Mañana sería nochebuena.Todavía iban en camino a Marbella cuando comenzó a nevar a cántaros.Dentro del auto, el aire acondicionado estaba bien encendido. Álvaro miraba con total preocupación por el espejo retrovisor y le dijo a Andrés:—Señor, vamos a traer de regreso a la señorita. No es necesario que usted venga en persona, aún no se ha recuperado del todo.Al despertar del coma, lo primero que inmediatamente Andrés hizo fue buscar a Luna.Por fortuna, lograron dar con la dirección donde estaba. La dueña del hotel les había mentido, pero bajo amenazas terminó confesando toda la verdad.La policía no podía recurrir a la fuerza, pero ellos sí lo podían hacer.Andrés nunca fue un buen tipo. Cuando se enteró de que la dueña del hotel había drogado a Luna y la había vendido al club, Andrés le cortó sin ningún miramiento un dedo y la envió a la cárcel. Sin embargo, según el estilo de Andrés en los viejos tiempos, esta ni siquiera habría llegado al día siguiente.Ahora, en la cárcel, tamp
José se puso de pie de inmediato, su imponente figura casi la cubrió por completo, emanando en ese momento una presencia opresiva e intimidante. Luna no pudo evitar dar un paso atrás, mientras José seguía avanzando hacia ella hasta acorralarla contra la pared, sin dejarle escapatoria alguna. Apoyando una mano en la pared, el hombre se le acercó lentamente.En ese momento de desesperación, Luna dejó escapar una frase:—José Rojas, ¿acaso no queda ni un poco de afecto por Nadia en tu corazón después de haberla engañado por tanto tiempo?Ella se estaba jugando en realidad el todo por el todo, apostando a que José aún guardaba algo de afecto por Nadia.Si te atreves a hacerme algo hoy, Nadia jamás te lo perdonará en la vida.Al escuchar ese nombre, José se detuvo al instante, como si hubiera caído bajo un fuerte hechizo. En su mente aparecía el rostro inocente de Nadia, y podía oír con claridad su voz dulce e ingenua:—José, tengo hambre…José, tengo sed, quiero agua.José, ¡no me pelliz
Mirando el techo blanco inmaculado, Luna percibió en ese momento el aroma embriagante del incienso. La lámpara de cristal se mecía con suavidad sobre su cabeza hasta que escuchó el sonido del agua cayendo en el baño, despertándola por completo.Sintió que le levantaban las piernas y Luna se sacudió ligeramente por instinto. Al levantar asombrada la mirada, vió a un hombre desnudo arrodillado entre sus muslos, ¡con los ojos lascivos clavados en ella!—Preciosa, deja de hacerte la inocente. Atiéndeme bien y te daré cinco mil dólares. ¡Aún podremos disfrutar de una buena cena de nochebuena!Aún bajo los efectos de la droga, Luna se incorporó débilmente. Exclamó con pánico:—¡No…! ¡No me toques!Justo cuando se levantaba, el hombre la volvió a tirar con rabia hacia abajo agarrándola de las piernas.—Puta asquerosa, ¿todavía finges ser muy digna? ¡Si ya eres un trapo usado!Otro hombre envuelto en una toalla salió del baño y se dirigió a su compañero:—¿Para qué hablas tantos disparates con
El gerente asustado encendió las luces del reservado.Álvaro recorrió de inmediato toda la habitación con la mirada y luego le informó a Andrés:—Jefe, la señorita no está aquí.El gerente se espantó muchísimo y le preguntó en ese instante al mesero que acababa de atender ese reservado, quien le respondió:—Esa señorita salió del reservado, pero no sé a dónde se fue.La aterradora presencia glacial de Andrés les dio escalofríos a todos. Solo les ordenó con una voz muy profunda y sombría:—¡Búsquenla! Revisen minuciosamente todos y cada uno de los reservados, incluyendo todas las habitaciones de los hoteles cercanos. Si no hay suficiente personal, ¡llamen a la policía para que cierren la ciudad por completo hasta que la encuentren! Revisen también todas las cámaras de seguridad, ¡no se puede dejar pasar ni un solo lugar sin revisar!El gerente recibió de nuevo una mirada amenazante de Andrés. Escuchó la terrible advertencia que vino de esa voz grave:—Si le pasa algo malo, todos ustedes
