Chantal
Dos semanas han pasado y con ello ha habido una serie de cambios, pero el más importante de todos ha sido la recuperación de mi madre.
El Dr. Bracamonte se comunicó con nosotros hace una semana para informarnos sobre un nuevo proyecto que se está dando en el hospital. Según palabras textales del médico, mi madre se encuentra en la lista de las personas que serán beneficiadas.
El principal objetivo de este proyecto es poder suministrar los medicamentos que el paciente necesite, lo mejor de todo es que no tendrá ningún costo.
Haberme enterado de esta maravillosa noticia, me alivio en gran parte, por lo menos sé que no voy a tener que estar devanando los sesos cada vez que el medicamento de mi madre este a punto de terminarse, no estar pegando carreras de un lado a para otro y buscar quien pueda prestar el dinero para poder comprarlo.
Pero como todo no es de color de rosas, también se encuentra la actitud que mi padre ha tenido últimamente. Lo noto muy preocupado y sé que no debe ser nada referente a mi madre.
Por más que he hecho el intento de hablar con él, su respuesta es siempre la misma.
«—Es solo cansancio. No te preocupes cariño.»
Él sabe que su respuesta no me convence, pero para no entrar en una discusión prefiero dejarlo así. Cuando crea conveniente decirme algo lo hará y aquí estaré esperando para escucharlo y ayudarlo en todo lo que necesite.
Salgo de mis pensamientos cuando la voz de mi amiga Daleska me regresa a la realidad.
—Chantal, Francisco pide que vayas a su oficina. —informa haciendo una mueca de fastidio—. Ya sabes, es mejor que te apresures porque no le gusta esperar.
—¿Terminas de arreglar esto por mí? —coloco mis manos sobre sus hombros haciendo un puchero.
—Vale, mueve tu trasero antes de que el jefe empiece a pegar gritos. —me pega con un trapo que tiene en la mano.
—¡Oye!, no abuses. —espeto frunciendo el ceño a modo de molestia, pero es mentira, ya que este es un juego entre nosotras y hasta el sol de hoy no hemos discutido y espero que nunca llegue ese día.
Ambas soltamos una carcajada y al poco rato escuchamos al señor Francisco gritar mi nombre.
Dejo que mi amiga termine de limpiar las mesas que hacen falta y camino en dirección a la oficina del gerente y dueño del restaurante.
Al llegar a la puerta doy los dos toques que se acostumbra e inmediatamente escucho su voz al otro lado de la puerta dando la orden para que pase.
Coloco la mano sobre el pomo de la puerta y abro asomando mi rostro. Lo veo tecleando algo en su ordenador mientras habla por celular.
Cuando nuestras miradas se encuentran me hace una seña para que siga y tome asiento.
Camino en dirección a la silla que se encuentra justo frente a su escritorio y espero a que se desocupe.
Siento que los nervios me están matando y miles de escenarios pasan por mi cabeza. Desde cubrir algún turno hasta ser despedida.
De solo imaginar que pueda ser la segunda siento un terrible escalofrío recorrer todo mi cuerpo y en este momento no estoy para quedarme sin este ingreso.
A pesar de que ya se pudo encontrar una solución referente a las medicinas de mi madre, siempre queda el gasto de las citas con los especialistas que el seguro no cubre.
Cuando finaliza su llamada deja su celular a un lado y se acomoda en su cómoda silla de cuero negro para mirarme directo a los ojos.
Su mirada es totalmente indescifrable y por ello no logro leer nada en ellos.
—Chantal, sé que te estarás preguntando para qué te llamo. —hace una pausa—. Pero te puedo asegurar que no será para prescindir de tus servicios en mi restaurante.
Siento un gran alivio y expulso el aire que estaba reteniendo y no me había dado cuenta de que lo estaba haciendo.
—Si te llamé, fue para comunicarte que el próximo sábado habrá un evento en un hotel. —busca ente los papeles que se encuentran sobre su escritorio—. Necesito que se encarguen del servicio de catering de dicho evento, no quiero ningún error. Este evento es muy importante, ya que formo parte de la obra benéfica y también le brindo apoyo a mi amigo.
Me da una serie de indicaciones, las cuales debemos seguir al pie de la letra para la organización del evento.
A su vez me explica que el pago de este trabajo es aparte del sueldo que ganamos trabajando con él. Por fortuna el evento se realizará en la noche. La gran ventaja es que podemos llegar al mediodía al hotel con todas las cosas y ordenar para tener todo listo.
Estarán pensando que Francisco ha de ser un viejo gordo y panzón, pero es todo lo contrario a lo que se lo pueden imaginar, es un hombre de unos 34 o 35 años aproximadamente, para ir directo al grano un adonis esculpido por los dioses griegos y una tentación andante.
