Emma, al escuchar los ruidos, dejó rápidamente su trabajo y salió corriendo hacia la habitación. Al ver la escena, se preocupó un poco y enseguida llevó a Asterio a otra habitación.Cuando regresó, le dijo a Andrés:—Señor, no puedes tratarla de esa manera. Tienes que usar agua fría para bajarle la inflamación.—¡Prepara el agua! —le ordenó el hombre, sin poder soltar en ese momento a Luna.Emma dejó al niño y fue a traer una cubeta con agua fría.Como el ungüento tenía un efecto calmante, Luna ya no sentía tanta comezón en el cuerpo, pero las heridas arañadas comenzaron a dolerle.—No creas que voy a agradecerte por esto —habló Luna con frialdad.Andrés, con la cabeza agachada, atendía con cuidado sus heridas con un algodón.—Lo siento mucho. Fui yo quien no debió haberte gritado.Luna dudaba asombrada si había escuchado bien, pues el orgulloso Andrés, ¿le había pedido disculpas?Como una persona tan altanera, en su mundo, todo lo que hacía estaba bien, incluso si fuera un error.Pero
A ellos esto realmente no les importaba. En verdad, a nadie le importaba...Bajo el control absoluto de Andrés, Luna vio cómo sus fotos se ordenaban con cuidado en un cuaderno.El personal de Registro Civil le entregó a Andrés el respectivo certificado de matrimonio mientras le decía con una amplia sonrisa:—Señor Andrés Martínez, los trámites ya se han completado, ahora... usted y la señorita Luna García ya son legalmente esposos, si tienen algún problema al respecto después pueden venir a buscarnos en la oficina.Luna lo miró muy atontada, sin poder creer que... todo esto pudiera volverse realidad tanta facilidad para él.La foto del certificado de matrimonio había sido delicadamente retocada. Ella jamás habría aceptado tomarse una foto para ese documento con él…—¡Andrés, eres tan rastrero! ¡Estás falsificando nuestra relación!—Tarde o temprano llegará ese día —le respondió Andrés mientras guardaba bien el certificado—. ¿Acaso no es mejor así? De ahora en adelante... serás mi espos
Asterio le jaló con cuidado un poco la manga a Luna. Ella bajó al instante la mirada y se dio cuenta de que el pequeño acababa de terminar el biberón que tenía en sus manos. Sacudió un poco el biberón vacío, indicando que quería más.Luna le dirigió una mirada serena a Emma.Al percibir la mirada, Emma se apresuró de inmediato a llegar y llevarse al niño, pero Andrés la detuvo en ese preciso momento:—Dame al niño.Emma dudó por unos minutos, pero aun así le entregó al niño.El inquieto niño, a pesar de su carácter travieso, ahora estaba tranquilo y sentado muy obediente sobre el regazo de Andrés, sin moverse.Emma le trajo unos deliciosos bocadillos para que el niño se entretuviera masticándolos.—Come.Andrés sostenía con firmeza al niño con una mano y con la otra le sirvió a la mujer a su lado el platillo de pescado que más le gustaba.Incluso el delicado regalo que Luna no había recibido, él lo colocó frente a ella y le dijo en vez de obligarla:—Puedes abrirlo después, considéralo
Luna habló tranquilamente:—Solo extraño ese delicioso sabor.Era el primer año nuevo que celebraba después de su renacimiento.No lo olvidaría jamás.Tras tanto tiempo, Emma rara vez escuchaba que Luna le pidiera algo, por lo que en verdad no tuvo corazón para negarle, así que accedió con dificultad:—Pues voy a hacerlo ahora mismo, te aseguro que va a saber igualito al de afuera.—De acuerdo.Emma se apresuró muy diligente a preparar los ingredientes para la barbacoa. Como a Luna no le gustaba lo picante, no había chiles en casa.Cuando bajó, ya había alguien preparando la sopa en la cocina. Emma recién recordó que no tenían utensilios adecuados para asar. Se apresuró a llamar al chofer, para que fuera a comprarlos. El chofer tomó el dinero y de inmediato se lo contó a Andrés.En esta mansión, aparte de Emma, los demás eran gente de Andrés. Cualquier cosa relacionada con Luna, tendrían que obtener siempre permiso de Andrés, sin importar si fuera algo trivial. A Andrés nunca le molest
