Sin embargo, ¡los hombres de Cetramar habían secuestrado preciso a la esposa del presidente del Grupo Prosperidad…! Ahora, todos los que estuvieran involucrados no se iban a salir con la suya…Para tratar de enmendar su grave error, el gerente se apresuró a decirle a Andrés:—Se… señor Martínez, si supiera dónde está su esposa, ¿podría darme una oportunidad?***Ayyy… qué frío... Los copos de nieve caían a montones sobre las partes descubiertas de Luna. Ella estaba toda revuelta, como una verdadera loca, con heridas por todo el cuerpo, caminando desorientada por las transitadas calles mientras todos se apartaban apurados de ella, dirigiéndose muy ansiosos a celebrar la nochebuena en sus casas.En ese momento, en las pantallas gigantes se escuchaba al presentador dando buenos deseos, y los artistas haciendo sus respectivas presentaciones en vivo.El viento helado irritó demasiado sus ojos y su nariz. Ahora, no tenía ni un peso encima, pues le habían quitado absolutamente todo.Tampoco
Dos días después, en la mansión.Álvaro le estaba informando en detalle a Andrés sobre el avance de la investigación:—Según la investigación, hemos descubierto que los secuestradores de la señorita son grandes traficantes de personas, tienen una organización muy amplia, pero la policía ya los ha detenido por completo. El departamento legal también está defendiendo a la señorita para demostrar su total inocencia.Además, el informe médico anterior dice que en el cuerpo de la señorita había éter, lo que indica que la habían drogado.Andrés abrazaba con ternura a la inconsciente joven, la recostaba sobre su cuerpo para tomarle la temperatura.—Diles que no dejen escapar a ni uno solo de los involucrados en este vil asunto —ordenó con rabia.Álvaro obedeció con respeto:—Entendido, jefe.Una vez que esos tipos fueran a la cárcel, seguramente no saldrían salvos.Después de que Álvaro se fue, Leonardo llegó justo a tiempo.Le dio algunos medicamentos antialérgicos a Luna mientras le decía a
Cuando ella levantó la mirada y vio ese rostro entre sus brazos, se sorprendió un poco. Era la única vez en tanto tiempo que lo había visto con un aspecto realmente tan descuidado. Su barbilla estaba cubierta de una insignificante barba, pero, aun así, eso no le mermaba en lo absoluto su atractivo, sino que le daba un toque más varonil y maduro.Finalmente, su mirada se posó con gran indiferencia en la herida de su cuello.No supo cuánto tiempo estuvo mirándolo de esa manera, hasta que Andrés se movió un poco, como si hubiera despertado. Tomó una profunda respiración, con los ojos cerrados, y pasó su mano de repente por la frente de ella, comprobando en ese momento su temperatura.—Todavía es temprano, puedes dormir un poco más —le dijo el hombre con voz muy grave y ronca, llena de atracción.Andrés se acomodó de nuevo, tomando su mano y colocándola sobre su cintura, envolviéndola en un fuerte y abrazo mientras le acariciaba delicadamente su cabello.Ella no le respondió nada, quedándo
Emma, al escuchar los ruidos, dejó rápidamente su trabajo y salió corriendo hacia la habitación. Al ver la escena, se preocupó un poco y enseguida llevó a Asterio a otra habitación.Cuando regresó, le dijo a Andrés:—Señor, no puedes tratarla de esa manera. Tienes que usar agua fría para bajarle la inflamación.—¡Prepara el agua! —le ordenó el hombre, sin poder soltar en ese momento a Luna.Emma dejó al niño y fue a traer una cubeta con agua fría.Como el ungüento tenía un efecto calmante, Luna ya no sentía tanta comezón en el cuerpo, pero las heridas arañadas comenzaron a dolerle.—No creas que voy a agradecerte por esto —habló Luna con frialdad.Andrés, con la cabeza agachada, atendía con cuidado sus heridas con un algodón.—Lo siento mucho. Fui yo quien no debió haberte gritado.Luna dudaba asombrada si había escuchado bien, pues el orgulloso Andrés, ¿le había pedido disculpas?Como una persona tan altanera, en su mundo, todo lo que hacía estaba bien, incluso si fuera un error.Pero