Es ese tipo de hombre que le roba a más de una un gran suspiro, ¿el gran detalle?, no causa ese efecto en mí. En cambio, a mi amiga le ha robado más que un suspiro y estaría casi segura de que tienen su trompo enrollando, pero como eso no es asunto mío, prefiero hacerme la vista gorda.
Salgo de la oficina con los papeles que me entregó y como estamos a escasos cuatro días para organizar todo, debemos ponernos manos a la obra.
Al llegar al lado de mi amiga le informo sobre la nueva actividad que vamos a realizar y como cosa rara hace la pregunta que ya me estaba imaginando.
—¿El jefe va a asistir? —juega con sus dedos tratando de ocultar sus nervios.
—Creo que la pregunta está de más. —pongo los ojos en blanco—. Es el anfitrión del evento junto a un amigo que vaya a saber quien pueda ser.
—Imagino que la paga será aparte, ¿cierto? —enarca una ceja.
—Sí, al parecer vamos a cobrar extra y espero que sea lo suficiente. Necesito ahorrar para poder invertir en algo y generen ganancias.
—Tú y tus métodos administrativos. —pone los ojos en blanco.
Terminamos de arreglar todo y nos encontramos con Lucrecia, Andrea, Darío y Javier. Los seis formamos parte del equipo de trabajo en el turno de la noche sin contar al cocinero y su ayudante.
Salimos del restaurante y nos encontramos con el señor Gustavo, quien es el transportista y se encarga de llevarnos a nuestros respectivos hogares.
Subimos a la camioneta y entre risas y los malos chistes de Darío emprendemos el viaje a nuestros respectivos hogares.
Al llegar a casa lo primero que hago es ir a la habitación de mis padres. Es algo que se me ha hecho costumbre cada vez que regreso a la comodidad de mi hogar. Subo las escaleras en puntillas tratando de no hacer ruido. No quisiera que se fueran a despertar. Al abrir la puerta veo a mi madre plácidamente dormida, pero al buscar a mi padre no logro ubicarlo en los alrededores de la habitación, Cosa que se me hace extraña, ya que siempre a esta hora se encuentra profundamente dormido. Miro la hora en mi reloj de pulsera y este marca la 1:15 de la mañana. Me adentro a la habitación caminando hasta el baño, pero tampoco lo encuentro. Salgo a grandes zancadas de la habitación para buscarlo por el resto de la casa. Me quito los zapatos y los dejo a un lado de la puerta de mi cuarto y bajo para buscarlo en la planta baja. —Cariño… ¿Qué buscas? —pregunta mi padre haciendo que de un salto por el susto que me acaba de dar. —¡Papi! —respondo asombrada tratando de normalizar la respiraci
El día transcurrió como todos los demás, la única diferencia en ello fue haber estado pensando todo el tiempo en lo ocurrido con mi padre. En realidad eso es algo que ha estado atormentándome, hasta el punto de no estar concentrada al cien por ciento. Agradezco que el jefe no se encuentre en el restaurante, de lo contrario ya me habría llamado la atención en más de una ocasión. Necesito que el día termine para poder regresar a casa y tratar de mantener una conversación calmada con mi padre. Me conozco a la perfección y sé que al no querer decirme nada, voy a terminar estallando y eso es lo que menos quiero. Salgo de mis pensamientos cuando la voz de mi amiga me regresa a la realidad. —¿Por qué estás tan distraída? —pregunta con preocupación. —Es sobre la organización del catering para el evento. —miento porque no quiero revelar el verdadero motivo de mi preocupación. —Sabes que todo está perfecto, lo único que hace falta es que las horas pasen y finalmente cumplir con todo lo sol
Persuadir a mi madre no fue tarea fácil. Ella insistía en decir que lo que le contamos no era en realidad el verdadero motivo de nuestra conversación. Entre mi padre y yo le insistimos en que eso era lo único que realmente sucedía y decirle que dejara de ver cosas donde no las hay. Finalmente, terminó por aceptar a regañadientes. Nos quedamos un rato más conversando en la cocina, en donde ella aprovechó la oportunidad para nombrarme a Darío, el sobrino de la señora Esther. Ella, al igual que la preciada clienta habitual de nuestra panadería, no hace más que intentar meterme por los ojos a ese hombre. No se puede negar que posee un excelente fisio, sonrisa hechizante y unos ojos tan azules como las profundidades del mar. Cualquier mujer caería rendida a sus pies, pero ese no es mi caso. Únicamente lo veo como a otro hombre más de los que saludo habitualmente. Para cambiar de tema le comento a mi madre todo lo relacionado con el evento y cuando finalmente, se da cuenta de que tal v