Luna no le respondió.Andrés se le acercó con delicadeza, mirando hacia el lugar donde ella estaba observando, y su profunda mirada se oscureció al instante. Se sentó junto a ella y le dijo:—Ya me he puesto en contacto con la compañía de fotografía. Cuando te hayas recuperado un poco más, los vestidos de novia que encargué del extranjero llegarán a la capital imperial. En ese momento, podremos ir a probártelos.Mientras hablaba, él tomó la mano de Luna, pero ella se la quitó con rabia de inmediato, diciéndole con frialdad:—Andrés, deja de buscarme más problemas, por favor. Ya has tramitado los papeles de matrimonio con mis documentos sin mi permiso. Has logrado lo que querías, así que aléjate mejor de mi vista de ahora en adelante.Pero Andrés no le hizo caso alguno, solo siguió muy tranquilo hablando por su cuenta:—El departamento de relaciones públicas del grupo anunciará nuestra boda, y toda la capital sabrá que ya eres mi legitima esposa.—¡Andrés Martínez! ¿Sabes que todos sabe
Resultó que era Andrés.Ella se quedó muy quieta en su regazo como antes, pero podía sentir el ardiente calor de ese cuerpo. Él aún no se había recuperado del todo, ¿pero por qué a pesar de eso se quedaba con ella en casa todos los días?Al levantar un poco la mirada, ella vio ese rostro de rasgos apuestos del hombre. Era precisamente ese atractivo rostro el que la había hecho enamorarse de él con todo su ser.Ella no entendía muy bien, ¿por qué Andrés le tenía tanto rencor en la vida pasada? Acaso ¿Por la muerte de Isabella? Sin embargo, ella también había pagado un alto precio…En cuanto a sus sentimientos hacia ella en esta vida…¿Será todo esto real?***En el ático de la alta torre, María, vestida con una delicada bata de baño, había tirado con rabia todo lo que había sobre la mesa al piso.—¡Andrés Martínez! ¿¡Cómo es posible que te cases con ella!?Parecía volverse en ese momento loca. Se enteró de la explicación publicada por el departamento de relaciones públicas en la cuenta
En ese preciso momento, se abrió la puerta de la oficina y entró una mujer de unos veinticinco años, con el cabello largo y vestida con un atuendo formal. Llevaba muy diligente una taza de café en la mano:—Jefe… su cafecito…Álvaro frunció al instante el ceño sin decir nada, golpeó ligeramente el escritorio y le ordenó:—Déjalo ahí.Ella se llama Susan, la nueva asistenta de Álvaro. Después de que Shirley se fue, ella trabajaba temporalmente en este cargo. Ella dejó el café algo inquieta y le preguntó a Álvaro con gran cautela:—¿En qué más puedo ayudarle? Si no, tengo algunos documentos más que imprimir me retiro…Álvaro ni siquiera levantó la cabeza, solo le respondió con desinterés:—Bien, vete a trabajar.Todos en el grupo sabían muy bien que el subdirector Álvaro era la persona más difícil de tratar, después del presidente, incluso los altos ejecutivos tendrían que mostrarle absoluto respeto. Si alguien cometía un pequeño error, Álvaro definitivamente lo regañaría, incluso podría
Shirley también tenía que admitir que le temía mucho a ese hombre, pues su mirada era realmente muy aterradora…Aun así, ella se mantuvo firme frente a Nadia y su madre, y habló reuniendo todo el valor suficiente que pudo:¡Te lo advierto! ¡No vuelvas a intentar llevarte a Nadia!Nadia se escondió temerosa detrás de su madre, y no pudo evitar elogiar a Shirley con toda sinceridad... Aunque lo dijo con voz muy baja, todos pudieron escucharla:—Shirley, eres en verdad increíble...José no esperaba que Nadia le tuviera tanto miedo. Frunció el ceño con seriedad y le hizo una señal a Nadia con el dedo, ordenándole:—Nadia, ¡ven aquí!Nadia se asustó tanto que rompió al instante a llorar:—¡No quiero! Eres un tipo muy malo. Le conté a mi mamá que has tenido bebés con muchas mujeres y ya estás bien puerco. ¡Ella me pidió que no volviera a ser tu amiga! Luna también me dijo que no te hiciera caso. ¡Ya no quiero volver nunca más a verte!La última vez que él la golpeó le había dejado una gran h