A ellos esto realmente no les importaba. En verdad, a nadie le importaba...Bajo el control absoluto de Andrés, Luna vio cómo sus fotos se ordenaban con cuidado en un cuaderno.El personal de Registro Civil le entregó a Andrés el respectivo certificado de matrimonio mientras le decía con una amplia sonrisa:—Señor Andrés Martínez, los trámites ya se han completado, ahora... usted y la señorita Luna García ya son legalmente esposos, si tienen algún problema al respecto después pueden venir a buscarnos en la oficina.Luna lo miró muy atontada, sin poder creer que... todo esto pudiera volverse realidad tanta facilidad para él.La foto del certificado de matrimonio había sido delicadamente retocada. Ella jamás habría aceptado tomarse una foto para ese documento con él…—¡Andrés, eres tan rastrero! ¡Estás falsificando nuestra relación!—Tarde o temprano llegará ese día —le respondió Andrés mientras guardaba bien el certificado—. ¿Acaso no es mejor así? De ahora en adelante... serás mi espos
Asterio le jaló con cuidado un poco la manga a Luna. Ella bajó al instante la mirada y se dio cuenta de que el pequeño acababa de terminar el biberón que tenía en sus manos. Sacudió un poco el biberón vacío, indicando que quería más.Luna le dirigió una mirada serena a Emma.Al percibir la mirada, Emma se apresuró de inmediato a llegar y llevarse al niño, pero Andrés la detuvo en ese preciso momento:—Dame al niño.Emma dudó por unos minutos, pero aun así le entregó al niño.El inquieto niño, a pesar de su carácter travieso, ahora estaba tranquilo y sentado muy obediente sobre el regazo de Andrés, sin moverse.Emma le trajo unos deliciosos bocadillos para que el niño se entretuviera masticándolos.—Come.Andrés sostenía con firmeza al niño con una mano y con la otra le sirvió a la mujer a su lado el platillo de pescado que más le gustaba.Incluso el delicado regalo que Luna no había recibido, él lo colocó frente a ella y le dijo en vez de obligarla:—Puedes abrirlo después, considéralo
Luna habló tranquilamente:—Solo extraño ese delicioso sabor.Era el primer año nuevo que celebraba después de su renacimiento.No lo olvidaría jamás.Tras tanto tiempo, Emma rara vez escuchaba que Luna le pidiera algo, por lo que en verdad no tuvo corazón para negarle, así que accedió con dificultad:—Pues voy a hacerlo ahora mismo, te aseguro que va a saber igualito al de afuera.—De acuerdo.Emma se apresuró muy diligente a preparar los ingredientes para la barbacoa. Como a Luna no le gustaba lo picante, no había chiles en casa.Cuando bajó, ya había alguien preparando la sopa en la cocina. Emma recién recordó que no tenían utensilios adecuados para asar. Se apresuró a llamar al chofer, para que fuera a comprarlos. El chofer tomó el dinero y de inmediato se lo contó a Andrés.En esta mansión, aparte de Emma, los demás eran gente de Andrés. Cualquier cosa relacionada con Luna, tendrían que obtener siempre permiso de Andrés, sin importar si fuera algo trivial. A Andrés nunca le molest
Luna no le respondió.Andrés se le acercó con delicadeza, mirando hacia el lugar donde ella estaba observando, y su profunda mirada se oscureció al instante. Se sentó junto a ella y le dijo:—Ya me he puesto en contacto con la compañía de fotografía. Cuando te hayas recuperado un poco más, los vestidos de novia que encargué del extranjero llegarán a la capital imperial. En ese momento, podremos ir a probártelos.Mientras hablaba, él tomó la mano de Luna, pero ella se la quitó con rabia de inmediato, diciéndole con frialdad:—Andrés, deja de buscarme más problemas, por favor. Ya has tramitado los papeles de matrimonio con mis documentos sin mi permiso. Has logrado lo que querías, así que aléjate mejor de mi vista de ahora en adelante.Pero Andrés no le hizo caso alguno, solo siguió muy tranquilo hablando por su cuenta:—El departamento de relaciones públicas del grupo anunciará nuestra boda, y toda la capital sabrá que ya eres mi legitima esposa.—¡Andrés Martínez! ¿Sabes que todos sabe