sé que no
Al llegar a casa lo primero que hago es ir a la habitación de mis padres. Es algo que se me ha hecho costumbre cada vez que regreso a la comodidad de mi hogar. Subo las escaleras en puntillas tratando de no hacer ruido. No quisiera que se fueran a despertar. Al abrir la puerta veo a mi madre plácidamente dormida, pero al buscar a mi padre no logro ubicarlo en los alrededores de la habitación, Cosa que se me hace extraña, ya que siempre a esta hora se encuentra profundamente dormido. Miro la hora en mi reloj de pulsera y este marca la 1:15 de la mañana. Me adentro a la habitación caminando hasta el baño, pero tampoco lo encuentro. Salgo a grandes zancadas de la habitación para buscarlo por el resto de la casa. Me quito los zapatos y los dejo a un lado de la puerta de mi cuarto y bajo para buscarlo en la planta baja. —Cariño… ¿Qué buscas? —pregunta mi padre haciendo que de un salto por el susto que me acaba de dar. —¡Papi! —respondo asombrada tratando de normalizar la respiraci
El día transcurrió como todos los demás, la única diferencia en ello fue haber estado pensando todo el tiempo en lo ocurrido con mi padre. En realidad eso es algo que ha estado atormentándome, hasta el punto de no estar concentrada al cien por ciento. Agradezco que el jefe no se encuentre en el restaurante, de lo contrario ya me habría llamado la atención en más de una ocasión. Necesito que el día termine para poder regresar a casa y tratar de mantener una conversación calmada con mi padre. Me conozco a la perfección y sé que al no querer decirme nada, voy a terminar estallando y eso es lo que menos quiero. Salgo de mis pensamientos cuando la voz de mi amiga me regresa a la realidad. —¿Por qué estás tan distraída? —pregunta con preocupación. —Es sobre la organización del catering para el evento. —miento porque no quiero revelar el verdadero motivo de mi preocupación. —Sabes que todo está perfecto, lo único que hace falta es que las horas pasen y finalmente cumplir con todo lo sol
Persuadir a mi madre no fue tarea fácil. Ella insistía en decir que lo que le contamos no era en realidad el verdadero motivo de nuestra conversación. Entre mi padre y yo le insistimos en que eso era lo único que realmente sucedía y decirle que dejara de ver cosas donde no las hay. Finalmente, terminó por aceptar a regañadientes. Nos quedamos un rato más conversando en la cocina, en donde ella aprovechó la oportunidad para nombrarme a Darío, el sobrino de la señora Esther. Ella, al igual que la preciada clienta habitual de nuestra panadería, no hace más que intentar meterme por los ojos a ese hombre. No se puede negar que posee un excelente fisio, sonrisa hechizante y unos ojos tan azules como las profundidades del mar. Cualquier mujer caería rendida a sus pies, pero ese no es mi caso. Únicamente lo veo como a otro hombre más de los que saludo habitualmente. Para cambiar de tema le comento a mi madre todo lo relacionado con el evento y cuando finalmente, se da cuenta de que tal v
Bastian Los días han sido totalmente agobiantes en la empresa y eso también le puedo agregar el trabajo extra que corresponde a todo lo referente con las obras benéficas que se llevan a cabo. En estos últimos días he trabajado hombro a hombro con mi amigo Isaac, puesto que mi abuelo no se ha sentido muy bien de salud y tiene que descansar todo lo posible sin alterarse. El médico fue estricto en cuanto a ello y para eso debe permanecer en casa y seguir al pie de la letra el tratamiento, uno del cual no estaba en total conocimiento. Según él, dejó de tomar sus medicinas alegando que se encontraba en perfecto estado y que no era necesario tomarlas como habían sido medicadas. Luego de una larga jornada de trabajo, tuve que dormir en la oficina, ya que cuando me di cuenta pasaban de las cuatro de la madrugada. Coloque la alarma en mi celular a las seis, para dormir un rato más y tratar de reponer energías. Decir que pude conciliar el sueño sería una gran mentira y eso es por tres razone
¿Celoso, realmente lo estaba?, eso debe ser una completa estupidez, nunca los he sentido y menos lo haría a estas alturas y por una extraña.—No me jodas Isaac, como puedo estar celoso de una mujer a la cual he podido ver escasamente unas dos veces. —murmuro tratando de sopesar las palabras dichas por mi amigo para creerlas también—, mejor dejemos de perder el tiempo y terminemos de finiquitar lo que falta. Recuerda que hoy es el evento y debemos verificar que todo marche como debe.Sin decir una palabra más salgo de la sala de juntas y tras de mí, puedo escuchar los pasos de mi amigo, al igual que la risita estúpida que intenta camuflar a través de una tos fingida.—Creo que solo voy a poderte ayudar aquí en la oficina, amigo mío. —informa serio—, pero no voy a faltar al evento, solo que… Necesito solucionar
Chantal Luego de haber experimentado semejante situación con el imbécil del cual desconozco su nombre, me siento totalmente abrumada, no entiendo como su cercanía nubla por completo mis sentidos apagando en mí la cordura. Es algo que se siente totalmente extraño y no tengo palabras para describir lo que siento en este momento. Puede que tal vez me pase un poco de la raya al darle una patada en su amiguito, pero se lo tenía más que merecido, ese hombre no puede besarme cada vez que se le venga en gana. Aunque pensándolo bien no lo hace tan mal, después de todo, ese hombre emana deseo, peligro, fuego, uno en el cual siento unas terribles ganas de ser consumida. Hago a un lado esos pensamientos porque no son para nada buenos en este momento, eso me desconcentra totalmente de la actividad que debemos realizar en este evento y para ser sincera no quiero que algo salga mal y que Fernando termine por despedirme, no puedo permitir que eso suceda. Termino de arreglar el uniforme y con tod
Bastian«¡Maldición!», es la primera palabra que llega a mi mente después de semejante golpe bajo. Nunca llegué a imaginar que esa pequeña testaruda iba a ser capaz de patearme las pelotas.Luego de largarse con una sonrisa triunfal, juré que me las iba a pagar. Esto no se iba a quedar así, ya encontraría la manera de desquitarme con ese pequeño demonio.Como puedo me pongo de pie tratando de no lastimar más mis doloridas pelotas. No quiero hacer un mal movimiento y terminar por estropear o dañar la fábrica. Hago una serie de respiraciones para tratar de controlar mi respiración. Cuando ya me siento listo comienzo a dar pequeños pasos para cerciorarme de que puedo caminar con normalidad y no parecer que tengo un palo metido en el culo.Busco por los alrededores para ver si ese diablillo se encuentra en algún lado, pero no logro visualizarla por ningún lado. En vista de que ella no aparece y que me siento más seguro para caminar con naturalidad, me dirijo a la entrada para recibir a l