22. El peso del sucesor.

Mactodo estaba preocupado por la condición de Cielo. Sabía que cada minuto perdido ponía en peligro su vida. Necesitaba más Energía Plasma para sanarla. Mientras reflexionaba sobre su papel como líder, se reprochaba haber descuidado a Gwen.

De repente, un hombre alto con bata blanca ingresó, sosteniendo algo que dejó a Mactodo perplejo. Sus ojos se abrieron con sorpresa, incapaz de disimular la conmoción.

—¿Qué sucede? —preguntó Abel, al notar la reacción de Mactodo.

—Déjanos solos —ordenó Mactodo, con voz grave.

Sin decir una palabra, Abel obedeció y se fue.

El hombre de la bata blanca se acercó con calma, cada paso resonando en la habitación silenciosa. Su mirada era neutra, pero su presencia se sentía abrumadora.

—Debo proceder, Mac. Es inevitable, y necesitas descansar —dijo con firmeza.

—Por favor, no lo hagas —imploró Mactodo, su voz apenas un susurro cargado de cansancio.

El hombre no respondió.

* * *

Esa tarde de martes 28 de marzo, Gwen caminaba hacia la Agrupación Plasma. Si
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