De vuelta en la Agrupación Plasma, el aire estaba cargado de tensión.Mactodo trabajaba con precisión quirúrgica. Usando Succinetismo, retiraba las balas del cuerpo de Gwen, mientras ella permanecía tendida en una camilla de metal, sudorosa y agotada. La extracción era exitosa, pero para Gwen, cada punzada de dolor era un recordatorio amargo de su vulnerabilidad.Mactodo rompió el silencio.—No debería estar haciendo esto por ti —dijo, su voz tan cortante como una hoja—. Pensé que ya habías aprendido a depender de ti misma.Sus palabras cayeron como un peso sobre los hombros de Gwen.Bajó la mirada, incapaz de sostener su escrutinio. Sabía que tenía razón. Su mayor debilidad no era física; era el miedo.—Teo… —empezó a decir, pero su voz se quebró.Mactodo levantó la vista, curioso.—¿Qué pasa con ese Plasmático? —preguntó con tono calmado, aunque su mirada exigía respuestas.—Él sabe mi secreto, Mac —confesó Gwen, tragando saliva—. Sabe que soy Sanguínea. Si habla, todo lo que he cons
Mactodo, viendo la renovada determinación de Gwen, intensificó su entrenamiento.Durante semanas, el Succinetismo se convirtió en el centro de su vida. Gwen aprendió a manipular objetos metálicos con precisión quirúrgica, detener balas en pleno vuelo y crear barreras de hierro capaces de soportar casi cualquier impacto. Cada día, Mactodo empujaba sus límites, diseñando ejercicios que desafiaban tanto su resistencia física como mental.Pero, con cada progreso, algo dentro de Gwen se debilitaba. La fricción entre su deseo de poder y su miedo a perderse a sí misma era un conflicto constante.Cuanto más dominaba el Succinetismo, más desconectada se sentía de su esencia Sanguínea. El poder que tanto había anhelado tenía un precio que comenzaba a pesarle.* * *Jueves 22 de junio.Las calles de Pueblo Plasmar estaban sumidas en un frío silencio, roto solo por los ecos de disparos lejanos. Gwen, en pleno entrenamiento, enfrentaba a un grupo armado con Armas de Municiones.El primer disparo c
Cada día, Gwen lograba un dominio impresionante sobre sus Habilidades Plasmáticas, especialmente el Succinetismo, lo que le permitió manipular nuevos metales y crear defensas eficaces contra ataques físicos.Los metales se movían con precisión bajo su control: monedas que flotaban en el aire, balas que se detenían a suspiros de su cuerpo, barreras que surgían como muros impenetrables. Se había convertido en una fuerza imparable.Sin embargo, cuanto más perfeccionaba sus habilidades, más sentía que algo dentro de ella se desmoronaba. La energía Plasmática que tanto la fortalecía también la desgastaba.* * *Un día, mientras regresaba a casa tras un arduo entrenamiento, una figura envuelta en un velo apareció frente a ella. La mujer tenía una presencia inquietante, y su voz resonó en la mente de Gwen como un eco que provenía de un pasado enterrado.—Parece que Mactodo ha tenido éxito en convencerte —dijo la mujer con calma, pero con una intensidad que helaba la sangre—. ¿Has aprendido a
Durante una sesión de entrenamiento con Rawdon, Gwen sintió algo diferente, experimentó cambios alarmantes en su comportamiento y en cómo sus poderes se manifestaban. Sus ataques se volvieron más violentos, más salvajes de lo que ella pretendía y más letales. Cada golpe que lanzaba estaba cargado con una furia inexplicable, parecía surgir de un lugar oscuro dentro de ella, una oscuridad que parecía alimentarse de sus emociones más profundas. El poder que había perfeccionado se sentía… extraño, casi incontrolable.Cuando uno de sus golpes alcanzó a Rawdon con una fuerza inesperada, él cayó al suelo, jadeando, apenas pudo defenderse de la intensidad del ataque. Gwen, al ver el daño que le había causado, se detuvo de repente, horrorizada por lo que había hecho.—Raw… —susurró, retrocediendo mientras él intentaba incorporarse.—Gwen, ¿qué fue eso? —preguntó Rawdon, con una mezcla de dolor y preocupación—. Esto no es sólo una Habilidad Plasmática… esto es otra cosa. Algo está pasando conti
