Jueves 6 de abril.Había pasado una semana desde la desaparición de Mactodo, y la paciencia dentro de la Agrupación Plasma comenzaba a desmoronarse. Los susurros en los pasillos, las miradas de reojo y el ambiente tenso eran imposibles de ignorar.Gwen continuaba su entrenamiento sola. Había perfeccionado sus técnicas de combate, pero la ausencia de Mactodo era un peso que no podía ignorar. Su ausencia se sentía como un vacío que nadie podía llenar.«¿Por qué se fue sin decirme nada?».Pero no había respuestas.* * *El misterio de la carta.Un día, la Agrupación recibió una carta encriptada. El revuelo fue inmediato. Los miembros se reunieron en la sala principal mientras Danna la sostenía entre sus manos, sus ojos escaneando el código.—¿Qué dice? —preguntó Rawdon, con los brazos cruzados.—Está encriptada —respondió Danna, con una expresión tensa—. Necesitamos más tiempo para descifrarla.—Yo puedo hacerlo —intervino Gwen, con decisión.Los ojos de Danna se estrecharon.—No es asunt
Las actividades criminales en Pueblo Plasmar no cesaban. Pero para Gwen, la verdadera amenaza no eran los ladrones ni los estafadores. La verdadera amenaza tenía nombre: Teo.No solo era un enemigo más. Él sabía su secreto, él representaba la amenaza más grande a su identidad y a su lugar en el pueblo.Si Teo hablaba, la escuela, o el pueblo entero, la verían de forma distinta. Ser una Sanguínea era un estigma que no podía permitirse cargar en público.Gwen no planeaba esperar a que eso ocurriera.* * *Lunes 10 de abril, 18:00 horas.El reloj en la muñeca de Gwen parpadeó con un destello azul. "Rastreador activado". La señal la condujo hasta una calle empedrada, donde la penumbra se extendía como una niebla pesada. Un oscuro callejón.«Ahí estás».—Te encontré, Calavera —murmuró Gwen para sí, sintiendo una mezcla de satisfacción y nervios.Desde la penumbra, Teo salió con las manos en los bolsillos. Sus ojos se encontraron.—¡Gwen! —dijo, sorprendido, pero con una sonrisa burlona—. ¿
Desesperada por respuestas, Gwen hurgaba entre los cajones de la Agrupación Plasma, buscando algo que le aclarara lo que realmente estaba ocurriendo.La habitación estaba en penumbras, el zumbido de las máquinas llenaba el silencio. Pero el silencio se rompió bruscamente cuando la puerta se abrió de golpe.Mactodo apareció en el umbral.—Veo que estás aburrida, Gwen —dijo, su voz cargada de ironía.Gwen se giró, sorprendida. El alivio que sintió al verlo se mezcló rápidamente con la rabia acumulada. Habían pasado días sin saber de él, y su frustración crecía con cada derrota.—¿Por qué te fuiste? —preguntó, con los dientes apretados—. Sin tu entrenamiento, ir contra Dodge fue casi imposible.Mactodo avanzó con pasos lentos, sus ojos observándola con la frialdad de quien ya conoce todas las respuestas.—Tienes razón —admitió, deteniéndose frente a ella—. Te dejé sola demasiado tiempo.Antes de que Gwen pudiera replicar, Mactodo atacó.El golpe fue preciso y brutal.Gwen cayó al suelo c
De vuelta en la Agrupación Plasma, el aire estaba cargado de tensión.Mactodo trabajaba con precisión quirúrgica. Usando Succinetismo, retiraba las balas del cuerpo de Gwen, mientras ella permanecía tendida en una camilla de metal, sudorosa y agotada. La extracción era exitosa, pero para Gwen, cada punzada de dolor era un recordatorio amargo de su vulnerabilidad.Mactodo rompió el silencio.—No debería estar haciendo esto por ti —dijo, su voz tan cortante como una hoja—. Pensé que ya habías aprendido a depender de ti misma.Sus palabras cayeron como un peso sobre los hombros de Gwen.Bajó la mirada, incapaz de sostener su escrutinio. Sabía que tenía razón. Su mayor debilidad no era física; era el miedo.—Teo… —empezó a decir, pero su voz se quebró.Mactodo levantó la vista, curioso.—¿Qué pasa con ese Plasmático? —preguntó con tono calmado, aunque su mirada exigía respuestas.—Él sabe mi secreto, Mac —confesó Gwen, tragando saliva—. Sabe que soy Sanguínea. Si habla, todo lo que he cons