Bastian Los días han sido totalmente agobiantes en la empresa y eso también le puedo agregar el trabajo extra que corresponde a todo lo referente con las obras benéficas que se llevan a cabo. En estos últimos días he trabajado hombro a hombro con mi amigo Isaac, puesto que mi abuelo no se ha sentido muy bien de salud y tiene que descansar todo lo posible sin alterarse. El médico fue estricto en cuanto a ello y para eso debe permanecer en casa y seguir al pie de la letra el tratamiento, uno del cual no estaba en total conocimiento. Según él, dejó de tomar sus medicinas alegando que se encontraba en perfecto estado y que no era necesario tomarlas como habían sido medicadas. Luego de una larga jornada de trabajo, tuve que dormir en la oficina, ya que cuando me di cuenta pasaban de las cuatro de la madrugada. Coloque la alarma en mi celular a las seis, para dormir un rato más y tratar de reponer energías. Decir que pude conciliar el sueño sería una gran mentira y eso es por tres razone
¿Celoso, realmente lo estaba?, eso debe ser una completa estupidez, nunca los he sentido y menos lo haría a estas alturas y por una extraña.—No me jodas Isaac, como puedo estar celoso de una mujer a la cual he podido ver escasamente unas dos veces. —murmuro tratando de sopesar las palabras dichas por mi amigo para creerlas también—, mejor dejemos de perder el tiempo y terminemos de finiquitar lo que falta. Recuerda que hoy es el evento y debemos verificar que todo marche como debe.Sin decir una palabra más salgo de la sala de juntas y tras de mí, puedo escuchar los pasos de mi amigo, al igual que la risita estúpida que intenta camuflar a través de una tos fingida.—Creo que solo voy a poderte ayudar aquí en la oficina, amigo mío. —informa serio—, pero no voy a faltar al evento, solo que… Necesito solucionar
Chantal Luego de haber experimentado semejante situación con el imbécil del cual desconozco su nombre, me siento totalmente abrumada, no entiendo como su cercanía nubla por completo mis sentidos apagando en mí la cordura. Es algo que se siente totalmente extraño y no tengo palabras para describir lo que siento en este momento. Puede que tal vez me pase un poco de la raya al darle una patada en su amiguito, pero se lo tenía más que merecido, ese hombre no puede besarme cada vez que se le venga en gana. Aunque pensándolo bien no lo hace tan mal, después de todo, ese hombre emana deseo, peligro, fuego, uno en el cual siento unas terribles ganas de ser consumida. Hago a un lado esos pensamientos porque no son para nada buenos en este momento, eso me desconcentra totalmente de la actividad que debemos realizar en este evento y para ser sincera no quiero que algo salga mal y que Fernando termine por despedirme, no puedo permitir que eso suceda. Termino de arreglar el uniforme y con tod
Bastian«¡Maldición!», es la primera palabra que llega a mi mente después de semejante golpe bajo. Nunca llegué a imaginar que esa pequeña testaruda iba a ser capaz de patearme las pelotas.Luego de largarse con una sonrisa triunfal, juré que me las iba a pagar. Esto no se iba a quedar así, ya encontraría la manera de desquitarme con ese pequeño demonio.Como puedo me pongo de pie tratando de no lastimar más mis doloridas pelotas. No quiero hacer un mal movimiento y terminar por estropear o dañar la fábrica. Hago una serie de respiraciones para tratar de controlar mi respiración. Cuando ya me siento listo comienzo a dar pequeños pasos para cerciorarme de que puedo caminar con normalidad y no parecer que tengo un palo metido en el culo.Busco por los alrededores para ver si ese diablillo se encuentra en algún lado, pero no logro visualizarla por ningún lado. En vista de que ella no aparece y que me siento más seguro para caminar con naturalidad, me dirijo a la entrada para recibir a l
ChantalAl salir no pude evitar el temblor en mis piernas. Lo vivido en el interior de ese cuarto fue cosa de otro mundo, no voy a negar que me fascino ceder ante los besos de ese hombre, pero solo quise saciar la curiosidad de saber que era tenerlo pegado a mí y apoderarse de mis labios.—¿Te sientes bien? —pregunta Lucrecia mientras frunce el ceño—. Te ves terrible.—No pasa nada, solo quería tener un segundo a solas, ya sabes el cansancio acumulado. —Miento para que no haga más preguntas y quede conforme con mi explicación y a la vez deseando que el idiota se mantenga en el interior del cuartucho y no vaya a echar por tierra mi mentira—. Mejor vamos, que ya debe estar por terminar el evento y debemos estar al tanto para recoger las cosas.Estaba a punto de dar un salto de victoria cuando mi amiga empezó a caminar