Sin embargo, ¡los hombres de Cetramar habían secuestrado preciso a la esposa del presidente del Grupo Prosperidad…! Ahora, todos los que estuvieran involucrados no se iban a salir con la suya…Para tratar de enmendar su grave error, el gerente se apresuró a decirle a Andrés:—Se… señor Martínez, si supiera dónde está su esposa, ¿podría darme una oportunidad?***Ayyy… qué frío... Los copos de nieve caían a montones sobre las partes descubiertas de Luna. Ella estaba toda revuelta, como una verdadera loca, con heridas por todo el cuerpo, caminando desorientada por las transitadas calles mientras todos se apartaban apurados de ella, dirigiéndose muy ansiosos a celebrar la nochebuena en sus casas.En ese momento, en las pantallas gigantes se escuchaba al presentador dando buenos deseos, y los artistas haciendo sus respectivas presentaciones en vivo.El viento helado irritó demasiado sus ojos y su nariz. Ahora, no tenía ni un peso encima, pues le habían quitado absolutamente todo.Tampoco
Dos días después, en la mansión.Álvaro le estaba informando en detalle a Andrés sobre el avance de la investigación:—Según la investigación, hemos descubierto que los secuestradores de la señorita son grandes traficantes de personas, tienen una organización muy amplia, pero la policía ya los ha detenido por completo. El departamento legal también está defendiendo a la señorita para demostrar su total inocencia.Además, el informe médico anterior dice que en el cuerpo de la señorita había éter, lo que indica que la habían drogado.Andrés abrazaba con ternura a la inconsciente joven, la recostaba sobre su cuerpo para tomarle la temperatura.—Diles que no dejen escapar a ni uno solo de los involucrados en este vil asunto —ordenó con rabia.Álvaro obedeció con respeto:—Entendido, jefe.Una vez que esos tipos fueran a la cárcel, seguramente no saldrían salvos.Después de que Álvaro se fue, Leonardo llegó justo a tiempo.Le dio algunos medicamentos antialérgicos a Luna mientras le decía a
Cuando ella levantó la mirada y vio ese rostro entre sus brazos, se sorprendió un poco. Era la única vez en tanto tiempo que lo había visto con un aspecto realmente tan descuidado. Su barbilla estaba cubierta de una insignificante barba, pero, aun así, eso no le mermaba en lo absoluto su atractivo, sino que le daba un toque más varonil y maduro.Finalmente, su mirada se posó con gran indiferencia en la herida de su cuello.No supo cuánto tiempo estuvo mirándolo de esa manera, hasta que Andrés se movió un poco, como si hubiera despertado. Tomó una profunda respiración, con los ojos cerrados, y pasó su mano de repente por la frente de ella, comprobando en ese momento su temperatura.—Todavía es temprano, puedes dormir un poco más —le dijo el hombre con voz muy grave y ronca, llena de atracción.Andrés se acomodó de nuevo, tomando su mano y colocándola sobre su cintura, envolviéndola en un fuerte y abrazo mientras le acariciaba delicadamente su cabello.Ella no le respondió nada, quedándo
Emma, al escuchar los ruidos, dejó rápidamente su trabajo y salió corriendo hacia la habitación. Al ver la escena, se preocupó un poco y enseguida llevó a Asterio a otra habitación.Cuando regresó, le dijo a Andrés:—Señor, no puedes tratarla de esa manera. Tienes que usar agua fría para bajarle la inflamación.—¡Prepara el agua! —le ordenó el hombre, sin poder soltar en ese momento a Luna.Emma dejó al niño y fue a traer una cubeta con agua fría.Como el ungüento tenía un efecto calmante, Luna ya no sentía tanta comezón en el cuerpo, pero las heridas arañadas comenzaron a dolerle.—No creas que voy a agradecerte por esto —habló Luna con frialdad.Andrés, con la cabeza agachada, atendía con cuidado sus heridas con un algodón.—Lo siento mucho. Fui yo quien no debió haberte gritado.Luna dudaba asombrada si había escuchado bien, pues el orgulloso Andrés, ¿le había pedido disculpas?Como una persona tan altanera, en su mundo, todo lo que hacía estaba bien, incluso si fuera un error.Pero