Mactodo, viendo la renovada determinación de Gwen, intensificó su entrenamiento.Durante semanas, el Succinetismo se convirtió en el centro de su vida. Gwen aprendió a manipular objetos metálicos con precisión quirúrgica, detener balas en pleno vuelo y crear barreras de hierro capaces de soportar casi cualquier impacto. Cada día, Mactodo empujaba sus límites, diseñando ejercicios que desafiaban tanto su resistencia física como mental.Pero, con cada progreso, algo dentro de Gwen se debilitaba. La fricción entre su deseo de poder y su miedo a perderse a sí misma era un conflicto constante.Cuanto más dominaba el Succinetismo, más desconectada se sentía de su esencia Sanguínea. El poder que tanto había anhelado tenía un precio que comenzaba a pesarle.* * *Jueves 22 de junio.Las calles de Pueblo Plasmar estaban sumidas en un frío silencio, roto solo por los ecos de disparos lejanos. Gwen, en pleno entrenamiento, enfrentaba a un grupo armado con Armas de Municiones.El primer disparo c
Cada día, Gwen lograba un dominio impresionante sobre sus Habilidades Plasmáticas, especialmente el Succinetismo, lo que le permitió manipular nuevos metales y crear defensas eficaces contra ataques físicos.Los metales se movían con precisión bajo su control: monedas que flotaban en el aire, balas que se detenían a suspiros de su cuerpo, barreras que surgían como muros impenetrables. Se había convertido en una fuerza imparable.Sin embargo, cuanto más perfeccionaba sus habilidades, más sentía que algo dentro de ella se desmoronaba. La energía Plasmática que tanto la fortalecía también la desgastaba.* * *Un día, mientras regresaba a casa tras un arduo entrenamiento, una figura envuelta en un velo apareció frente a ella. La mujer tenía una presencia inquietante, y su voz resonó en la mente de Gwen como un eco que provenía de un pasado enterrado.—Parece que Mactodo ha tenido éxito en convencerte —dijo la mujer con calma, pero con una intensidad que helaba la sangre—. ¿Has aprendido a
Durante una sesión de entrenamiento con Rawdon, Gwen sintió algo diferente, experimentó cambios alarmantes en su comportamiento y en cómo sus poderes se manifestaban. Sus ataques se volvieron más violentos, más salvajes de lo que ella pretendía y más letales. Cada golpe que lanzaba estaba cargado con una furia inexplicable, parecía surgir de un lugar oscuro dentro de ella, una oscuridad que parecía alimentarse de sus emociones más profundas. El poder que había perfeccionado se sentía… extraño, casi incontrolable.Cuando uno de sus golpes alcanzó a Rawdon con una fuerza inesperada, él cayó al suelo, jadeando, apenas pudo defenderse de la intensidad del ataque. Gwen, al ver el daño que le había causado, se detuvo de repente, horrorizada por lo que había hecho.—Raw… —susurró, retrocediendo mientras él intentaba incorporarse.—Gwen, ¿qué fue eso? —preguntó Rawdon, con una mezcla de dolor y preocupación—. Esto no es sólo una Habilidad Plasmática… esto es otra cosa. Algo está pasando conti
🟢 El Enfrentamiento Inminente.El día había llegado más rápido de lo que Gwen esperaba. El enfrentamiento con Teo, tan temido como inevitable, estaba ahora a su alcance. Equipándose con el conocimiento y las habilidades que había perfeccionado bajo la guía implacable de Mactodo, Gwen sentía que por fin tenía el control. El rastreador de Plasmáticos en su muñeca parpadeaba suavemente, un recordatorio constante de lo lejos que había llegado.Gwen inspiró profundamente al entrar en la Fábrica Untzue, otro de los sitios abandonados de Pueblo Plasmar. Las paredes oxidadas y las sombras alargadas eran el escenario perfecto para la batalla que estaba a punto de librarse. La Energía Plasma vibraba en el aire, una tensión casi tangible que hacía eco de su propio estado mental.«¿Hasta dónde estoy dispuesta a llegar para obtener mi libertad?». Esa pregunta la había seguido desde el momento en que había aceptado el entrenamiento de Mactodo. No había una respuesta clara, pero sabía que cualquier