18. El peso de la identidad.

La tarde avanzaba lenta y densa, como si cada minuto estuviera cargado de plomo. Gwen avanzaba por las calles de Pueblo Plasmar, pero esta vez no se sentía la cazadora; era la cazada.

El frío se filtraba por su ropa, pero no era el clima lo que la hacía temblar. Era la duda. No solo por sus habilidades fallidas, sino por las palabras de Mactodo que no dejaban de resonar en su mente. «Para vengar a tu tía y proteger a tu hermano, debes ser una Plasmática», recordaba una y otra vez, como un eco cruel que no se desvanecía.

En medio de su recorrido, se encontró con Teo, el niño que presenció cuando Gwen derrotó a Gabi en la Usina Succina. Teo era un viejo aliado de Gabriela, y uno de los miembros del tan poderoso Clan Calavera, al que Gwen había derrotado meses atrás. El pasado volvía a perseguirla.

—¿Qué pasa, "híbrida"? —provocó Teo con una sonrisa torcida—. ¿Sigues creyendo que eres una de nosotros?

Gwen sintió un latigazo en el pecho. La rabia creció dentro de ella, y su respiración s
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