🟢 El Enfrentamiento Inminente.El día había llegado más rápido de lo que Gwen esperaba. El enfrentamiento con Teo, tan temido como inevitable, estaba ahora a su alcance. Equipándose con el conocimiento y las habilidades que había perfeccionado bajo la guía implacable de Mactodo, Gwen sentía que por fin tenía el control. El rastreador de Plasmáticos en su muñeca parpadeaba suavemente, un recordatorio constante de lo lejos que había llegado.Gwen inspiró profundamente al entrar en la Fábrica Untzue, otro de los sitios abandonados de Pueblo Plasmar. Las paredes oxidadas y las sombras alargadas eran el escenario perfecto para la batalla que estaba a punto de librarse. La Energía Plasma vibraba en el aire, una tensión casi tangible que hacía eco de su propio estado mental.«¿Hasta dónde estoy dispuesta a llegar para obtener mi libertad?». Esa pregunta la había seguido desde el momento en que había aceptado el entrenamiento de Mactodo. No había una respuesta clara, pero sabía que cualquier
La bala penetró su piel como un hierro candente, arrancándole el aliento. El dolor fue agudo, paralizante. Gwen cayó de rodillas, su mano buscando desesperadamente apoyo en una pared oxidada para no desplomarse. El frío y la humedad del metal se mezclaron con la punzada en su costado, anclándola al momento. Su visión se nubló brevemente mientras el sudor le caía por la frente en gotas tibias.Desde su lugar, Teo observaba. Atravesando el polvo y los escombros, su figura se inclinó hacia adelante, sus ojos chispeantes con una mezcla de triunfo y cansancio.—Aún no lo entiendes, Gwen. No soy el enemigo —dijo, su tono tranquilo, casi cercano—. Si sigues este camino, te destruirás a ti misma. No te salvarás de lo que viene… ni tú ni tu Agrupación Plasma.Su voz resonó en las paredes metálicas de la Fábrica Untzué, pero Gwen ya no escuchaba. Intentó reprimir aquellas palabras, borrarlas de su mente como si nunca hubieran sido pronunciadas. Sin embargo, sus piernas temblaban, y el aire dens
Con el cuerpo agotado y la mente envuelta en un huracán de pensamientos, Gwen emprendió el largo camino de regreso a la Agrupación Plasma. Cada paso resonaba en el silencio de la noche, y aunque su herida comenzaba a sanar, el dolor persistía como un eco constante. La adrenalina aún recorría sus venas, pero algo más latía en su interior: la duda.Cuando llegó, Mactodo la esperaba, de pie bajo las luces tenues de la entrada. Una sonrisa calculada curvaba sus labios, pero sus ojos brillaban con una intensidad que Gwen no pudo descifrar del todo.—¿Lo hiciste? —preguntó, su voz serena, pero cargada de expectación.Gwen asintió, su mirada fija en el suelo. Su poder había crecido, y había dominado el Succinetismo hasta límites que no imaginaba, pero la sensación de vacío dentro de ella seguía creciendo en su interior.—Sí, lo eliminé. Nadie más conocerá mi secreto —respondió, apenas un susurro.Mactodo entrecerró los ojos, su sonrisa ensanchándose ligeramente.—Has hecho lo que debía hacer
El eco de unas palabras resonaba en todos los rincones de Pueblo Plasmar e incluso sus alrededores. Desde los elegantes despachos del municipio hasta los rincones más oscuros de la Prisión Battuo, los Platos Transmisores emitían una voz firme y clara, pero distorsionada en su anonimato.—"La verdad no puede ser silenciada. Pueblo Plasmar, ¿hasta cuándo tolerarán los abusos de Marta y su séquito?".🕸️En el municipio, Marta, Alba y Afil escuchaban la transmisión con rostros tensos. Alba, siempre calculadora, mantenía una expresión serena, mientras Afil tamborileaba los dedos en la mesa, incapaz de contener su nerviosismo. Marta, por otro lado, tenía los labios apretados en una línea delgada.—Esto es una farsa —dijo Marta, rompiendo el silencio con voz gélida.—Pero una farsa que todos están escuchando, Mandataria —replicó Alba."Informante del Sol", como se hacía llamar, había hackeado los sistemas municipales. Los secretos de Marta ya no estaban a salvo.🕸️Dodge, por su parte, esc